ÍNDICE
Tu oratoria es parte de tu capital humano
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
El
diccionario define el capital como un factor de producción
constituido por inmuebles, maquinaria o instalaciones de cualquier
género, que, en colaboración con otros factores,
principalmente el trabajo, se destina a la producción de bienes.
En palabras simples, tu capital es el conjunto de cosas que te
pertenecen que inviertes para ganar dinero. Si usas tu automóvil
para ganar dinero, tu automóvil es un capital.
Pero ten en
cuenta que se menciona principalmente el trabajo. De modo que no es
solo tu automóvil, sino tu trabajo. En otras palabras, tu
capital está compuesto tanto por cosas tangibles (que se pueden
tocar, Ej. tu automóvil) como intangibles (que no se pueden
tocar, Ej. tu trabajo). ¿Pero es solamente tu trabajo tu
único capital?
Antes de 1961
no se hablaba del capital en términos humanos como
comenzó a hacerlo el Premio Nobel de Economía Theodore W.
Schultz. A partir de entonces, los especialistas comenzaron a incluir
factores como el conocimiento, la experiencia, capacidades,
habilidades, talentos, apariencia personal, personalidad,
reputación, destrezas, comportamiento, tiempo, esfuerzo y otras
cualidades y competencias.
Cuando trata
de inversión del capital humano, Thomas O. Davenport, master en
administración de empresas y periodismo, licenciado en
humanidades y especialista en estrategia de recursos humanos y eficacia
organizativa, usa la fórmula “Comportamiento x Esfuerzo x
Tiempo”.
Tu comportamiento es observado
Los que
gestionan los recursos humanos están principalmente interesados
en observar tres aspectos de tu comportamiento en cuanto a si
serás o no una contribución a la producción y al
desarrollo de la empresa: Confianza interior, impulso a la
acción y capacidad para trabajar en equipo.
Por tu
comportamiento y tu manera de reaccionar pueden visualizar tu sistema
de creencias, valores, normas, y códigos de ética. El
estímulo de los demás y de las circunstancias impactan en
tu interior, y tú reaccionas según tu sistema de
reacciones acostumbradas produciendo un comportamiento.
Tu esfuerzo indica el grado de interés que pones en las cosas
Cuando te
esfuerzas, se nota, porque te concentras vívidamente en el
asunto y aplicas tu mente y corazón a lo que estás
haciendo, es decir, manifiestas un grado de interés, lo cual
resulta en un mejoramiento de tu habilidad, conocimiento y experiencia
para llevar a cabo la tarea. ¡Es la pepa del asunto! Puedes
esforzarte o aflojar el paso, invertir o adormecer tu capital.
Davenport cita el ejemplo de un tren: De nada sirven cincuenta vagones
llenos de productos si la locomotora no jala ni empuja. Tu habilidad y
conocimiento no sirven para nada si no te esfuerzas, si no le pones
interés. ¿Qué crees que pensarían tus
instructores si a cada rato salieras al baño o a tomar un
respiro durante una sesión de capacitación o si te la
pasaras hablando por celular con tus clientes y amigos? De seguro
pensarían: "No tiene el corazón en esto", o "su mente no
está con nosotros", o "no es de nuestra clase", o peor,
"será mejor que se vaya a su casa", "no parece que le interesa
estar aquí". ¿Te extenderán o renovarán un
contrato?
Cuenta el tiempo al revés
Mucho se
habla de la puntualidad para llegar a una cita o de la puntualidad para
cumplir con la entrega de un producto o servicio, pero demasiada gente
sigue llegando tarde e incumpliendo sus promesas. Es como si dejaran
abierta la llave y dejaran correr el agua sin que nadie la utilizara.
Cuando te
encomiendan una tarea, ¿cuánto te demoras en terminarla?
¿Te sorprenderías si te dijeran que otra persona puede
hacer el doble o triple en la misma cantidad de tiempo y se le ve
más feliz que tú? Seguramente te preguntarías
cómo lo logra.
Una clave es
contar el tiempo al revés. Si necesitas dos horas netas desde
que sales de la cama hasta que llegas a tu puesto, y tienes que estar
en la oficina a las 8, significa que tienes que descontar dos horas a
8, así de simple. Si no te mueves dentro de esos
márgenes, siempre llegarás tarde.
