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Oratoria
CUALIDADES PERSONALES DEL ORADOR
PARTE 1
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso


Arreglo personal

Hasta un simple gato cuida su higiene a diario.

Acicálate apropiadamente a la altura de la ocasión. Pregúntate, ¿vestiría formalmente para ir a la playa, o usaría un traje informal para hacer una exposición en un hotel importante? La dignidad de la ocasión determina el grado de formalidad en el vestir y el arreglo personal. Porque cuando lo que cuenta es la aprobación de la otra persona, el qué dirán cobra importancia. Preséntate de cualquier manera ante Su Majestad y tendrás que encarar las consecuencias desagradables de la desaprobación.

Higiene

Que tu modo de vestir y arreglarte comunique higiene (olor agradable, incluido tu aliento, cuerpo aseado, cabello, ropa, manos y uñas limpias).

Responsabilidad

Que tu modo de vestir y arreglarte comunique sentido de responsabilidad y respeto hacia el auditorio (corbata bien anudada y centrada, cabellos adecuadamente peinados, ropa planchada, equipo ordenado, documentos sin arrugas, y maletín, cartera y zapatos en muy buen estado).

Accesorios

Recuerda llevar contigo todo accesorio importante (lapiceros, calculadora, directorio, agenda, calendario, teléfono celular, buscapersonas, documentos personales y de negocios, pañuelo, colonia, peine, espejo, llavero, cartera).


Antes de salir a exponer o ingresar a la oficina de un cliente, pasa por el baño y verifica que todo esté en su sitio, es decir, que se te vea bien de pies a cabeza.


Si durante la exposición necesitas usar tu pañuelo, úsalo con naturalidad y brevedad. En algunos casos hasta sería recomendable llevar dos pañuelos: uno para usar y otro para mantenerlo impecable y poder ofrecerlo a alguien en caso de extrema necesidad.


Si tu boca pierde humedad y el discurso será moderadamente corto, ¿necesitarás beber desesperadamente medio vaso de agua? No necesariamente. Tal vez sea mejor que lleves un poco de sal en el bolsillo y pongas una pizca en la punta de tu lengua. Bastará para hacer brotar un chorro de saliva. Si no te gusta la idea, una alternativa es llevar siempre un caramelo. En caso del vaso con agua, ten en cuenta que no se trata de beber un trago, sino de humedecer la boca y provocar un flujo de saliva. Lógicamente, si se trata de un poco de tos y de aliviar tu garganta, tal vez un trago ayude. Por último, si el problema es que te mueres de sed, nada impedirá que tomes varios tragos, solo que se verá un poco gracioso, sobre todo si lo bebes con ansiedad. Nada más, una advertencia: ¿Cómo puedes tener la seguridad de que tanto el vaso como el agua están limpios?

En cierta ocasión, un orador comenzó a toser una y otra vez, de modo que pidió: "Por favor, ¿alguien podría alcanzarme un poco de agua?". Una señora que había estado comiendo galletitas y bebiendo agua de una botellita inmediatamente se acercó y se la entregó amablemente. El hombre se la llevó a la boca y comenzó a beber con desesperación. A unos les pareció un bebito con su mamadera, y a otros les dio asco, pensando: "¿Está sana esa señora?", ¿El agua
contenía trocitos de galleta?". Moraleja: Si intuyes que te dará sed o tos, lleva una pizca de sal, un caramelo o tu propio vaso y tu propia botellita.

Un intérprete de idiomas que realiza su trabajo en vivo y en directo podría comenzar a experimentar sequedad en la boca y/o la garganta. No tiene tiempo para beber agua porque tiene la mente enfocada en la interpretación. Pero puede ponerse una pizca de sal en la lengua y continuar su labor. Lógicamente, es solo para salir del paso. Podrá beber un sorbo de agua tan pronto como se lo permita una pausa larga del orador.


Si leerás partes de un escrito, procura leer de manera impecable, interpretando adecuadamente los sonidos de las palabras, o pide que alguien lea por ti. Ensáyalo muchas veces. Pocas cosas restan tanto la dignidad de una ocasión como una lectura descuidada, sin modulación ni gracia. Aburre, deprime y atenta contra el entendimiento porque los oyentes no se sienten motivados a concentrarse en lo que se lee. Por eso, si no tienes tiempo ni ocación de ensayar la lectura, por lo menos deberías practicar regularmente lectura en voz alta a fin de acumular suficiente experiencia leyendo improvisadamente. Entonces, aunque no hayas practicado con el escrito, por lo menos sabrás abordar la lectura pública con suficiente habilidad como para realzar la dignidad de la ocasión.


Si usarás una pizarra, asegúrate de escribir con buena letra, o pide que alguien con buena letra haga las anotaciones. No es sabio ni prudente desde el punto de vista de la oratoria eficaz atiborrar la pizarra con trazos, números y dibujos enredados, difícil de enfocar con la vista. Es mejor unos cuantos trazos muy claros y unas cuantas frases fáciles de visualizar que diezmil palabras que nadie se tomará la molestia de leer, o dibujitos que nadie se dignará ver.  Oradores inexpertos proyectan imágenes que contienen cuadros, diagramas o redacciones largas con letras diminutas suponiendo que ayudan a sus oyentes a entender la exposición. ¡Qué equivocados están! Recuerda: Todo lo que no es fácilmente de visualizar, será pasado por alto. Los oyentes no se toman la molestia de decifrarlo. ¡Pobres los estudiantes universitarios que tienen que decifrar los desatinos de oratoria de sus maestros!


Se dice que la primera impresión es lo que cuenta, y es cierto que las personas suelen hacer una valoración subjetiva a partir de escasos elementos cuando por primera vez ven a una persona. Pero no es todo lo que deberían tener en cuenta. Una primera impresión pudiera ser impactante, pero si se la usa como única base para formar un juicio, podría traer problemas. Un tímido tal vez resulte ser nada menos que un genio, o una persona muy extrovertida ser de mente hueca. Es importante reunir más información para formarnos una imagen más clara de las personas.

Lamentablemente, pocos son los que tienen en cuenta que en realidad la primera impresión no es todo lo que cuenta, y se dejan llevar por el prejuicio, es decir, únicamente por la primera impresión. Por eso, aunque tú sabes que la primera impresión no es todo lo que cuenta, tienes que prepararte y presentarte como si fuera lo único que la otra persona tomará en cuenta. Desgraciadamente, muchos todavía juzgan sobre la endeble base de la primera impresión.


"Pero con una vestimenta informal me siento menos tenso" -tal vez diga alguien-. "¿Acaso Steve Jobs no se presenta en jeans cuando presenta los nuevos productos de Apple? Yo también quiero presentarme con blue jeans". Es una opción. A mí también me gustaría hacerlo. ¡Fantástico!

Nadie niega que la ropa informal relaja las tensiones, ni que ciertas figuras famosas tienen el poder de torcer las modas y costumbres y aún así obtener la aprobación del público. Solo que la pregunta clave es: ¿Realmente tienes ese poder? ¿Te arriesgarías a poner en juego tu reputación y la de tu compañía, o tu candidatura, en caso de que te fallara el cálculo y todos desaprobaran tu actitud, teniendo en cuenta que la manera de vestir comúnmente se considera un reflejo del sentido de respeto por el auditorio? Además, la comodidad de quién es más importante, ¿la tuya o la de tus oyentes? ¿Insistirías en tu tanquilidad mental y emocional a costa de sacrificar la de tus oyentes?

Por ejemplo, imagina que el presidente de un país se presentara en traje de baño a dar una conferencia de prensa importante, ¿no pondría en tela de juicio su estabilidad emocional y madurez? ¿No dudarían de su salud mental? Claro, aunque estoy exagerando, sirve para que comprendas que la manera de vestir sí afecta la efectividad de un discurso. Nadie se opone a que te presentes en jeans o en traje de baño; que te sientes en el piso o fumes delante del auditorio, pero si te falla el cálculo, ¿qué harás para revertir el efecto? ¡No se puede revertir! Puedes perderlo todo.

"Pero es que así me pareceré más a ellos", tal vez insistas. Y aún así, te respondería: "¿Realmente quieren ellos que te parezcas a ellos? ¿O quieren ver y oír a alguien mejor que ellos, alguien que sea especial, un modelo digno de imitar? ¿No será que si te presentas como alguien igual a ellos, pudieran pensar que no tienes nada especial que ofrecer, o peor, que no seas más respetable que cualquiera? Además, parecer igual a ellos, ¿te ayudará a convencerlos y persuadirlos? Ten presente que, entre iguales, es más difícil convencer a los demás. ¿Realmente crees que alguien que está exactamente al mismo nivel puede superar esa barrera?

En algunos países las personas decentes comen con las manos y eructan después de comer, porque se considera de buena educación; pero te garatizo que si lo haces en lugares donde eso se considera como una gran falta de respeto, no vas a caer muy bien. Algo similar puede decirse de la vestimenta y las actitudes en general. Si piensas que presentarte de cualquier manera no desmerecerá tu imagen ni de la organización que representas, tendrás que correr el riesgo. ¿Qué crees que piensen si te presentan como médico, y cuando te vean y oigan tienes toda la apariencia de un carnicero? ¡Pues, pensarán que eres un carnicero! No que desmerazca a los carniceros. Me refiero a que debes parecer lo que afirmas que eres, o lo pagarás caro.

Por eso, piénsalo muy bien antes de decidir cómo vestir, porque si el auditorio lo toma como una falta de respeto o de sentido común o de sentido de responsabilidad, derrotarás el propósito de tu presentación. Es mejor sacrificar un poco tus gustos y comodidades si con ello ganarás en respeto y aceptación general.

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Activa su imaginación

"Cuando cesa el entretenimiento, cesa el aprendizaje"
Maxwell Maltz

Habla con gusto y decisión para que el auditorio se olvide del tiempo y se sienta en ambiente. Si tu presentación resulta monótona y sin gestos, dialogando a duras penas, invitarás al fracaso. Por otro lado, evita hacer payasadas si careces de cualidades histriónicas. Comprende que lo importante es hacer menos tediosa y más llevadera la exposición.

Entonces, ¿hay que hablar de manera entretenida? Así es. Solo que recuerda mantener un buen criterio. Por ejemplo, a menos que se trate de una sesión de capacitación o de una presentación cómica, evita contar chistes y hacer bromas. Si promueves la risa como único factor de motivación, restarás seriedad a tus conclusiones. Por otro lado, si algo cae en gracia espontáneamente, ¡excelente!, aprovéchalo con gusto.


Cuanto menos pictórico el modo de exponer, tanto más aburrida, somnífera, dormitiva y soporífera la sesión. Por eso, ¡estimula los pensamientos del auditorio con palabras, frases y oraciones que describan las cosas de manera que este pueda ver, oír, tocar, gustar, oler y sentir lo que oye!

Nunca subestimes el poder de la imaginación. Gracias a ella, puedes situarte en situaciones hipotéticas y probabilidades futuras para vivir un acontecimiento que todavía no ha ocurrido y tomar medidas preventivas o imaginar soluciones a problemas complicados o descubrir respuestas, procesos, maquinarias y toda suerte de mecanismos para hacer tu vida mejor. También puedes proyectarte al pasado y discernir cómo vivieron los hombres de tiempos remotos, para resolver enigmas que te ayuden a entender tus raíces y el por qué de muchas de sus acciones.

En oratoria, valerse de la imaginación es mejor que utilizar videos, películas, diagramas y diapositivas. Encender la pantalla de la imaginación es detonar una explosión de imágenes vívidas que te ayudarán a explicar mejor las cosas. Puedes moldear y colorear las imágenes de las maneras más creativas y dinámicas. Puedes transportar a tus oyentes al fondo del mar o llevarlos en un tour por las estrellas en un segundo, volar con ellos en un globo o arrastrarte por una cueva profunda en busca de un tesoro. ¿Por qué crees que La Guerra de las Galaxias y Harry Potter arrasaron con la taquilla? ¡Porque no solo encendieron la pantalla de cine, sino lo que es más importante, la de la imaginación? 

Hablar en abstracto es una pérdida de tiempo. Muy pocos entenderán lo que dices. Pero si enciendes la imaginación, ¡voilá! Todo se llena de energía, color y esplendor.

