Mucho
se habla de liderazgo, pero
¿realmente entendemos lo que significa ser un líder (del inglés leader, caudillo)? Aunque la pregunta
es
pequeña, merece una seria consideración, sobre todo, cuando nos
enteramos de
que alguien sufrió un fracaso en los negocios o cierta institución pasó
por una
crisis de liderazgo. ¡Y no hay nada que murmurar! Las noticias
lo
destacan en primer plano a cada rato. Ciertas
organizaciones juveniles
llevan a cabo jornadas de gritos y cantos, y algunas escuelas enseñan a
los
niños a preparar grandes carteles y exhibirlos marchando por las calles
del
vecindario en lo que dicen ser un entrenamiento para el liderazgo del
futuro y
una participación activa en la política. Pero surge la pregunta, ¿acaso
un
líder es alguien que grita a los demás o que impresiona a otros con
frases
pomposas? ¿Es un líder alguien que egoístamente se erige a sí mismo
como jefe
de los demás por la fuerza de su carácter? Sin
duda, la persona observadora
se preguntará: “En realidad, ¿qué es un líder?”. Porque no quiere
dejarse
arrastrar
por la definición simplista de que ‘un líder es alguien que dirige a
otros’. Intuye que tal vez sea posible dirigir a otros sin ser un
líder; o ser un líder sin
saber a
ciencia cierta cómo dirigir a otros. Por supuesto, lo ideal sería que
un
líder también supiera dirigir a los demás. Por
eso, no quise irme a los
extremos y resumirlo en una frase simplista ni tampoco dar la impresión
de
estar dictando cátedra sobre el particular. Pero quiero compartir
contigo el
presente comentario para contribuir a aclarar un poco la idea que
tengas de lo
que significa ser un líder. Lo siguiente te ayudará a comprender mejor
la
diferencia entre alguien que dirige y un líder. Después podrás armar,
en tus
propias palabras, una frase propia que defina tu concepto, uno basado
en una
opinión cultivada, no en un cliché ni ilusión. ¿Qué significaba antes? Originalmente
se consideraba que
un líder era un caudillo militar, y esencialmente esa siempre fue la
primera
definición que ofrecieron los diccionarios. Se lo asociaba con grandes
campañas
militares donde fluían ríos de sangre y los aspirantes al cargo se
mostraban
rudos, fríos y despiadados como prueba de competencia. El líder era el
más
fuerte, aunque fuera el más bruto. Con
el paso del tiempo, el
término fue diluyéndose y extendiéndose a otros campos, de modo que
todo el que
destacaba, dirigía a otros, ejercía la jefatura o iba delante de los
demás era
considerado el líder, ya fuera en las olimpíadas, en un partido
político, en
una orden religiosa, en un centro de estudios o en un negocio. Muchos
empresarios llegaron a consultar "El Arte de Actualmente
muchos consideran el
liderazgo como una posición de superioridad que permite la dominación o
el
control de los demás, y se supone que los demás deberían convertirse en
seguidores simplemente por respeto al cargo o su posición jerárquica.
Así ha
funcionado en grupos, equipos y organizaciones, y es un concepto que no
dista
mucho de la antigua noción de liderazgo. Antes
se suponía que todos se
sometieran al líder, voluntaria o involuntariamente, so pena de
represalias poco agradables, y hoy, en muchos lugares, muchos siguen
suponiendo
lo mismo, como cuando ‘ Muchas cosas están cambiando Hoy
en día la fuerza de las
circunstancias ha obligado a los académicos a investigar, entender y
modificar
ciertos conceptos, no solo porque la gente se está rebelando contra el
liderazgo tradicional, sino porque los investigadores de las artes
empresariales, la economía y las finanzas, entre ellos algunos
renombrados
ganadores del Premio Nobel de La
experiencia repleta de
fracasos de muchos empresarios que durante años ejercieron una jefatura
autoritaria -en muchos casos, cruel e inhumana-, añadió argumentos
para
mejorar el entendimiento de lo que realmente debía ser un dirigente, y
reajustar
el entendimiento académico de lo que realmente significaba ser un líder
de
éxito, sobre todo, en tiempos de crisis. Horizontal
vs. Vertical Si
antes se ensalzaba la
dirección vertical (de arriba abajo), en que el jefe daba una orden y
los demás acataban inconcusamente (y al que no le gustaba, lo expectoraban),
ahora el
estilo está moviéndose horizontalmente a fin de que todos formen parte del
éxito.
