ÍNDICE


archivo

Buscador de Oratorianet.com potenciado por FreeFind



Oratoria
RESPONSABILIDADES Y DERECHOS DEL ORADOR Y DEL OYENTE

©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso 

Por qué ser un oyente responsable

Responsable es la persona que responde a la altura de las circunstancias,
o que responde o rinde cuentas por aquello que se le encomienda.

Si aceptas una tarea, te haces responsable de llevarla a cabo. Por ejemplo, el piloto de un avión es responsable del avión y todo lo que hay en él, incluidas las vidas de los pasajeros. Solo se permite que un avión de combate de decenas de millones de dólares sea pilotado por un aviador que haya demostrado tener, entre otras cualidades, un elevado sentido de responsabilidad.

Aunque comentar desde el asiento o aceptar una invitación del expositor a pasar al frente y hablar ante el auditorio sea muy diferente de pilotar un avión de combate, abrir la boca en público ciertamente es una gran responsabilidad, porque lo que dices influye definitivamente en las decisiones y la vida de los demás.

Para todo hay un tiempo. Un salón de conferencias es un lugar respetable. A menos que haya sido preparado para comer o beber se consideraría de muy mala educación abrir una bolsa de dulces o galletas y comenzar a repartirlos a tus amigos, o destapar una botella y comenzar a sorber de ella como si estuvieras en la playa, en un parque, en el teatro o un cine. Todo tiene su lugar y momento. El sonido de las bolsas de galletas se percibe a gran distancia en un auditorio. Es más decente esperar al término de la conferencia para disfrutar de esas cosas en otro lugar.

Por otro lado, un oyente responsable cultiva el autodominio y tampoco causa distracción a otros oyentes cuchicheando, murmurando o haciendo comentarios en voz baja después de cada declaración del orador. Eso distrae la atención, perturba la concentración y echa a perder el esfuerzo del orador por captar toda la atención de sus oyentes. En otras palabras, atenta contra el éxito del discurso. A menos que se trate de una conferencia en la que tradicionalmente todos digan "¡Amén!" cada vez que les provoca, te sugiero evitar hacer comentarios en voz baja.

Por eso, al asistir a una exposición o participar desde tu asiento o en cualquier ejercicio práctico que el expositor proponga, asegúrate de contar con la autorización de la entidad organizadora (boletos, entradas, pagos, recibos, credenciales) y de que tu participación sea del todo decente y edificante. Eso significa ser un oyente responsable.

www.oratorianet.com


¿Oratoria del siguiente nivel?

Todos quieren mejorar su nivel, pero pocos están dispuestos a estudiar
y experimentar lo que se requiere para lograrlo.

Supongo que la mayoría de los oradores que suben a los escenarios no tienen ni la más remota idea de la diferencia entre un principio de oratoria y una regla, mucho menos de los principios de motivación, relaciones humanas y ventas. Para lanzarse al ruedo les ha bastado con que alguien les diga "Hablas muy bien". Son pocos los comunicadores conocidos que realmente han invertido tiempo, esfuerzo y dinero por mejorar su entendimiento acerca de cómo funciona la oratoria en la comunicación. 

¿No crees que antes de aprender a correr es importante aprender a caminar? Por eso, antes de pensar en pasar a lo que muchos llaman oratoria del siguiente nivel, es adecuado comenzar por revisar los fundamentos de la oratoria, y repetir el proceso por lo menos una vez al año, para entender el por qué y cómo de tantas variables. 

El primer nivel 

El primer nivel, si es que en realidad existe un primer nivel, sería el natural y espontáneo, que se  basa en la palabra hablada. Decimos que el habla es eficaz cuando se entiende claramente, aunque no necesariamente se ajuste a las recomendaciones de una entidad oficial. La lengua española ha sido estudiada a fondo por la Real Academia Española, la cual ha producido una serie de diccionarios y manuales para el entendimiento y práctica del español. 

Si consideras que tu oratoria es eficaz solo porque hablas razonablemente bien el idioma español, permíteme decirte que ese no es el punto. La oratoria va más allá del habla contidiana o de la escritura espontánea (heurística). Implica entender y aplicar ciertos principios y procedimientos que la hacen eficaz en otros sentidos. 

El segundo nivel 

El siguiente nivel, si es que en realidad existe un segundo nivel, es el que por estudio y experiencia te permite hablar con corrección. No solo consiste en conocer y aplicar los principios de oratoria, motivación, relaciones humanas y ventas, sino del idioma mismo.

¿Es necesario? Depende. Si hablas de pasar al siguiente nivel, sí. Y si lo quieres considerar desde el punto de vista de los niveles, podría pasarme toda la semana hablándote del tercer nivel, del cuarto, del quinto y así sucesivamente, abarcando aspectos detallados sobre muchos campos relacionados. ¿Por qué? Porque la oratoria es una forma de comunicación exquisita del ser humano que implica la cultura en general, los conocimientos, la idiosincrasia, la mayéutica y un cúmulo de experiencias cargadas de anécdotas, historias, ejemplos e ilustraciones.

Por eso, cuando alguien me habla de la oratoria del siguiente nivel, me pregunto si estará dispuesto a leer tanto como se necesita. Cualquiera puede lanzarse de periodista, pero solo un verdadero periodista sabe todo lo que envuelve, desde la selección de los temas, la investigación de los detalles, la organización del pensamiento, el autodominio personal y la comunicación eficaz de una noticia. Un periodista no es alguien que viste bien y sale en televisión gritando titulares que escandalizan a la población. Algo similar podemos decir de un orador del siguiente nivel. No se trata de alguien que simplemente habla bien o ha memorizado unas líneas para repetirlas como un loro.

