En
la Edad Media, los poetas aficionados japoneses usaban como un juego el
waka o tanka, un poema de 5 versos con un total de 31 sílabas.
Uno recitaba tres versos y otro lo concluía con otros dos. Poco
a poco, aquellos fragmentos se hicieron populares, y dieron lugar a lo
que hoy se conoce como el haiku (haikai), una forma de poesía
japonesa de tres versos que no riman. Bello exponente de la literatura
japonesa.
Una lección de síntesis
El haiku es
una lección de brevedad. En japonés, el primer verso debe
tener 5 sílabas, el segundo 7, y el tercero 5, y la
tradición dicta que un haiku lleve el nombre de una
estación o una palabra que evoque una época del
año. Por ejemplo, “Nieve” hace pensar en el
invierno; “capullo” en la primavera y “calor”
en el verano.
La
composición debía ser capaz de transmitir
vívidamente un estado de ánimo con pocas sílabas.
Traducido al español, un haiku sonaría así:
Cebada secándose
frente a la puerta,
viejas persianas de bambú que cuelgan.
Lógicamente,
en español se alarga el texto, pero imaginamos una vieja casa de
campo donde se han dejado a secar los granos de cebada frente a la
entrada. Sobre la puerta cuelgan unas persianas de bambú,
estropeadas por el sol y el tiempo.
Poesía de la percepción
Algunos lo
llaman “la poesía de la percepción”, porque
tiene la cualidad de hacer que el lector viva o palpe la escena.
Caracol, mi hombrecito,
lentamente, ¡ah!, muy lentamente
escala el Fujiyama.
Imaginamos la
escena: Un montañista se ve insignificante, ascendiendo como un
caracol, muy despacio, el monte Fujiyama, que se alza a unos 3.700
metros sobre el nivel del mar, con las colinas que lo rodean como
simples montículos. Casi podemos sentir dolor en las
extremidades.
Issa
Kobayashi, compositora de haiku, resaltaba detalles humorísticos
y sombríos de la vida cotidiana de principios del siglo XIX.
El cambio de ropas,
cambiadas, sí,
pero los mismos piojos de mis andaduras.
Con una
magistral selección de palabras, el poeta de haikus despierta la
sensibilidad con frases cortas que siempre hablan de la naturaleza y/o
de cierta estación del año, de la flora y la fauna, de
los cambios de estación, de paisajes bellos y delicados, de
detalles sobre la tierra y su gente. ¡Redacciones hermosas que
nos demuestran que no es la cantidad, sino la sensibilidad, lo que
mueve nuestro entendimiento y sentimiento!
Un medio de enseñanza eficaz
El haiku es
una composición poética ideal para cualquiera que desee
iniciarse o iniciar a otros en la redacción creativa. La manera
tan delicada de referirse a la naturaleza y las estaciones del
año hace que el escritor tome más conciencia de la Tierra
y lo que la llena. Analizar con tanto detalle la belleza del universo
puede motivar a las personas a apreciar más profundamente al
Creador.
Una maestra
de Osaka enseñó unos 100 haikus durante un curso a sus
alumnos de entre 3 y 5 años de edad, y observó
cómo los niños incrementaron su aprecio y
consideración por la naturaleza y los animales.
Poesía que trasciende
Aunque
originario de Japón, el haiku ha sido reconocido mundialmente
como el estilo poético más corto del mundo. A fines de
los años cincuenta, en especial en Estados Unidos, brotó
un enorme interés por el haiku.
Una profesora
de California descubrió que sus alumnos más
jóvenes captaban rápidamente las reglas básicas
del haiku. Este fue el primer poema que compuso uno de ellos:
Desde la montaña,
la luna
se dirige lentamente hacia las estrellas.
El haiku
también se abrió paso en los países en vías
de desarrollo, aun en África. Muchos senegaleses son poetas de
haiku de gran sensibilidad:
Las ondulaciones del lecho del río
sonríen tristemente
bajo el resplandeciente sol.
En
África las personas conviven con la naturaleza y captan la
intensidad, poder y belleza del sol africano, por lo que dominan muy
bien este estilo poético.
Por supuesto,
cuando el haiku tiene que traducirse del japonés a otro idioma,
surge el problema de la forma y la cantidad de versos y sílabas,
de 3, 5 y 7 sílabas, respectivamente. Aunque en japonés
el haiku resulta ordenado y pulido, la misma combinación de
sílabas puede resultar menos elegante en otros idiomas.
Unos maestros
abogan por que la cantidad de sílabas no sea tan estricta, y
otros, por que se escriba el poema con solo dos versos. Otros prefieren
conservar la forma de tres versos, alargando un poco el segundo, y aun
otros creen que un haiku debería ser, aunque breve, tan libre
como el viento, sin obligación de usar letras mayúsculas
o signos de puntuación. Y aunque muchos creen que un verdadero
haiku debe redactarse en un contexto religioso, otros se sienten libres
para crearlo en cualquier contexto.
El siguiente es un haiku no japonés que ganó un premio por la perfección de su forma y contenido: