ÍNDICE
(Clic en los títulos te llevan al Índice. Clic en los subtítulos te llevan a los títulos.
Regresa a la página anterior haciendo clic en la flecha izquierda del navegador)
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
Por convicción personal no promuevo competencias, porque opino que el espíritu de competencia, que aparentemente
contribuye al progreso y desarrollo, en muchos casos también ha sido la
causa de muchas terribles desgracias a lo largo de la historia, tanto a
nivel personal como colectivo. Las guerras y revoluciones a nivel
mundial y la discriminación racial y social a nivel regional son
solo un botón de muestra.
Competir,
si no se lleva a cabo en un marco de tolerancia y empatía (y aún así),
siempre produce perdedores; y muchos de los mal llamados perdedores son
tan eficientes como los ganadores, o quizá mejores. Además, ¿acaso hay
mérito en coronar a alguien por llegar en primer lugar solamente por la
diferencia de un pelo, un dedo, un punto, una cabeza o lo que sea,
sobre todo si cualquier un imprevisto pudo causar la diferencia?
"El
modo más sencillo de comprender por qué la competencia no promueve por
lo general la excelencia", afirma el autor y catedrático Alfie Kohn en
su obra No Contest: The Case Against Competition,
"es darse cuenta de que tratar de actuar bien y tratar de vencer a los
demás son dos cosas diferentes". Y comentando sobre dicha frase, los
coautores de las Siete Lecciones Para Liderar El Viaje Hacia El Futuro,
James M. Kouzes (Presidente y Director General de TPG/ Learning
Systems) y Barry Z. Posner (profesor de comportamiento organizacional),
nos ayudan a entender que lo primero consiste en esforzarse por
mejorar, es decir, un asunto de logro, mientras que lo segundo solo se
concentra en procurar la inferioridad de los demás, en un asunto de
subordinación.
Los líderes crecen en sabiduría y cultivan el sentido
de que para todos existen oportunidades
- Stephen R. Covey
En
un ambiente emocionalmente saludable, ganar o perder una contienda no
debería producir sentimientos de fracaso en las personas. En mi
opinión, es mejor que, para progresar, cada ser humano individualmente
sea contrastado consigo mismo respecto a sus anteriores marcas, y no
con los demás. Solo así todos seremos ganadores, y el producto de
nuestros logros nos permitirán exclamar: "¡¡Lo hicimos!!" o
"¡¡Ganamos!!", en vez de "¡¡Lo hice!!" o "¡¡Gané!!". ¿Qué juegos son más excitantes y
tienen una mayor cantidad de fanáticos? ¿Aquellos en que se da una copa
a todo un equipo, o aquellos en que gana una sola persona? ¡Los equipos
siempre apasionan más!
Por
eso, el presente artículo no tiene el propósito de hacer apología de los
concursos, sino de responder a la inquietud que muchos tienen
respecto a los factores a tenerse en cuenta cuando las personas participan
en un concurso de oratoria, tanto concursantes como jueces y espectadores. Todo lo que recomiendo a continuación,
emana del concepto arriba mencionado.
Para armar las bases, selecciona uno o más aspectos de entre los que se proponen a continuación. No se debe abrumar a los concursantes siendo demasiado exigentes o escrupulosos en las bases.
Las
bases para un concurso de oratoria han de contemplar el nivel hasta el
cual se han desempeñado los participantes, de modo que se cree una
escala de valores según el adelantamiento del grupo o de los
individuos, o según su edad, el estilo del discurso u otros aspectos
particulares.
El incentivo ofrecido como premio ha de estar a la altura
de los deseos de los participantes y no solamente de los objetivos de marketing y de publicidad de los promotores o auspiciadores del concurso. Lo siguiente es solo una pauta o
ejemplo. Contiene más información de la que se aconseja incluir. Usa
solo los aspectos que vayan de acuerdo con las circunstancias, descarta
los demás.