Por eso no me gusta ver la oratoria como un arte que se practica por niveles o grados, como si los elementos del llamado siguiente nivel no fueran necesarios para los que están en el que sigue, o como si los elementos del primer nivel fueran a abandonarse algún día como quien deja el biberón. Prefiero verla como un asunto de madurez. Puedo hablar de alguien como de un "novato" o "principiante", y de "experimentado" o "hábil" en oratoria. Pero opino que no debería clasificarse como si se tratara de sargentos, capitanes o generales, o de cinturones blancos o negros. 

Una persona alcanza la madurez en oratoria cuando llega al punto en que todas sus decisiones relacionadas con la preparación y presentación de sus discursos se basan estrictamente en los principios éticos de la oratoria y las relaciones humanas. Una vez llegado a ese punto, su progreso se convierte en una consecuencia natural de dichas decisiones. No es una cuestión de niveles ni grados, porque tal como en el aspecto físico, intelectual, emocional y espiritual, no creo que existan grados de madurez. Porque o eres o no eres maduro. Una vez alcanzada la madurez, el resto es solo una cuestión de forma, estilo y especialidades. Cierto orador tal vez se especialice en la oratoria procesal, otro en la histriónica y aun otro en la espiritual, y así sucesivamente. (VER EL LINK TIPOS, ESTILOS Y FORMAS DE ORATORIA EN NUESTRA PÁGINA PRINCIPAL).  

La oratoria es un arte expansivo, como la pintura y la música. Poco a poco el orador responsable acumula conocimientos y experiencias que enriquecen sus discursos y su personalidad. Tengamos en cuenta que hasta un elefante puede pintar usando su trompa y dar a su dueño extraordinarios ingresos por las obras, pero no está consciente de lo que hace. Los demás elefantes no se detienen a meditar en ello. En cambio, el arte es una actvidad consciente, y por tanto, como seres humanos aprendemos a valorarlo y apreciarlo.

Un solo nivel

Si lo ves como un asunto de niveles, para mí solo existen los niveles que uno mismo se traza en su propia mente y corazón, de acuerdo a cómo entiende su propio progreso. Lo importante es que cultives la habilidad de hablar en público de manera que tu capital humano se incremente constantemente, desde el punto de merecer un rendimiento por su inversión hasta el de simplemente disfrutar del placer de tomar la palabra en cualquier momento. Esa es la meta de Oratorianet.com.

El éxito de ventas En Busca de la Excelencia, de Tom Peters y Robert Waterman, fue un libro al que no se prestó mucha atención, pero poco a poco se convirtió en una moda, después en una causa, y luego, en una industria, un rotundo éxito editorial en el campo empresarial.

Ahora Peters ha descubierto su siguiente nivel. Dice que la excelencia ya no le interesa, porque ha descubierto que el mundo cambia muy rápido y la excelencia permanece demadiado estática. Ahora dice que lo que más le interesa es lo interesante, y ayudar a la gente a entender que nadie puede llegar a ser veloz sin práctica ni experiencia. Es decir, todo comienzo siempre es lento en comparación con cualquier desarrollo posterior, y todos fuimos algún día mediocres en aquello que después logramos dominar.

Lo que quiero decir es que de seguro hay niveles del entendimiento, pero nadie necesita separarlos meramente para clasificarse o clasificar a los demás. Son solo etapas que dependen de la velocidad con la que las personas podemos descubrir, experimentar y aprender las cosas que vienen después. En todo hay una etapa de inmadurez y una etapa de madurez. Punto. Como dice Peters, "no hay sustituto para aprender más de forma más rápida". La única receta para progresar depende de la intensidad de nuestra curiosidad, de probar las cosas, de ver qué funciona y desechar lo que haya que desechar... para luego repetir el proceso una y otra vez. Es todo.

Por eso, no veas tu oratoria como un asunto de niveles ni de ganar concursos de excelencia. Eso es para los que se pasan toda su vida en el primer nivel. Tu oratoria es una habilidad peculiar de capital humano cuya curva eterna de aprendizaje te hará disfrutar más de la vida... y a sacarle más provecho.

 www.oratorianet.com
 

Tu relación de oyente con el organizador

Si piensas asistir a una conferencia o seminario, te conviene inscribirte con suficiente anticipación
y llenar los requisitos estipulados por el organizador.

Asiste puntualmente el día y hora exactos para evitar inconvenientes o distraer.

Viste y arréglate de acuerdo con las circunstancias y a la dignidad de la ocasión.

Guarda silencio a partir de la hora indicada para el inicio de la exposición a fin de cooperar con el ambiente propicio para una puntual y eficaz realización de la misma.

Evita dar la impresión de que tus sugerencias sobran. Toma la iniciativa e involúcrate sin temor. Como en toda inversión, recogerás de la reunión lo que personalmente siembres en ella. Si participas poco o nada, te beneficiarás poco o nada; si participas un poco o mucho, te beneficiarás un poco o mucho; porque uno se beneficia de una reunión en la medida en que se involucra.

Toma nota de los puntos principales de la conferencia. Te ayudará a concentrarte más y te permitirá usarlos durante la sesión, para formular preguntas; al término de la exposición, para dialogar con los demás delegados; o para repasarlos posteriormente, cuando llegues a casa o cuando quieras preparar un discurso.

Presta atención a las explicaciones y muestra civismo concentrándote. Por ejemplo, ¿sería mostrar concentración y respeto si leyeras material ajeno a la exposición, fomentaras el caos haciendo comentarios fuera de orden, hablaras de asuntos de poca importancia por teléfono celular, hicieras ruido con tu buscapersonas, roncaras, salieras y entraras o cambiaras de asiento constantemente? Sería mejor que prestaras atención.

www.oratorianet.com 

Aporta desde tu asiento
Ten presente que se considera como una crasa falta de civismo y educación sacar de cuadro la exposición y desviarla por las ramas. Por ejemplo, que la misma persona repregunte varias veces sobre algo que le interesa particularmente, acaparando la atención de la persona que expone y desviándola del tema central. Los demás lo considerarían impertinente. Proyectaría una imagen desagradable.