El único activo industrial de nuestra empresa es la imaginación
Bill Gates


Es decir, exhibe ante el auditorio un objeto o apoyo visual (un diagrama, mapa, maqueta, pizarra, dibujo, diapositiva, vídeo, caja, fotografía, lápiz, papel, revista, lámina, juguete o libro). Será como arrojarles un puñado de flechas de colores. Los ojos son muy sensibles a la luz que proviene de los objetos y se enfoca en los conos de la retina, bastoncillos y otras células fotorreceptoras.

Déjalo quieto. Un objeto es inmóvil cuando está inerte. Exhíbelo en el mejor momento y de la manera más inesperada posible. En tal caso, déjalo quieto para que los ojos de todos lo observen detalladamente en toda su amplitud. Sacúdelo o muévelo solo si tienes una intención específica. Y descártalo de la vista tan pronto como deje de serte útil. Si filmas escenas para proyectarlas durante la exposición, mantén segura la cámara cambiando de imagen cuidadosamente después de que el ojo se haya recreado, o generarás frustración.

Muévelo. Ya sea porque se mueva por sí mismo, por un sistema mecánico o eléctrico, o debido a que tú o un auxiliar lo mueva, transporte, destaque, agite o rompa, un objeto móvil capta la atención del ojo con más rapidez y fuerza . Por eso, álzalo a una altura cómoda para el auditorio. Evita cubrirte el rostro con él, a menos que tengas una razón específica para hacerlo, y destácalo hacia delante, para darle un toque de énfasis en algún momento en particular. Si deseas destacarlo más, señálalo con la mano o con un puntero.

Descártalo. El objeto puede convertirse en inútil cuando se lo utiliza ineficazmente. Por ejemplo, una simple mosca que comience a revolotear cerca de tu nariz puede convertirse en un verdadero problema. Si crees que el auditorio te pondrá atención, te engañas, ¡estarán mirando a la mosca! Por la misma razón puede decirse que un puntero que se mueve incesantemente, como la vara de un director de orquesta, se convierte automáticamente en un objeto inútil, porque distrae. Si terminaste de usarlo específicamente para señalar, descártalo de la vista o déjalo quieto al lado de tu cuerpo. ¿Y qué hay de tus gestos? Si mueves tus manos incesantemente o haces gestos constantemente como un mono excitado, de seguro vas a mantener muy ocupados los ojos del auditorio. Por eso, ¡modérate o descártate!


Aunque a veces es innecesario presentar un espectáculo para aclarar una idea, en algunas ocasiones hay quienes prefieren escenificarla para grabar profundamente la enseñanza

El show es la puesta en escena de casos, role playing, obras de teatro o demostraciones a cargo de actores que puedes llevar preparados, o cuando invitas espontáneamente a miembros del auditorio a colaborar contigo voluntariamente, actuando improvisadamente.

Meticuloso. En este caso, planifica, coordina y ensaya minuciosamente los detalles con un tinte profesional, calculando y discerniendo el efecto que tendrá en los asistentes.

Espontáneo. En este caso, déjalo todo a la improvisación y a la casualidad para aprovechar al máximo la iniciativa y creatividad de los participantes, para que resalten las cualidades de su personalidad y de su capacidad para las relaciones humanas.

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Tus oyentes se beneficiarán más de tus discursos si confían en ti,
y tus ademanes influyen para bien o mal en ese sentimiento de confianza.

Refuerza en todo momento con gestos tus palabras, porque los movimientos de tu cuerpo, incluida tu mirada, pueden crear cuadros específicos en la imaginación colectiva del auditorio y provocarle emociones y sensaciones. Deja que los movimientos de tu cuerpo surjan con naturalidad y espontaneidad comunicando vida y convicción a tu exposición. Esto se facilita cuando buscas permanentemente una conexión visual con tus oyentes. Si miras a las butacas vacías o a las paredes, ¿cómo esperas tener contacto con el auditorio? Tienes que observar las reacciones de tus oyentes. 

Convicción. Los movimientos flojos, débiles e indefinidos comunican inseguridad, apatía, desgano, frialdad e incertidumbre en el auditorio. Es mejor no mover las manos que moverlas como un muñeco solamente porque hay que hacer ademanes (mueves una mano a la izquierda, otra a la derecha, luego las dos arriba y a los lados, después vuelves a repetir exactamente lo mismo y lo mismo y lo mismo y lo mismo, una y otra vez, hasta cansar al auditorio). ¿Crees que así motivarás? ¡A nadie! En cambio, los gestos enfáticos que expresan seguridad y confianza son específicos y muy variados (Por ejemplo, cuando alzas el dedo índice con firmeza y dices: "¡Eso es muy importante!"; o cuando cierras fuertemente el puño, lo destacas hacia delante y dices: "¡Era muy valiente!"). Por eso, acostúmbrate a expresarte con tal entusiasmo y energía que se traduzca en movimientos vigorosos y variados que comuniquen una profunda convicción. Solo una advertencia: No te emociones tanto que el auditorio confunda tu entusiasmo con desesperación. Ten presente que el fanatismo es la marca registrada de los dogmáticos y queda a solo un paso más allá del entusiasmo.

Apuntar con el dedo al auditorio durante 20 minutos pudiera parecerles impactante a quienes no entienden nada de comunicación eficaz, pero en realidad no solo raya en lo ridículo, sino que puede resultar ofensivo y provocar reacciones negativas de parte de quienes esperaban un desempeño más creativo y eficaz. La falta de creatividad, espontaneidad y naturalidad en los ademanes es un reflejo de la falta de creatividad, espontaneidad y naturalidad en la personalidad, porque los ademanes son un reflejo de lo que llevamos dentro.

Imaginación. Los gestos descriptivos en cambio estimulan la imaginación del oyente dibujando en el aire objetos, formas, actitudes, acciones, tamaños y distancias, confiriendo vida y color a la exposición (Por ejemplo, al imitar con la mano el vuelo de un pájaro y decir: "Las gaviotas remontaron el vuelo"; o imitar con los dedos la agitación de las aguas del mar y decir "Las olas del mar son constantes como el amor verdadero"). Si sientes verdadero entusiasmo hacia tu discurso, tu cuerpo producirá automáticamente los gestos y movimientos que darán vida y color a cada expresióon.

Una palabra sobre los manerismos. En Oratorianet llamamos manerismos a la monotonía de los gestos y ademanes, es decir, cuando el orador hace y repite los mismos movimientos vez tras vez, tornándose aburrido y escasamente específico en su comunicación no verbal. Este serio defecto es consecuencia de soslayar, o peor, ignorar la diferencia entre los ademanes enfáticos (que comunican convicción) y los descriptivos (que comunican imágenes); y de utilizar excesivamente expresiones abstractas que no son fáciles de visualizar por la imaginación. El orador termina siendo visualmente aburrido, atentando contra sí mismo y contra el éxito de su conferencia.

Para evitar los manerismos es requisito esencial hablar con entusiasmo genuino entendiendo la diferencia y propósito de los ademanes enfáticos y descritptivos, así como hablar utilizando profusamente expresiones concretas que puedan ser visualizadas con la imaginación.

Tu fuerza de persuasión depende mucho de producir gestos y ademanes eficaces. Por eso conviene evitar los extremos (ademanes débiles o excesivamente duros) que no persuaden a quienes esperan escuchar un discurso importante. Antes los auditorios se dejaban llevar fácilmente de los grandes alardes y aspavientos porque los conocimientos no estaban a disposición de las mayorías como sucede ahora gracias a Internet. Ahora los oyentes están mejor informados y, por tanto, más cautelosos.

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Tus oyentes se beneficiarán más de tus discursos si confían en ti.


Ante todo, inspira confianza. Inspirar es causar, provocar, infundir y fomentar. Reflexiona en el hecho de que, aunque la cooperación forzada contribuya a la consecución de tus objetivos a corto plazo, a largo plazo difícilmente producirá lealtad, porque la lealtad es un fruto de la confianza.

Promueve confianza confiando en tus oyentes

  • Confía y sonríe, mira a los ojos de las personas, esfuérzate por desplegar rasgos básicos de una personalidad cultivada. Porque, ¿cómo inspirarás confianza en tus oyentes sin primero sentir confianza interiormente? El proverbio "ama a tu prójimo como a ti mismo" significa que primero tienes que sentir una medida saludable de amor propio o autoestima. Lo mismo puede decirse de la confianza. Para inspirar confianza, primero tienes que sentir confianza en ti.
  • Procura llegar puntualmente, exponer puntualmente y retirarte puntualmente conforme al horario establecido por la entidad organizadora.
  • Toma en serio tus discursos y presentaciones, sabiendo que pueden afectar la vida de tus oyentes.
  • Demuestra sentido de responsabilidad en todo momento al esforzarte por estar a la altura de la ocasión y hacer lo que se espera de ti.
  • Demuestra respeto por los derechos y el horario del auditorio, preparándote y exponiendo responsablemente. Compórtate de manera cortés y agradece toda muestra de confianza.
  • Respeta los principios básicos de la comunicación y la política del organizador dentro del marco de la libertad de expresión y conciencia.
  • Evita la verborrea superficial. La escasa disponibilidad de tiempo del auditorio es uno de los recursos más lujosos que hay. Procura alcanzar tu objetivo sin ambages. Si palabreas, inspirarás poco respeto. Usualmente la mayoría considera el palabreo como habla vacía.
  • Aunque suene tosco decirlo, báñate cabalmente y perfúmate modestamente. Procura comunicar una imagen impecable, porque tu reputación y la de la organización que representas están en juego.
  • Comunica orden en tu manera de vestir. Si eres varón, te sugiero cerrar apropiadamente el botón del cuello y anudar y ajustar bien tu corbata (en Oratorianet lo llamamos "el triángulo del prestigio", porque una corbata mal puesta contribuye al desprestigio, tanto de la imagen personal como de la empresarial); y si eres mujer, usa maquillaje y adornos recatados a fin de dar a entender que en otros aspectos de tu vida también practicas el orden y la modestia. En gran medida, la manera de arreglarse se origina en la manera de pensar. Por eso, la inmodestia en el vestir podría comunicar inmodestia en la forma de pensar. Esto es delicado porque cualquier señal de inmodestia pudiera enviar un mensaje engreimiento y/o falta de autodominio, que no son atributos compatibles con la modestia. Si vistes con orden, limpieza y modestia cualquier auditorio se sentirá más inclinado a respetar tus sugerencias.
  • Compórtate honradamente y evita disfrazar la verdad al mencionar cifras y datos en general.
  • Desea mejorar tus presentaciones. Que
  •  exposición resulte mejor que la anterior.
  • Más experiencia te dará más fe en que la siguiente vez te saldrá mejor
  • Prepárate con esmero y presenta un discurso motivador. La experiencia aumentará tu fe en que en la siguiente oportunidad obtendrás resultados iguales o mejores. Reconoce que solo adquirirás confianza si acumulas puntos de vista y experiencia. Por eso, aprovecha toda oportunidad apropiada para tomar la palabra, motivar al auditorio y autoimpulsarte hacia tu meta.
  • Cosas que inspiran tu propia confianza.
  • Una preparación genuina, responsable y profunda que mantiene la mira en la satisfacción de las necesidades más apremiantes de tu auditorio.
  • La convicción interior de haber hecho tu mejor esfuerzo (nadie puede dar más de lo que puede).
  • Desarrollar tu personalidad y ganar amigos. Mejora tu eficiencia para comunicar tus ideas, ganar confianza y comenzar positivamente cada nuevo día. En caso de que te consideres persona tímida, reconoce que un grado razonable de timidez puede ser provechoso, es una muestra de la excelente cualidad de la modestia. Evita irte a los extremos. Algunas personas tímidas rara vez piensan positivamente sobre este asunto. Suponen equivocadamente que son unas fracasadas, hasta totalmente incapaces de lograr cosa alguna por sí mismas (se pegan a la falda de mamita o tal vez muchos fracasos consecutivos ahogaron su esperanza en el futuro. Comprende que, si miras al rostro de las personas, las valoras y les sonríes, las ganarás como amigas y su amistad fortalecerá tu carácter, porque conversar y ganar amigos ayuda al desarrollo de la personalidad.
  • El aplauso sincero y espontáneo de un auditorio agradecido es una señal de estima y una verificación de que tu exposición fue acogida. Se ha dicho que el aplauso es el lenguaje del entusiasmo, y un canto a la vida. De hecho, un buen aplauso vigoriza tus músculos del valor (Pero debes comprender que es absurdo aplaudirte a tí mismo mientras el auditorio está aplaudiéndote a ti, a alguien del panel o a todos sus miembros; y que un aplauso puede ser tan poderoso que endiose al que ama la gloria de la humanidad, hasta puede convertirlo en su esclavo.
  • Las felicitaciones de una figura de autoridad. El encomio obra maravillas cuando proviene de alguien que consideras importante en tu vida.
  • Analiza los aspectos positivos y el efecto general de tu presentación.
  • Cosas que inspiraran confianza en tu auditorio
  • Un comienzo que impresione su sensibilidad.
  • Que reflejes una fuerte autoestima y un sentido equilibrado de amor propio.
  • Una explicación lógica y coherente de puntos que para la mayoría sean importantes.
  • Ejemplos sencillos y de valor práctico (imaginarios o de la vida real) que sintonicen con sus necesidades físicas, materiales, intelectuales, emocionales y/o espirituales.
  • Que tengas buenas referencias y una reputación bien ganada.
  • Que la reunión empiece y termine puntualmente conforme al horario anunciado.
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"Agua", "fuego", "rabia", "golpe", "caricia", "desliz" y "accidente" requieren diferentes entonaciones, porque el espíritu de cada palabra comunica algo muy diferente, ya sea suave o fuerte. Debes dar a cada parte del discurso la entonación que requiere. Una modulación agradable no depende solamente de subir y bajar el tono mecánicamente en cualquier parte del discurso, como un robot, sino según el sentido de cada frase o párrafo.

