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Éxito y aprobación
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

El éxito se define como el resultado satisfactorio de un negocio o de una actuación, generalmente por conseguir algo o alcanzar una meta. Y una aprobación es el reconocimiento, alabanza o aplauso que se obtiene por un desempeño eficaz. De modo que el éxito y la aprobación se relacionan entre sí.

Todas las estructuras de la sociedad se construyen, mantienen, modifican o desmoronan de acuerdo a sistemas de aprobación determinados según escalas de valores tradicionales, culturales, religiosas, políticas, comerciales o de otra índole.

Por lo tanto, desde temprano en la vida las personas en todas partes, hasta en las tribus más remotas de la Tierra, crecen condicionadas a buscar la aprobación de alguien que fija ciertas reglas y objetivos. Si se obedecen las reglas, también se considera que hubo confianza; y si se alcanzan los objetivos, se considera que también hubo éxito. Además es común que hasta se impongan o sugieran ciertos procedimientos para alcanzar dichos objetivos. Por ejemplo, según los que imponen los valores, si se alcanza una meta pasando por alto las reglas, la persona queda desaprobada o tal vez hasta se le imponga una pena o se le niegue reconocimiento alguno, como cuando se consigue una evidencia pasando por alto una ley que regula el debido proceso. Se la considerará inadmisible en un juicio.

¿Quién fija las metas? ¿La aprobación de quién buscas?

Las personas abrigan puntos de vista diferentes acerca del 'éxito' y el 'fracaso'. Mientras que para unas tal vez consista en acumular dinero, para otras pudiera estribar en ganarse la confianza de cierto sector de la población; para otras tal vez sea curarse de una penosa enfermedad mortal, y para otras, terminar una carrera, tener un hijo, viajar de vacaciones a un país lejano o descubrir una fórmula para bajar de peso.

Para alguien que solo quiere acumular dinero, puede parecerle un fracaso que otros solo piensen en tener un hijo o en descubrir una fórmula para bajar de peso; y para alguien que solo desee sanar de una enfermedad mortal, puede sonarle ridículo el que alguien solo piense en acumular dinero, viajar se vacaciones o terminar una carrera. El éxito y el fracaso dependen de los objetivos, así como de las personas que aprueban o desaprueban los objetivos y los métodos para alcanzarlos.

Para alguien que solo quiere acumular dinero le tiene sin cuidado la opinión de quienes solo piensan en tener un hijo o en descubrir una fórmula para bajar de peso; y para alguien que quiere sanar de una enfermedad mortal, le tiene sin cuidado lo que piensen o digan los que solo viven para acumular dinero, viajar se vacaciones o terminar una carrera. Por la misma razón, la crítica (constructiva o destructiva) afecta más a los que buscan la aprobación de quienes fijan sus objetivos o trazan los métodos para alcanzarlos.

Si mi motivación resulta de saber que estoy haciendo lo que es correcto, porque mis valores morales son muy elevados, no me importará la desaprobación de quienes me ofrezcan como incentivo un monto de dinero a cambio de cooperar con un proyecto para estafar a alguien. Su aprobación o desaprobación no está en mi escala de valores. En otras palabras, no me interesa, y por tanto, no me desmotiva.

Pero si mi motivación depende de la aprobación o desaprobación de estas personas, porque mi escala de valores es como la de ellas, me interesará mucho agradarles, y por tanto, me desmotivará su rechazo. Mis valores morales, determinados por ellas, me impulsarán a buscar su aprobación e implicarme en cualquier proyecto, aunque a la larga me resulte perjudicial. Mi motivación depende de su sonrisa de aprobación. Así es como funcionan todos los grupos humanos. Si no te amoldas, estás despedido. Finish.

Por eso, si ciertas personas u organizaciones son importantes en tu vida, estarás muy pendiente de sus opiniones y críticas; y si carecen de importancia, no te afectará. De modo que la influencia y el poder que estas entidades ejercen sobre ti dependen de lo mucho o poco que te importe su opinión, o de tu fuerza o debilidad, competencia o incompetencia para entender cómo funciona el poder y la influencia de los demás.

Por ejemplo, probablemente la palabra que menos se usa en Internet es "gracias", porque la  mayoría de la gente se ha acostumbrado a sacar provecho de las páginas web sin dar las gracias ni comprar los productos. Por un lado, es cierto que si uno no quiere un producto, no tiene por qué comprarlo, pero por otro, tal vez se haya beneficiado grandemente de la información que pudo obtener gratis. No compró el producto, pero tampoco expresó su agradecimiento de manera alguna por el beneficio recibido. Si los propietarios de la página dependieran del agradecimiento para sentirse bien, estarían fritos, porque no es común que un navegantes de Internet escriba para decir "gracias". Simplemente obtiene el beneficio y punto. Se tiene en poco el esfuerzo que toma hacerlo. Sobre todo, los niños aprenden a darlo todo por sentado, como si los demás les debieran todo, y a no expresar agradecimiento de ninguna manera.

¿Es tu éxito o el de alguna otra persona?

Si fijas tus propios objetivos y te exiges tu mayor esfuerzo y los alcanzas, el éxito será tuyo, porque si fijas tus objetivos y fracasas, es tu responsabilidad. Puedes aprobarte o desaprobarte, o exigirte al máximo o 'procrastinar' todo el día sin ninguna intención de hacer algo al respecto. Pero si otra persona fija los objetivos, y tú los alcanzas, el éxito será de ella y ella te dará su aprobación (premios, felicitaciones, alabanzas, reconocimientos), o si fracasas, te criticará, rechazará, maldecirá o despedirá.

Una persona resentida o rencorosa es generalmente envidiosa e intolerante. No acepta que alguien no haga o diga lo que ella esperaba, y su desaprobación nunca es disimulada, sino todo lo contrario. Exhibe su disgusto de toda manera posible: con la expresión del rostro, con el contenido de sus palabras, por su forma de hablar y tratar, por la ubicación de su cuerpo, o hasta contratando a alguien para que inserte un código malicioso en la página web de quienes consideran indeseables. Creen que serían felices si se los saca del camino. Por eso pudiera decirse que más que un simple bloqueo emocional, la intolerancia puede convertirse en una verdadera bomba de tiempo cuyo detonante pudiera ser cualquier éxito ajeno, por pequeño que sea.

La persona intolerante no acepta nada que no se conforme a su escala de valores ni nada que no resulte como ella quiere. Por lo tanto, asume una actitud casi deportiva respecto a la desaprobación. Por ejemplo, si es un maestro, pone una nota baja cuando se merece una nota alta, y se justifica criticando a sus colegas que ponen notas altas, y además tiene fama de ser una persona dura e injusta, y se regocija por ello. Pobre del que procure una felicitación de su parte. Una alabanza será lo que menos saldría de sus labios. Y ¿no nos estamos acostumbrando a oír noticias de algunos que hasta abiertamente toman un arma y acribillan a balazos a otros por considerarlos intolerantes? ¿Es eso éxito?

Ventajas y desventajas

Es cierto que resulta poco grato a tus ojos que otra persona fije tus metas, a pesar de ser una manera excelente de ayudarte a mejorar tu rendimiento. Pero el sentido de responsabilidad se convierte por ello en una fuerza irresistible que te impulsa a dar lo mejor de ti mismo, sabiendo que tienes que rendir cuentas. En realidad, en este caso el papel que juega la autoridad es muy importante. Al someter a presión tu desempeño, te beneficia. La búsqueda de su aprobación se convierte en un factor clave.

Eso nos muestra que no toda desaprobación es mala, ni que esté mal que otros te impongan metas u ofrezcan incentivos poco atractivos. No es posible vivir en sociedad sin buscar la aprobación de los demás en un sentido u otro. Hay ventajas y desventajas en todo. El problema surge cuando la desaprobación de tus figuras de autoridad se convierte en una carga pesada, difícil de sobrellevar, debido a que se vuelven casi imposibles de agradar o siempre exigen más y más y más.

En cierta ocasión me esmeré como nunca para alcanzar varias metas difíciles de lograr, y lo conseguí. Trabajé como nunca y realmente me sentí satisfecho por mi esfuerzo. Cuando abordé a mi supervisor para contarle lo que había hecho, simplemente dijo: "Muy bien, pero ahora quiero que trabajes más". ¿Crees que me sentí animado a dar más?

Cuando otros fijan tus metas. Algunas de las ventajas de que otra persona (padre, maestro, jefe) fije tus objetivos, lo cual significa que el éxito o fracaso te granjeará su aprobación o desaprobación, radican en que te mantienes en constante actividad, te beneficias de su capacitación, te provee un cuadro de metas progresivas y te compensa de acuerdo a una escala de premios.

Algunas desventajas tienen que ver con la manera como dispones de tu tiempo, tus horarios, métodos, plazos y otros asuntos personales. Envuelve sacrificios que ponen a prueba tu integridad.

Cuando fijas tus propias metas. Algunas de las ventajas de fijarte tus propios objetivos, lo cual significa que el éxito o fracaso depende enteramente de tu propia aprobación o desaprobación, radican en que te esfuerzas a conciencia, escoges los temas de tu capacitación, te trazas un cuadro de metas progresivas y te compensas con un premio que va acuerdo a tus propios parámetros, todo lo cual, por supuesto, se basa en una motivación interior que puede ser muy constante y fuerte.

Algunas desventajas tienen que ver con ciertas debilidades y limitaciones. Por ejemplo, tal vez te exijas más de lo que realmente puedes hacer y termines cavando una tumba de frustración; o te vayas al otro extremo y te complazcas con un esfuerzo escaso, rindiendo menos de lo que podrías. Otra es que no te trazas un cuadro de metas lo suficientemente exigente. Además, podrías fijarte una exgeradamente generosa escala de compensación por tus pequeños esfuerzos. Y lo peor, podrías relajarte y perder el paso a cada rato.

¿A quién quieres agradar?

De modo que, en suma, tus éxitos y fracasos dependen enteramente de tu sistema de aprobación. ¿A quién quieres agradar?

No es incorrecto buscar la aprobación de otra(s) persona(s) o la tuya propia si tus objetivos, métodos, incentivos y resultados serán verdaderamente beneficiosos a corto, mediano y/o largo plazo. Sería más que absurdo trazarte metas que a la larga solo te consigan un lugar en la cárcel, en un manicomio o en un ataúd.

Lo importante es que las metas y los métodos que sigas para alcanzarlos sean del todo saludables, compatibles con ideas, sentimientos, creencias e inclinaciones dignos de encomio. Entonces verdaderamente alcanzarás el éxito, es decir, disfrutar de la satisfacción de haber logrado un excelente resultado por tu esfuerzo.
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