- Edad
- Idioma
- Grado de instrucción
- Nivel de adelanto en oratoria
- Evaluación mínima de 85% en oratoria
- Agrupar a los participantes según sus promedios alcanzados durante su entrenamiento
- Poesía en verso
- Poesía en prosa
- Prosa (Libre)
- Poema
- Anécdota
- Experiencia de la vida real
- Biografía
- Materia científica
- Investigación estadística o de mercadeo
- Contenido
- Forma
- Contenido y forma
- Información
- Impacto
- Contacto
- Entretenimiento
- Velocidad y uso de pausas
- Tono o modulación
- Pronunciación y uso del idioma
- Postura
- Gestos y ademanes
- Introducción
- Desarrollo
- Conclusión
Introducción de largo prudente
Introducción incluyó un vistazo anticipado (opcional)
Desarrollo convenientemente prorrateado en el tiempo
Conclusión breve
Conclusión incluyó resumen (opcional)
- Una beca completa
- Una biblioteca personal
- Un nombramiento o promoción
- Prendas de vestir hechas a medida
- Visitar o entrevistar a un personaje público
- Un almuerzo o cena para cuatro personas
- Un fin de semana de vacaciones pagadas para tres personas
- Duración máxima 1, 2 ó 3 minutos (es suficiente para evaluar cualidades básicas)
- Duración: Introducción, 10 segundos; Desarrollo 40 segundos; Conclusión 10 segundos.
- Duración: Introducción, 15 segundos; Desarrollo 150 segundos; Conclusión 15 segundos.
- Material redactado en 1 hoja tamaño A4 a uno o dos espacio como máximo.
- Se evaluará la ortografía de la redacción
- La redacción del discurso no será considerada en la calificación
- Presentar la redacción del discurso a más tardar una semana antes del concurso
- No se requiere la presentación de la redacción del discurso
- Ha de improvisarse en 1 minuto sobre un tema que se asignará en el momento
- El discurso se asignará sobre un tema con 15 días de anticipación para 1, 2 ó 3 minutos
- El discurso ha de leerse completamente
- El discurso no ha de leerse
- Han de leerse porciones selectas de la redacción del discurso
- Lectura de una porción selecta de un discurso, libro o revista pertinente
- El saludo o tratamiento es opcional
- Se exige un saludo o tratamiento
- El orador dirigirá su discurso al jurado
- El orador dirigirá su discurso al auditorio, no al jurado
- El orador puede dirigir su discurso tanto al auditorio como al jurado, o a ambos
- Damas, con falda a la rodilla o pantalones de corte formal; varones, con saco y corbata
- Deberá utilizar como mínimo un apoyo visual
- No se requiere utilizar un apoyo visual
- Puede usar un ayudante para desplegar el apoyo visual
- No ha de usarse un ayudante para desplegar el apoyo visual
Para
ver algunos requisitos mínimos que el organizador, el local y el
auditorio han de reunir, puedes examinar el artículo "Logística para
una conferencia" del archivo “Casilla de Respuestas”, del Archivo de
Oratorianet.
La pandemia de 2020 sometió a gran tensión a los organizadores de concursos de oratoria y
muchos optaron por modificar los paradigmas reinventando las formas valiéndose de novedosas plataformas virtuales de teleconferencia, y a los concursantes, por medio del uso de dispositivos móviles para practicar y ensayar sus exposiciones.
ÍNDICE DE ESTE ARTICULO
Clic en los títulos y subtítulos para ir y volver. Clic en el título arriba para volver al índice superior
Un
juez es un perito que tiene autoridad y potestad para juzgar, criticar
y sentenciar un asunto acerca del cual tiene experiencia. Para los
casos relacionados con la violación de las leyes de un país juzgan
jueces nombrados para tal efecto. Por otro lado, se dice que uno es un juez de palo
cuando demuestra torpeza o ignorancia respecto al asunto que juzga o critica. No se sugiere esa clse de jueces, ¿verdad?
De modo que, dependiendo del asunto juzgado, para juzgar, el juez ha de
entender bien la materia de que se trata.
Un
juez justo cultiva la capacidad de discernir, es decir, separar los
aspectos, factores o elementos de un asunto a fin de darles sentido.
Aprende a disociar lo que le gusta, separándolo de lo que se considera
correcto o incorrecto, o de lo que le gusta a los demás, ya sea a una
mayoría o a una minoría. En pocas palabras, procura no ser parcial en
su juicio.
Por tanto, no es solo cuestión de criticar basándose en "me gusta" o
"no me gusta". Un mal juicio tiene el poder de desestabilizar, deprimir
o hasta anular a alguien cuyo potencial le hubiera merecido un
brillante desempeño en el futuro. Y aunque es cierto que el futuro no
es una base sólida sobre la cual juzgar algo, no podemos negar que, en
algunos casos, muchos "buenos" discursos solo fueron el fruto de la
casualidad, no del estudio concienzudo y de una exhaustiva aplicación de la técnica.