Sin embargo, recuerda que aunque tu voz debe sonar modulada y agradable, la voz melosa que adula no es generalmente bienvenida por las personas inteligentes. Solo los tontos no se percatarían de que estás adulándolo. La adulación ahuyenta la receptividad porque el oyente suele reaccionar pensando: "¿Qué se ha creído ese(a)?", lo cual bloquea el propósito de la comunicación. Por eso, tu voz debe sonar modulada, sonriente y agradable, pero nunca melosa, aduladora o interesada. Ese es el punto de equilibrio que la mayoría de locutores nunca llega a entender.


La modulación de tus palabras sirve para comunicar a cada parte del discurso un sentimiento propio. Por ejemplo, di: "Es suficiente", primero con una actitud relajada, luego en una forma desesperada, después, indignada y, finalmente, graciosa. Porque si expones puras teorías sin proveer la modulación apropiada en los momentos adecuados, tu exposición sonará vaga, seca, desabrida, insípida, apática, insensible, deshidratada, hueca y decrépita. ¡Se aburrirán! Tal vez con el pensamiento entiendan lo que dijiste, aunque será poco probable que los muevas a acción, porque falta el entusiasmo característico de los discursos dinámicos; tal vez los alimentes intelectualmente, aunque sin sabor ni color, como si fuera suero de hospital en vez de una rica comida casera. Oír las noticias o una conferencia en uno o dos tonos es un suplicio para el oído.

Por lo tanto, evita hablar con un tono de funeral en una inauguración, o con un tono de inauguración en un funeral. Si dices la palabra "fuego", ¡saborea las letras de tal modo que transporte imaginariamente al oyente al lado de una fogata apacible en medio de un bosque o una sala de estar, ¡o que acompañe a los bomberos a un terrible incendio en el piso 20 de un edificio lleno de niños! Y si dices "agua", ¡haz que se imaginen metiéndose en una ducha fría en el calor ardiente del verano, o hasta que se deslicen peligrosamente en un frágil bote de goma por un río caudaloso hacia la garganta de una gigantesca catarata! Recuerda: La modulación es al habla tan importante como los adjetivos a la escritura. Modula tu voz, y tu mensaje cobrará vida... ¡como una película!


Se logran efectos muy interesantes de énfasis cuando se combina flexiblemente el tono de voz o modulación con la potencia de voz, la pronunciación correcta y la velocidad.


Graba tu voz con un equipo de audio y comienza a practicar y mejorar tu modulación usando, por ejemplo, las expresiones y ejercicios sugeridos en los párrafos anteriores. ¡Dale a la palabra con el énfasis que requiere!

Por ejemplo, expresiones que requieren una modulación suave: agua, riachuelo, nubes, cariño, sensibilidad, gatito, yo, ustedes. Una caricia, los niños de tierna edad, los delfines nadaban al lado del yate, era una sensación diferente.

Expresiones que requieren una modulación fuerte: Esfuerzo, convicción, luchar, éxito, fe, trago, tecnología, rodó aparatosamente por las escaleras, tienes que insistir más y más, felicitaciones, trampas, único, sácalo, corte, incendio, león.


Usando un espejo muy pequeño, observa tu boca y verifica que tu voz suene variada, sensible, animada e interesante. ¿Cómo? Richard Ajello, extraordinario comunicador, locutor y fundador de radio Stereolima 100 FM aconsejaba a sus locutores: "¡Sonría!". ¿Por qué, si nadie los vería? Pues, porque es un principio reconocido de locución profesional que la forma de la boca afecta el impacto en el oído y, por tanto, en la sensibilidad del ser humano.


Si quieres animar a alguien, tus palabras tienen que sonar rebosantes, cálidas y flexibles como las de un amigo que escucha un problema o imparte un estímulo vigoroso. Evita que tus palabras suenen como un rezo triste, monótonamente. No des la misma entonación a todos los párrafos, frases y oraciones. La variedad en el tono da a entender que eres muy inteligente; la monotonía pudiera dar a entender que no percibes las diferencias, o que tu alma es triste. Esto es especialmente importante cuando se trata de una mujer o un padre que conversa con un hijo.

Por otro lado, ten cuidado con la modulación muy fuerte o tajante, porque es fácil que el auditorio confunda seriedad con disgusto, y consejo con crítica. Por ejemplo, aunque se espera que un relator de noticias suene responsable y serio, de ninguna es su tarea inclinar la opinión pública a favor o en contra de los hechos. Su misión es comunicar la noticia de la manera más real posible sin pintarla de falsos colores o teñirla con su sentir personal.

Los relatores profesionales mantienen sus manos relajadas y separadas, y evitan abrir y cerrar la boca exageradamente, o alzar las cejas y tensar sus músculos a cada rato, dando énfasis a tres de cada seis palabras. Aunque el énfasis es muy apropiado, el constante movimiento brusco de los labios distrae la atención de los ojos, aunque sea por radio, porque marca tanto las frases que el oyente comienza a imaginar el movimiento de la boca en vez de prestar atención a la noticia. Por eso, evita fruncir el ceño o alzar las cejas exageradamente como si hubieras visto un fantasma.

A pesar de que se justificaría expresar indignación debido a un crimen de lesa majestad, el relator profesional se limita a comunicar la verdad de los hechos apegándose lo más posible a la realidad y punto. Evita teñirla con falsos colores mediante imprimir una modulación que dé lugar a una interpretación caprichosa, como, por ejemplo, agitar algún prejuicio racial, político, social o religioso. Controla o domina su opinión o reacción emocional personal. Procura ser estrictamente neutral. Si el editor le exige teñir cierto hecho con gestos y modulación exagerados, en realidad está pidiéndole que deje de hacer un relato profesional. Por su boca debe salir exactamente la verdad, sin parcialidad.

Si alguien baja completamente el volumen del televisor para concentrarse en la imagen del relator, ¿qué verá? ¿Gestos grotescos que dan la impresión de estar insultando a alguien? ¿O una expresión emocionalmente estable, responsable y equilibrada? Igualmente, sin perder la seriedad, tú comunica un carácter positivo, activo, emprendedor y entusiasta a los hechos, 'dale a las palabras', por decirlo así, sin irte a los extremos. Solo recuerda que así como los poetas tienen licencia poética para pasar por alto algunas reglas de la Academia, tu misión como conferenciante es presentar un buen discurso. A menos que seas un relator de noticias, puedes imprimirle toda la emoción que juzgues necesaria. Tienes licencia para hablar con todo el entusiasmo conveniente.


Canta moderadamente las sílabas de las palabras al hablar. Cada región del planeta tiene un canto o tonalidad característicos, un acento regional. Por otro lado, es preferible una entonación moderada. Escucha a los locutores de anuncios publicitarios. Grábalos, imítalos y canta las palabras así, especialmente los de productos que comunican seriedad y confianza.


Un serio defecto de muchos lectores es entonar las frases de un mismo párrafo con una misma entonación, y hacer lo mismo en todos los párrafos. Todas las frases suben y bajan en los mismos lugares, y todos los párrafos se leen con los mismos énfasis, las mismas pausas y entonaciones. De esta manera, la lectura no enriquece el entendimiento, presentando una cadencia carente de vida y significado. Si el tono sube y baja, y las pausas de expectatica y énfasis se repiten cada cierta cantidad de palabras, y no según el espíritu o contenido del párrafo, la lectura está muerta y aburre al oyente.

Si el tono es además negativo (es decir, comunica apatía, ansiedad, dolor, culpa, sarcasmo, ironía, hostilidad o rencor), contribuye al desarrollo de sentimientos también negativos, como la desesperanza, angustia y depresión). En cierta ocasión, un periodista presentó un documental sobre la alarmante tasa de suicidio en su país responsabilizando a la depresión como principal influencia de las estadísticas. Pero aparte de usar un tono desagradable y aburrido, su tono era jadeante y quejoso, francamente deprimente, totalmente contradictorio con el mensaje del documental y el espíritu de su carrera. El tono y la modulación de un periodista debe ser entusiasta, pero, al mismo tiempo, neutral y equilibrado, nunca parcializado, sarcástico o rencoroso. Su misión es informar sin tomar partido.

Esto no siginifica que no se deba hablar con tristeza cuando el texto sea triste. Eso estaría bien. Pero aquí estamos dando una advertencia sobre la monotonía en la lectura, es decir, la repetición sistemática de los mismos tonos y pausas durante todo el texto... ¡en todos los párrafos! Teniendo cuidado de hacer los ejercicios antes mencionados, se resuelve el problema.

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Por qué algunos se retraen de exponer

Aunque muchas personas se retraen cuando se les pide que expongan en público;
a otras les ocurre lo contrario. Lo aceptan con mucho gusto. ¿A qué se debe?

Una clave está en su punto de vista. Tienen en cuenta las necesidades del auditorio y exponen dentro de un marco de responsabilidad y consideración por las necesidades de este. Reconocen que el contacto directo es uno de los medios más apropiados de contribuir a su desarrollo.

Por eso vamos directamente al grano. Estas sugerencias te ayudarán a asumir un mejor punto de vista, y si ya tienes experiencia exponiendo, te servirán de estímulo para hacerlo más plenamente.

Si alguna vez pensaste que carecías de cualidades para exponer, cesa de centrar tu atención en dolores de cabeza o de estómago, deja de abrigar sentimientos de terror, de sudar, de tocarte de nervios o pensar en desmayarte. Eso solo conduce al fracaso de cualquier intento. Esfuérzate genuinamente por evitar que un sentimiento negativo controle tu personalidad. ¿Estoy sugiriéndote que te vuelvas inmune? ¡Nada de eso! La nerviosidad es natural, solo que unos han aprendido a sacarle provecho, y otros, a correrle.

Por ejemplo, el Dr. Michael Leibowits, Director de la Clínica de Desórdenes de la Ansiedad, de Nueva York, citando resultados de exámenes relacionados con la atracción entre los sexos, declaró que el organismo de una persona enamorada segrega feniletilamina, norepinefrina, luliberina, serotonina, occitocina, dopamina y feromona, poderosas hormonas capaces de hacer que la pasión tome el control. Lo interesante es que se hallaron estas mismas hormonas presentes en el organismo de los paracaidistas justo antes de saltar al vacío. ¿Qué relación tiene esto con el punto que estamos tratando?

