Cómo manifestar empeño
Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
El
empeño consiste en hacer las cosas desplegando un verdadero
esfuerzo. Es la primera cualidad que se observa en la vida, en la
naturaleza de las cosas. Por ejemplo, para llegar hasta el
óvulo, unos segundos antes de la concepción de un nuevo
ser humano, los microscópicos gametos masculinos recorren con un
tremendo empeño la larga distancia de las trompas de falopio,
que son conductos llenos de una mucosidad espesa y difícil de
atravesar, hasta que solo uno llega (en casos excepcionales, más
de uno) el cual el se introduce empeñosamente, activando todo el
código y programa genético que desarrolla la nueva y
única persona que nacerá. La concepción natural
solo es posible gracias a la poderosa fuerza motriz de un
empeñoso espermatozoide y a la manera veloz como el óvulo
lo camufla.
Ten
en cuenta que, al momento de la concepción, el gameto masculino
es un cuerpo extraño en el organismo humano femenino. Al
introducirse activa el eficaz sistema defensivo de la mujer, los
anticuerpos, que se apresuran a destruir al invasor. Solo que antes de
que lleguen al lugar de los hechos, la maravillosa naturaleza ha
recubierto el óvulo con una sustancia femenina que los
anticuerpos identifican y pasan por alto. Es así como una nueva
vida queda por fin a salvo, lista para convertirse en alguien.
¡Sí! Finalmente, todos provenimos de un tremendo
empeño de la naturaleza por conservar la especie. Por donde
miremos, la vida nos instruye acerca del empeño.
Ahora
bien, surge una pregunta: Después de haber tenido un comienzo
natural tan formidable y exitoso, ¿por qué y
cuándo dejan de empeñarse algunas personas?
¿Cuándo pierden el deseo de superación?
¿Cuándo se vuelven tímidas? ¿Cuándo
pierden la esperanza? Una respuesta es: Cuando alguna persona o
circunstancia rebaja vez tras vez su autovaloración con mensajes
destructivos, condicionándolas a creer que son incapaces de
ayudarse a sí mismas o a los demás. Pierden 'fuerza
motriz' disminuyendo su progreso y dejándose arrastrar por la
corriente.
Si un padre, un abuelo, un hijo, un hermano influyente, un tío,
el cónyuge, jefe o compañero de trabajo dice o hace cosas
que comunican la idea: "Eres un tarado" o "Eres un fracaso", bien
pudiera resultar en que la persona objeto de dicha influencia termine
dándose por vencida y deje de luchar o perseverar y se deje
llevar por la corriente, que pierda todo sentido de esfuerzo
("¿Para qué me esfuerzo si al final siempre
menospreciarán lo que hice?").
N. Hill cita en uno de sus libros el caso de Tini Rö
ssler.
En su juventud, Tin visitó al Director de la
Ópera de Viena para que la escuchara y evaluara, pero el tipo se
dejó llevar por la primera impresión, la miró de
arriba abajo y la menospreció diciéndole: "Con esa
cara y sin personalidad alguna, ¿cómo espera usted
triunfar en el campo de la ópera? Querida, acepte un consejo:
Mejor abandone la idea, cómprese una máquina de coser y
póngase a trabajar, porque usted nunca será cantante de ópera."
¡Condenó al genio sin siquiera haberla escuchado! Pero
Tini no aceptó aquel prejuicio, sino que manifestó
empeño y continuó en su propósito de cantar en la
ópera. Con el tiempo se convirtió en nada menos
que la famosa Madame Ernestine Schumann-Heink.
Cuentan que, en cierta ocasión, la actriz principal de cierta
ópera discutió acaloradamente con el director porque este
quiso cometer la locura de incluir a Ernestine como reemplazo de una de
las cantantes. La discusión era porque Ernestine no había
ensayado. Pero el director, confiando en su instinto y experiencia, la
incluyó, y Ernestine fue ovasionada. Cuando el director
inisistió en incluirla nuevamente, la actriz principal
renunció a su papel en otra obra que se llevaría a cabo
el día siguiente, y el director se complació en poner en
su reemplazo nada menos que Ernestine, ¡a pesar de que tampoco
había ensayado ese papel! Y el éxito fue tan
impresionante que le extendió un jugoso contrato por diez
años. ¿Quién dijo que nunca llegaría a ser
cantante de ópera? ¡Ja!
