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Por qué a veces se bloquean
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
Si
un estudiante de oratoria se bloquea, olvida las palabras y su mente se
pone en blanco, se trata de un problema común llamado lapsus memoriae. Solo son lagunas
mentales pasajeras por las que a veces pasa todo el mundo.
Por ejemplo, una persona puede escribir con un teclado de computadora
usando ambas manos simultáneamente; un pianista, guitarrista o
baterista también puede coordinar perfectamente ambas manos para
producir sonidos armoniosos; y un conductor de automóvil puede
coordinar el giro del timón, el freno y el acelerador cuando
maneja. El cuerpo humano es capaz de hacer muchas cosas sin
dificultad coordinando sus diferentes miembros, y hacerlo a velocidades
increíbles sin problemas (corredores de auto, esquiadores,
pescadores de camarón o bailarines acrobáticos, etc.)
Pero, ¿por qué está prohibido conducir
automóvil y al mismo tiempo hablar por teléfono celular?
¿Por qué sería muy difícil escribir con un
teclado con una mano y escribir con un lápiz con la otra al
mismo tiempo? ¿Por qué sería raro hallar alguien
que pueda tomar un dictado simultáneamente de dos personas que
le dieran mensajes diferentes?
Porque nuestro cerebro es increíble, pero no es todopoderoso.
Tenemos limitaciones, y aunque podemos experimentar para ver hasta
dónde podemos extender sus posibilidades, estamos conscientes de
nuestras limitaciones naturales. Podemos realizar tareas
simultáneas cuando aprendemos a coordinar nuestros movimientos
por reflejo condicionado. Por ejemplo, si aprendes a manejar
automóvil, tendrás grandes dificultades para coordinar
las diferentes acciones, pero una vez que te acostumbras, puede
disfrutar del manejo sin ninguna dificultad con casi cualquier
vehículo y en casi cualquier autopista. Todos pasamos por eso.
De hecho, hay personas que desarrollan elevados niveles de eficiencia
realizando tareas complicadísimas gracias al reflejo
condicionado, como es el caso de los pilotos de cazabombardero.
Asistidos por una supercomputadora pueden llevar a cabo misiones muy
precisas y complicadas. Pero hay muchas cosas que requieren toda
nuestra concentración y compromiso. A veces no podemos darnos el
lujo de dejarlas al reflejo condicionado. Si uno trata de hacer dos
cosas al mismo tiempo, concentrando la atención en ambas por
separado, se dará cuenta de que su mente siempre
bloqueará una para considerar la otra. Uno no puede concentrarse
en ambas.
En oratoria puedes hacer ademanes y coordinar la modulación y
las pausas simultáneamente por reflejo condicionado, y hasta
tener en cuenta ideas que van en un mismo sentido, es decir, que
están relacionadas directa o indirectamente con el tema, pero no
puedes concentrar tu atención en el tema y, al mismo tiempo, en
algo que no tiene nada que ver con él.
Por ejemplo, si estás hablando de una experiencia ocurrida en un
paseo, pero en vez de concentrarte en la experiencia comienzas a pensar
“espero que a mi mamá le guste mi discurso”, o en
“¿por qué Fulano me mira de esa manera”,
bloquearás los procesos, porque son ideas que no tienen nada que
ver con el tema.
La cosa funciona sí: O tu cerebro presta atención al tema
y despide inmediatamente la idea perturbadora, o presta atención
a la idea perturbadora y despide el tema. Como tu propósito no
es hablar de tu mamá ni de tus temores, te inmovilizas y te
quedas en silencio. Has ahuyentado el tema.
En pocas palabras: Es un asunto de concentración. No puedes
concentrar la atención en dos asuntos completamente ajenos,
porque el resultado sería un bloqueo total.