Bueno, que una diferencia entre la persona que se lanza en paracaídas y otra que se retrae de hacerlo radica en que la primera disfruta de la experiencia aunque tal vez ignore que está segregando las mencionadas hormonas; en cambio, la otra se queda sentada y se muere de miedo. Tal vez crea que es cobarde, cuando lo que en realidad sucede es que la falta de experiencia le está impidiendo disfrutar de la oportunidad. Algo similar ocurre con el asunto de exponer en público. Unas personas aprovechan la ocasión usando su facultad creadora, realizan su mejor esfuerzo, dicen lo que tienen pensado decir y salen airosas; en cambio, otras se echan atrás engañándose a sí mismas, creyendo que la tensión es una señal de incompetencia. ¿Creen eso los paracaidistas expertos? ¡De ninguna manera! Es solo que algunos retos de la vida exigen un mayor sentido de responsabilidad y generan más tensión que otros, porque la naturaleza prepara así a las personas para que respondan a la altura de las circunstancias.

Vale la aclaración de que no estamos diciendo que uno debería aprovechar cuanta oportunidad la saliera al paso, como si lanzarse en paracaídas, hablar en público o tener una aventura romántica fuese lo mismo. El sentido de responsabilidad nos guía por conciencia en cada situación de la vida dependiendo del grado al que lo hayamos desarrollado. Tan solo hicimos una comparación con el paracaidismo para comentar sobre la relación que existe entre diferentes clases de experiencia, y para explicarte que tras la tensión y el estrés que uno siente antes de salir a dar un discurso hay hormonas que lo preparan para dar lo mejor de sí.

Por ejemplo, si tengo que salir corriendo debido a una emergencia, mi cerebro captará la señal inmediatamente, ciertas glándulas liberarán en un instante poderosas hormonas que acelerarán mi corazón, activando mi musculatura, y mis pulmones y otros órganos harán lo suyo orquestadamente para enfrentar la situación
. En pocas palabras, mi corazón se encargará de la situación por medio de latir más rápido para oxigenar mi cuerpo. En vez de tener miedo, me sentiré más seguro, sabiendo que mi cuerpo y mi mente están listos para que mi boca se abra y diga de la mejor manera todo lo que tenía pensado decir.

Cierta cantidad de tensión puede ser muy útil para muchas cosas, como lo ilustran las cuerdas de una guitarra, un violín, un arpa, un piano o hasta el cuero de un tambor. Todas estas cosas necesitan la tensión adecuada para armonizar entre sí y convertirse en música. De lo contrario solo producirán un sonido carente de sentido. La clave está en comprender la razón por la que se requiere cierta tensión en cada instrumento y en saber cómo aplicarla. Por ejemplo, para sonar bien, cada cuerda del violín requiere una resistencia específica, entonces produce una determinada frecuencia musical. Hasta las cuerdas vocales se tensan y relajan para producir la voz. Como sabemos, ciertas voces chillan y desagradan, y otras, comunican tranquilidad y hasta pueden arrullar y adormecer a uno. Son diferentes grados de tensión y resonancia. Asimismo, unas personas cantan empíricamente, y otras, por estudio y disciplina, como los tenores y las sopranos profesionales.

Bueno, aunque nadie te prometa que desarrollarás una voz maravillosa, ¿imaginas cómo potenciaría tu personalidad si desarrollaras la habilidad para exponer con eficacia? Tu campo de acción se ensancharía automáticamente y se te abriría un horizonte de posibilidades que de otro modo permanecería cerrado para ti. Por ejemplo, usualmente, un vendedor es el resultado de una primera oportunidad que aprovechó lo mejor posible. Luego le gustó, o la necesidad lo fortaleció, y se dedicó a vender a tiempo completo. Algo parecido sucede con muchas personas que exponen. Primero se aventuran sin conocer los procedimientos, luego aplican algunas sugerencias y finalmente pulen su estilo. En otras palabras, ahora saben qué hacer con sus nervios.

Aunque al principio tal vez la tarea te parezca abrumadora y te preguntes cómo podrás tener en cuenta tantos detalles. Tómalo con calma. Primero tal vez solo asimiles unos cuantos puntos, después, poco a poco, incrementarás tu experiencia. Recuerda que al aprender la tabla de multiplicar, el abecedario, a dividir, a sacar la raíz cuadrada, a jugar ajedrez o a usar una computadora, triunfaste poco a poco sobre la ignorancia a pesar de lo difícil que parecía. Somos imperfectos, rara vez alcanzamos un nivel de comunicación que deje plenamente satisfecho al 100% del auditorio -porque esa es una realidad de la vida-. Por eso, conténtate con desarrollar la costumbre de hacer un pequeño progreso cada día. De hecho, si aplicas tan solo una sugerencia de vez en cuando ya estarás progresando. ¡Cualquier avance te resultará beneficioso!

Este web site contiene solo unos cuantos de mis recursos. Algunos se me ocurrieron, y otros los deduje con la experiencia. Complementé mis estudios de oratoria con un curso de locución radial a cargo de un connotado maestro a comienzos de la década del 80, y también leí muchos consejos prácticos en libros de grandes maestros del arte de la comunicación, los interpreté y adapté a mi estilo, tal como tú también harás a partir de hoy. Y conozco hombres y mujeres de éxito que se dedicaron a exponer a tiempo completo a raíz de algunas de mis sugerencias, y espero que tú también sepas aprovecharlas para tu beneficio y el de tu comunidad.

Evita pensar: "¡Esto es demasiado para mí!". En realidad, a medida que vayas asimilando nuevos puntos de vista te sentirás mejor. Es tan simple como si instalaras un nuevo software o programa en la computadora que tienes bajo el cráneo. ¡Tómalo deportivamente, como un pasatiempo! Exígete poco a poco.

Muchos conferencistas, médicos, científicos, vendedores, entrevistadores, maestros de ceremonias, presidentes y dirigentes de clubes y asociaciones, supervisores, gerentes, ejecutivos, secretarias, representantes del gobierno, locutores, periodistas, relatores de noticias, anfitriones, chefs, padres de familia, tutores, maestros y estudiantes de todas las especialidades necesitan aplicar procedimientos para exponer. Quisieran poder contar con asesoramiento personal para dar en el clavo de la persuasión más a menudo. Por eso, ten presente que, si ese es tu sentir, es lo más normal.

Por tanto, ¡rompe tus ataduras mentales y emocionales! Empieza por donde te plazca y aplica aquellas sugerencias que más te atraigan. A medida que las instales en tu personalidad serán un haber para ti. Aplícalas por tu cuenta o para organizar sesiones de práctica en tu casa, oficina, fábrica, tienda, colegio, escuela, academia, campo minero, colonia, club, asociación, o donde prefieras, y adáptalas a las circunstancias, normas, costumbres o tradiciones de tu localidad. Permíteme ayudarte a sacarles el jugo para que llegues a disfrutar el placer de tomar la palabra en cualquier ocasión.

¿Y los nervios? Como el paracaidista, ¡aprenderás a canalizarlos! Por ejemplo, si los comparas con la electricidad, ¿qué harías si los técnicos de la empresa de electricidad dejaran suelto un cable de alta tensión? ¡Seguramente te quejarías inmediatamente, porque podría ocurrir una desgracia! ¿Y qué hacen los ingenieros cuando cae a tierra una torre de alta tensión? Se apresuran hasta el lugar con una cuadrilla de expertos para restablecer el fluido. ¿Qué quiero ilustrar? Que la única manera como la electricidad puede ser útil es conectándola y canalizándola adecuadamente. Primero conectas tu computadora o equipo de sonido, luego te sirven.

Con los nervios ocurre algo similar. Si los dejas 'sueltos', imaginarás toda clase de desgracias. En cambio, si aprendes a canalizarlos mediante la aplicación de algunas sugerencias aprenderás a utilizarlos a tu entera satisfacción y tus miedos se desvanecerán por completo. Tu imaginación, gestos y palabras funcionarán mejor. ¡Qué te parece! Todo es cuestión de regular el voltaje, enchufarlas apropiadamente y lanzarte al ruedo de una vez por todas.

Y si careces por completo de experiencia y tienes que exponer ante varios cientos o miles de personas, y si a pesar de haberte preparado meticulosamente te sobreviniera algún malestar pasajero, como sudoración, dolor de estómago o de cabeza, lagunas, mareos o sed, considéralo como una cuota de ingreso, el precio de tu graduación. Imagina que tu palabra es como un arco templado, a punto de disparar la flecha del éxito. Dicho sea de paso, el Dr. Maxwell Maltz, autor de la psicocibernética (1958) comparó la forma de pensar con un paracaídas. Maltz decía: "A menos que se abra, de nada te servirá". Simplemente abre tu mente, toma tus precauciones y haz lo que tengas que hacer. Luego te sentirás mejor. ¡Te saldrá mucho mejor de lo que pensabas!

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Tu modo de andar, como todo otro rasgo de tu personalidad, refleja algo de ti.

Desplázate con seguridad y estabilidad frente al auditorio. Al subir al escenario, busca el punto del escenario a donde te diriges y mantén la vista allí al ir, mirando por momentos dónde pisas, para evitar tropezar o resbalar.


Si se trata de una reunión muy seria, camina pesadamente, como si pesaras el doble, aunque con dinamismo.  Los andares ligeros comunican fragilidad. Si eres una mujer, procura andar con encanto, pero no de modo que comuniques fragilidad. No me refiero a la fragilidad propia de una copa de cristal, que le viene muy bien a las mujeres, sino al modo de andar ligero o descuidado que transmite falta de carácter, como el de niños descuidados o desorientados. En tal caso, tus pasos deben comunicar encanto, pero también determinación y seguridad, no inestabilidad emocional y desorden.


Si se trata de una reunión muy alegre o informal, acelera el paso. Si llevas mucha prisa, camina con entusiasmo, aunque sin apresurarte nerviosamente, porque si resbalas, podrías caer aparatosamente y proyectar una imagen muy desfavorable. Si usas zapatos nuevos, frota suavemente la suela con una lija suave o con un trozo pelado de papa cruda. Le dará más ajuste.


Si subes o bajas escaleras, pisa los escalones de uno en uno, ¡sin rasparlos! Si quieres subir de dos en dos, es preferible que lo dejes solo para las ocasiones informales.

Si caminas muy lentamente frente al escenario, evita balancearte exageradamente.

Si caminas muy lentamente frente al escenario, separando mucho los pies hacia los lados, exagerarás el balanceo de tu cuerpo y proyectarás una imagen muy pesada, como de tortuga; y si lo haces muy rápidamente, se verá ridícula, como Chaplin. Por eso, mantén tus pies cerca, el uno del otro, y camina frente al público haciéndolo solo de vez en cuando.

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Tu manera de tomar asiento, como todo otro rasgo de tu personalidad, refleja algo de ti.

Toma asiento con seguridad y aplomo frente al auditorio. Asegúrate de tener la silla exactamente detrás de ti. Algunos se han desorientado, traicionados por los nervios, y han caído aparatosamente al intentar sentarse, jalando el mantel y ocasionando un desorden total. Otros han sumergido la corbata en la sopa.


Si decides tomar asiento, hazlo con naturalidad. Primero toca el borde del asiento con tus pantorrillas y después dobla las rodillas, con distinción, como lo haría un embajador que toma asiento para dialogar con sus homólogos de otros países. Y aunque te sugiero ponerte de pie con entusiasmo si vas a hablar desde tu sitio, evita dar un salto o hacerlo tan lentamente que parezca que sufres de ciática. Por supuesto que, si sufres de ciática, estaría justificado.


Las cuerdas vocales son extremadamente sensibles. Reciben el impacto directo de cualquier tensión proveniente del resto del cuerpo, ya sea por una manera exagerada de gesticular o por colocar los pies, piernas o manos de una manera que produce tensión, y, por supuesto, por gritar. Los gritos contribuyen a producir una voz latosa, raspante, chillona, tosca, ronca u horrible, porque falta la relajación necesaria para la modulación agradable. La modulación profesional y los gritos son totalmente incompatibles.