No
estoy estimulándote a hacer oídos sordos al consejo de
los demás, sino a reconocer que es falso que ciertas personas
estén condenadas a ser pasivas observadoras del éxito de
las demás. Porque todos, sin importar en qué campo nos
desempeñemos, estamos llamados a realizar nuestro mejor esfuerzo
en cualquier cosa que nos propongamos, pues somos el resultado del
empeño de la vida por salir adelante. Uno de nuestros mayores
retos es, por tanto, la comunicación. Porque, ¿no has
notado cuán difícil se vuelve la reconciliación
cuando se rompe la relación entre dos o más
personas, cuando hablarse se convierte en un verdadero
desafío? ¿No has notado cómo sufren los
tímidos para expresar lo que sienten, cuando comunicarse
con los demás se convierte en una verdadera proeza?
¿Acaso la mayoría de la gente disfruta de exponer ante un
auditorio? ¡Sí! La comunicación es uno de los
mayores retos de la vida! Por eso sentimos una gran seguridad para
hablar en ciertas circunstancias, y nos volvemos tímidos ante
otras.
De
hecho, la unión de un espermatozoide y un óvulo es el
triunfo de uno de los más sublimes actos de comunicación.
Aunque por sí mismas ambas células tienen energía
propia, puede acabárseles si no trasciendan y siguen
viviendo por medio de encontrarse y causar una 'fusión nuclear'.
El gameto masculino instintivamente se mueve con tenacidad hacia
delante con una fuerza propulsora increíble y, con un
empeño sorprendente cuyo mensaje intrínseco parece ser
"¡Quiero seguir existiendo!", finalmente alcanza su objetivo:
Prolongar la vida de ambos en un solo ser vivo que
nacerá para continuar su camino al éxito. Si no
ocurre la fusión, se les termina la energía y ambas
células acaban muertas. La vida de ambas y del nuevo ser que
nacerá depende del empeño, la perseverancia, el
esfuerzo, la fusión y la cooperación.
Por
otro lado, aunque la nueva criatura que nazca posea una dignidad
natural, garantizada por la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, puede que con el paso del tiempo experimente muchas
situaciones frustrantes que acumulen en su interior fuertes
sentimientos de culpa a causa de su imperfección, deficiencias,
errores y fracasos, que podrían confundirla en cualquier etapa
de la vida y hacerle llegar a creer que ha perdido la dignidad o carece
de ella. Además, la presión social puede atontarla y
hacerle creer que los demás esperan nada menos que
éxito de su parte o 'ser una fracasada'.
¡Nada
más falso! Tengamos en cuenta que para unos este mundo puede ser
muy apático e indiferente, desagradecido, prejuicioso y
desconfiado, y para otros, un lugar muy hermoso donde vivir. Por eso,
aunque lo apropiado es respetar la postura de los demás,
sería imprudente permitir que los demás tomen el control
absoluto de nuestra mente o corazón y nos inculquen ideas
absurdas, como quisieron hacer con Tina. Usted tiene derecho a un lugar
en este planeta y a una natural dignidad humana.
Lamentablemente,
en el presente vivimos inmersos en un sistema de vida que la humanidad
pareciera haber fabricado para su propia autodestrucción. Es
fácil reconocer que más personas podrían triunfar
si recibieran estímulo por las cosas positivas que hacen, en vez
de ser criticadas por sus defectos. A unos les parece que ningún
esfuerzo basta para conseguir la aprobación de cierto grupo que
consideran importante en su vida; y a otros, que la vida solo tiene
sentido si critican a los demás a pesar de que se esfuercen al
máximo. Consabido es que las felicitaciones y alabanzas
escasean, y que rara vez se toma en cuenta la dignidad ajena y el
esfuerzo denodado.
En cierta ocasión, un lector resentido porque yo no
ofrecía todos mis conocimientos gratis por Internet, me
escribió un mail deseándome con todo su corazón
que me quemara en el infierno, diciendo que le gustaría estar
presente en el juicio final, cuando supuestamente me
sentenciarían por mi maldad.