Solución: Orientar todos tus pensamientos hacia un mismo
objetivo, de modo que, si te asalta la idea “espero que a mi
mamá le guste mi discurso”, tu mente responda
automáticamente: “Claro que le va a gustar”; y si
piensas en “¿por qué Fulano me mira de esa
manera”, tu mente responda automáticamente: “No me
importa cómo me mire la gente”. Eso mantendrá tu
cerebro enfocado en el tema. Lógicamente, si tienes una
mentalidad orientada a la búsqueda de aprobación de los
demás como única base de juicio sobre tu
desempeño, te costará más.
Un recurso eficaz, propuesto por Carnegie, es usar el mismo
procedimiento natural que bloquea el tema para bloquear a la idea
intrusa que nos causa distracción. Si estás hablando de
"A", pero "B" te distrae, habla un rato de "C" hasta que tu mente se
relaje y recuerdes a "A" y puedas seguir hablando.
Cuando uno entra en una laguna mental, lo que no debe hacer es forzar
el recuerdo. Lo correcto es hablar de cualquier otra cosa que a uno se
le ocurra hasta que la mente le devuelva el recuerdo de lo que estaba
diciendo. En más de 30 años de experiencia, me ha dado
resultado en el 100% de los casos. Todos los oradores entran en una o
dos lagunas mentales en cada discurso, pero nadie se da cuenta porque
aplican el método de hablar de otra cosa. Tan pronto como
recuerdan de qué estaban hablando, simplemente retoman el
hilo.
Dicha técnica, usada como plan de contingencia por los oradores
experimentados cuando improvisan o exponen extemporáneamente,
funciona así: Si están hablando de un tema (1) y una idea
intrusa (3) les cierra el paso (2) , le hacen exactamente lo mismo: Le
cierran el paso (4) con una idea nueva (5) y se explayan durante todo
el tiempo necesario (6) hasta que su fantástica mente les
devuelve el recuerdo de la idea original (7) y retoman el tema (8).
Todo este proceso es automático y generalmente dura unos cuantos
segundos, pero lo mejor es que aunque no recordaran la idea original,
no se retirarían avergonzados, porque les permitiría
terminar la exposición con dignidad.
Pero, ¿cómo hacer si no estás improvisando o
hablando extemporáneamente, porque tienes un bosquejo y no debes
desviarte hablando de cualquier cosa que se te ocurra (5). Tu
opción es echarle un vistazo al bosquejo y tomar la idea (5) de
allí. Con un bosquejo es muy fácil recuperar la idea. Por
eso, siempre se sugiere diseñar un bosquejo.
¿Y si el discurso es memorizado?
La técnica arriba indicada funciona con cualquier tipo de
discurso. No obstante, no es recomendable memorizar un discurso palabra
por palabra, letra por letra. Veamos algunas razones:
Si olvidas una palabra o una frase, rompes la cadena nemónica y olvidas lo que sigue
Te atascarás más y entrarás repetidamente en una laguna mental
El temor a olvidarlo genera una presión tremenda y hace que sudes y tiembles más
Tu presentación se vuelve robótica y carente de sinceridad
Tu auditorio no se dejará persuadir, porque al comunicar inseguridad pierdes influencia
Memorizar solo se justifica en las clases de teatro. En tal caso, la
oratoria histriónica exige que uno memorice el discurso
exactamente como indica el guion. Pero en Oratorianet no recomendamos
presentar discursos histriónicamente. Ha habido líderes
famosos que utilizaron ese estilo, pero en la era de la
informática la gente se ha vuelto más pensadora. Ya no se
deja convencer con poses, gestos y actitudes demagógicas.
Además de pasión, la gente exige razones de peso y
eficacia en el desempeño.
Las técnicas de oratoria ayudan a entender y contrarrestar
los temores en general y es muy eficaz para ayudar a vencer la timidez.
Pero debemos aprender, retener y cultivar los aspectos positivos
eliminando los negativos.
Olvidar no es un defecto de la memoria, sino una cualidad. Pero por
ignorancia tendemos a dificultar sus procesos automáticos. Por
eso, aplica la técnica para salir de una laguna mental, y te
será cada vez más fácil presentar discursos
extemporáneos.
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