Por otro lado, muchas personas que exponen sentadas someten a tensión innecesaria sus cuerdas vocales moviendo nerviosa y constantemente sus pies o piernas, o juntando y sobando sus manos como si rezaran. Eso se refleja en las cuerdas vocales. Otra manera de generar tensión es recargarse sobre la mesa apoyando los codos mientras se elevan exageradamente los hombros hasta la altura de las orejas, dando una imagen de lástima. ¡Relájate un poco!

Por supuesto que la altura de la silla y de la mesa, o tu propia estatura, pueden afectar tu postura y tu imagen. Solo que, en cuanto dependa de ti, procura proyectar una postura tranquila y libre de tensiones.


Mueve solo los documentos o lapiceros que sean necesarios. En todo momento evita que tu cuerpo, gestos o movimientos se conviertan en factores que distraigan. Por ejemplo, si vas a usar un puntero, coloca la punta exactamente donde quieres que el auditorio ponga sus ojos; y cuando termines de usarlo, déjalo a un lado, o parecerás un director de orquesta o espantador de mosquitos.


Si eres miembro de un panel, recuerda que lo correcto, educado y culto es concentrarte en lo que se está tratando. Quédate casi inmóvil durante la exposición de otra persona, mírala a los ojos y asume una postura que demuestre que realmente estás concentrándote en lo que está diciendo.

Evita fumar frente al -o en el- auditorio. ¿Sabes por qué los relatores profesionales de noticias evitan fumar frente al televidente? Por la misma razón por la que te sugiero evitarlo. Además, a pesar de las imágenes de salud, belleza y prestigio que proyecta la publicidad, al presentar a los fumadores como modelos de éxito, la realidad es que la sociedad en general asocia a la persona que fuma con los conceptos "monería", "mal olor", "mal aliento", "contaminación ambiental", "dientes y dedos amarillos", "bigotes sucios", "vicio", "adicción", "falta de voluntad", "debilidad de carácter", "cáncer", "suicidio lento" y "muerte". ¡Eso distrae!


Si necesitas urgentemente a tu secretaria, y estás en medio de una conferencia, en vez de llamarla a gritos o buscarla con una lupa entre tus oyentes, coordina con ella de antemano para que esté alerta a algún gesto tuyo previamente acordado, como cogerte mucho rato el mentón ("Llámame ahora mismo a mi celular"), o cogerte del cuello ("Ven inmediatamente").

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Como todo otro rasgo de tu personalidad, tu manera de ponerte de pie refleja algo de ti.

Mantén tus piernas seguras y estables frente al auditorio. Sea de pie, sentándote o andando. Busca una ubicación apropiada en el escenario y la mejor iluminación, a fin de comunicar confianza a tus oyentes. El concepto de Dale Carnegie respecto a la postura era que los hombres debían reflejar distinción, y las mujeres, encanto.


Si eres hombre y decides hablar de pie, endereza las rodillas, sintiendo tus piernas como si fueran dos enormes columnas de fierro y el peso del cuerpo sobre ambos talones, los cuales mantendrás ligeramente separados, en línea con las clavículas. Evita asumir una pose afectada. Si eres mujer, descansa sobre tus piernas con flexibilidad al asumir una pose femenina. Por ejemplo, una postura encantadora resulta de dibujar la forma de una "V" con ambos pies, y después, acerca el talón de un pie al arco del pie contrario y endereza por lo menos una de las rodillas. Si decides enderezar ambas rodillas y mantener ambas piernas rectas (que es la postura más formal para una mujer), en vez de hacer la forma de una "V", es mejor pegar las puntas de los pies, la una a la otra, hacer lo mismo con los talones.

Lógicamente, analiza, de acuerdo a la ocasión, cuál postura te conviene más. Un espejo puede ayudarte a ver todas tus opciones en cuanto a tu postura y manera de andar.


En el artículo sobre los gestos y ademanes se trata este asunto ampliamente, pero si nos referimos a la postura en general, te sugerimos que si no usas las manos, las dejes caer con naturalidad a los lados (de pie) o las dejes sobre los muslos (sentado). Si prefieres juntarlas, y eres varón, sugerimos hacerlo por detrás (de pie); si eres mujer, por delante (de pie). Sin embargo, manténlas sueltas, no tensas sobre el nivel de la cintura como un cura o una monja. La razón es que los codos permanentemente doblados, indican tensión, y la tensión comunica nerviosismo, falta de aplomo o inseguridad. Si tomas asiento tras una mesa, sugerimos mantener las manos sobre la mesa.


Evita considerar el atril como si fuera el burladero de una plaza de toros. Es solo una mesa para colocar tu bosquejo. Si te aferras a él a cada rato o por mucho tiempo, perderás presencia e inspirarás falta de confianza interior. Aunque puedes apoyarte muy suavemente sobre él de vez en cuando para realzar tu imagen, evita aferrarte nerviosa y permanentemente.


A menos que desees llevar a cabo una escena de relajamiento, desplázate de aquí para allá solo durante cortos períodos y de modo variado. Evita bambolearte sobre el sitio como un péndulo, porque podrías inducir a dormir a aquellos oyentes que estén cansados, sobre todo, después de almorzar o cenar. Desplázate con entusiasmo, para impedir la ilusión óptica de péndulo hipnótico o la sensación del movimiento de un bote en el mar.

Cuando caminas o te bamboleas rítmica y constantemente de un lado a otro, las cosas, desde el punto de vista del espectador, se ven así: Mientras vas hacia la izquierda, el escenario parece moverse hacia la derecha, y cuando vas hacia la derecha, el escenario parece moverse hacia la izquierda. Esa combinación de movimiento constante puede marear y originar una respuesta defensiva como estas:
  • Que sitúen su mirada en un punto fijo y den la impresión de estar distraídos.
  • Que bajen la mirada baja y comiencen a dibujar flores, lo cual interpretarás como falta de interés o de respeto.
  • Que cabeceen y se suman en un sueño profundo, lo cual te sacará de quicio.


Una debilidad de algunos consiste en exponer dando la espalda constantemente a cierto sector del auditorio. Nada recomendable. Necesitas ver la reacción de todo el auditorio constantemente. Dar la espalda durante mucho rato a un sector podría interpretarse como una muestra de menosprecio hacia los individuos de dicho sector. Eso sería muy inconveniente, sobre todo, si quieres persuadir.


Cuando escribas en la pizarra, señales con el puntero o quieras cambiar de un lado al otro del escenario, gira siempre de espaldas a la pizarra o de cara al escenario. La próxima vez que veas una obra de teatro, tómate la molestia de observar cómo giran los actores.


Los estereotipos y condicionamientos sociales en el trato causan diferentes reacciones ante la postura del orador cuando camina, se pone de pie o toma asiento. Por eso siempre sugerimos a los varones esforzarse por comunicar el aplomo de un árbol, y a las mujeres, el encanto de las flores.

Tanto los árboles como las flores comunican gran estabilidad, pero despiertan diferentes emociones y sensaciones. Por ejemplo, los niños se sienten intimidados por los árboles, pero se conmueven ante las flores; instintivamente miran a los árboles con respeto y quieren trepar por sus ramas, pero toman las flores en sus manos con delicadeza, sonríen y quieren entregársela a alguien.

Si un varon comunica el encanto de una flor, o una mujer comunica el aplomo de un árbol, debe asumir su responsabilidad por el efecto que su postura pudiera causar en sus oyentes.

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Potencia de voz

Una voz fuerte favorece la producción de ideas y ademanes más eficaces.

En el pasado era imprescindible la acústica de los salones porque la resonancia de la voz era el único recurso disponible. La voz de los oradores, poetas y cantores era impresionante. En cambio, en el siglo XX, gracias al adelanto científico, la acústica artificial salió al rescate: El micrófono resolvió el problema.

Puedes llegar cómodamente hasta la última fila de un auditorio de 100 personas con la intensidad de tu voz, y, si esta es insuficiente, ya sea por debilidad o porque el auditorio es más grande, puedes usar un equipo de sonido, y listo. Por otro lado, si hablas regularmente y durante largos períodos (de auditorio en auditorio), tal vez te convenga hacer algunos ejercicios. El micrófono de ninguna manera aliviará una irritación.


Se logran efectos muy interesantes de énfasis cuando se combina flexiblemente la potencia de voz con una pronunciación correcta, la velocidad y el tono de voz.


Los ejercicios controlados de ladrido te permiten comenzar a desarrollar potencia para hablar. Observa detenidamente cómo ladran los perros o rugen los leones, cómo lo hacen, cómo contraen el estómago y proyectan el sonido a gran distancia. Imagina que el sonido es una pelota invisible de tenis y pregúntate hasta dónde llegaría. Igualmente, habla como si proyectaras tu voz desde el escenario hasta la última fila del auditorio. Usa tus pulmones en toda su amplitud, desde abajo. No es cuestión de forzar la voz ni hacerte daño, sino de dejarla salir con naturalidad desde el fondo.

Coloca ambas manos en forma de cuchara, como para recibir agua, y llévalas a tus orejas para escuchar tu voz con más claridad, como si se tratara de hablar con dos teléfonos al mismo tiempo, y comienza a ladrar suavemente. Siente las contracciones del diafragma en la parte superior de tu estómago. Después hazlo con un poco más de esfuerzo, pero sin exagerar. Luego, reemplaza el ladrido por la palabra "oiga", "Paola" o "Carola".

Junta las palmas de ambas manos y cubre someramente tu nariz y boca. Luego comienza a hacer resonanr tu pecho como con un suave gruñido las letras M, N, Ñ, L y R o diciendo palabras que las contengan (biombo, Maracaná, cañaveral, córtenlo, cadalso, temblando, circunferencia). Luego descúbrete y procura producir un sonido similar.


Los ejercicios de boca de megáfono -o de abrir bien la boca desde el interior- te permiten una mayor proyección de la palabra con menos esfuerzo. Tal como un megáfono propaga mejor el sonido de la voz, el interior de tu boca debería funcionar como un megáfono, lo cual no será posible si no la abres un poco. Si mantiene los dientes superiores e inferiores casi pegados, tendrás menos resonancia que si los separas un poco (más o menos el grosor de un lápiz).

Primero, toma conciencia de la utilidad de tu resonancia. Por ejemplo, pon tu boca dentro de una sartén y di suavemente: "Carola". Seguidamente, compáralo haciendo lo mismo dentro de una olla muy grande, y observa cómo tu voz ha 'crecido'. Es la resonancia. En realidad, es tu misma voz, pero la olla le ha dado más fuerza y presencia. Por una razón parecida, si abres la boca ampliamente, como una corneta, es decir, usando tus pulmones y tu boca como resonadores, y dices: "¡Carola!", "¡Zambo!", "¡Tecla!", tus pulmones actuarán como una olla, y tu boca como un megáfono. Cuanto más aproveches estos recursos, tanto más llena y fuerte se oirá tu voz.

Ahora bien, ten en cuenta que estos son solo ejercicios. No significa que debas andar por ahí abriendo la boca como una corneta cada vez que hablas. Cuando des tus discursos, tu resonancia saldrá naturalmente, sin necesidad de abrir la boca ni exagerar los movimientos de tu boca.

Lógicamente se trata de ejercicios sencillos. De ninguna manera realices movimientos exagerados de los labios delante del público, porque distrae mucho. Tu boca se convertiría en un factor de distracción. 


Los ejercicios de sentarte en una esquina te permiten, al mismo tiempo, mejorar tu capacidad oral y tu cultura. Toma asiento en la esquina de una habitación y lee en voz alta un libro o revista de cultura general. El sonido de tu voz chocará con la esquina, se proyectará mejor hacia tus oídos y te permitirá tomar conciencia de verdadera capacidad oral. Solo que al inhalar cada bocanada de aire, hazlo de modo que no oigas tu respiración, sino solo el sonido de tu voz, es decir, procurando una respiración casi imperceptible.

Si no quieres leer, puedes usar frases que contengan M, N, L y R. Para la resonancia pudieras decir algo así como: "El orador mayéutico hace una pregunta interesante para que el oyente la piense profundamente y responda con entendimiento". Y si lo que quieres es ejercitar el control de tu respiración (la salida del aire), procura decir la frase unas 5 ó 6 veces con una sola bocanada de aire, aprovechando al máximo la resonancia de la cavidad de la boca mientras dices la frase economizando el aire lo más posible. No te esfuerces demasiado, deberías hacerlo con naturalidad.

Para ejercicios de relajamiento algunos recomiendan oír la respiración, pero no los recomiendo para los ejercicios de potencia, resonancia y modulación. Aprovecharás mejor este ejercicio si combinas los ejercicios de resonancia y respiración con los de pronunciación. Se obtienen buenos resultados.


Si quieres hacer ejercicios de corte profesional para la oratoria, Nicanor Lafuerza (Chile) sugiere todo un régimen en su libro "El Arte de Hablar en Público". También puedes buscar en Internet "impostación de la voz". solo ten en cuenta que los ejercicios para el canto no necesariamente son  los mismos que para la oratoria o la locución radial, porque sus fines son distintos.

Un buen volumen de voz favorece la producción de ideas y ademanes vigorosos, porque está estrechamente ligado al entusiasmo, y el entusiasmo es un requisito para exponer en público eficazmente.


Como sabemos, las palabras están compuestas por sílabas, y damos a cada cual la fuerza de voz que requiere para completar su sentido. Por ejemplo, "monarca" tiene tres sílabas o golpes de voz: mo/nar/ca. La mayor fuerza de voz recae sobre la segunda "nar", porque es la que lleva el acento, aunque eso de ninguna manera significa que las otras dos merecen poca o ninguna fuerza.

Lamentablemente, eso es, precisamente, lo que muchos hacen. Dan demasiada fuerza a una sola parte de la palabra en detrimento del resto, lo cual crea confusión o dificulta el entendimiento. Por ejemplo, en vez de oír: "Su habilidad de observación fue incomparable", el auditorio solo oye: "...lidá ...vación ...pará". Si el mensaje se difunde por radio o televisión, y la voz produce demasiada resonancia, la dificultad para entenderle aumenta. Por ejemplo, "¡los papás!", podría sonar: "¡Papapaaa!", o "una energía" podría sonar "una herejía".

Para evitar ese efecto, es imprescindible hacer ejercicios de articulación de las palabras tomando conciencia de la necesidad de pronunciar claramente TODAS las sílabas, a pesar de que solo una sola de ellas reciba la mayor potencia.

Más adelante en este mismo archivo, en el artículo "¿A qué velocidad leer en público?" hallarás otros ejercicios que ayudarán a tu resonancia y potencia. Los ejercicios para la potencia de voz, pronunciación, tono, modulación y velocidad pueden realizarse simultáneamente para pobtener mejores beneficios.

Aunque es cierto que un micrófono amplía el sonido de la voz, también puede contribuir a la difusión de una pronunciación incompleta de las sílabas y causar tropiezo al entendimiento, sobre todo, cuando se dicen palabras o frases que pueden entenderse de dos maneras diferentes. Por ejemplo: Si "de vuelta en la nave madre" se oye como "devuel...nae...mae...", podría interpretarse como: "de vuelta la madre", "revuelva la madre" u otra cosa. ¿Por qué? Porque la exigencia del entendimiento, es decir, la necesidad de entender el pensamiento completo, obliga al oyente a llenar automáticamente los vacíos con lo primero que oye, lo cual sustituye con lo primero que se le ocurre.

Cuando el que habla descuida este importante detalle, su pronunciación puede parecer adecuada en el plano de una conversación informal, aunque terriblemente deficiente si la oye en una grabadora. Las palabras requieren mayor fuerza de voz en las sílabas que llevan el acento, siempre que se evite un golpe de voz tan diferente que cause una confusión. Por eso es vital realizar ejercicios o prácticas de articulación, para dar a cada sílaba la fuerza de voz adecuada.

Los ejercicios de respiración no solo sirven para el volumen o potencia de voz, o para lograr una pronunciación más exacta, sino para mantener un buen suministro de aire en los pulmones, reduciendo la ansiedad y, por tanto, manteniendo bien oxigenado el cerebro, reduciendo el riesgo de que la sangre se acumule en las piernas y se produzca un síncope vasovagal (ver Glosario). Por eso, acostúmbrate a hacer ejercicios de respiración, resonancia y decisión.

La voz aguda comunica tensión al auditorio, lo pone nervioso, y con el paso del tiempo lo exaspera; la voz áspera y fría, comunica falta de consideración y lo pone a la defensiva, no anima a cooperar; pero una voz agradable, cálida, amigable y bondadosa no solo lo motiva a prestar atención, sino lo que es más importante, a cooperar de buena gana.

Entonces, ¿por qué una voz de mando militar mueve a acción? Eso se debe a que se da en el marco de quienes gustosamente se han enrolado en el servicio militar. Pero si tu auditorio no está compuesto de soldados, te aseguro que un tono militar difícilmente logrará cooperación voluntaria; a lo mucho una cooperación forzada que rara vez es confiable. Cuando los generales y coroneles de los ejércitos más poderosos del mundo hablan con la prensa, es decir, con civiles, no usan un tono militar, con una voz áspera ni fría, porque reconocen que no tendrían acogida.

Por eso, desarrolla tu personalidad, cultiva un estado de ánimo distendido y trabaja con tu voz procurando producir tonos agradables mediante un volumen controlado del aire. 

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La necesidad de ser puntual

Ser puntual y participar apropiadamente muestra sentido de responsabilidad.


Toma tus precauciones organizando apropiadamente tus asuntos personales con anticipación para llegar temprano o antes de la exposición, a fin de evitar una perturbación, incomodidad o distracción innecesaria a la persona que expone y a los asistentes.

Esfuérzate por retirarte conforme al horario estipulado, para contribuir a la concentración de quien esté exponiendo y de los demás asistentes durante la sesión.


Despliega respeto y cortesía hacia quien expone y hacia los demás miembros del auditorio por medio de ser puntual al tomar parte activa en la reunión.

Si deseas expresarte, hazlo cuando la otra persona haya terminado, o te entenderán con dificultad. Es absurdo que hables mientras otra persona está hablando, sobre todo cuando se trata de hacerlo por radio o televisión. ¡Nadie entiende lo que se dice! ¿Qué tiene que ver esto con la puntualidad? Mucho. Espera tu turno para intervenir con preguntas o comentarios interesantes, y adhiérete al tiempo que te conceden.

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Tipos básicos de discurso

Básicamente, un discurso es un razonamiento.

Según su naturaleza, un discurso es un razonamiento cualquiera, de modo que podemos presentarlo ante otra persona o ante un numeroso auditorio. Además, dependiendo del tono y la forma, podemos darle un estilo particular. Por ejemplo, un discurso intelectual o un discurso cómico, un discurso militarista o un discurso parlamentario.

Oratorianet de ninguna manera pretende calificar ni clasificar la vasta variedad de tonos, formas y estilos que las personas dan a sus discursos. Solo pone énfasis en la necesidad de aplicar los principios que rigen una exposición dinámica, cualquiera que sea la orientación que le dé la persona que expone.


Hay discursos en los que sólo expone una sola persona. Es un recurso cuando se quiere dar a conocer un asunto, noticia, advertencia, resolución, explicación, resultado, instrucción, orden o mandato. Se omite el diálogo directo. A veces puede incluir una entrevista o escenificación. Y también hay discursos al estilo de conferencia, que son las exposiciones que incluyen el diálogo con el auditorio, que puede participar durante las mismas. Un discurso puede ser preparado por la persona que lo expondrá, o puede ser preparado por un equipo de personas.


Es un discurso que generalmente incluye alguna clase de diálogo con los oyentes. Puede ser de diferentes clases:

Una sola persona expone. Presentas el argumento con alguna participación del auditorio mediante preguntas y respuestas o solicitando comentarios. Estas son algunas diferentes maneras de hacerlo:

  • Propones el tema, lo preparas y expones ante el auditorio.
  • Propones el tema y lo bosquejas, aunque otro lo expone.
  • Otros proponen el tema, aunque tú lo preparas y expones ante el auditorio.
  • Otros proponen el tema y lo bosquejan, y tú lo desarrollas y expones.
  • Otros proponen el tema y tú solo respondes las preguntas del auditorio (Por ejemplo, una conferencia de prensa).
Simposio. Es cualquiera de las modalidades anteriores, solo que a cargo de varias personas. Cada cual toma a su cargo una parte del argumento, que también puede incluir alguna participación del auditorio mediante preguntas y respuestas o solicitando comentarios. Esto es especialmente ventajoso cuando la exposición requiere que diferentes clases de especialistas se hagan cargo de ideas específicas.

Taller de trabajo.
El taller de trabajo es una conferencia con plena participación del auditorio, ya sea para desarrollar habilidades manuales o de relaciones humanas, cuyas partes son:
  • Preparación. Preparas tu enseñanza, la sesión y el auditorio. El ambiente apropiado es esencial para reforzar la motivación crear el mejor efecto. Como sugiere Dale Carnegie, es mejor un aula chica abarrotada de gente que una sala enorme con cuatro gatos.
  • Explicación breve. Explicas brevemente lo que esperas del auditorio.
  • Demostración. Demuestras detalladamente cómo lo deben hacer.
  • Práctica. Permites suficiente tiempo para que todos pongan en práctica lo que vieron y oyeron.
  • Evaluación. Evalúas el desempeño y lo tomas como punto de referencia para mejorar tus explicaciones o añadir información y pasar a otra etapa. Para modelos de tablas de evaluación, puedes hacer clic aquí.

Un seminario es una exposición que consiste de tantos discursos o conferencias que requiere varios días, hasta una semana, para completarse. También puede incluir alguna participación del auditorio, como en el Taller de Trabajo.

Para una breve consideración de nuestra opinión acerca de los varios tipos de oratoria que comúnmente usan algunas personas para presentar sus discursos, haz clic aquí.

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Habla a una velocidad equilibrada

En vez de alimentarse de lo que come, la gente se alimenta de lo que digiere.

Aunque trague grandes cantidades de alimento, una persona solo se beneficia de un poco, porque se alimenta de lo que su organismo puede asimilar. Algo parecido ocurre con un discurso. Si hablas demasiado lento o demasiado rápido, puedes indigestar mentalmente a tus oyentes. Lo importante es hablar lo suficiente y a una velocidad equilibrada. El apresurarte nada tiene que ver con beneficiar a tus oyentes, tal vez con darte pompa.

Habla a una velocidad equilibrada durante toda la exposición
Lee esta oración en exactamente cinco segundos y acostúmbrate a esta velocidad.

Habla rápidamente solo cuando consideres puntos de menor importancia
Lee esta oración en exactamente cinco segundos y usa esta velocidad cuando consideres puntos secundarios.

Habla lentamente cuando quieras dar un énfasis especial a alguna idea
Lee esta oración en exactamente cinco segundos.


Cuando quieras darle una pincelada de impacto. ¡Hazlo con confianza! Un silencio puede ser tan valioso como una frase bien dicha. Inserta vacíos en momentos específicos, en lugares muy bien escogidos y al margen de los puntos y comas del escrito. Jamás temas hacer una pausa.


Una advertencia. Evita hacer pausas largas a
 rato, porque una pausa larga a cada rato le confiere un toque ceremonial a la exposición. Algunos auditorios toleran con dificultad el habla ceremonial o excesivamente lenta. Usa esta clase de pausa si tienes la seguridad de que no perderás atención ni aburrirás.


Permite vacíos o silencios un poco más largos cuando quieras que el auditorio retenga un concepto muy importante. Algunas personas que exponen derraman todo su cerebro sobre el auditorio, como un impresionante aluvión de verborrea, ¡y de hecho lo consiguen con auditorios que están compuestos de gente que se deja seducir por la simple palabrería! Muchos oradores ignoran que la reflexión es al entendimiento lo que el proceso de asimilación al acto de alimentarse. Hablan sin parar porque nunca calculan el efecto.

Por eso, permite que el auditorio trague y asimile oportunamente cada nuevo concepto mediante callarte de vez en cuando. Si disparas ideas y pasas de un punto secundario a un punto principal, o de un punto secundario a un punto principal, sin hacer distinción, te parecerás a Rambo cuando dispara balas. Inundarás al auditorio con frases que pescarán al azar sin atar cabos y les aprovechará poco a largo plazo. Aunque te aplaudan y exclamen: "¡Qué buen discurso!" o "¡Qué gran exposición!", ¿de qué les sirvió? Solo para tu ensalzamiento. Lo importante es que recuerden lo más posible y puedan aplicarlo a sus vidas?


