ÍNDICE
¿Oratoria, retórica o demagogia?
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
A
veces oímos decir que Fulano, Mengano, Zutano y Perengano se
enzarzaron en una retórica interminable. ¿Oratoria,
retórica y demagogia es lo mismo? ¿O hay diferencias? En
tal caso, ¿cómo saberlo?
Oratoria es el arte de informar,
impactar, conmover y entretener a un auditorio mediante un discurso.
Algunos tratadistas la clasifican como un estilo tradicional y de
altura, a la par con el lírico, épico, novelesco,
histórico, didáctico e histriónico. En pocas
palabras, la expresión hecha arte.
Ahora bien, todos sabemos que hay una
infinidad de expresiones de arte antiguo y moderno. El ser humano
parece llamado a ser un artista en todo lo que hace, no solo en la
pintura, escultura, arquitectura, música,
fotografía y otras expresiones artísticas conocidas. La
oratoria, ya sea clásica, antigua, moderna, dinámica,
práctica, eficaz o como prefieras llamarla, es una rama del
arte. En nuestra página principal hay un artículo sobre
nuestra opinión de los "Tipos de oratoria".
La retórica es el arte de
hablar o escribir adecuadamente con el fin de deleitar, conmover y/o
persuadir con eficacia. Por ejemplo, una pregunta retórica
[“¿Hasta cuándo vamos a esperar?”] no
necesariamente exigiría una respuesta del auditorio o lector,
porque es solo un recurso para motivar o invitar a la reflexión.
Cuando en un documental del National
Geographic oímos que los perros mapache son unos
"alienígenas, amos de la colonización", no quieren decir
que vienen de otro planeta para dominar la Tierra. Es tan solo una
expresión retórica que al buen entendedor le indica que
se multiplican con gran facilidad. La retórica hace interesante
y entretenido un discurso.
En cambio, la demagogia es,
según nos ayuda a discernir el Diccionario, una
degeneración del sentido democrático, mediante la cual
los políticos halagan los sentimientos elementales de los
ciudadanos y hacen concesiones para conseguir su favor o mantenerse en
el poder.
Por eso comúnmente se ve como
demagogo al caudillo de una facción popular o al orador
revolucionario que intenta ganar influencia mediante discursos que
agitan a la plebe.
Si un discurso informa, impacta,
conmueve y entretiene eficazmente, de seguro estamos ante una pieza de
oratoria o retórica. Pero si percibimos claramente que el motivo
principal parece ser excitar y/o halagar los sentimientos elementales
del auditorio, haciendo concesiones y/o regalándoles los
oídos, ya sea para obtener su favor, ganar influencia o
mantenerse en cierto puesto de autoridad, estamos ante una
expresión demagógica.
Tal vez alguien diga que casi toda
pieza de oratoria tiene la finalidad de ganarse el favor del auditorio
para obtener un aplauso, pero eso no se ajusta a los significados
mencionados antes.
El que una pieza de oratoria resulte
grata al oído y al corazón mediante la
presentación de argumentos edificantes, instructivos y
beneficiosos, no significa que el orador esté procurando excitar
los sentimientos con un propósito egoísta. Los maestros,
por ejemplo, tienen que hacer presentaciones magistrales para impartir
instrucción, lo cual pudiera implicar llegar al corazón y
entretener, lo cual provocaría un merecido aplauso. Pero es muy
diferente cuando el orador excita las emociones del auditorio con el
único propósito de obtener su aplauso, apoyo,
promoción o aprobación.
ARRIBA