Por lo tanto, el juicio o crítica debe tener en cuenta la aplicación de
una técnica, el verdadero potencial que se esconde tras el orador y el
efecto general que causó en la audiencia. Si el juez no conoce las
técnicas que el estudiante aplicó; si no sabe ver más allá de lo obvio
para descubrir el potencial; y si no tiene la empatía suficiente como
para evaluar el efecto general que tuvo el discurso, ¿cómo puede
sentarse a juzgar un discurso? En tal caso, se centraría en "me gusta"
y "no me gusta", echando a perder el verdadero sentido de la
competencia.
Solo por ilustrarlo, en cierto país latinoamericano se llevó a cabo una
evaluación para ratificar a jueces del Poder Judicial, y de entre 55
postulantes (todos jueces), ninguno aprobó el examen escrito.
Finalmente, solo uno aprobó con poco más de 66 puntos (pero no por el
examen escrito, sino por su Hoja de Vida o currículum. Porque en el
examen escrito solo había obtenido unos 43 puntos sobre 100).
¡Increíble! En total, solamente aprobaron el 1% de los postulantes.
Un concurso de oratoria no requiere una selección tan minuciosa ni de
un nivel tan elevado, pero por lo menos un juez de concurso debería
entender qué es la oratoria, cuáles son las bases del concurso, cuál es
el nivel de los participantes y, sobre todo, cuál es la finalidad del
concurso en particular. El Alcalde, el dueño de la compañía, Miss
Simpatía, el General del Cuerpo de Bomberos y un cantante famoso pueden
gozar de la popularidad del pueblo. Pero eso no los convierte en jueces
idóneos para un concurso de oratoria, ¿verdad?
Por
eso, hay algunos factores que, entre otras cosas, deben considerarse
antes de nombrar un juez o aceptar servir como tal en un concurso de
oratoria: ¿Quién propone el concurso? ¿Por qué lo propone? ¿Entiende
esa persona o grupo de personas lo que significa la oratoria y lo que
envuelve un concurso? ¿Entiende lo que se requiere para juzgar, de modo
que le sirva de base para nombrar a los miembros del jurado? Si un
ciego guía a un ciego, ambos, salvo excepciones, caerán en un hoyo.
Para nombrar un juez, los que lo nombran tienen que entender claramente
lo que significa nombrarlo. Finalmente, tengamos en cuenta que siempre
es mejor que los que ya son jueces nombren a otros jueces.
En
oratoria, como en cualquier otra rama de las artes, la crítica es tan
variada como las personas que conforman un auditorio. No se trata de
juzgar y sentenciar a delincuentes, sino de criticar el desempeño de un
ser humano en lo que a exponer sus ideas se refiere. De modo que si
bien es cierto que solo se trata de un arte, puede tener efectos en la
personalidad de los concursantes, en cuanto a su destreza, eficacia y
conocimiento de las relaciones humanas, y en la de los observadores, en
cuanto al concepto que se forman de lo que es correcto o incorrecto,
aceptado o rechazado.
Por
ejemplo, el Dr. Wayne D. Dyer, famoso internacionalmente por su
trayectoria y sus obras de autoayuda y superación, tiene una oratoria
extraordinaria. Escucharle hablar es sencillamente nada menos que
impresionante. Sin embargo, rara vez alza la voz, nunca hace alharaca,
y es tierno al comunicar el mensaje. Si concursara, ¿seríamos tan
exigentes de decir que 'le faltó volumen', 'fuerza' o 'entusiasmo'?
Cada persona tiene un estilo y una personalidad diferente. Su oratoria
es como su huella digital. Preguntémonos: "¿Quién tiene la mejor huella
digital del mundo?". Nadie se atrevería a responder, porque una huella
digital simplemente contiene rasgos distintivos únicos y exclusivos. De
modo que para evaluar la oratoria de una persona no basta con decir:
"Me gustó" o "no me gustó". Eso sería simplemente una crítica
personalista basada en gustos y colores.