Es decir, se está dando más oportunidad a todos para involucrarse,
compartir y
asumir las responsabilidades, las decisiones y las consecuencias, así
como de
tener una participación en los beneficios y las ventajas. El concepto "Recursos Humanos", que solía referirse a elementos utilizables y desechables, está cediendo el paso en todas partes a una más acertada definición: "Capital Humano". Ello implica el reconocimiento de que los "empleados" nunca fueron realmente "empleados", sino "Inversores de Capital Humano". Modificando así la definición, ha ayudado a los verdaderos
líderes a
reenfocar más eficientemente su labor. Lógicamente, este nuevo concepto
movió
el piso a los que se apoltronaban en la ineficiencia, adjudicándose el
título en
mérito al cargo y no a un liderazgo eficaz. Juan
se consideraba a sí mismo un
empleado, y cuando lo ascendieron a jefe de departamento se sintió con
derecho
a que los demás lo consideraran como su nuevo líder. Pero le resultaba
difícil
entender por qué los sistemas no funcionaban. Y es que por falta de
estudio y
conocimiento de los descubrimientos en el campo del liderazgo, todavía
sostenía
la antigua creencia de que se había convertido en líder simplemente
porque
ostentaba un cargo superior. Así que resultó un fracaso. No se movió al ritmo de
los
tiempos. Lo mismo puede suceder en una carpintería y en un matrimonio. Porque tener
buenas herramientas no convierte a uno en un buen carpintero, ni
casarse, en
una buena pareja o padre de familia. Dar siempre las cosas por sentadas
no es
el mejor proceder. La
realidad es que, como afirman
muchos estudiosos (historiadores, antropólogos, psiquiatras,
sociólogos,
filósofos, médicos, demógrafos), las guerras mundiales marcaron un
profundo
hito en la historia universal y dejaron cicatrices imposibles de
soslayar. La
gente había cambiado. El teléfono, la radio, la televisión e Internet
abrieron
los ojos de todos a un sinfín de oportunidades y conocimientos que
antes no
estaban a su alcance. Nos disparamos hacia arriba a las estrellas y
hacia
abajo a las Fosas Marianas, y también descubrimos nuevas
facetas del
microcosmos, abriendo Hoy
en día los científicos han
aprendido que la vida no podría existir si las fuerzas nucleares fuerte
y débil
no estuvieran en perfecto equilibrio con las leyes de la termodinámica y
de
gravedad; y los ingenieros informáticos han
aprendido que el software
no sirve
para nada sin el hardware, ni el hardware sin el software. Nuestros
conocimientos están llegado a un punto en que nos encaramos a la verdad
como
una sola, que no se contradice. La verdad se abre paso como el mítico
meteoro que un día chocaría con el planeta y lo destruiría, pero no en
sentido físico, sino intelectual. Nos está abriendo la cabeza en dos y
nos está exponiendo frente al espejo de nuestros errores históricos más
garrafales, y me refiero a todos los campos del saber. Aunque proclamamos que la espontaneidad y el azar juegan un papel importante, reconocemos que básicamente estamos sujetos a leyes precisas. Un ejemploformidables es el de los copos de nieve. Todos son diferentes. No hay uno igual a otro. Sin embargo, todos tienen un diseño exagonal. Por un lado, el azar les confiere una infinita variedad, pero por otro, las leyes naturales los mantiene siempre hexagonales. ¿Cómo lo hace? ¿Puede existir una ley física que restrinja los copos de nieve al diseño exagonal? Y también nos preguntamos por qué al mirarnos en un espejo y guiñamos el ojo derecho, la imagen que vemos guiña el ojo izquierdo. En
cierta ocasión dejé meditando a un amigo ateo cuando le pregunté:
"¿Entiendes bien en qué consiste la ley de la inercia?". Cuando
respondió: "Sí", le dije: "Te contradices". Entonces me preguntó: "¿Por qué?". Y le
respondí: "Si dices que entiendes cómo funciona la ley de la inercia, francamente no
necesito explicarte por qué te estás contradiciendo. Piénsalo mejor".
Para mí, el
punto es simple: La ley de la inercia es la primera de las tres que
Newton describió y que manda que todo cuerpo permanece en estado de
reposo o de movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que una fuerza lo obligue a
moverse o a cambiar de estado.