El auditorio asiste para considerar asuntos específicos mostrados en un menú de programa. Si desvías el asunto por donde te dé la gana, la mayoría tendrá razón para sentirse mortificada. El mensaje silencioso que enviarías sería: "Lo que ustedes están tratando me importa muy poco". Recuerda que la reunión es de todos, en conjunto. Por eso, te sugiero lo siguiente:

Si piensas interrumpir la intervención de otra persona, hazlo solicitando la palabra por medio de alzar silenciosamente la mano, esperando permiso para intervenir.

Pide la palabra sin exigirlo. Quien esté hablando se reserva el derecho a concederte intervenir.

Solicita la palabra solamente cuando sea pertinente y durante la sección de la exposición apartada para la intervención del auditorio. Ten en cuenta que solo a veces se hace lugar para ello. Tal vez sea lo mejor formular tus preguntas por escrito o hasta de antemano.

Si piensas que, a pesar de todo, es imprescindible interrumpir a quien expone, puedes enviarle una nota discretamente. Sería inculto que vociferaras. Usualmente hay un presidente de reunión que canaliza las solicitudes. Puedes participar abiertamente solo cuando se invite al auditorio a preguntar o comentar. Todos esperan que la persona que expone promueva la intervención del auditorio.

Legalmente se considera que interrumpir a un orador contra su voluntad, o interrumpir de otro modo una reunión con el fin de hecer prevalecer una voz ajena o contraria al espíritu y agenda de dicha reunión, es una clara y abierta violación al Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice, en parte: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión, derecho que incluye no ser molestado a causa de sus opiniones [...]".

Por eso también es una provocación y un ataque directo a los principios fundamentales de la democracia. Si los revoltosos no se avinieran en paz, se esperaría que las fuerzas de orden intervinieran para reprimir y reprender la impertinencia restableciendo el orden.

Si haces un comentario o respondes una pregunta, apóyate siempre en un caso real y específico, no en conjeturas, supuestos ni prejuicios. Si se trata de una hipótesis, asegúrate de que realmente sea probable; porque sería poco práctico hablar de ideas que servirían más para una película de ciencia ficción que para traerlas a colación. Pregunta con pocas palabras solamente. Las preguntas largas ayudan poco, enredan a la persona que expone, la respuesta rara vez beneficia y los oyentes quedan más confundidos de lo que estaban.

El orador soporta bastante presión para mantener el hilo de un diálogo con el público en una sesión de preguntas y respuestas. Además, el auditorio, como masa, no se concentra. Se concentran los individuos que tienen interés en el tema y prestan atención a lo que se dice. Una pregunta larga y enredada empeoraría mucho las cosas. Rompería la concentración y confundiría y desalientaría al orador de querer mantener el diálogo, el cual daría por sentado que el resto del auditorio también está confundido, interpretando
tácitamente que debería interrumpir la distracción y volver al diálogo en el cauce del interés común.

En pocas palabras: Una pregunta larga y enredada, por muy interesante que le parezca al que pregunta, resulta pomposa y no sirve para nada. Antes de preguntar, uno tiene que pensar bien en la respuesta que necesita: 1) Qué comentario breve tendrá que hacer para presentar el marco de circunstancias. ¿Qué se entiende por "comentario breve"? Que no dure más de 10 a 30 segundos. Y 2) qué pregunta hará directamente y en pocas palabras. ¿Qué entenderá por "pocas palabras"? Que no tome más de 5 a 15 segundos. Palabrear sería exponerse al desastre, la respuesta no resultaría interesante y el orador trataría de deshacerse de uno.

Por tanto, 45 segundos es más que suficiente para que una persona inteligente formule una pregunta larga. Si le tomara más tiempo y se enredara con un comentario aparentemente interminable, el fracaso estaría prácticamente garantizado. Muchos dejarían de prestar atención y desearían que se callara, obligando al orador a tomar acción y dar por terminado el diálogo con dicha persona.

Cuando participas, contribuyes a la edificación del grupo. Si no participas, solo te beneficias de la participación de los demás. Participar indica a todos que quieres formar parte del grupo y asumes la responsabilidad por la parte que te corresponde, cooperando para el éxito de la reunión. No participar indicaría que solo estás allí para beneficiarte, no para involucrarte ni sentirte partícipe de lo que se logre. En realidad, participar, o no, es una actitud que le indica al organizador si aprecias o no la reunión.

Una conferencia es como una comida. Si tomas asiento, comes y bebes y te retiras sin decir palabra, ¿cómo crees que te considerarán? ¡Un aprovechado! También se te pudiera considerar un "convidado de piedra", es decir, alguien que no aporta nada. Eso no es correcto. Procura participar.

El aplauso como forma de participación

Aplaudir al orador es una manera de participar. El mensaje que el auditorio envía como grupo cuando aplaude es, básicamente: "Gracias"; y cuando se siente profundamente beneficiado o comprometido con el mensaje puede que signifique: "Agradecemos y apreciamos mucho su explicación y motivación".

Dependiendo de las motivaciones del publico en particular, cuando el aplauso se prolonga mucho, significa más que una expresión formal de agradecimiento y aprecio. Puede que signifique: "Te amamos y apreciamos muchísmo", lo cual no tiene nada de incorrecto, porque manifiestaría un aprecio aún más profundo.

Sin embargo, si el auditorio se deja arrastrar por la mera emoción, puede que un aplauso prolongado se convierta en una ovación, es decir, un aplauso ruidoso, que pudiera incluir gritos, lanzamiento de objetos y otras manifestaciones exageradas que a su vez pudieran indicar un exceso de alabanza rayano en adoración o culto ("¡¡Te adoramos!!"). Eso pudiera inflar el ego del orador o del organizador hasta el punto de ocasionarle un tropiezo.

No es exageración. Cuando un programa de televisión que documentaba la biografía de la famosa artista Britney Spiers resaltó la responsabilidad de la madre y otras personas allegadas a ella por ciertos fracasos personales de la joven, hasta publicando comentarios desagarradores de amigos y familiares respecto de su intimidad familiar, algunos espectadores seguramente se preguntaron: "¿Y acaso el sistema no conduce casi siempre a la mayoría por el mismo sumidero del endiosamiento, y por tanto, no es corresponsable como comunidad por dicha influencia, es decir, por haber inflado el ego de niños y jóvenes, y por ende de sus padres, al alabarles y aplaudirles excesivamente? ¿Y acaso no se supone que los padres deben apoyar a sus hijos cuando estos quieren ser famosos, ya sea como artistas, científicos, gobernantes u otra cosa? Y si toda la familia se beneficia económicamente, ¿acaso no hubieran hecho lo mismo todos, incluido el productor del mencionado documental si uno de sus hijos hubiera sido tan aplaudido? ¿Acaso la sociedad no sigue siendo responsable cuando después se hace escarnio de ellos publicando documentales como el mencionado? La inflación del ego rara vez ha conducido a algo bueno.

Otro ejemplo común de lo que puede ocasionar el exceso de alabanza mediante el aplauso es cuando poco a poco se reúnen cada vez más personas en torno a un líder que obra voluntariosamente y personaliza algún resentimiento; lo aplauden y alaban ruidosamente, inflando su ego, elevando sus niveles de agresividad -de moderada hasta un grado realmente problemático-, echando leña al fuego y retroalimentando el proceso, no pocas veces formando chusmas violentas que llevan a cabo desmanes y violaciones a los derechos de aquellos a quienes contradictoriamente se supone quieren defender.

La inflación del ego no solo puede llevar a un endiosamiento del líder y a un desequilibrio de los conceptos de lo que es correcto e incorrecto, sino conducir a la toma de decisiones precipitadas que agradan emocionalmente pero que pasan por alto variables esenciales. En tal etapa, el aplauso deja de ser una felicitación o participación razonable del auditorio y pasa a convertirse, por responsabilidad de comunidad, en un instrumento de corrupción. Por eso, cuando ciertos caudillos nazis procuraron librarse de la culpa alegando inocencia por haber obedecido órdenes superiores, los jueces destacaron el principio de responsabilidad de comunidad como un deber natural que ninguno de ellos debió soslayar. Fueron condenados.

El aplauso como expresión de felicitación y alabanza tiene su lugar en la oratoria; pero más allá de una manifestación razonable podría sembrar semillas de vanidad y egolatría.

Lo contrario del aplauso y la alabanza

Por último, ten presente que toda entidad organizadora tiene el derecho de solicitar la presencia de la autoridad pública para retirar del auditorio a cualesquiera que causaren alboroto o se descontrolaran. Hay muchas maneras razonables y creativas de participar desde el asiento, pero el sabotaje de una conferencia o convención constituye un verdadero atentando contra la libertad de expresión del grupo, lo cual, según las leyes de la mayoría de los países de la Tierra sería susceptible de una acción penal. Ingresar a un local donde se presentará una conferencia, con la única finalidad de crear alboroto, confundir a los presentes, abuchear a los oradores o sabotearla de cualquier otra manera consituye un abierto atentado contra la libertad de expresión de quienes sí quieren escuchar la presentación. Si uno no está de acuerdo con los que  se dice, puede optar por 1) no ingresar, 2) no participar, o 3) retirarse del lugar. Pero ninguna ley le da el derecho de sabotear la reunión. ¿Por qué? La razón es que, si a ti te asiste el derecho a la libertad de expresión, a tus opositores tambén, siempre que se mantengan dentro de los límites de la ley y el orden establecido. Si piensas que tú tienen derecho a la libertad de expresión, ten presente que a tus enemigos también.

Las noticias de la noche publicaron un reportaje acerca de una turba enardecida de gente que arrojaba piedras y bombas incendiarias contra el local de otra organización con la que no estaban de acuerdo pero que estaba reuniéndose pacíficamente. El reportero preguntó inteligentemente: "¿Es legítimo arrojar piedras y bombas incendiarias contra quienes tienen los mismos derechos a la libertad de expresión?" De modo que el aplauso es una forma de felicitar. Pero si no estamos de acuerdo, nada ni nadie nos da derecho a causar desmanes y arrojar objetos contra otros.

www.oratorianet.com

Como oyente, sintoniza con la exposición

Esfuérzate por sintonizar con la exposición reflexionando y atando cabos.

1. Evita intervenir con preguntas, respuestas o comentarios sin alzar la mano pidiendo autorización. Es de gente mal educada hacer uso de la palabra sin haber esperado la autorización de quien está dirigiendo la reunión, sobre todo cuando éste u otra persona están haciendo uso de la palabra.

2. Insiste manteniendo en alto tu mano para solicitar la palabra solo cuando sea pertinente. Si notas que no te conceden la palabra, no insistas. Espera otro momento.

3. Evita conversar, cuchichear, abrir bolsas de plástico o envolturas de dulces que hagan ruido, pues perturba la concentración de los que están alrededor. Cuchichear distrae mucho porque el sonido de la "S" se propaga con gran facilidad por la sala.

4. Cavila en la exposición después de terminada la reunión, a fin de retener en tu memoria la mayor cantidad de puntos de vista y detalles.

5. Concéntrate en el tema y exprésate con voz fuerte y clara cada vez que hables, para evitar malentendidos y repeticiones que consumen tiempo innecesariamente.

