ÍNDICE

¿Cómo logro que me hagan caso?
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

El Huracán Katrina pasó a la historia como uno de los más devastadores de la historia de los Estados Unidos, pero no mucho tiempo después Rita se mostró aún más peligroso y devastador. Sin embargo, aunque varios días antes la mayoría aceptó evacuar las ciudades costeras que estaban a su paso, hubo algunos que se rehusaron por diversas razones. ¿Por qué es tan difícil lograr que algunas personas hagan caso?

Todos tenemos deberes y derechos que la naturaleza humana nos impone y concede. Uno de esos deberes básicos es, precisamente, respetar los derechos de los demás; y uno de esos derechos es, precisamente, que se respeten nuestros derechos.

Por ejemplo, un médico puede examinarnos e interpretar para nosotros los resultados de ciertos análisis y síntomas, y podría considerar su deber darnos su opinión y sugerirnos cómo recuperar la salud, sobre todo si nuestra vida estuviera en riesgo. Pero no le corresponde imponernos un tratamiento en contra de nuestra voluntad. Y lo mismo podemos decir de un abogado. Puede recomendarnos cómo proceder ante un problema legal, pero no es su resonsabilidad imponernos sus servicios. En cualquier caso podemos buscar una segunda opinión o hasta cambiar de médico, hospital o abogado.

Es nuestro derecho tomar decisiones sobre los asuntos que nos atañen personalmente. Pero también podríamos perder nuestros derechos si violáramos las leyes. Por ejemplo, un delincuente no puede decidir la pena que se le impondrá por haber cometido un delito grave. Es un juez quien se la le impone en representación de la comunidad basándose en criterios establecidos y aprobados por representantes de dicha comunidad.

Por ejemplo, cuando amenaza un desastre, los gobiernos tienen la obligación de atender las necesidades de las víctimas. ¿Pero si se prevé que habrá tal cantidad víctimas que rebasará las posibilidades de atención eficaz, o que demandará más recursos económicos de los que hay disponibles, lo que perjudicaría a la comunidad en general; o que por otras razones hay base para suponer que ocurrirían saqueos y abuso generalizado? Tal vez un juez podría ordenar una evacuación para minimizar el impacto social y económico. Si ese fuera el caso, nuestros derechos pudieran quedar coartados porque de lo contrario estaríamos perjudicando los derechos de los demás. ¿Pero si los que no quieren evacuar son relativamente pocos y no hubiera base para creer que peligrara la propiedad ajena? Tal vez decidiera que no afectarían los derechos de los demás y les permitiría permanecer.

Es solo un ejemplo. En todo caso, aunque la obediencia de la mayoría minimizaría la carga de atender a las víctimas, no impidiría que el peligro embistiera sobre los que decidieran quedarse y sufrir la pena. Pero, ¿por qué algunos no hacen caso?

¿Cómo lograr que hagan caso?

Cada persona tiene sus propios motivos o razones para rehusarse a acatar las instrucciones de otra persona, aunque sea una autoridad, un médico o un abogado; también un juez tiene sus propias razones para dictar una sentencia. Puede haber una infinidad de motivos para que una persona llegue a una decisión diferente de la de los demás, pero siempre nos preguntamos por qué los demás no pueden concordar con nosotros, como si nuestras razones fuesen mejores o superiores, o como si los demás estuvieran ciegos y nosotros no. Pero no tenemos por qué criticar.

La razón principal es que tenemos libre albedrío y todas las cartas constitucionales defienden el derecho de decidir por uno mismo lo que es mejor para uno; y cada uno toma decisiones basadas en el conocimiento que tiene de los asuntos. Por ejemplo, la mayoría de las personas ignora por qué un juez dictaría una disposición de evacuar una ciudad cuando uno tiene el derecho de permanecer en su propia casa si así lo quisiera, porque no comprende que si todos hicieran eso rebasaría la capacidad de respuesta de los rescatadores en caso de ocurrir un desastre de proporciones impredecibles y tal vez demandaría más recursos de los que se disponen, todo lo cual afectaría los derechos de los demás. Al ignorar cómo su decisión individual puede afectar negativamente el bienestar de los demás, no tienen capacidad para comprender por qué se los quiere evacuar.

De modo que todos tomamos nuestras decisiones basándonos, no en lo que otros creen, piensan o saben, sino en los que nosotros creemos, pensamos y sabemos. Por ejemplo, los que sí deciden evacuar tal vez lo hagan por obedecer a las autoridades o por escapar de la calamidad y no porque entiendan las razones del gobierno. Evacúan, pero cada uno por sus propias motivaciones.

De modo que no es que simplemente no hagan caso o se encaprichen, sino que toman una decisión basándose en lo que creen que es mejor para sí mismos, aunque ello no coincida con lo que otros crean.