Otra clave es
el modo de hacer tu trabajo, para lo cual debes aprender o descubrir
métodos cada vez más eficaces. Si tu método es
enredado y realizas tareas que no añaden valor a tu esfuerzo,
estás dejando correr el agua sin aprovecharla. El arte, la
técnica o manera de realizar un trabajo tiene que ser siempre de
lo mejor. Por ejemplo, el automóvil desplazó a la
carreta, el tren desplazó al automóvil, el avión
desplazó al tren e Internet desplazó a todos. Lo mismo
tienes que hacer con tu trabajo: Buscar siempre una mejor manera de
aprovechar el tiempo.
Los primeros
manuales de técnica de ventas de que se tiene registro fueron
publicados por las compañías de seguros con la finalidad
de que sus agentes hicieran su trabajo más eficazmente y con la
mejor inversión de su tiempo. La técnica les
permitiría meter la pata menos veces (o ninguna) y
conseguirían llegar más rápido al cierre de una
venta, y por tanto, conseguirían más clientes en menos
tiempo y con menos esfuerzo.
Por eso los
empresarios siempre están buscando mejores métodos,
sistemas y tecnologías. ¿Para qué demorarnos dos
horas haciendo algo que podemos hacer en 15 minutos? ¿Por
qué ensamblar 5 equipos cuando podemos ensamblar 20 en el mismo
período cometiendo menos errores?
¿Con qué cuentas?
Puedes
adquirir conocimiento leyendo libros y revistas especializadas o
asistiendo a cursos y seminarios. Pero tienes que ponerlo en
práctica para adquirir experiencia; a su vez, la experiencia
retroalimenta y fortalece el conocimiento.
Ahora bien,
aunque el diccionario define la habilidad como la “capacidad y
disposición para hacer algo”, y la capacidad como la
“aptitud, talento o cualidad para hacer algo”,
aparentemente lo mismo, un glosario económico tal vez las
consideraría de una manera un poco diferente en un contexto de
inversión en capital humano. Veamos.
Si tienes
experiencia y conocimientos amplios, como por ejemplo, en
comunicación, se puede decir que tienes capacidad como
comunicador. Pero si te especializas en un aspecto específico de
la comunicación, como por ejemplo, la oratoria, se puede decir
que has desarrollado una habilidad. En otras palabras, la capacidad es
general, pero la habilidad, específica. Por ejemplo, tanto el
gastroenterólogo como el psiquiatra son médicos, es
decir, poseen todos los conocimientos generales de medicina, pero cada
uno es especialista en un campo específico. Ambos son
médicos capacitados, pero ninguno tiene habilidad en el campo
específico del otro.
De modo que
el conocimiento y la experiencia mejoran tanto la capacidad (general)
como la habilidad (específica). Cuanto más conocimiento y
experiencia acumulas, tanto más capacidad y habilidad adquieres.
Sin embargo, hay algo que contribuye mucho a que tus estudios y
trabajos te resulten más interesantes, productivos y agradables:
El talento.
El
diccionario define el talento como la aptitud o capacidad intelectual
para desempeñarse en cierto campo específico; pero un
glosario económico tal vez lo enfocaría, teniendo en
cuenta lo anterior, como un don o factor genético con el que la
persona nace y que conserva latente hasta que decide desarrollarlo, lo
cual significa una predisposición hacia el desarrollo de la
habilidad. Si mi abuelo paterno fue pianista, y mi abuela materna
cantante; mi padre fue pianista y tenor, y mi madre fue pianista; y mis
hermanos mayores cantaban y tocaban piano, guitarra y acordeón,
yo debo tener el factor genético musical en mis venas. Si decido
aprender música o a tocar un instrumento, tal vez me resulte
más fácil que a otros que no tienen el don.
Por lo tanto,
recuerda que los gestores de recursos humanos están muy
interesados en que inviertas tu capital humano, pero observarán
tu comportamiento, el esfuerzo que manifiestas y la manera como
aprovechas el tiempo.
En el
contexto de la oratoria, está bien que tengas algunos
conocimientos generales de comunicación para incrementar tu
cultura general, pero si estudias a fondo una técnica para
hablar en público y te esfuerzas por ponerla en práctica,
especializándote, adquirirás habilidad, tu técnica
mejorará constantemente y le sacarás el jugo al tiempo.
Tu confianza interior se verá reforzada, te concentrarás
en los incentivos que te impulsan a la acción, y
mejorarán tus relaciones humanas. Te será más
fácil trabajar en equipo. Y si tienes talento, mejor, te
facilitará las cosas.
Por eso, pon
atención y esfuérzate, para que tu progreso se refleje en
tu comportamiento y tu actitud revele que invertiste bien tu capital
humano.
Fuente: Capital humano, de Thomas O. Davenport (Cap. 2), Edit. Deusto
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