6. De ser posible, colabora activa y plenamente en todos los ejercicios cuando la persona que expone solicite participación del auditorio. Juega tu mejor papel.

www.oratorianet.com

 

Por qué mejorar tus cualidades para ser un buen oyente

Tal como tus huellas digitales son diferentes a las de toda otra persona, también tienes un modo de comportarte que distingue tu personalidad de la de las demás como si tuviera un conjunto de señas o marcas características. Por ejemplo, tal vez te distingas por tu amabilidad o rudeza, por tu apetito o inapetencia, por tu interés o desinterés en los demás, por tus inclinaciones, gustos y versiones. Tienes aptitudes e ineptitudes, virtudes y defectos. Los adquiriste genéticamente o por estudio, observación y/o experiencia.

Debido a que toda persona tiene cualidades, características, señales o marcas que la benefician o perjudican, tú podrías eliminar, si quisieras, aquellas que son modificables y que a la corta o larga podrían echar a perder tu salud o bienestar. Por supuesto, como toda persona, también hay cosas con las cuales solo te quedará aprender a vivir, a causa de la improbabilidad de que se les pueda hacer muchas modificaciones o adaptaciones. De hecho, puedes adquirir nuevas cualidades y aprender nuevos oficios que, además de beneficiarte fisiológicamente, potencien tu personalidad.

Por ejemplo, tienes derecho a la libertad de expresión y puedes ejercerla cuando desees. Si por ahí te enteras de que tienes algún complejo, probablemente llegues a la conclusión de que te conviene consultar con un consejero que te ayude a liberar algunos temores ocultos, para que puedas expresarte con total libertad. Si careces de complejos y te consideras una persona segura de tí misma, porque te sientes libre de expresarte donde y cuando quieres, puedes ejercer tu derecho con más facilidad que otros. ¡Abre la boca y di lo que quieras! Solo ten presente que conseguirás mejores resultados si tienes en cuenta algunos consejos prácticos sobre oratoria. ¿Por qué?

Porque abrir la boca desde tu asiento es tan delicado como hacerlo desde la plataforma de los oradores. Tu reputación entra en juego. Tu imagen es una de las razones más fuertes por las que te conviene desplegar ciertas cualidades necesarias. ¿Alguna vez viste un avión de combate estrellarse contra el suelo? Algo parecido sucede, hablando con ilustraciones, a los sobrados que piensan que nunca se estrellarán contra el auditorio aunque pasen por alto ciertos principios de motivación, comunicación, relaciones humanas y técnica de ventas. Mejor les hubiera convenido adquirir algunas cualidades básicas, ¿verdad?

www.oratorianet.com

 



Por qué ser un orador responsable

A pesar de que exponer en público es muy diferente de pilotar un avión, ciertamente es una responsabilidad que requiere atención cuidadosa porque tu reputación y todo lo que representa están envueltos.

Aunque cierta persona del mundo de los negocios, que había sido elegida para presidir un organismo, se jactaba diciendo: "A mí me basta con ponerme de pie y hablar con franqueza", un día se vio obligada a reconocer que su franqueza había erosionado su imagen. Antes de su nombramiento muchos la admiraban; en cambio, después, ¡qué desagradable fue ver grandes titulares en los periódicos: 'PÉSIMA ORATORIA'! Sí, aunque se trataba de una persona muy franca que en otros campos tenía mucha experiencia, había descuidado sus cualidades para exponer. Suponía, erróneamente, que con la franqueza bastaba. Pasó por alto el hecho de que había llegado el tiempo de imprimirle un estilo a su manera de hablar, o fracasar rotundamente.

John May, de la John May School of Bussiness, de Inglaterra, declaró para International Management: 'cuando un alto corporativo expone en público, el efecto de sus palabras trascienden su auditorio inmediato', y con toda razón. Refiriéndose al impacto negativo de muchos discursos en la historia de la humanidad, el famoso cineasta Oliver Stone respondió así a una pregunta de Pepe Ludmir en una entrevista para la televisión: "Se habla mucho del control de armamentos, aunque nada o muy poco se dice sobre el control de la palabra".

Ten en cuenta que ninguna persona es perfecta, que todas tenemos acentos diferentes y personalidades muy variadas, y que por más que nos esforcemos por deshacernos de nuestro defectos, todavía podemos seguir progresando mientras nos quede vida.

Reconoce que el auditorio está plenamente justificado a preguntarse: "Y eso, ¿a mí qué me importa?", "¿Por qué he de tener en cuenta eso?", "¿Me beneficiará?", "¿Me aburriré?". Prepárate teniendo en cuenta esa postura común y justificada. Abundan los oradores que desilusionan a sus auditorios con una conferencia tediosa y enredada, desprestigiando a los que vienen después.

Acumula puntos de vista, experiencias y ejemplos, y acomoda tus ideas ensayando por lo menos algunos de los pasajes más importantes de la exposición, para calcular o medir el impacto que podrías causar en el auditorio, así adquirirás el derecho natural a sentir la confianza necesaria para exponer con eficacia y recibir la tolerancia, indulgencia y afecto de tus oyentes, porque los auditorios esperan escuchar temas presentados con claridad, sencillez, sensibilidad y lógica.

www.oratorianet.com



Como orador, evita jugar con los objetos y fomentar desorden


Si participas frente al auditorio como parte de un panel o mesa redonda, evita jugar con los objetos u adornos de la mesa, acomodar el micrófono a cada rato o jugar con el cordón. ¡Tranquilízate! Habla vigorosamente y el micrófono captará tu voz perfectamente.

Evita hacer anuncios de índole personal por el sistema de altavoces, tales como: "Deseo enviar un saludo a mi mamá que me está mirando", "Este es un momento propicio para felicitar a mi secretaria por su cumpleaños", "Si alguien me puede llevar en su automóvil al final de la reunión, le estaré muy agradecido". Esa clase de anuncios restan dignidad a la ocasión y proyecta una imagen débil de tu persona. Sería como vender chicharrones en la puerta de una lujosa tienda de automóviles.