Por
ejemplo, cuando cierto artista exhibió sus obras en una galería de
arte, muchos neófitos y curiosos que ingresaron y juzgaron sus
pinturas simplemente reaccionaron con escepticismo. Uno de ellos
murmuró: "No es para tanto", otro decía "cualquiera lo hubiera hecho",
y aún otro, "no sé por qué lo alaban tanto". Pero cuando vieron al
artista, abrieron los ojos de par en par y cambiaron de opinión. Ahora
pensaban que aquellas pinturas eran más que extraordinarias.
¿Por qué cambiaron tan radicalmente de opinión al ver al artista?
¡Porque no tenía brazos! ¡Todo lo había pintado con sus pies!
¿Cómo lo hubieras juzgado tú si hubieses sido uno de los jueces, y no
hubieras sabido que lo hizo con los pies? Y si te hubieras enterado que
lo hizo con los pies, ¿le hubieras restado puntos, o se los hubieses
añadido? Por lo tanto, ¿puede un manco, cojo, sordo o mudo presentar
sus ideas ante un auditorio y causar un impacto positivo? ¡Por
supuesto! Solo se trata de una manera diferente de expresarse. Si
todavía ningún sordo o mudo ha ganado un concurso de oratoria, ha sido
porque ningún sordo ni mudo se ha atrevido a aceptar el reto, o porque
nadie le ha dado la oportunidad, o porque solo hay jueces cerrados que
no saben evaluar el poder de una diferencia.
Cuando en Oratorianet decimos que la oratoria es el arte de hablar en público, no lo decimos discriminatoriamente. En realidad, la expresión debería leerse entre líneas como "el arte de exponer (o expresarse) en público". ¿Qué? ¿Oratoria para mudos? ¿Por qué no! ¿No es válido el lenguaje de señas?
En
cierta ocasión alguien criticó duramente mi redacción señalando cierto
rasgo de mi gramática y ortografía. Pero después se disculpó y me alabó
cuando se enteró de que yo jamás había tomado un curso de gramática,
ortografía o redacción. Por lo contrario, me dijo: "Para no haber
estudiado nunca un curso de redacción, lo hace bastante bien". De modo
que criticar la oratoria o cualquier clase de arte es, desde mi punto
de vista, una de las cosas más relativas que existen. Se trata
meramente de una opinión. Por lo tanto, debe procurarse el mejor
resultado basándose en un criterio amplio.
Proponer
un concurso significa más que tomar la decisión de llevarlo a cabo.
Implica sentar las bases del concurso y asegurarse de que sean de tal
índole que permita absoluta libertad para expresar las ideas, además de
la aplicación de los principios fundamentales de la oratoria, no
simplemente unas reglas caprichosas. De modo que para proponer un
concurso es muy importante saber lo que uno está haciendo, en el
sentido de conocer a fondo los principios que implica. Sería poco
recomendable que lo propusiera alguien que ni siquiera entiende la
diferencia entre los principios y las reglas. Antes de proponer un
concurso, es adecuado informarse cabalmente respecto a sus implicancias
más importantes.
Un juez no juzga un accidente de tránsito sobre la base de lo que le
gusta, sino sobre la base de normas de tránsito que fueron divulgadas
oportunamente. Igualmente, un juez de oratoria no debe juzgar basándose
en lo que le gusta, sino sobre la manera como el concursante ha
aplicado las técnicas que, tanto el juez como el concursante, conocen
bien. El que propone el concurso debe entender bien este importante
requisito.
La
motivación es esencial. ¿Cuál es la razón para proponer el concurso?
¿Estimular a las personas a interesarse en la oratoria? Hay otras
formas. Un concurso es semejante a una prueba de fuego. ¿Estamos
promoviendo pruebas de fuego que ni siquiera nosotros mismos estaríamos
dispuestos a pasar? Desde mi punto de vista, fomentar el interés por la
oratoria mediante concursos es tal vez una de las maneras más
inadecuadas, porque en vez de estimular, tienden a asustar y poner
tensos a los neófitos. Los concursos de oratoria solamente han de
reservarse para personas previamente formadas en oratoria. La razón es
simple: Juzgar un discurso implica criticar los rasgos de la
personalidad relacionados con la habilidad para hablar del orador. Tal
como los padres podrían crear tartamudos presionando a sus hijos para
que hablen correctamente, los concursos de oratoria podrían ahuyentar a
las personas de esforzarse por practicar la oratoria ("¡Qué? ¿Yo? ¡No
gracias! ¡Ni loco!").
