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Efectividad y eficiencia
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

En un artículo ("La pirámide organizacional puesta al revés"), Ken Blanchard escribió un enfoque del liderazgo y la dirección de las empresas, así como una graduación para la eficiencia y la efectividad. Aquí nuestro comentario.

Blanchard se refirió en dicho contexto a la efectividad como la claridad, orientación o visión con que se definen y mantienen enfocados los objetivos; y a la eficiencia, como la forma, el sistema, procedimiento u organización que se requiere para alcanzarlos. En otras palabras, los que lideran o dirigen son efectivos en la medida en que entienden claramente el objetivo, y eficientes en la medida en que cuentan con la organización o el procedimiento para alcanzarlo.

1. No tiene un objetivo claro (no tiene efectividad) ni sabe cómo alcanzarlo (no tiene eficiencia). La persona parece perdida. Deberá seguir insistiendo para definir tanto su objetivo como el método que necesita para alcanzarlo. (Rojo)

2. Tiene la organización y/o los métodos (tiene eficiencia), pero no el objetivo (no tiene efectividad). Tiene que aprender a liderar apropiadamente y buscar un objetivo y definirlo claramente (Amarillo).

3. No tiene muy claro su objetivo (no tiene efectividad), y aunque tiene los métodos, no están bien organizados (no tiene eficiencia). La persona parece extraviada. Tiene que alinear el objetivo con los métodos de que debe valerse para alcanzarlo (Naranja)

4. Tiene claro el objetivo (tiene efectividad) y cuenta con los métodos para alcanzarlo (tiene eficiencia). La empresa ha quedado plasmada y se considera definitiva, puede delegar responsabilidades y alcanzar el objetivo (Verde).

Como vemos, una cosa es tener visión, y otra, muy diferente, definir y activar el procedimiento necesario para alcanzarlo. Si ambas cosas no están presentes ni claramente y alineadas, la delegación de responsabilidades dará pocos resultados (o ninguno en absoluto) ni se alcanzará ningún objetivo. El dibujo de arriba, basado en el "Modelo LEAP de la calidad", que más parece un semáforo de la eficacia, nos ayuda a visualizar y entender dicho enfoque.

Pensando en ello, podemos entenderlo mejor advirtiendo la sutil diferencia entre la eficiencia y la efectividad. Por un lado, la eficiencia tiene que ver con los medios con que contamos para realizar cualquier cosa que nos propongamos. Por ejemplo, si quiero pintar un cuadro, ¿cuento con los medios para lograrlo, es decir, con la disposición, la habilidad, el don, la inclinación, los conocimientos, la capacitación, el deseo, los instrumentos, el capital, el apoyo, la pintura, el tiempo o cualquier otra cosa que pudiera necesitar?

Por otro, la efectividad tiene que ver con la meta, el objetivo, los resultados o efectos artísticos que produciré al utilizar mis recursos. Mientras que la eficiencia es algo que poseo, la efectividad es lo que hago con lo que poseo. Por decirlo así, la eficiencia es interna, y la efectividad es externa. Soy un pintor eficiente porque sé pintar; pero soy un pintor efectivo si pinto algo. No importa que sea bonito, agradable, informativo, instructivo, impactante, conmovedor, entretenido (o cualquier cosa que desee), mi eficiencia 
está relacionada con mis razones y convicciones, mientras que mi efectividad, con mis propósitos y obras. Para ser efectivo necesito eficiencia, pero la eficiencia sola no basta. Puedo ser muy eficiente, pero dejar todo en el tintero y no tener ninguna obra que la respalde.  Por ejemplo, Juan tiene una profunda y clara filosofía sobre la vida, pero dice que no la comparte con nadie. ¿Pero de qué manera su filosofía contribuye al desarrollo de la vida, de la comunidad, del progreso global y de su propia felicidad si no lo habla con nadie? Su filosofía solo puede ser efectiva en la medida en que cause un resultado en la vida misma de la que habla. Si ama y promueve la vida, debe contribuir a su desarrollo y enriquecimiento, lo cual implicaría compartir su filosofía y respaldarla con actos concretos de efectividad que indiquen el grado de eficiencia de la mencionada teoría o hipótesis.

Una técnica, teoría o doctrina pudiera parecer muy eficiente en sí misma, pero solo es efectiva si alcanza los objetivos, produciendo los resultados calculados. Por otro lado, si no tengo un propósito ni objetivo, ni tengo un procedimiento o método para alcanzarlo, no tengo derecho de hablar ni de eficiencia ni de efectividad, porque soy eficiente solo en la medida en que poseo los recursos necesarios y soy efectivo en utilizarlos para materializar el propósito. Es así como la eficiencia se nutre de la efectividad.

Por lo tanto, si tengo un propósito, debo desarrollar suficiente eficiencia para alcanzarlo, lo cual significa capacitarme en el empleo eficaz de las técnicas y procedimientos que me permitirán realizarlo. Me capacito porque debo ser eficiente para lograr mi propósito. Sin capacitación seré ineficiente, y en consecuencia no daré en el clavo de las razones o convicciones que abrigo.

Se puede decir que una persona es altamente eficaz cuando mantiene claramente enfocado su objetivo y dispone los asuntos de modo que, ya sea que trabaje sola o delegue ciertas responsabilidades, logre su cometido. Igualmente, una organización efectiva se caracteriza por interesarse en disciplinar, educar, capacitar y entrenar a cada miembro del personal según la necesidad de cada miembro, a fin de que todos puedan alcanzar armónicamente la debida medida de eficiencia que se requiere para lograr los objetivos trazados en su política. Si no hay capacitación, no puede haber efectividad. Por eso el grado de efectividad suele estar siempre a la altura de la eficiencia.

Una organización altamente eficiente será reconocida como altamente efectiva; y una organización poco efectiva, como ineficiente, porque los resultados de sus esfuerzos la delantan como de poca o ninguna eficiencia. De modo que la efectividad delata a una persona u organización como eficiente; y la falta de efectividad la delata como ineficiente. De esta manera, la capacticación y los objetivos son factores clave. Solo así la eficiencia verdaderamente se nutre de la efectividad, y la efectividad, de la eficiencia, iniciando y manteniendo un ciclo constante de éxito y prosperidad.

Lo mismo aplica a un orador cuando tiene claro su objetivo y domina la técnica de oratoria que usará para alcanzarlo. Por eso, en Oratorianet.com siempre ponemos el énfasis en tener claro un objetivo y te ayudamos a organizar los pasos específicos que debes seguir al preparar y presentar tus discursos. Si estudias una técnica, aplícala; si la aplicas, tendrás éxito.

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