El conocimiento es un factor clave

Cuanto más conocimiento tiene una persona, mejor capacitada está para tomar una decisión acertada, porque está consciente de sus verdaderas probabilidades de éxito; pero cuanto menos conocimientos tenga, menos capacitada está. Por eso las leyes de la mayoría de los países determinan que descansan sobre los padres las decisiones que podrían afectar el futuro de sus hijos, porque los niños que no tienen capacidad para decidir carecen de los conocimientos, la experiencia y del criterio suficientes como para saber qué decidir. La mayoría de los jueces respetan ese derecho.

Un adulto con pocos conocimientos no es diferente de un niño, porque, igual que un niño, tenderá a seguir los dictados de sus emociones y pudiera tomar un camino equivocado.

Grandes y chicos en general toman sus decisiones basándose en sus conocimientos y experiencias personales porque creen y confían en lo que han visto, en lo que han oído y en lo que han sentido con anterioridad. Por ejemplo, cierta niña rehusó rotundamente ser atendida por un médico en un hospital cuando oyó que la enfermera lo llamó "Dr. Bocanegra". La niña empezó a llorar y a gritar: "¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Con ese doctor no quierooooo, porque tiene la boca negraaaa!!". Su limitado conocimiento causó una reacción emotiva de temor.

Lo mismo sucede con los adultos. Puede que se rehusen a acatar instrucciones por motivos meramente emocionales cuando carecen de los conocimientos básicos que se necesitan para entender o discernir un asunto difícil. Pero si de antemano se les proveen las nociones que necesitan, podrían comprender el por qué de cierta instrucción, ley, mandato o prohibición y estar más dispuestos a cooperar, por su propio bienestar y el de los demás.

Por lo tanto, si las personas toman decisiones basadas en sus propios conocimientos y sentimientos, es de vital importancia proveerles de antemano todas las nociones, ilustraciones, respuestas, experiencias y referencias básicas para que arriben a conclusiones superiores por haber llegado a creer en soluciones superiores.

Inexorablemente, la gente seguirá creyendo en lo que quiere creer y basará todas sus decisiones en lo que quiera creer. Para que sus decisiones sean superiores, y por tanto, más beneficiosas, la única manera es elevar o mejorar su habilidad para entender los asuntos mediante proveerle los conocimientos elementales necesarios. Entonces tal vez lleguen a otra conclusión y tomen otra decisión.

¿Puedes ver más allá de lo obvio, leer entre líneas, entender lo invisible, discernir las circunstancias que te rodean?

Cuando no podíamos ver los gérmenes, bacterias, virus y otros microorganismos, atribuíamos muchos de nuestros males a fuerzas sobrenaturales desconocidas; pero cuando el microscopio fue inventado y los vimos con nuestros propios ojos, nos aterramos por su aspecto y por la devastación que podían causar. Solo a partir de entonces los científicos estuvieron en la capacidad de crear las medicinas que contrarrestaran sus efectos.

Hoy no es diferente. Aunque existe el microscopio, mucha gente de todos los niveles económicos y clases sociales suelen obrar imprudentemente provocándose a sí misma enfermedades y dolencias terribles por no entender cómo actúan dichos microorganismos. Por otro lado, no todos los ácaros son dañinos, ni todas las bacterias perjudiciales. Muchas personas disfrutan de un agradable vaso de yogurt con frutas, pero ignoran qué es el yogurt. Si lo averiguaran, algunos tal vez se retraerían de volver a comerlo; otros lo asimilarían y entenderían que no tienen por qué temer.

De modo que la razón por la que las personas no hacen caso ante las advertencias, instrucciones y prohibiciones no siempre es que sean rebeldes o ignorantes, sino que entienden los asuntos de una manera diferente. Y la única manera posible para que modifiquen su postura es poniendo a su alcance el conocimiento básico que necesitan para entender los asuntos de otra manera.

Por lo tanto, si quieres que tus estudiantes cooperen, aplica La 4 Leyes: Informar, impactar, conmover y entretener. Usa explicaciones interesantes, razonables y claras valiéndote de ilustraciones, experiencias, anécdotas, preguntas de reflexión, referencias sólidas, estadísticas, resultados de estudios y testimonios confiables, usando una modulación agradable y expresándote libremente mediante gestos, ademanes y apoyos visuales. Solo así aumentarás tus probabilidades de que entiendan por qué les pides lo que les pides, y aumentarás tus opciones de que acepten tus propuestas.

Además, tu manera de exponer les servirá de ejemplo para que expongan ellos mismos de manera eficaz y aumenten sus probabilidades de lograr que a ellos también les hagan caso.

www.oratorianet.com

ARRIBA