Porque si
nadie lo impulsa, debería estar quieto. Pueden pasar segundos, minutos,
horas, días, semanas, meses y años, pero una pelota de fútbol no se
moverá a menos que alguien la patee. Muchos no parecen darse por
enterados de una verdad tan simple. ¿Qué tiene que ver esto con el ateísmo? Que
el universo se está moviendo en órbitas
precisas y cambia a cada rato. ¿Cómo sucede que se mueve si nadie le
dio impulso? La ley de inercia indica que alguien tiene que haberle
dado impulso. Una pelota de fútbol no se patea a sí misma y mete gol. El
desarrollo humano se ha vuelto tan
dinámico que una computadora de última generación queda obsoleta
tan
pronto como sale de la fábrica, y no es diferente en el mundo de los
negocios. Los conocimientos y procedimientos son perfeccionados tan a menudo que
las
organizaciones de entrenamiento, capacitación y coaching
más avanzadas convocan a su
central a
sus
miembros clave una o dos veces al año para una actualización. Solo así pueden asegurarse de seguir siendo competentes
al
brindar un
asesoramiento de alto nivel. ¡Ahora
todos participan! Las
personas están cada vez menos
dispuestas a aceptar un liderazgo según el arcaico concepto de la
dominación
por el más fuerte (o el más rico). Se le quebraron las piernas al autoritarismo cuando Sus ciudadanos no soportaron más las barreras que los
mantenían aislados y relegados. Porque nos guste o no, la verdad
es como un corcho que podemos hundir en un recipiente con agua y
ponerle un peso encima para que no se mueva, pero el recipiente se
moverá y/o el peso se inclinará tarde o temprano
y el corcho saldrá a flote. Podemos suprimirla hábilmente por algún tiempo, pero
no podemos hacerlo indefinidamente. Y si el peso no se inclina o el
recipiente no se mueve, no faltará un terremoto que lo saque a la luz. "¡Al que no le entran balas, le entrarán torpedos!" La supremacía del antiguo liderazgo
comenzó a
doblegarse ante los reiterados clamores por justicia. Entonces, como
nunca
antes, el antiguo concepto del liderazgo fue sometido a intensas
presiones. Si
antes los líderes podían cortar la cabeza a todo el que se les cruzara en su
camino,
hoy las noticias nos hablan de líderes corruptos e
incompetentes que
son decapitados -figuradamente- por sus seguidores. ¿Por qué y de qué manera? Porque
ahora la gente desea
participar y ejercer un mayor control sobre su vida y su futuro,
quieren que se
tomen en cuenta sus deseos y opiniones y que se eliminen lo antes
posible las
fronteras que separan la ignorancia de la sabiduría. Quieren que sus inventos y ocurrencias se
vean y
oigan; quieren acelerar las modificaciones e
innovaciones y producir más en beneficio de sí mismos y de los demás. Diariamente, Internet recibe y distribuye una avalancha de información proveniente
de gente
de toda Los noticieros del mundo nos asombran cada vez más con sorpresas como la de un escándalo originado por cierto espionaje en las comunicaciones, hackers que filtran información confidencial y la exponen al mundo porque creen que es importante que todos se enteren, o nos cuentan de cierto miembro de los servicios de inteligencia que publicó información ultrasecreta y puso en peligro la seguridad nacional o la identidad de agentes encubiertos, etc. Y
los gobiernos se jalan los pelos pensando cómo no pudieron
evitarlo. Encarémoslo con hidalguía: ¡Ya no es como antes! Los pueblos
le han perdido el miedo al líder opresivo, mandamás, abusador,
prepotente, altivo, cínico y desconsiderado que solo piensa en su
propio
bolsillo, en su propia familia y en su propio futuro, ¡hasta vendiendo
información sensible de su compañía o gobierno! Montan empresas y
organizaciones que funcionan como fachada, al igual que hacen muchos
narcotraficantes, aparentemente para beneficiar a la población, pero
que, en el fondo, solo les sirva de excusa para que todos los
consideren benefactores, es decir, que estaban haciendo el bien. Por otro lado, los
sistemas interactivos están
cubriendo cada vez más áreas del desempeño humano, y los especialistas
en
marketing están echando mano de todas estas herramientas disponibles
para
reenfocar la creación de nuevos productos y servicios y nuevos modelos
de
publicidad y propaganda, así como innovaciones en el campo del capital
humano, la captación de nuevos recursos humanos, capacitación y
retención del personal. Ahora,
perder o despedir a un empleado eficiente se ha convertido en una
tremenda estupidez. Ya no asusta la amenaza que decía: "Si quiere irse,
váyase, y si no le basta con lo que le pago, sepa que allá afuera hay
100 que están haciendo cola por su
puesto. Ahora mismo puedo conseguir dos por la mitad de lo que le pago
a usted". Eso suena interesante, pero es ofensivo y, además, no es cierto. Si uno despide a un elemento eficiente,
es muy probable que una parte de su negocio caiga en crisis y comience a pasarla
negra por mucho tiempo, quejándose de la ineficiencia de los nuevos. Al final, terminará saliendo a buscar (con avisos carísimos en los
periódicos) a alguien que le exigirá el cuádruple que le pagaba al que
despidió, y aún así, tendrá que capacitarlo en el teje y maneje del
producto o servicio. Más barato y rápido le hubiera salido resolver el problema ofreciéndole un pequeño aumento al
que despidió. La
tecnología no solo sirve para
fabricar productos, sino para cualquier actividad. Los sistemas y
procedimientos se modifican rápidamente y dejan obsoletos a los modelos
anteriores. Ahora los directivos respetan y aprecian como nunca
antes a
sus colaboradores,
en realidad, Inversores de Capital Humano (antes llamados empleados),
porque finalmente
están
aceptando que viven en una Economía de Cliente, en que el cliente dicta
a los
empresarios cómo quiere ser tratado. Si no le escuchan, simplemente se
irá a la
competencia. Y el principio podría aplicar por igual a un matrimonio,
una compañía o una nación. Así de simple. Parece mentira, pero ahora
los clientes
y empleados verdaderamente controlan las empresas. Por
otro lado, y esto es lo que
queremos resaltar, no solo los clientes pueden decir “me voy a otra
parte”,
sino los empleados o colaboradores,
y entre ellos, los más valiosos. Todos sabemos que
cada vez
más empleados trabajan por contrato. Antes, si al dueño de la viña no le
agradaba su
trabajo, llegaba el lunes y simplemente le decía, sin ninguna misericordia ni contemplación: “Hasta hoy nomás
trabajas”. Eso dolpía, pero no estaba libre de represalias. Tal vez el
empleado no se vengara, pero la naturaleza de las cosas le pasaría la factura al jefe con
consecuencias nada gratas. ¡Y hasta eso está cambiando!
Ahora el empleado clave, el más importante de la compañía, aquel a quien
capacitaron
durante tantos años para la producción y comercialización de los
productos,
también puede sorprenderlo un lunes por la mañana con una carta de
renuncia
irrevocable, que dice, sin ninguna misericordia ni contemplación: “Hasta hoy nomás
trabajo”, llevándose consigo toda su experiencia acumulada, para ponerse
a las
órdenes del competidor, ya sea porque le ofreció más dinero o porque
le ofrecía un ambiente de trabajo más agradable, por recibir un mejor
trato,
gozar de más autonomía o de un justo reconocimiento. En una palabra,
¡más
satisfacción! Es
cierto que habrá quienes me digan: "¡Exageras! Los tiempos son
difíciles y no podemos estar
renunciando. Encontrar trabajo no es fácil". Pero los más competentes
no
piensan así, de modo que algunas empresas se van quedando con los menos
capacitados
y deben invertir nuevamente en capacitarlos, repitiendo el ciclo y
reconociendo
que después igualmente podrían retirarse. Mientras que otras se
benefician enormemente del liderazgo inadecuado de las anteriores. En realidad, no conviene
dejar que la
gente se vaya. Sale más barato y es más sencillo tratarla bien. ¿Ahora
ves por
qué se negocian los aumentos? Todos quieren un ambiente más agradable,
mejor
trato, más autonomía y reconocimiento? ¡Quieren lo mismo que los
clientes: ¡Más
satisfacción! Actualmente, los empleados están tomando conciencia de que poseen un Capital Humano que simplemente no tienen por qué desperdiciar yendo tras un líder despiadado. Ya no tienen miedo, como antes. Ahora negocian, y si no les ofrecen un buen rendimiento por su inversión, se van a otra parte. Punto. Ya no es un camino de una sola vía en que el líder pisoteaba a todo el mundo. Ahora, si el líder no les ofrece un buen rendimiento por su inversión de Capital Humano, el mundo lo pisoteará a él. Aquí
un comentario sobre el llamado liderazgo democrático. Si bien es cierto
que las personas suelen decir que la democracia consiste en que todos
participen en el diseño de las normas que se seguirán para alcanzar los
objetivos de una compañía, club o institución, muchos han pensado que
el liderazgo democrático simplemente consiste en permitir que todos
formen parte de la decisión o del diseño de los procedimientos, y que
se decida lo que la mayoría vea por conveniente. Pero esa es un arma de
doble filo. El
liderazgo llamado democrático tiende a funcionar cuando los que
participan en las
decisiones han acopiado conocimiento y madurez, experiencia suficiente
como analizar fríamente los problemas y las soluciones. Las decisiones
tenderán al éxito. Eso sucede, por ejemplo, cuando varios ingenieros de
diferentes
especialidades se reúnen para resolver un problema que surgió en la
mina. Pero si se permite que participen personas que tienen poco o
ningún conocimiento sobre ingeniería, o no tienen ninguna experiencia
en
el campo del cual se trata, o si solo se dejan llevar emocionalmente por lo
que creen,
suponen, piensan o alucinan que será lo mejor, el sistema podría llevar
al
despeñadero hasta las estructuras más sólidas. Porque quienes no están
en plena capacidad de analizar los asuntos, al grado que se
requiere en cada caso, ¿cómo discernirán la mejor solución? Todo en el
nivel apropiado funciona bien. Pero si los que participan en
la decisión no dominan el tema y solo se guían por el instinto, las
emociones o los intereses personales, seguramente no tendrá en
cuenta factores basados en el bien
común a largo plazo, y sin duda pondrán en riesgo la seguridad, los objetivos, el presupuesto, los plazos y cualquier otro aspecto importante que tenga que ver con el objetivo.
La
importancia de una definición
adecuada Por
eso, la manera como entiendes
el liderazgo afecta directamente tu manera de ejercerlo, y eso a su vez
afecta
la reacción de quienes ponen su confianza en ti, lo cual a su vez
afecta tu
propio futuro como líder. De modo que no basta con pensar que un líder
es
alguien que está a la cabeza de un proyecto, equipo, movimiento u
organización.