John
Nash, cuya impresionante vida y obra inspiró la película ganadora del
Oscar "Una Mente Brillante", dijo en una entrevista que 'la competencia
siempre produce perdedores". Y es que toda competencia solo genera
satisfacción en el ganador. Es mejor estimular la participación y
elevar la motivación mediante un estímulo grupal que impregne la
mentalidad de los estudiantes con la idea de que 'todos podemos llegar
a hacerlo bien". Cuando estén a la altura de competir, tal vez puedan
hacerlo voluntariamente en un ámbito neutral escogido por ellos mismos,
donde nadie sienta que habrá lugar para juicios parcializados, basados
en 'me gustó' o 'no me gustó'.
Para
juzgar en un concurso de oratoria se requiere un criterio basado en una
escala de valores o conjunto de principios. El que uno sea el alcalde
de la ciudad, jefe de la policía, director de la escuela, ganador de
una carrera de autos o de un concurso de belleza de ninguna manera
capacita a uno automáticamente como juez de un concurso de oratoria. Lo
que capacita a uno como juez de un concurso de oratoria es el haberse
formado en oratoria con base en principios de oratoria. De otro modo,
el juicio solo resultaría de "me gustó" o "no me gustó", lo cual podría
resultar desmoralizador para cualquiera.
Por
otro lado, si lo que se busca es la opinión de personas que ignoran
completamente las normas, sí sería apropiado poner como jueces a
personas que ignoran las reglas, para que basen su juicio en 'me gustó'
o 'no me gustó', lo cual puede ser muy útil para sondear la capacidad
de los oradores para llegar a toda clase de personas. Sin embargo, esta
clase de concurso de ninguna manera debería aplicarse a jóvenes que
están en la fase de estudio, sino solo a personas que ya tienen
formación en oratoria.
Perder es en sí mismo desmoralizador. ¡Cuánto más lo sería si la
crítica se expresa de manera despiadada, sin tener en cuenta el amor
propio del concursante ni su verdadero potencial como orador. Toda
crítica debe manifestarse de manera que cause el menor daño posible a
la autoestima del concursante. Porque se procura su progreso, no su
hundimiento, ¿verdad?
A
nuestro modo de ver, la mejor manera de estimular la practica de la
oratoria es la presentación y evaluación de los discursos de la
totalidad de los participantes del curso de oratoria, sin
discriminación. Entonces, los variados temas y estilos resultarán en un
ramillete de opciones que impedirá que unos se sientan menospreciados o
perdedores con respecto a los demás. Si todos tienen un estilo propio,
y se aceptará su personalidad y manera de expresar las ideas, se
sentirán más abiertos a tomar parte.
En
lo que respecta a la práctica de la oratoria, la nueva educación
implica un estímulo constructivo. Esto de ninguna manera se consigue
generando perdedores, sino ganadores. La idea es que todos piensen que
son ganadores en su estilo particular.
Aunque
resulta poco grato para nosotros pensar en someter la oratoria a un
concurso, porque sería tan absurdo como someter a un concurso de
pintura a Picasso con Rembrandt y Van Gohg, o a un concurso de música a
Chopin con Bach y Strauss, diríamos que la participación en un concurso
solo ha de reservarse para personas curtidas en oratoria, nunca para
noveles o aprendices. Lo que los noveles y aprendices necesitan más que
nada en el mundo es encomio, alabanza, felicitaciones, sugerencias para
mejorar, pero no que se les compare ni se les haga sentir perdedores
(aunque haya segundo y tercer puesto, todos los que no lograron el
primer lugar siempre recordarán que resultaron perdedores). Los
concursos solo satisfacen al ganador.
Por
eso, sugerimos que primero se implante un curso para el entrenamiento
de la oratoria, basado en una escala de valores, o principios, que los
estudiantes puedan aplicar progresivamente según un cronograma de
estudios. Segundo, se ha de esperar al término de dicho programa, de
modo que todos expongan sus trabajos, pero sin la presión de un
concurso (aunque todos los discursos se evalúen de modo que cada
resultado sea independiente del resto). Y tercero, se puede invitar a
un concurso a aquellos que hayan obtenido una calificación mínima de
90% en la evaluación general del curso. Entonces, el concurso tendrá
más sentido para todos. Aún así, en Oratorianet no somos partidarios ni
promotores de concursos y competencias.