Muchas personas que exponen pausan indiscriminadamente o tienen miedo de callar porque suponen, equivocadamente, que lo apropiado es hablar de principio a fin sin parar. Se imaginan que las pausas pueden tener un efecto adverso en el auditorio. Ignoran que, en realidad, el manejo prudente del silencio es una marca que identifica a las personas que exponen eficazmente.

Por eso, combina hábilmente el silencio controlado y las ilustraciones, preguntas, gestos, movimientos, actitudes y frases interesantes para sembrar más eficazmente las ideas en la memoria colectiva del auditorio. Por ejemplo, si dices: "Este es un momento muy preocupante para todos nosotros", y quieres destacar la frase 'muy preocupante', aíslala con silencios, así: "Este es un momento [calla por un par de segundos] muy preocupante [calla nuevamente por un par de segundos] para todos nosotros". Por otro lado, si quieres resaltar 'para todos nosotros', hazlo así: "Este es un momento muy preocupante [silencio de unos dos segundos] para todos nosotros[silencio de unos dos segundos]". Eso es dar buen uso a las pausas.

Pausa de vez en cuando. Si te vas al extremo de pausar muchas veces durante el discurso, podrías hartar y aburrir a tus oyentes. Sería como viajar en automóvil hasta un poblado distante frenando cada 10 metros durante todo el trayecto, o comer una opípara comida china con palitos de fósforos. ¡Desesperante!

Marca tu bosquejo. Recomiendo a los principiantes que dibujen una raya oblicua ( / ) en su bosquejo antes y después de cada palabra o frase que quieran resaltar, para que sepan cuándo callar. Después de ganar experiencia, sabrán hacerlo espontáneamente.

Silencio de curiosidad. Inserta un silencio antes de la idea, para despertar curiosidad en lo que dirás inmediatamente después. Esta es una pausa muy eficaz.

Silencio de profundidad. Inserta el silencio después de decir la idea, para estimular una reflexión profunda y permitir que la idea eche raíces.

Hay un silencio o pausa que es diferente de todo lo considerado antes, que sirve especialmente cuando la otra persona dice una palabra o frase con la cual desea explicarte algo. Es un vacío que da a entender que estás reflexionando en lo que dijo. Es la pausa de reflexión.

A primera vista, la pausa de reflexión  pudiera parecer que no sabes qué decir, en realidad tu finalidad es indicar, en lenguaje corporal, que estás pensando detenidamente en lo que acaba de decir, que no has tomado a la ligera su opinión. La pausa de reflexión se caracteriza por un largo "mmmm", y algunos la refuerzan diciendo algo así como: "¡Qué interesante! Su punto de vista es interesante (oportuno, bienvenido, iluminador, natural, común, lógico, justificado) ". Es una pausa que causa un verdadero vacío antes de continuar. A veces, puede durar tanto tiempo que la misma persona puede volver a intervenir antes de recibir la respuesta, o, en ocasiones, pudiera tardar hasta la siguiente sesión. Algunos maestros experimentados responden: "¡Muy buen punto! En la próxima clase le respondo".

En cualquier conversación o discurso, generalmente uno responde las preguntas inmediatamente, pero cuando uno quiere que la otra persona sienta que verdaderamente se la comprende, es mejor hacer una pausa de reflexión, que no parece tener una respuesta inmediata.

Por ejemplo, si alguien dice: "Usted está equivocado, porque blablabla...", no actúes como si tuvieras la respuesta en la punta de la lengua, como si ya sabías lo que iba a decir. La pausa de reflexión se caracteriza por que no parece haber una respuesta. Por eso, en estos casos excepcionales, es mejor dar una opinión calmada después de una pausa de reflexión. Todos lo interpretarán como una respuesta reflexiva o bien pensada. A veces conviene dar la impresión de que no tienes todas las respuestas, solo para no dar la impresión de ser un pedante.

Entonces, ¿cuándo hablar 14 palabras cada 5 segundos? Habla 14 palabras cada 5 segundos, como promedio, durante todo el resto del discurso. Es una velocidad dinámica que hace más entretenida la presentación, permite tomar apuntes y no somete a presión a quienes tienen problemas auditivos o tienen dificultad para entender el idioma.

Recuerda que los ejercicios para las cualidades de la voz (potencia, pronunciación, modulación y velocidad) pueden realizarse simultáneamente. Se logran los mismos beneficios pero al mismo tiempo. No tienes que separa un tiempo diferente para cada cualidad. Puedes hacerlos juntos.

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A qué velocidad leer en público

Fran Capo llegó a ostentar el Récord Guinness como la mujer que
habló más rápido en el mundo: ¡10 palabras por segundo!
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Fran Capo llegó a ser una prueba viviente de lo rápido que puede moverse la lengua de una mujer para producir el habla. Al grabar su voz y reproducirla a una velocidad inferior a la normal, se pudo comprobar que, a pesar de una aparente confusión para el oído no entrenado, en realidad pronunciaba cada palabra correctamente. En cierta ocasión, compareció ante un tribunal en calidad de testigo, y la estenógrafa que registraba el proceso tiró la toalla. Se quejó ante el juez de la velocidad de Fran para dar su testimonio. Era prácticamente imposible escribir tan rápido lo que decía.

Si bien es cierto que la rapidez pudiera ser un ejercicio para impresionar a otros, ganando concursos de velocidad, paporreteo o trabalenguas, de nada sirve en la lectura pública cuando el propósito es impartir entendimiento al auditorio. ¿A qué velocidad se sugiere leer en público?

Leer en público no es exactamente lo mismo que hablar en público, porque la lectura interfiere por períodos con el contacto visual entre el orador y el auditorio, causando que el oyente se distraiga fácilmente con lo que ve alrededor y pierda el contacto mental con la idea de vez en cuando. La única manera de lograr que el contacto con la idea se mantenga y profundice en una lectura pública es solicitando que los oyentes sigan la lectura en sus propios ejemplares. El efecto audiovisual dará los mejores resultados. Pero si no es posible que cada cual siga la lectura en su propio ejemplar, demandará mucho más perspicacia de parte del lector para dar en el blanco de la eficiencia, porque la concentración del oyente no será tan profunda. Una lectura plana, sin énfasis, ligera o superficial no sirve para nada. El oyente tenderá a divagar constantemente perdiéndose todo el beneficio de la lectura.

Aunque gran parte de la información que una persona recibe ingresa por sus sentidos (principalmente la vista y el oído), los demás sentidos podrían competir de un momento a otro con la atención que requiere la idea que se está exponiendo desde el escenario, como sería el caso de un repentino olor nauseabundo (olfato), el toque de alguien que la golpea casualmente al salir de la fila (tacto), el que alguien le ofrezca un dulce (gusto), el que alguien comenzara a abrir la envoltura de una bolsa de papas fritas (oído), o el que un ave o abeja se introdujera en el local y comenzara a revolotear sobre todos, o una mujer que comenzara a arreglarse el cabello, sacudiéndolo delante del que está sentado detrás (vista). Además, si aquello despertara una emoción de rechazo o sorpresa, la distracción podría ser peor. Todas estas cosas hacen perder la concentración. En otras palabras, se pierde el hilo y, por tanto, el beneficio. ¡Cuánto más si el propio lector es quien causa la distracción con una pésima lectura!

Para que una sesión de lectura pública alcance un alto grado de concentración, lo ideal sería que el oyente siguiera la lectura con su propio ejemplar. De otro modo, el beneficio resultaría muy inferior al que obtendría si concentrara la mayor cantidad de sentidos en la idea principal. Si la vista y el oído prestan atención simultáneamente a la idea, lograrás mayores beneficios que si siguiera la lectura con el oído pero se distrajera observando lo que sucede alrededor.

Cuando cada oyente tiene en su poder una copia del material del discurso o conferencia, el efecto audiovisual de una lectura pública solo puede lograrse si el orador repite textualmente lo que está escrito en el material que tienen sus oyentes, o el material que está proyectado en una pizarra o diapositiva, y después comenta la información. Pero se perderá si lo hace al revés, es decir, si comenta la información sin haber leído textualmente por lo menos una parte del material; de hecho, los confundirá y estimulará a poner a un lado el escrito.

Si escuchar una lectura pública requiere del oyente más concentración que un discurso, porque al perder el contacto visual con el orador favorece mucho su falta de concentración, entonces el lector ha de poner más cuidado en su ensayo del escrito con la finalidad de darle la intensidad, velocidad, modulación y articulación adecuados. La velocidad es, por tanto, uno de dichos factores. ¿Cómo lograr una velocidad apropiada?

a. Toma un escrito, escoge un párrafo y averigua cuántas palabras contiene en total.
b. Léelo de comienzo a fin calculando el tiempo con un cronómetro para averiguar cuántos segundos (en promedio) dura tu lectura.
c. Divide la cantidad de palabras entre 12 y sabrás cuántas palabras leíste cada 5 segundos.

Si bien es cierto que sugiero hablar en público a razón de unas 14 palabras cada 5 segundos, lo cual permite un desarrollo dinámico de la información, para leer sugiero una velocidad promedio de 12 palabras cada 5 segundos. Leer más rápido o más lento depende de factores como, por ejemplo, el tiempo que te conceden para leer, el énfasis y la modulación que requieren los distintos párrafos y la capacidad del auditorio para entender la lectura.

Una lectura muy rápida podría echar a perder el beneficio si los oyentes tienen un bajo nivel de lectura, educación o concentración, porque les costaría entender lo que se leyó, sobre todo, si nadie tiene un ejemplar propio del documento. Si tienen un ejemplar, les resultará más tolerable.

En cambio, si el público tiene un buen nivel de lectura, educación y concentración, una velocidad muy lenta puede perjudicar los objetivos porque se aburrirán terriblemente, favoreciéndose la pérdida de atención y concentración.


La lectura en voz alta es una cualidad que merece atención especial. En combinación con una pronunciación clara y un tono de voz adaptado al material, sugiero una velocidad promedio de 12 palabras cada 5 segundos y tener mucho más cuidado al pausar, disminuir o acelerar la velocidad, por lo menos, por tres razones:

Problemas auditivos. Unefectoequivalentealdeescribirpalabrassinusarespaciosnisignosdepuntuación es hablar sin hacer pausas apropiadas. Pero adiferencia de los que usan anteojos para ver mejor, usualmente los que tienen problemas auditivos no usan audífonos para oír mejor. Si lees muy rápido, el efecto agolpará las palabras y no entenderán nada. Por otro lado, si pausas a cada rato, puedes comunicar un énfasis o clímax constante, echando a perder el énfasis cuando realmente se necesite. Nada se destacaría entre la multitud de palabras y frases.

Además, el uso indiscriminado del micrófono cuando el orador no entiende cómo se utiliza, alzando exageradamente la voz o gritando, o el técnico sube exageradamente el volumen, tiende igualmente a aglomerar las palabras y entorpecer o nublar el entendimiento. Además, causa molestia innecesaria al los oyentes. El micrófono se inventó para que la voz natural llegara cómodamente hasta la última fila sin tener que gritar. Hablar a toda velocidad y sobre todo gritar es una combinación pésima.

Sentimiento y propósito. Siendo que la velocidad contribuye al énfasis, no debes darte el lujo de ponerle el énfasis donde te dé la gana o ponérselo en cualquier lugar sin tener en cuenta el verdadero sentimiento o propósito del tema, sobre todo si no es tu propia redacción. Primero debes leer completamente el material para familiarizarte con el sentido que el autor quiere que se le dé, y segundo, procurar interpretar en voz alta para el auditorio dicho sentido. Por ejemplo, no sería una lectura eficaz si sonara como si hubieras puesto signos de admiración donde el autor no los hubiese puesto, o puntos donde había comas, o comas donde había puntos, o punto seguido donde había punto aparte. Una buena lectura respeta el sentimiento del texto, lo cual incluye una velocidad equilibrada. Puedes acelerar y disminuir la velocidad, pero con mucha discreción, para no deformar el sentido del tema.