Tienes que profundizar constantemente tu entendimiento de lo mucho que
entraña
ser un verdadero líder. Hay
quienes toman un supuesto curso de liderazgo en el que se reúne a un grupo de personas y las hacen gritar
lemas
del tipo “¡yo puedo!”, como si el liderazgo fuese tan simple como creer
en uno
mismo, gritar un par de frases, imitar a un mono, impartir órdenes, saber hablar en
público y
nada más. En
primer lugar, un líder es
alguien que se esmera sinceramente por adquirir conocimientos sólidos
de
carácter general y específico, no solo respecto a tecnología, sino al
entendimiento del ser humano como tal y como miembro de su comunidad,
lo cual
le ayuda a acopiar experiencias enriquecedoras que le permiten
completar su
aprendizaje y misión de líder. En
segundo lugar, un líder es
alguien que reconoce que también tiene un líder ante quien debe rendir cuentas
(sobre todo director hay un directorio) y que no
puede tomarse más libertades de las que le corresponden -según la política de la compañía- para llevar a
cabo con
éxito su trabajo específico. Así comprende que el secreto no radica en
ser duro,
sino maleable. Los tiempos son críticos. Por eso, si verdaderamente
quieres
saber qué es un líder, tienes que pensar en función de: No ser rígido ni terco, sino flexible y
adaptable Por
ejemplo, ¿cuál es un valor
más cotizado, la honradez o la puntualidad? Es innegable que la
puntualidad. La habilidad para administrar el tiempo es un requisito fundamental
para el
desarrollo. Pero piensa en esto: Aunque disciplináramos a los empleados para que sean
más
puntuales, ¿a cuántos podríamos capacitar para que sean más honrados? Las
puntualidad es a veces una cuestión de salvar las apariencias, marcar
tarjeta y
evitar un descuento a fin de mes; pero la honradez es un asunto del
corazón, y
por tanto, más difícil de conseguir. De
ninguna manera. Desde un punto de vista económico estaríamos
estimulando a uno
de nuestros mejores inversores de Capital Humano a buscar una mejor
fuente de
rendimiento, es decir, buscarse otro empleo y llevarse su honradez a
otra
parte, uno de los valores que más necesitamos. Que
no te sorprenda que esa persona ya tenía dos opciones de contrato en
otra parte antes de pedir los dos días de vacaciones, porque sabía que
tal vez lo despedirías. ¿Y si
después
descubres que por despedir a aquel honrado trabajador, otros
empleados
comenzaron a robar en el almacén, algo que nunca había ocurrido? ¡Tarde
descubres que su honradez no
solo se
traducía en un menor costo, sino que su presencia era una influencia
positiva para
el resto! ¿Y
ahora qué? ¿Vas a dar clases de honradez (haciéndoles gritar frases del
tipo: "¡No robar!") para que se vuelvan honrados? Vamos, se trata de un
entrenamiento que toma años
de
crianza y es parte de la escala de valores del individuo. No se enseña
en una
academia. Tener un empleado honrado vale mucho más que cien que solo
llegan
puntualmente por evitar un descuento a fin de mes.
Ahuyentar
Sinceramente
me quedaría corto
respecto a lo mucho que opino acerca de la personalidad de un líder de
éxito,
como el ser equilibrado, entusiasta, ético, talentoso y mucho más.
Alcanzar un
alto cargo no es sinónimo de líder, ni andar gritando frases del tipo:
“¡Yo
puedo!”. Eso motiva por un tiempo, pero no es liderazgo. Por
lo tanto, pedir una frase
corta que defina lo que realmente significa ser un líder es tan absurdo
como
creer que despidiendo a los empleados se resolverán los problemas de
costos. En
términos generales, ser un
líder es asumir una responsabilidad de peso en todo sentido, y trabajar
duro
hasta las últimas consecuencias, no la ostentación de un título o
cargo, o
apoltronarse y bostezar y dormitar en una isla del Caribe mientras los
demás
trabajan. Es el resultado de una manera de ser ejemplar que se
construye con
esfuerzo y dedicación, que no siempre requiere de estudios superiores. Muchos
líderes de éxito lograron su misión a partir de un conocimiento tácito,
es decir, no
especializado. De hecho, no pocos líderes de las más exitosas
compañías del
mundo reconocen que muchos de sus empleados saben y pueden más que ellos; y hay
autodidactas que lo hacen muy bien. Estos son los que se esfuerzan por
generar
un clima de confianza y aumentan el valor de todas las cosas a los ojos de los accionistas de cualquier empresa de éxito. ¿Cualquiera
puede ser líder? Sí.
Pero depende de cómo se lo va a capacitar y a quiénes va a liderar. Hasta niños se han convertido en líderes de cambios e
innovaciones importantes sin percatarse de su trascendencia. En sus
fantasías
soñaban con un mundo mejor, y en sus juegos formaron equipos y se
pusieron de
acuerdo. De repente, convirtieron dichos sueños en proyectos reales,
extraordinarios, como ocurrió con Ana Frank y su famoso libro; o formar
organizaciones con miles de miembros para beneficiar a la humanidad,
como
hicieron Melissa Poe o Tara Church (búscalos en Google). Y no estoy hablando de niños que
lograron sus sueños cuando se convirtieron en adultos, sino que lo
lograron siendo todavía niños. Afrontémoslo: Cada
vez más académicos del campo
empresarial y económico reconocen que, dadas las circunstancias,
cualquiera
puede aprender a ser un líder mediante avivar el fuego de su entusiasmo añadido al
estudio y la experiencia, sobre todo si tiene una predisposición
genética. El
gusanito del conocimiento tácito o inherente puede lograr una
metamorfosis y
convertirse en una bella mariposa de conocimiento explícito y
específico,
incrementando su Capital Humano y, por ende, el rendimiento de su
inversión. Un
vendedor no se convierte automáticamente en líder por ser vendedor, ni
un
gerente por ostentar el título de gerente, ni un militar por ostentar
un alto
rango, ni una mujer por elevar la voz, mostrarse amenazante o
inyectarse
testosterona y dejarse crecer la barba.