Para
juzgar los resultados de un entrenamiento en oratoria se requiere el
dominio o conocimiento de una escala de valores, o principios, lo cual
significa que la(s) persona(s) que ha(n) de juzgar tienen que basar sus
opiniones en dicha escala. Si carecen del conocimiento o dominio de los
valores, se les puede proveer planchas que contengan los diferentes
aspectos de la oratoria que servirán de base para el juicio.
Por
ejemplo, un juez se concentrará en el volumen y la pronunciación o uso
del idioma, otro en la velocidad y uso de pausas, otro en los gestos y
ademanes y la postura, otro en el contenido o información y el impacto
general de la información, otro en el contacto visual y emocional, y
así sucesivamente. De esta manera, aunque los jueces carecen de
formación, por lo menos deben concentrar sus esfuerzos en aspectos
particulares de la escala de valores que se usarán para juzgar. Eso es
más objetivo que simplemente basarse en 'me gustó' o 'no me gustó'. Una
evaluación meramente emocional pudiera parecer justa, pero no lo es
desde un punto de vista objetivo.
A nuestro modo de ver, son 14 los aspectos que han de observarse en un concurso:
- Contenido informativo
- Fuerza del impacto general
- Habilidad para el contacto visual y emocional
- Habilidad para impedir que el auditorio se aburra
- Intensidad de la voz
- Corrección de la pronunciación
- Equilibrio en la velocidad
- Habilidad para la modulación y la entonación
- Arreglo personal y acicalamiento
- Gestos y ademanes
- Postura
- Primeras palabras
- Ordenamiento lógico de ideas
- Palabras finales
- Puntualidad y duración
El
programa anual para las sesiones de práctica sugerido por Oratorianet
incluye una cartilla de evaluación que también puede ser utilizada para
la evaluación en un concurso, puesto que la evaluación en un
entrenamiento y en un concurso son similares. Para una visión más
objetiva pueden asignarse diferentes grupos de cualidades a diferentes
miembros del jurado.
Utilizando
una cartilla de evaluación, hay diferentes maneras de asignar el
trabajo del jurado, según la cantidad y habilidad de sus miembros:
Evalúa todo:
- El contenido informativo
- El impacto de la idea principal
- El contacto visual y emocional
- La habilidad para entretener
- Las cualidades de la voz, el cuerpo y sus movimientos
- El uso del bosquejo
- La duración del discurso
Un juez evalúa:
- El contenido
- El impacto de la idea principal
- El contacto visual y emocional
- La habilidad para entretener
Otro juez evalúa:
- Las cualidades de la voz y del cuerpo y sus movimientos
- El uso del bosquejo
- La duración del discurso
- Un juez evalúa el contenido informativo y el impacto de la idea principal
- Otro evalúa el contacto visual y emocional y la habilidad para entretener
- Otro evalúa las cualidades de la voz y del cuerpo y sus movimientos
- Otro evalúa el uso del bosquejo y la duración del discurso
- Un miembro del jurado evalúa el contenido informativo
- Otro evalúa el impacto de la idea principal
- Otro evalúa el contacto visual y emocional
- Otro evalúa la habilidad para entretener
- Otro evalúa las cualidades de la voz
- Otro evalúa el cuerpo y sus movimientos
- Otro evalúa el uso del bosquejo
- Otro evalúa a duración del discurso
Subdividir
la cualidad que ha de evaluarse permite una observación más cuidadosa,
lo cual ayuda mucho al juez a formarse un concepto general que facilite
su evaluación
- ¿Parece la persona muy interesada en el tema de su presentación?
- ¿Puedo percibir que dedicó tiempo a investigar el asunto?
- ¿Es interesante el enfoque que dio a su exposición?
- ¿Percibo que vive lo que predica?
- ¿Me permite visualizar o imaginar sus ideas?
- ¿Ha ilustrado el asunto o presentado por lo menos un ejemplo?
- ¿Me impactó intelectualmente?
- ¿Ha repetido o inculcado la idea principal?
- ¿Ha hecho asociación de ideas con ejemplos o ilustraciones?
- ¿Mira a sus oyentes a los ojos, intercambiando la mirada?
- ¿Establece un contacto emocional diciendo "usted", "tú" o "ustedes"?
- ¿Expresa aprecio, comprensión, interés altruista, generosidad y/o respeto por el oyente?