En caso de suma urgencia, como requerir a tu secretaria, coordina con ella antes de la conferencia para que esté alerta a algún gesto tuyo, como agarrarte el mentón, que podría significar: "Ven de inmediato" o "Llámame a mi celular en este momento" (En tal caso, te recomendaría cuidarte de cogerte el mentón por gusto). Por supuesto, no se sugiere usar el celular a no ser por emergencia.

Si deseas aclarar alguna duda que surgió en tu mente durante la exposición o solicitar una ampliación, aborda en privado a la persona que expuso la idea al concluir la reunión. Valorará tu sana curiosidad. A cualquier orador le agradaría saludar a alguien que mostró un interés excepcional.

Cuídate de solicitar autógrafos cuando el hacerlo mostraría falta de tacto o fomentaría el desorden. Algunas personas que exponen detestan firmar autógrafos. ¿Quisieras que te hagan un desplante? Primero asegúrate de que el gesto caerá bien, luego solicita lo que quieras.

www.oratorianet.com


 Derechos fundamentales de una persona que expone

Así como tus oyentes tienen ciertos derechos, 
tú también tienes cierta autoridad sobre algunas cosas 
que legítimamente te corresponden como orador.

Una de las razones por las que algunas personas prefieren mantener un perfil bajo y evitar expresarse en público es que reconocen que se convertirían automáticamente en el blanco de la crítica del auditorio. Saben que el público va a formarse una opinión, sobre todo si es muy exigente o asume la posición de 'todos contra uno'. Por otro lado, es materialmente imposible que la persona que expone satisfaga a la totalidad de sus oyentes. Solo puede aspirar llegar a la mayoría. Es normal que alguien se queje.

Por lo tanto, haces lo correcto al tomar conciencia del hecho de que también tienes permiso legítimo sobre lo que te corresponde.

Si bien el auditorio tiene derechos, porque la finalidad de un discurso o exposición es beneficiarlo con material de valor práctico que le ayude a reflexionar y mejorar su calidad de vida, tú también tienes ciertos derechos, por ejemplo: Independencia de criterio, libertad de pensamiento, conciencia y religión, bienestar y salud. Veamos otros:

1. Evaluar al auditorio por tu cuenta y riesgo, si lo juzgas necesario, con el fin de averiguar su nivel de entendimiento cuando se trate del dictado de clases en las que posteriormente se te exija realizar una evaluación de los participantes.

2. Un ambiente apropiado para la exposición, libre de factores que distraigan.

3. Elementos básicos para la exposición, lo que puede incluir una pizarra, iluminación, atril, mesa, silla y equipos electrónicos.

4. Una merecida cortesía y respeto de parte del auditorio.

5. Exponer tanto tus ideas como las ajenas que armonicen con las tuyas y que sirvan para establecer o aclarar su tema.

6. Dedicar una porción de la sesión a escuchar las preguntas del auditorio.

7. Conceder la palabra a los miembros del auditorio durante tu exposición.

8. Responder a cualquier malentendido o entredicho que alguna de tus declaraciones hubiera suscitado durante la exposición.

9. Recibir advertencia con anticipación respecto de cualquier cosa que podría ocasionar dificultades durante tu exposición si los organizadores están al tanto de ello.

10. Recibir notificación anticipada acerca de cualquier suspensión o peligro de suspensión de tu exposición, y a recibir una compensación por el perjuicio que esto te ocasione.

11. Posponer tu exposición si tu vida o salud corrieran peligro.

12. Suspender la exposición si el organizador ha incumplido parte del trato.

13. Una justa compensación por tus servicios.

14. Recibir una compensación extraordinaria de parte del organizador por cualquier trabajo solicitado que te demande a) energía o tiempo adicional a los que invertirás en la exposición misma y/o b) la preparación de un horario diferente al acordado formalmente. Por ejemplo, modificar un horario que ya estaba separado en agenda o para evaluar a los participantes o evaluarlos fuera de la fecha programada para ello, sacar promedios, atender consultas de asesoramiento, participar en la programación de conferencias que beneficiarán directamente al organizador, colaborar en la redacción de material didáctico, ceder temarios personales o derechos de autor, sobre todo si tu vínculo laboral con el organizador es independiente y el acuerdo solo implica compensar económicamente la exposición propiamente dicha.

15. Conceder o negar tu permiso para la filmación o grabación de tu exposición, y a exigir los derechos de autor por cualquier difusión de índole empresarial de la misma, o por la comercialización de filmación alguna de la exposición realizada sin tu autorización escrita.

Lamentablemente, exigir tus derechos como orador no siempre es posible ni práctico. En la mayoría de los casos los oyentes no creen que el orador tiene derechos, sino que es un servidor público y que los únicos que tienen derechos son ellos. Por lo que es mejor que te concentres en tu discurso, y/o, si tienes la responsabilidad de presidir la reunión, concentrarte en los discursos de los demás oradores, y dejar que el organizador se haga cargo de los detalles. A veces conviene más ceder que ser firme en pequeñeces que por concentrarte en resolverlas solo acumules estrés en tu mente y corazón.

www.oratorianet.com

 
 

Qué derechos tienen tus oyentes

Dicho con sencillez, podríamos decir que un derecho es el permiso legítimo que una persona tiene sobre lo que le corresponde, ya sea porque las autoridades así lo establecieron en su favor o debido a que lo determinó la naturaleza misma de las cosas.

La Encyclopdia Britannica da a entender que son 'derechos aquellos que, según se piensa, corresponden a una persona bajo la ley natural como consecuencia de ser parte de la humanidad,' y el Diccionario Enciclopédico Espasa, comenta que 'estos se fundan exclusivamente en las exigencias de la naturaleza humana.' Dicho de otra manera, tienes permiso natural para gozar de cierta independencia por el solo hecho de ser parte de la humanidad, lo que, por supuesto, incluye la actividad de exponer ante un auditorio.

