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¿Un vaso de agua o con agua?
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

Es muy común que entre los amigos se haga la pregunta: "¿Se dice 'dame un vaso de agua' o 'dame un vaso con agua?'", cuando uno de ellos ha reflexionado en ello y ha averiguado que no es lo mismo. Pero antes, cuando no lo sabía, seguramente decía: "Dame un vaso de agua", y nunca tuvo problemas para comunicar lo que pedía. Tanto antes como después de reflexionar en ello, el sentido no cambió.

Sépalo o no, la gente seguirá entendiendo lo mismo: "La persona está pidiendo un poco de agua", y no se hace problemas en cuanto a la gramática u ortografía. Pero ¿por qué para la gente no hay mayor diferencia? Sencillamente porque entienden el mensaje.

Ilustrémoslo con lo siguiente. Si escribimos: "La csa de mi abluela no queda muy legos de aqui", el cerebro del lector efectuará una corrección automática guiada por el instinto y entenderá: "La casa de mi abuela no queda muy lejos de aquí". Pero un analfabeto no necesitará hacer ninguna corrección, porque no sabe que está mal escrito. Si alguien lee del libro en voz alta, haciendo la corrección, el analfabeto entenderá el emsaje correctamente. No se hace problemas.

Veamos otro ejemplo. Si un extranjero que no habla español nos cuenta un anécdota que le ocurrió en el campo, diciendo: "Y da japente, un ovispo me picó en una pata", nuestro cerebro efectuará la corrección y entenderá lo que quiso decir: "Y de repente, una avispa me picó el pie". No nos hacemos problemas.

Eso nos lleva a una conclusión interesante: Uno es el mensaje que damos, y otro, el que recibimos. Nuestro cerebro hará la interpretación que mejor se ajuste a la realidad. Lamentablemente, a veces dicha interpretación va más allá de una simple corrección ortográfica o gramatical. Por ejemplo, alguien ve a su vecino casado paseando con una joven muy atractiva que no es su esposa. Inmediatamente sacárá varias posibles conclusiones, probablemente comenzando con la más maliciosa: "Esa no es su mujer". En algunos casos, la persona es tan prejuiciosa que ni siquiera pensaría en otra probabilidad, como "podría ser su sobrina", "podría ser su hermana", "podría ser una hija de su anterior matrimonio", "podría ser alguien que tuvo miedo de andar por esa calle y le pidió que por favor la acompañara hasta la siguiente esquina", "pordría ser que la joven le preguntó por una dirección y él le dijo que, precisamente iba en esa dirección".

El prejuicio enturbia y hasta modifica completamente los mensajes que nos llegan al cerebro, causando interpretaciones de lo más caprichosas y prejudiciales. Por eso es que el analfabeto no se hizo problemas con ejemplo anterior, porque ignoraba las reglas gramaticales y ortográfica. En ciertos casos, la ignorancia nos evita complicaciones.

Ahora bien, ¿por qué unos comunican los mensajes teniendo más cuidado con la construcción gramatical? Primero porque han estudiado un poco más que los demás la manera de construir las oraciones. Lógicamente construirán mejor las oraciones; y segundo porque no quieren generar un malentendido y provocar un resultado diferente. No obstante, cuando las emociones y el prejuicio se interponen, el problema no solo se da a nivel de la construcción de las palabras, sino de lo que la persona interpreta en su corazón.

Una persona prejuiciosa hará un escándalo de algo que tal vez no tenía ningún significado importante, mientras que una persona razonable buscará en su mente las opciones más conciliadoras, concediendo el beneficio de la duda, y por lo tanto obtendrá mejores beneficios de la comunicación.

De modo que al analfabeto le interesa el mensaje, pero al estudioso, que las cosas se digan como él cree que deberían decirse. Si el estudioso es además prejuicioso, belicoso, quisiquilloso o exigente, los errores o descuidos le irritarán más que si se mostrara razonable y tolerante.

Por eso, la persona razonable no se hace problemas con un vaso "de agua" ni con uno "con agua", porque se da cuenta de que en todo caso se refiere a un vaso con agua, porque simplemente los vasos "de agua" no existen.

Un dicho antiguo, compilado por Vicente Vega en su "Diccionario de Frases Célebres y Citas Literarias", reza: "Gramatico puro, asno puro". Es decir, no existe una gramática pura, perfecta, acabada o inmóvil. El lenguaje sufre modificaciones con el paso del tiempo. Los moradores de una zona pudieran tener dialéctos muy diferentes de los moradores de otra zona, a pesar de vivir en el mismo país o región. Y los idiomas no solo resultan del deseo de comunicarse todos entre sí de la manera más rápida posible, sino muchas veces de segregar intencionalmente a quienes no forman parte del grupo.

Los hispanohablantes gozamos de un beneficio que no tienen los demás: una entidad que vela por el idioma español: La Real Academia Española. La mayoría de los pueblos tienen diccionarios que ayudan a entender el significado de las palabras, pero la Academia vela por el idioma español de una manera que despierta la admiración de los hablantes de otros idiomas.

Sin embargo, ciertas personas la ensalzan como a una soberana que domina y controla el habla de los hispanohablantes, dictando lo que es o no es el idioma español, y creen que el Diccionario se produce con la finalidad de decirle a la gente cómo deberían hablar. Confieso que yo mismo me dejé llevar alguna vez por esa corriente de pensamiento.

Pero no es así. La Academia nos ayuda a expresarnos de la mejor manera en el sentido de reducir al mínimo las fricciones que causan los malentendidos. Es más bien una entidad que nos ayuda a conocer el protocolo básico de las palabras para que podamos entendernos mejor y más rápido.

Por ejemplo, ¿qué sucede si un periodista dice que "abalearon a un hombre que caminaba por la Av. El Sol"? Una persona entenderá que le dispararon con un arma de fuego, y captará el mensaje. Pero una persona que leyó en el diccionario el significado de abalear y balear se dará cuenta de que se expresó mal. Hace algunos leyó que abalear significaba 'separar la paja gruesa del grano por medio de aventarla al viento con una pala'; y que balear significaba, en este caso, tirotear a alguien con un arma'.

Pero de repente ocurrió algo extraño. Abrió el Diccionario y encontró que abalear también se incluía como un disparo con arma. ¿Qué había ocurrido? ¿Se equivocaron en la Academia? ¿La Academia lo traicionó? Tantos años creyendo que abalear solo significaba 'separar la paja gruesa del grano por medio de aventarla al viento con una pala', y ahora


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