ÍNDICE
Una palabra de precaución sobre los ejercicios
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
Si
asignas ejercicios a tus estudiantes de oratoria, evita abrumarlos
dándoles todos los que se te ocurran. Eso pudiera desalentarlos.
Es mejor darles uno o dos y observar los resultados al cabo de un
tiempo. Ningún deportista salta más alto ni corre
más rápido por hacer muchos ejercicios. Lo que se quiere
es que desarrolle poco a poco las destrezas requeridas mediante la
práctica perseverante de unos cuantos ejercicios.
Hay
ejercicios para desarrollar las cualidades de la voz (volumen,
pronunciación, tono y velocidad), ejercicios para las cualidades
del cuerpo (postura, modo de andar, contacto visual y ademanes),
ejercicios para el diseño del bosquejo y para la
redacción del tema, y ejercicios de motivación y para
relacionarse con los demás. Si no asignas estas cosas poco a
poco, pudiera resultar abrumador. Por eso los cursos breves o
seminarios de oratoria siempre son menos efectivos que los de largo
plazo. Dale Carnegie dictaba unas 14 clases, a razón de una vez
por semana en sesiones de 4 horas cada una, con resultados
sorprendentes. De hecho, si se añaden clases de
ortografía, gramática, redacción práctica y
otras disciplinas relacionadas, un curso profesional de oratoria
debería durar aún más.
Si dosificas
los ejercicios, de modo que tus estudiantes experimenten poco a poco el
desarrollo de integral de sus cualidades personales para exponer, y no
se conviertan en una carga pesada, tus clases de oratoria siempre
serán bienvenidas y recomendadas.