- ¿Habla usando imágenes mentales o ilustraciones?
- ¿Usó un apoyo visual?
- ¿Hizo participar a sus oyentes mediante preguntas y respuestas?
- ¿Suena intensa su voz?
- ¿Es suficientemente clara su pronunciación? ¿Se entienden sus palabras?
- ¿Modula la voz agradablemente, armonizando su tono con el material y la ocasión?
- ¿Habla a una velocidad equilibrada, haciendo pausas apropiadas?
- ¿Comunica seguridad y aplomo su postura, se le ve estable y en equilibrio?
- ¿Refleja modestia su arreglo personal, comunicando limpieza y orden?
- ¿Convencen sus gestos y ademanes, es decir, parecen naturales y efectivos?
- ¿Usa el bosquejo de manera eficaz, mirándolo solo de vez en cuando?
- ¿Se nota que todas sus ideas están conectadas lógicamente entre sí?
- ¿Sonaron eficaces sus primeras palabras?
(Si las bases no especifican un saludo o tratamiento, no se exigirá)
- ¿Sonaron eficaces sus últimas palabras?
(Si las bases no especifican un resumen general, no se exigirá)
- ¿Se presentó a tiempo?
- ¿Se atuvo al tiempo que se le concedió, sin propasarse del límite establecido?
- ¿El comienzo y el final tuvieron un largo adecuado?
Como
vemos, un concurso de oratoria no es un juego ni debería usarse como
parte de un entrenamiento básico. Es un asunto serio que requiere que
tanto participantes como jueces sepan por lo menos algunas nociones
mínimas sobre oratoria y entiendan todo lo que implica un concurso.
Teniendo
en cuenta todo lo anterior y a fin de que la crítica resulte objetiva y
no puramente emocional, al organizador le compete imprimir cartillas de
evaluación u hojas de opinión para el uso de los jueces según se haya
definido la política de evaluación.
Aunque
el contenido informativo es, a nuestro modo de ver, lo más importante
en oratoria, generalmente el peso del incentivo que mueve a un
auditorio a hacer lo que se le recomienda recae sobre los gestos y la
forma. Por eso los jueces han de equilibrar su opinión entre ambos
aspectos. Si solo se fijan en la forma ('¡Me gustó"'') podrían
descuidar el mensaje (“¿Se benefició el auditorio?”), lo cual es lo que
verdaderamente cuenta.
Un
discurso o declamación puede ser precioso o dramático solo en forma y
hasta conseguir una ovación; u otro, sin tanta carga emocional, podría
lograr efectos más profundos y significativos en el auditorio; pero un
juez equilibrado observará más allá del impacto emocional. Porque
entiende que un orador eficaz equilibra el aspecto emotivo con el
intelectual con el fin de beneficiar a sus oyentes. Si todo el peso del
discurso recayera sobre el impacto emocional, el orador probablemente
procure un beneficio para sí mismo (el premio) en vez de beneficiar al
auditorio (el objetivo real).
Oratorianet
contiene una cartilla en evaluación el la Separata de Las 4 Leyes, que
está disponible en nuestra tienda. Pero esta solo se da a modo de
pauta. Los aspectos específicos a evaluarse, que deben figurar en la
cartilla del concurso, ha de ser diseñada enteramente por el
organizador siguiendo la política de evaluación.
Por eso, cuando te inviten a servir como juez en un concurso de oratoria, pregúntate:
- ¿Entiendo razonablemente bien cómo funcionan los principios de la oratoria?
- ¿Entiendo bien las bases del concurso?
- ¿Se evaluará la forma? ¿El contenido? ¿Ambas cosas?
- ¿Hasta qué grado se exigirá el cumplimiento estricto de los principios?
- ¿Son los participantes estudiantes de oratoria experimentados, o principiantes?
- ¿Cuál es el propósito principal del concurso?
Para
organizar u concurso de éxito en oratoria, tanto los jueces como los
participantes y sus asesores deben entender las bases del concurso y
saber qué aspectos se tendrán en cuenta en la evaluación. Solo así se
minimizará el desaliento que suele embargar a algunos concursantes por
pensar que hubo injusticia en la evaluación.
Recuerda:
En vez de basarte en 'me gustó' o 'no me gustó', lo apropiado es
analizar qué tan bien desplegó el orador la aplicación de los
principios, y cuán flexible o prudentemente aplicó las reglas.