Eco o reverberancia.Aunque es cierto que ciertos ambientes no han sido diseñados para la oratoria, como los grandes salones que no cuentan con un diseño acústico o los coliseos cuyas paredes causan reverberancia, un problema aún mayor es poner frente al equipo de sonido a un a un técnico incompetente o que carece de las mínimas cualidades auditivas para advertir las diferencias.

Si no tienes alternativa y el ambiente reverbera mucho o produce eco, tienes que alargar las palabras por medio de reducir exageradamente la velocidad, minimizando el efecto de palabras traslapadas (montadas unas encimas de otras). Si además el técnico ha puesto eco o reverberancia al equipo de sonido, solicítale bondadosamente de antemano que lo desactive, explicándole que el ambiente en sí mismo está reverberando. Sin un control adecuado del eco y la reverberancia, será difícil entender lo que se diga.

La velocidad al hablar o al leer es una cualidad que descuidan muchos oradores, sobre todo los que leen largos y aburridos informes de carácter legal. Por eso, esmérate por equilibrar tu lectura y adaptarla al sentimiento del tema o de la ocasión, y harás un buen trabajo.


Si tu tiempo disponible es demasiado corto para leer a una velocidad normal, tendrás que leer un poco más rápido, pero eso significa cuidar mucho más tu pronunciación para evitar malentendidos. Si el tema es extenso o de tiempo libre, lee a una velocidad normal y haz todas las pausas apropiadas. La clave es: Practicar.


Dependiendo del tipo de documento, y para que tus oyentes respeten tu participación, tu manera de sujetarlo debe adecuarse al nivel de la ocasión y nunca restarle dignidad. Un niño de corta edad no coge un libro como un adolescente; ni un adolescente como un adulto instruido. Al no tener experiencia leyendo, y esforzándose por no equivocarse, la mayoría de los niños suelen encorvarse, agachan la cabeza exageradamente, señalan cada sílaba con los dedos y entierran sus ojos en la página, lo cual produce una lectura opaca, a trompicones y carente de vida. Es una manifestación clara de su inmadurez emocional. Si un adulto lee así, producirá exactamente el mismo efecto.

Por eso, para lograr una postura correcta, y coger el escrito de la mejor manera, una que vaya de acuerdo con tu personalidad y con la dignidad de la ocasión, tienes que practicar frente a un espejo y ver cuál es el mejor modo de hacerlo. La meta es lograr una imagen que inspire confianza y seguridad. Coge el documento como se ve en las siguientes figuras:

Eso significa que si te encorvas, agachas la cabeza y entierras los ojos en el escrito, pensarán que te falta madurar, lo cual no te conviene. Cultiva un porte erguido, uno que permita el paso libre del aire de tus pulmones de modo que tu voz se proyecte lo más lejos posible. Mantén el documento a una distancia cómoda para tus ojos, pero de manera que el auditorio vea el brillo de tus ojos y saber que estás consciente de lo que estás haciendo, no rehuyendo la responsabilidad. En caso de que el micrófono esté muy abajo o arriba, no te encorves ni empines, porque eso desmejorará tu imagen. Simplemente habla más fuerte para que el sonido ingrese al micrófono a pesar de la distancia. No es tu responsabilidad acomodar el equipo. Eso le corresponde al técnico de sonido.

Si tú eres al mismo tiempo orador y lector, tu lectura debe incluir gestos, ademanes y cierto contacto visual con el auditorio para favorecer su concentración en la lectura. Es muy importante que mantengas el contacto visual con ellos durante la lectura. Cuanto mayor sea tu contacto visual durante la lectura, mayor será su concentración. Es por eso que se prefiere que los relatores de noticias de la televisión lean de una pantalla frente a ellos, y no de un documento en sus manos. El escrito es solo para emergencias.

En cambio, si tú no eres el orador, es decir, solamente eres un auxiliar que sirve de apoyo con la lectura, no tienes que mirar al público ni hacer ademanes, porque eso te convertiría en un factor de distracción. El orador es la autoridad sobre el discurso y solo está valiéndose del sonido de tu voz para dar más énfasis a las ideas. Nunca debes competir con el orador atrayendo la atención hacia tu persona. Por ejemplo, en caso de que se te permita participar con preguntas o comentarios, no debes dirigirte al auditorio, sino al orador, porque tú no eres la autoridad en esa ocasión, sino un auxiliar.


Jadear constantemente por aire es un defecto muy común de los lectores que no cultivan la lectura en voz alta, lo cual indica falta de preparación y desmerece la imagen de confianza y seguridad que debe comunicar. Por eso, un requisito indispensable para desarrollar una buena lectura es aprender a controlar el aire, es decir, la respiración. No es muy difícil

Al despertar cada mañana, antes de salir de la cama, cuando tu cuerpo esté totalmente relajado, toma en tus manos un libro o una revista de buena reputación, escoge un artículo o tema interesante y haz el siguiente ejercicio.


Primer tipo de ejercicio. Lee cada oración gramatical de modo que la respiración te alcance cómodamente hasta el punto, es decir, hasta el punto de cada oración. No debes respirar antes de terminar cada oración. Puedes leer uno o más párrafos, pero con una sola respiración para cada oración. Hazlo todas las mañanas.

Segundo tipo de ejercicio. Lee 2 oraciones con una sola respiración. No debes respirar antes de terminar las 2 oraciones. Acto seguido, lee las 3 oraciones siguientes con una sola respiración. No debes respirar antes de terminar las 3 oraciones. Seguidamente lee 4 oraciones con una sola respiración, después lee 5 oraciones, y luego, 6. No debes respirar dos veces antes de terminar la lectura asignada. Hazlo todas las mañanas.

Tercer tipo de ejercicio. Lee 5 párrafos, pero cada párrafo con una sola respiración. Sin importar la cantidad de oraciones que contenga, no debes respirar dos veces en un párrafo.

Cuarto tipo de ejercicio. Lee 2 párrafos con una sola respiración. No debes respirar dos veces antes de leer dos párrafos.
Estos ejercicios te ayudan a empujar tu diafragma cada vez más, a la vez que te permiten controlar la salida del aire, que es un requisito fundamental para cultivar una lectura cómoda y agradable al oído.
Todos estos tips, que son variaciones de los ejercicio anteriores, no son ejercicios para cultivar la voz para el canto, sino solo para aprender a controlar la respiración con la finalidad de leer y exponer en público con mayor comodidad.
1. Suspira profundamente una vez y, después de exhalar, haz lo siguiente: Lee esta frase en voz alta aspirando un poco de aire por la nariz cada vez que pases por una palabra, de manera que al llegar al punto tus pulmones terminen lo más inflados posible. Acto seguido, lee esta otra frase espirando el aire por la nariz, pero dosificándolo palabra por palabra de manera que termines la frase con los pulmones lo más vacíos posible. (Nota cómo tu diafragma obedece al impulso del aire.)
2. Repite el ejercicio del párrafo anterior, pero haciendo que el aire fluya solamente por la boca; después repite el mismo ejercicio, pero dejándolo fluir simultáneamente tanto por la nariz como por la boca. Esto no debe hacerse en un ambiente muy frío ni al aire libre.

3. Haz el mismo ejercicio, pero aspirando y espirando cada dos palabras. Después, cada tres palabras, después cada cuatro palabras, después cada cinco, cada seis, y así sucesivamente, hasta que puedas leer la primera frase con una sola respiración, y después, las dos. Después lee las ambas frases con una sola respiración. Después lee dos párrafos, después tres, después cuatro. Tu capacidad para respirar es el límite.
4. Lleva las palmas de tus manos a ambas orejas, como si imitaras una conversación con dos teléfonos al mismo tiempo, y practica el ejercicio mencionado, pero de manera que no oigas la inhalación ni exhalación del aire. Evita el típico sonido de aspiradora.
5. Suspira relajadamente y lee la mayor cantidad de palabras con el poco aire que queda en tus pulmones, pero diciendo la última palabra con más fuerza que la penúltima. Luego lee la misma cantidad de palabras con un suministro normal de aire.
6. Lee varias porciones extensas de texto tomando un mínimo suministro de aire entre una y otra. Recuerda que no debes jadear por aire ni dejar oír tu respiración.
7. Si haces estos ejercicios antes de levantarte de la cama, tus cuerdas vocales estarán más relajadas. Si los haces caminando, tu oxigenación será más completa.

Tips

Distingue entre la "D" oclusiva (con cierre de la salida del aire) y fricativa (cierre parcial de la salida del aire). Por ejemplo, la palabra DEDO suena horrible si lees las dos como oclusivas; y lo mismo puede decirse de la "B", si dices "piperón". Sería una pronunciación exagerada.

Cada vez que tomes aire, procura que tu respiración no se oiga. La respiración de un lector profesional no debería ser perceptible por el oído del oyente. Estos ejercicios empujarán tu diafragma cada vez más, a la vez que te permitirán controlar la salida del aire, que es un requisito fundamental para cultivar una lectura cómoda y agradable al oído.

Evita la pronunciación exagerada de la "S", sobre todo si produces un sonido muy agudo, porque perturba la audición, distrayendo la atención de la lectura y atrayendo inmodestamente la atención hacia ti. Es como si dijeras "¡¡Shh!!" a cada rato. No sería propio de un lector capacitado.  Cuando cuchichean personas que exageran la pronunciación de la "S" perturban a los demás oyentes.

La "B" y la "V" suenan igual en español, es decir, como "B". No te esmeres demasiado por darle un sonido inglés o alemán. Lo mismo puede decirse en latinoamérica sobre la "Z" y la "S". No te esmeres por darle el sonido que le dan en españa.

Advertencia: Muchos locutores confunden los marcos de circunstancias y suponen que deben hablar en público colocando los órganos de la voz de la misma manera como cuando hacen los ejercicios, lo cual produce una imagen algo ridícula. No debe ser así. Uno usualmente exagera un poco cuando hace ejercicios para mejorar su desempeño, pero no necesita exagerar cuando está frente al auditorio. Por ejemplo, los boxeadores saltan soga y le dan a la pera durante un buen rato, pero no lo hacen igual frente al público durante las peleas. Sería ridículo. Todo tiene su lugar. Puedes cultivar una voz microfónica y una pronunciación muy clara sin necesidad de mover la boca exageradamente cuando das tus discursos. Exagera cuando practiques, pero no cuando estés frente al auditorio. Pasando las páginas

Antes de pasar la página, dale un vistazo a la última frase de la página que estás leyendo, o a la primera frase de la página siguiente, para no interrumpir la fluidez con una pausa inadecuada. Si interrumpes
la fluidez de la lectura inadecuadamente, el auditorio se percatará de que tienes experiencia leyendo en público.
Antes de pasar la página, tus dedos deben tener siempre lista la página siguiente, para que el cambio sea imperceptible al oyente.
Si lees por radio, evita el sonido del paso de las páginas. Esto se logra leyendo hojas sueltas y descartándolas bajo la mesa a medida que terminas de leerlas. Si lees de un libro o revista será más difícil evitarlo, pero en todo caso, ensaya con una grabadora.

Si lees de un escrito cubierto por una lámina de plástico, recuerda que el reflejo de la luz pudiera bloquear tu visibilidad. A menos que llueva, es mejor no cubrir el escrito con plástico.
Usa un portapapeles en caso de que tu discurso sea al aire libre. Un mal viento podría jugarte una mala pasada.

Si lees directamente de un monitor de computadora, recuerda que puedes aumentar el porcentaje del tamaño de las letras para mayor comodidad haciendo clic en la barra de herramientas, arriba, en el cuadro de texto "%", y modificando el porcentaje a 120, 150 ó más. Para pasar la página solo le das a la tecla de AvPág, o a la flecha direccional correspondiente.

Si lees de un escrito en un caballete portaláminas, y crees que no podrás pasar las páginas, haz arreglos para que un asistente las pase. Por lo demás, el artículo anterior te ofrece otras pautas que en algunos casos pudieras aplicar a tu lectura en voz alta, teniendo siempre presente que lo que ha determinar la velocidad de lectura es el beneficio para el auditorio. No olvides examinar un manual de gramática y ortografía para mejorar tu entendimiento del uso y pronunciación de las palabras.

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