Por otro lado, después de mencionar que toda persona tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad, la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por las Naciones Unidas en 1948, aclara, por ejemplo, que nadie tiene derecho de someterte a ninguna clase de esclavitud, tortura ni castigo degradante. Ante la ley, eres igual que todos; mereces tener una vida privada y tienes derecho de protegerla contra cualquier injerencia arbitraria; nadie debe privarte de la libertad de pensamiento, conciencia y religión, ni del derecho a gozar de un nivel de vida adecuado que asegure tu salud y bienestar. Lógicamente, tus oyentes tienen los mismos derechos.

Además, recuerda que tus propios derechos tienen vigencia mientras respetes los de los demás. Por ejemplo, aunque la mencionada Declaración Universal proclama la libertad de expresión, ¿qué sucedería si alguien pretendiera ampararse en dicho derecho para calumniar a una persona? Estaría usurpando flagrantemente los derechos de esta. Por eso la ley castiga la calumnia.

Veamos algunas sugerencias relacionadas con ciertos derechos que te corresponden cuando asistes a una exposición, cuando te conviertes en parte del auditorio, para que aprendas a ver las cosas desde el punto de vista de tus oyentes cuando te llegue el turno de exponer ante ellos.

Ante todo, ten presente que el fin supremo de una persona que expone eficazmente es beneficiar a su auditorio apelando a su nobleza e inteligencia mediante ejemplos e ilustraciones, y convenciéndolo y persuadiéndolo con razones, evidencias y promesas de que sacará provecho y saldrá beneficiado.

Recuerda que tus oyentes tienen derechos. Por ejemplo:

Sentarse en una butaca limpia en un ambiente ordenado e iluminado, con instalaciones conformadas a las exigencias de los reglamentos para un local público de reunión.

Confiar en que la entidad organizadora te seleccionó como persona idónea para exponer.

Escuchar tu exposición con facilidad, sin tener que forzar o aguzar el oído a causa de una baja calidad de tu voz, falta de acústica, defectos del equipo de sonido, incompetencia de la persona que está a cargo del servicio técnico o interferencias de carácter mecánico.

Recibir el cumplimiento de la promesa de que se beneficiarán escuchando tus explicaciones, las cuales estarán estrechamente relacionadas con el asunto que les importa, y que le mostrarás puntos de vista de valor práctico que podrán utilizar.

Suponer que te has preparado adecuadamente para cumplir tu papel.

Escuchar una presentación inteligente, específica y fácil de captar.

Ver y escuchar enfoques novedosos que les permita interpretar mejor su situación para enfrentar sus problemas con más objetividad y soluciones prácticas.

Recibir una explicación lo suficientemente vigorosa, oportuna y de buen gusto, como para grabar rápidamente en su memoria los puntos importantes y poder meditar en ellos después de terminada tu exposición.

Retener en mente el punto principal de la exposición captándolo objetivamente y asimilándolo para ponerlo en práctica si le parece útil.

Seguir sin dificultad, con lógica y coherencia, el hilo de tu exposición de principio a fin.

Observar un uso aceptable del idioma tanto de tu parte como de la persona que traduce (en caso de que requieras traducción).

Expresar brevemente sus inquietudes en el momento que tú lo juzgues apropiado, y a hacerlo por escrito, verbalmente o por otro canal de comunicación aceptable.

Tomar parte activa y sin discriminación en cualquier parte del programa a la que invites espontáneamente al auditorio, como en los grupos de trabajo o juego de papeles, y a que su colaboración contribuya al orden requerido para tu presentación.

Recibir un trato respetuoso, tolerante, afectuoso, generoso y estimado de tu parte y de los representantes del organizador y de otros miembros del auditorio.

Solicitar que otra persona hable en su representación si sus circunstancias le impiden hacerlo directamente, como, por ejemplo, que alguien traduzca en lenguaje por señas o en un idioma diferente al tuyo.

Entablar libremente amistad con cualquier conferenciante, delegado o miembro del auditorio.

Retirarse del lugar con la satisfacción y el ánimo renovados por haber hallado recursos de aplicación práctica para su vida.

La legítima defensa de sus derechos naturales. Por ejemplo:

Retirarse de la sala cuando lo juzgue prudente, si se trata de una reunión pública y su asistencia es voluntaria.

Retraerse de seguir escuchando una exposición apática que hace gala de un desconsiderado desperdicio de su tiempo.

Aunque podrías sugerirle sentarse en diferentes lugares cuando se trate de un seminario de varios días, porque así podrá relacionarse con más personas, recuerda que es su derecho seleccionar, si está disponible, un asiento cuya ubicación favorezca su salud física o emocional, como, por ejemplo, si sufre de claustrofobia, incontinencia urinaria, gripe severa, asma, náuseas o algo que le impida sentarse donde tú le sugieres.

Llevar un acompañante si, evidentemente, sus problemas de salud así lo justifican.

Ausentarse si una urgencia le exige salir, y regresar a su asiento después de resolver el problema.

Expresarse decentemente y tomar parte activa voluntariamente en el programa cuando lo permitas.

Expresarse en el momento que juzgue conveniente si es para aclarar un malentendido que has hecho surgir directa e incuestionablemente sobre su persona.

Retirarse definitivamente si tu discurso se volviera soez o estuviera plagado de inexactitudes.

Permanecer en el auditorio aunque se duerma, si ha cumplido con llenar los requisitos exigidos para estar presente y su presencia armoniza con el orden público y el progreso de la exposición.