Sin embargo, también hay límites. Cualquiera puede dibujar un paisaje espontáneamente, tocar guitarra de oído o construir un bello castillo de arena en la paya. Pero tendría que adquirir conocimientos sofisticados para diseñar un rascacielos o escribir una sinfonía, porque si no, el rascacielos no llegaría ni al tercer piso y se derrumbaría, o los músicos no sabrían cómo interpretar la partitura y se enredarían. Igualmente, cuanto más complicada la empresa,
más
sofisticados los conocimientos y la experiencia que se requerirían para
sacarla
adelante. Si no los tienes, tendrías que convocar a otros que sí los
tuvieran,
o por lo menos contratar un coach, porque, si no, la quebrarías y perderías todo tu dinero. Lo que quiero
decir es
que cualquiera puede vender limonada en una calle del vecindario, pero
se
necesita más que entusiasmo y saber decir algunas palabras en chino para sacar adelante un gran proyecto. Un
gran
empresario es un gran estudioso; y si no se convierte en un gran estudioso,
difícilmente
soportará los cambios, ni sobrevivirá como tal cuando las papas quemen. Por
supuesto, siendo que el
liderazgo es una gran responsabilidad y una opción, no la ostentación
de un
cargo, también debemos respetar la decisión de quienes por
circunstancias
personales preferirían no asumir la dirección de cierto proyecto,
equipo,
movimiento u organización. Es una decisión personal que nadie tiene
derecho a
forzar o reconvenir. Cualidades
de oratoria asociadas
con un liderazgo moderno Como
ya hemos ofrecido nuestra
opinión en otros comentarios, no creemos que sea necesario ser un líder
para
cultivar la oratoria; sin embargo, creemos que la oratoria sí es una
competencia esencial para el liderazgo. En ese contexto, creemos que
las
siguientes son cualidades de oratoria asociadas con un liderazgo moderno. Informa con claridad y sustancia Un
líder debe ser un ávido lector
y disfrutar de la investigación con el fin de mejorar el enfoque de sus
ideas,
de modo que cuando tenga que exponer información mediante un discurso
lo haga
de una manera clara y sin ambigüedades. Es un cazador de dichos,
refranes y
proverbios, experiencias, anécdotas y biografías, estadísticas y
resultados de
estudios, ilustraciones, historias, fábulas y cuentos, diagramas,
esquemas y
bosquejos. Le gusta reflexionar cuidadosamente en preguntas que pueda hacerle
al auditorio, para que la respuesta contribuya a aclarar y reenfocar el
punto
principal. Procura ir directamente al punto, pero tiene en cuenta la
conveniencia de hacer un rodeo cuando las circunstancias lo exigen.
Mantiene
enfocado el objetivo desde el comienzo hasta el final de su exposición. Impacta para que recuerden la
información Un
líder habla de modo que
atraiga la atención sobre el punto principal y el objetivo del
discurso, no
sobre su persona. Porque sabe que lo que el auditorio debe recordar no
es como
hablaba, sino su mensaje. Se caracteriza por saber concentrar la
atención en la
información y grabar las ideas en la memoria de sus oyentes. Evita los
manerismos (ademanes flojos, repetitivos y aburridos), procurando hacer
gestos
específicos que pinten verdaderos cuadros en el aire. Sus manos se
convierten
en poderosas herramientas que construyen apoyos visuales invisibles
para
permitir que el oyente imagine lo que quiere decir. Conmueve el corazón para motivar,
persuadir y mover a acción Un
líder es muy consciente de que
toda persona tiene un Capital Humano disponible, pero que no moverá un
dedo a
menos que tenga una fuerte motivación, y que el mejor incentivo para
que
alguien invierta su capital en la empresa es saber que recibirá un
excelente
rendimiento por su inversión. Por eso les habla con aprecio y empatía,
para que
sientan que el mensaje es tan sincero como el reconocimiento del trato
que
ofrece, y sobre todo, respeta la dignidad del inversor. Entretiene para que nadie se
aburra Una
cualidad que caracteriza al
líder es su pasión controlada. Todo lo ilustra eficazmente, ya sea con
imágenes mentales o apoyos visuales que cautivan la vista, y hace
participar a sus oyentes para que se sientan involucrados, no solo
espectadores. Sin
embargo, muchas veces nos
preguntamos por qué algunos "líderes" hablan de una manera
exasperantemente aburrida. ¿Son verdaderamente representativos de lo
que
significa ser un líder? Francamente, su falta de enfoque nos hace dudar
de que
sean competentes (aunque lo sean). Y es que a veces se trata de personas que no son
realmente
líderes o no han entendido la relación que hay entre el liderazgo y la
oratoria eficaz, por lo que no dedicaron ni tiempo ni esfuerzo a estudiar
alguna
técnica apropiada de oratoria. Entonces, ¿por
qué la gente soporta a los
malos líderes? ¡Ah! ¡Todos buscan la reelección! Jean
Lipman-Blumen, doctora en
sociología, en su artículo "Las razones por las que toleramos a los
malos
líderes", del libro Las Claves del Liderazgo, alista varias razones,
justificaciones y mitos por los que mucha gente tolera a líderes
incompetentes
y no los destituye. La siguiente relación está basada, con otras
palabras, en
la mayoría de asuntos considerados en dicho artículo. Soportamos a los
malos
líderes porque: Destituirlos nos costaría tanto que no
podríamos asumir el costo Y
yo añadiría que algunos hasta llegan al colmo de decir: "¡Es nuestro
dios!", a pesar de que los noticierons les digan que está demostrado
que solo fue un gran benefactor para contar con una coartada y una
excusa para seguir mintiendo, robando y lavando dinero. También
es interesante que Lipman
dé a entender que básicamente se tolera a los malos líderes porque la
gente no
suele atreverse a enfrentar sus propias ansiedades. Establece un
contraste con
el héroe, cuya esencia es el valor de arriesgarse y encarar los miedos
y
titubeos del vulgo, especialmente cuando deben enfrentar algún mito,
tradición
o leyenda. En pocas palabras, admiran a los malos líderes porque, a pesar de todo, calman sus
temores y personifican el sueño imposible de muchos de llegar a ser
líderes.
Bien dijo alguien que, para volar sobre la tradición, había que hacerse un
par de
alas muy grandes. El
liderazgo puede ser asumido
por una persona, por un equipo o por un comité Compartir
las responsabilidades
directivas del liderazgo se hace realidad en cada vez más empresas de
éxito.
Esto es especialmente cierto porque los conocimientos, los mercados, las especialidades y la diversidad de
productos y servicios requieren competencias cada vez más sofisticadas.
Una
sola persona ya no puede abarcarlo todo como antes. Ahora necesitamos el apoyo de
gente competente. La aldea global es un entorno irreversible y exigente,
y los
líderes de éxito tienen que ser más flexibles y bajar la cabeza en
reconocimiento de que necesitan a otros que, en ciertos campos, estén
más
capacitados que ellos. Últimamente,
se promueve en todas
partes el trabajo en equipo, o de comité, con la finalidad de provocar
una
sinergia y lograr mejores resultados. Pero tengamos en cuenta que, por
definición, la tarea de un comité es analizar y estudiar los problemas
con el
fin de hallar soluciones y dictar las medidas del caso, mientras que la
de un
equipo de trabajo es actuar y llevar a cabo tareas pertinentes. Además,
muchas empresas están
coordinando o fusionándose a un ritmo vertiginoso, lo cual exige que
cada vez
más directivos se pongan de acuerdo para un liderazgo compartido. Es
cierto que entonces él
personificó un liderazgo teocrático, pero el contexto muestra que
resultó ser
un verdadero promotor del subliderazgo compartido, la simplificación de
procedimientos y la delegación de responsabilidades, sistemas antiguos
que hoy
se destacan como si fueran descubrimientos de la administración
moderna. Si
algunos consideraron estas cosas como descubrimientos de la
administración
moderna, fue porque tal vez ningún académico tomó en cuenta dicho
pasaje de Es
un hecho demostrado que gran
parte de la humanidad está hartándose del liderazgo empresarial
vertical y
absoluto que se deposita en las manos de un solo líder que, en no pocas
ocasiones, termina dando la impresión de que el poder se le subió a la
cabeza.
Las noticias de la noche ya casi no nos sorprenden cuando nos muestran
a
líderes (directivos, ex presidentes, generales, sacerdotes, pastores,
maestros
y padres de familia) con grilletes en las manos, rumbo a la cárcel
debido a la
comisión de faltas graves. Los
seres humanos no somos leones
ni perros salvajes que acatamos las órdenes del instinto sin más, sino
seres
pensantes, con libre albedrío, que no nos sentimos a gusto cuando otros
seres
humanos coartan nuestra legítima autonomía o nos dominan egoístamente.
