Por
eso, aunque es importante que te motives y te traces metas
interesantes, toma en cuenta con modestia que la realidad a veces puede
resultar muy cruel. Evita confundir lo que podría ser una
meta
loable con un sueño irrealizable. En el caso
específico
de María, su sueño resultó imposible.
A pesar de
tener presente tus ideales, jamás pierdas de vista tu
verdadera
capacidad para alcanzarlos. Ni te menosprecies ni te sobrestimes.
Entonces lograrás muchas cosas buenas.
Tu
vida es como un edifico que construyes poco a poco, paso a paso, y,
dependiendo de los materiales que le pongas, soportará o no
los
terremotos, incendios, inundaciones o huracanes que le sobrevengan.
¿Te
arrepentirías el día de mañana por
haber escogido materiales de baja
calidad, o de haberle puesto menor cantidad que la requerida por las
autoridades? Aun si así hubiese sido, todavía
podrías empezar de nuevo
si te lo propusieras, si cultivaras la disposición mental
apropiada y
aceptaras las consecuencias. En los países desarrollados
implosionan
los edificios que ya no llenan los requisitos, limpian los escombros y
levantan unos nuevos. Es cierto que se levanta mucho polvo,
pero se
puede, y el resultado es extraordinario. Parece increíble
que hubiera
habido otros edificios en aquellos lugares.
¿Y si descubres
que te alejaste demasiado de tus verdaderas metas y que de hecho
estrellaste tu vida contra las rocas? Bueno, no pienses que ya
terminó
tu vida. En realidad, recién comienza, ya que, en tal caso, lo
anterior no fue vida. Ahora que has descubierto que tu edificio
está en
ruinas, ya no tendrás que implosionarlo, sino solo quitar
los
escombros. Pero asegúrate esta vez de ponerle buenos
materiales, es
decir, cultivar puntos de vista apropiados, amigos apropiados y un
ambiente apropiado. Nada de lo anterior. Porque para alcanzar
una
meta, debes trazarte metas alcanzables.