Recuerda: Tus derechos son los permisos y/o autorizaciones legítimos que te corresponden, ya sea porque las autoridades así lo establecieron en favor de todos los ciudadanos y rsidentes, o porque así lo ha determinado la naturaleza misma de las cosas, como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la expresión libre y a la privacidad. Por supuesto, incluye el derecho de defenderlos y protegerlos contra cualquier injerencia arbitraria. Nadie tiene derecho de coartar tu libertad de pensamiento, conciencia y religión, ni del derecho a gozar de un nivel de vida adecuado que asegure tu salud y bienestar. Absolutamente nadie tiene derecho de someterte a clase alguna de esclavitud, tortura ni castigo degradante. Porque ante la ley, eres igual a todos. La pregunta es: ¿Respetas tú los mismos derechos en los demás?

www.oratorianet.com

 

Qué es un auditorio

Un 'auditorio' es el lugar físico o virtual donde se lleva a cabo el discurso, pero según el contexto, también pudiera referirse como grupo a las personas que asisten.

Hay auditorios enormes para miles de personas, como los grandes estadios y campos donde se llevan a cabo conciertos al aire libre, y pequeños, para unas cuantas, como un salón de clases, una oficina o hasta un pequeño ambiente del hogar. En otras palabras, allí donde alguien explica un asunto y otro escucha existe un 'auditorio', aunque solo se trate de dos personas.

Cuando se trata de una conferencia para muchas personas, lo ideal es contar con un local adecuado a las circunstancias, donde los asistentes se sientan razonablemente cómodos y tengas a mano todos los elementos necesarios para la realización de la exposición. Por eso te sugiero que su tamaño vaya de acuerdo con la asistencia, así como la iluminación, la acústica, el sistema audiovisual, los servicios higiénicos y el estacionamiento, todo orientado para el beneficio del oyente, porque cuanto mejor acondicionado esté, tanto menor esfuerzo se requerirá de todos para lograr el propósito de una comunicación eficaz.

Según Dale Carnegie, un auditorio con muchos lugares vacíos afectan desfavorablemente la motivación del grupo. Opinamos lo mismo. Si la exposición será ante 50 personas, sería imprudente realizarla en un auditorio para 400, porque la gente tenderá a dispersarse, y los lugares vacíos, si damos la razón a Carnegie, resaltarían demasiado y matarían el espíritu de grupo requerido para motivar. En tal caso, sería mejor juntarlos en la parte central y delantera, o reunirlos en una sala para 40 y luego traer más sillas, para que parezca un lleno total.

www.oratorianet.com


Valora el aporte de los demás

Más que solo valorar la exposición en tu fuero interno, lo apropiado y provechoso es que lo manifiestes con palabras y actitudes específicas. Aborda a las personas y encómialas. Evita parecer lo que se conoce como 'un convidado de piedra', es decir, que nunca se involucra o participa activamente.

¿A veces has regresado a casa después de asistir a un seminario o a una clase y sentiste poca motivación? Pregúntate: "¿Participé en ella, o solo estuve presente?". Los miembros de la Cámara Junior tienen un lema: "Uno saca de la Cámara lo que pone en ella". Por eso siempre se esfuerzan por participar activamente en sus reuniones, para sacar a manos llenas y regresar a casa satisfechos.

Por eso, cuando asistas a una conferencia, piensa bien de las personas en vez de recrearte viendo sus defectos, criticándolas mentalmente; felicítalas en vez de condenarlas.

La persona cuya lengua está lista para criticar los defectos, resaltar las deficiencias y poner el dedo en la llaga, envía malas vibraciones a los que la escuchan. Aunque es cierto que se puede hablar de algunas deficiencias, para ganar amigos y lograr que las personas deseen estar en tu compañía, tu encomio ha de ser genuino, y el material principal de tu tema de conversación, felicitarlas por las cosas que salieron bien.

Muéstrate persona positiva, alegre, amistosa y comunicativa. Date cuenta de que actuando así fomentarás las relaciones humanas constructivas. Expresa afecto cuando otros manifiesten curiosidad por tu persona, como, por ejemplo, cuando quieran entablar un diálogo contigo. ¡Comunícate abiertamente! Cuando te pregunten cómo estás, di algo más que "Aquí". Por supuesto, si deseas hablar poco o rehusar una entrevista, estás en tu pleno derecho. Solo evita hacer comentarios destructivos.

Reconoce que la crítica punzante hiere. Si lanzas una frase dolorosa, por muy suave que sea el tono, puedes dar lugar a interpretaciones inadecuadas o herir susceptibilidades y volver menos receptivas y cooperadoras a las personas que, precisamente, podrían ayudarte a resolver algún problema. Es mejor optar por desplegar discreción.

Reacciona con armonía. Si una persona te dice, "¿me permite un minuto?", evita responderle: "Otro día". Por supuesto que si se trata de una persona pesada o impertinente que de ninguna manera entiende razones, tal vez le desagraden algunas respuestas directas. Descuida, tal vez esta sea la única solución.

Coopera cuando la persona que expone solicite tu participación. Cooperar es la mejor manera de demostrar tu anuencia. Los observadores tienden a interpretarlo como una expresión de aprecio e interés de tu parte por el provecho de todos. ¡Contribuye a la motivación del grupo! Corneille (1625-1709) decía: "La manera de dar vale más que lo que se da". 

Gánate el afecto del auditorio. Las personas que participan activamente en una conferencia, de modo que benefician al auditorio, tienden a ganarse el afecto de los presentes, porque contribuyen. En cambio, las que nunca se manifiestan tienden a ganarse el distanciamiento de los demás, porque su silencio puede ser interpretado como que solo asisten para sacar beneficio, nunca para dar de sí. Esa es una de las razones por las que conviene superar la timidez, para evitar parecer egoísta.

Muéstrate persona agradecida. Cuando la persona que expone, u otra persona, responda a tus preguntas, di: "¡Gracias!" fuerte y claro.

En general, coopera con los organizadores y con la persona que expone, poniendo todo de tu parte para que la reunión sea un éxito y que la gente salga beneficiada. Entonces tu satisfacción será completa.

www.oratorianet.com

ARRIBA