Por eso
es tan difícil tolerar la coerción de la libertad de expresión en todas
partes
del mundo. Al
ser humano le gusta estudiar y
que el conocimiento se expanda. Pero también entiende que necesita
cotejar sus
conocimientos inherentes o tácitos con los conocimientos explícitos a
fin de
profundizar y, de ser necesario, redescubrir su verdadera naturaleza,
contrastando tradiciones y costumbres con los conocimientos y
experiencias. El
liderazgo empresarial es materia de dicho estudio. El
conocimiento inherente o
tácito nos obliga a aceptar, ya sea por tradición, condicionamiento o
presión
social, que "el líder [dirigente, presidente, secretario, maestro,
catedrático, pastor, sacerdote, papá, mamá, abuelo, suegro] debe mandar
con
absolutismo y los demás deben obedecer sin chistar". Pero el
conocimiento explícito, es decir, el que luego adquirimos por estudio y
experiencia, nos dice que tal forma de liderazgo ya ha causado
demasiados
problemas a la humanidad y que por eso va condenada al fracaso. La historia universal nos
muestra
un panorama amplio y claro. "Los resultados arrojan luz sobre los procedimientos." A la luz de los últimos descubrimientos
sobre el
liderazgo, vemos que no se trata de un juego de ajedrez. Hay vidas
envueltas.
El mismísimo futuro de la humanidad ha sido puesto en peligro muchas
veces. Piénsalo
bien Por
eso, si quieres ahondar tu
entendimiento de lo que significa ser un verdadero líder, piénsalo
bien, porque
no se trata de satisfacer ansias ególatras de poder [para dominar a
otros] ni
de tomar el timón de algún proyecto empresarial solo para hacer lo que
te dé la
gana [acumular riqueza]. Ten
presente que en nuestros
tiempos la empresas que son dirigidas con un criterio avanzado están
dejando de
considerar como empleados a sus empleados. Ahora se los respeta como Inversores
de Capital Humano, de modo que muchos ya no piensan en función de
contratar
empleados y pagarles un salario a cambio de su trabajo. Ahora negocian
su
Capital Humano respecto a cosas que antes se daban por sentadas
(tiempo,
esfuerzo, compromiso, dedicación, habilidad, destreza, conocimiento,
talento,
experiencia, comportamiento, diligencia, economía, deseos de
superación,
honradez, higiene, orden, puntualidad, sentido de responsabilidad,
respeto a
los reglamentos y respeto al derecho de los demás)... y no solo a
cambio de un
pago, sino de cosas que antes también se daban por sentadas
(satisfacción,
oportunidades de desarrollo, recompensas, incentivos, vacaciones, gratitud y
reconocimiento). Ya
no es como antes, que había
unas cuantas empresas que proveían unos pocos productos y servicios
exclusivos,
cuando los clientes tenían que agachar la cabeza y aceptar lo que
fuera. Ahora
hay una expansión en la variedad de compañías, productos y
servicios. Por
eso, en todas partes se ha tenido que aceptar el hecho de que ahora es
más
fácil que un cliente se pase al competidor en cualquier momento. Y
tampoco es
como antes en el sentido de que solo había unas cuantas empresas que
contrataban a unos cuantos empleados, sino que las opciones para los
diversos
tipos de oficios y profesiones se han multiplicado y diversificado. Por
eso, en
todas partes también se está aceptando el hecho de que un empleado
competente
también podría pasarse al competidor en cualquier momento, trasladando
su
Capital Humano (talentos, conocimientos, habilidades, destrezas,
experiencias,
sentido de responsabilidad, compromiso, dedicación...). ¿Y
qué hará el empresario cuando
se quede sin los mejores? Buscar entre los que quedan en la compañía
para
capacitarlos de modo que con los años desarrollen sus aptitudes para
aprender;
o bien convocar a nuevos que tengan el talento y la integridad suficiente como para
reemplazarlos. ¿Y qué harán con la experiencia? Tratarán de retenerlos
mediante
ofrecerles un rendimiento justo por su inversión. ¡Nada menos que lo
que en
principio debieron haber hecho con los anteriores para que no se fueran! ¿Hay mérito en facilitarle las cosas al competidor? ¡De
ninguna
manera! La cosa saldría más cara. Beneficia
a los demás El
liderazgo autoritario en el
mundo empresarial del siglo 21 tiene los días contados, no porque
algunas
personas se hayan rebelado, sino porque la humanidad ha crecido, se ha
expandido y ha explotado sus conocimientos. Cada vez admite menos el fracaso. Cada vez más personas están
transformando el conocimiento tácito en explícito y acumulan
experiencia y
habilidad, dándose cuenta de que todas quieren y pueden mejorar su
calidad de
vida por medio de buscar un mejor rendimiento a su inversión. De
modo que, para entender lo que
verdaderamente significa ser un líder, no basta con armar una
definición
arcaica, resumida en una bonita frase, que se entienda como “¡Aquí mando
yo, y
punto!”. Tienes que reflexionar detenidamente y desarrollar un concepto
amplio
y moderno que ponga de relieve tu entendimiento de su verdadero
significado. En
la llamada Economía del
Cliente, tienes que pensar en función de beneficiar a las personas.
Todos deben
salir ganando (clientes, empleados, directivos y accionistas), si no, en
cualquier
momento pueden decirte: “¡Hasta hoy nomás te aguanto! ¡Hasta la vista,
baby!". ARTÍCULOS RERLACIONADOS en www.oratorianet.com ARRIBA | BIBLIOGRAFÍA | DIRECCIONES
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