Quizás si me hubiera dicho: "No tengo dinero, por favor,
ayúdeme gratis", con una explicación razonable, y yo le
hubiera dado gratis lo que necesitaba. Prefirió dar curso a un sentimiento negativo en
vez de dejar salir un sentimiento noble. Esa no es la mejor manera de
conseguir lo que uno desea en la vida, ¿verdad?. De seguro de
que la Schumann-Heink no esperó recibirlo todo gratis.
Por
otro lado, francamente, preguntémonos, ¿cómo va a
recibir felicitación alguna alguien que hace las cosas sin
empeño? Esta es una razón por la que vemos un creciente y
descontrolado consumo de drogas alucinógenas y calmantes,
proyectos perjudiciales y empresas fraudulentas.
Empeño
es pasión, ardor, vehemencia, deseo intenso, fuerza y vigor. Y
aunque ni tú ni yo podamos cambiar al mundo, podemos vivir
intensamente en el más sano sentido de la palabra cada vez que
pongamos empeño en lo que hacemos. Porque al margen de
quiénes hayan sido nuestros progenitores, en cuanto a si eran lo
suficientemente maduros como para asumir su responsabilidad paternal, o
qué motivos tuvieron para concebirnos, somos el fruto de una
extraordinaria comunicación instintiva de la naturaleza. Por eso:
1.
Piensa en los beneficios y ventajas. Imaginaa cómo te
sentirías si alcanzaras cierta meta. Por ejemplo, si tienes que
subir hasta el cuarto, sexto o noveno piso porque se malogró el
ascensor, piensa en el beneficio cardiovascular que resultará
del ejercicio (si tu salud te lo permite); imagina el agradable vistazo
que podrás darle a la ciudad desde allá arriba. Y si
tienes que esperar en una larga fila, inicia prudentemente
una conversación con la persona que está a tu lado o
pídele que te guarde el sitio y aprovecha los minutos
muertos en otro lugar, o avanza la lectura del último libro que
compraste.
2.
Reconoce que el siguiente intento usualmente entraña algo mejor.
Cuando se incendió el laboratorio de Edison, su esposa gritaba:
"¡Y ahora qué vas a hacer, Tomás!". Ella estaba
desesperada porque todos sus planos y apuntes se estaban quemando, el
trabajo de toda su vida. Pero él exclamó: "¡Mira
qué maravilloso espectáculo! ¡Esto me ofrece la gran oportunidad de empezar de nuevo!".
Porque confiaba en su potencial. Sabía que una persona
empeñosa siempre puede salir airosa de entre los escombros de la
adversidad y el temor. Lo había hecho miles de veces y lo
haría miles de veces más. Edison era un ser humano
acostumbrado a empezar desde cero, y el resultado fue un éxito
rotundo.
3.
Puede que el tesoro esté un metro más abajo. Hill cuenta
de un hombre que, aunque invirtió todo cuanto tenía
en la perforación de una mina, desistió después de
muchos intentos infructuosos y vendió todo al mejor postor. El
nuevo dueño empezó donde el anterior se había
detenido y ¡halló el precioso mineral un metro más
abajo! Siguió cavando y se volvió millonario. Ten
presente que es tonto desistir de un propósito solo por
cansancio o porque nada resultó tan pronto como esperabas.
Por
eso, al preparar y presentar tus exposiciones siguiendo los consejos
que hallarás aquí en Oratorianet.com, hazlo con
verdadero ánimo, dándote cuenta de que tuviste un origen
formidable, que fuiste el resultado de uno de los empeños
más extraordinario del universo: La concepción.
Proyéctate hacia el futuro, trázate y alcanza una meta
cada día. Expón en público y siente placer de
comunicar tus ideas.
Y
si eres miembro del auditorio y la persona que expone, u otras personas
que están en el auditorio, manifiestan falta de empeño en
lo que hacen, mantente firme. Coopera dando todo de ti, para que tu
aporte marque una diferencia e imprima entusiasmo al grupo.
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