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El poder de la mayéutica
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

La mayéutica es el arte de asistir con pericia a una mujer que da a luz un hijo, pero Sócrates se refería a ella en sentido figurado para ilustrar la eficacia con que el maestro eficiente se valía de la palabra para ayudar a sus discípulos a tomar conciencia de las nociones que, sin saberlo, albergaban en su interior. Por eso la mayéutica es tan irresistible.

Ahora bien, aunque es un hecho demostrado que la educación es la palanca de los cambios, reconocemos honradamente que sin comunicación eficaz no puede existir educación alguna. Por eso, lo primero que cualquier educación implica consiste en instruir al discípulo de modo que aprenda a explotar primero los propios recursos de su pensamiento y a respetar profundamente a la humanidad. Un diccionario dice que la educación consiste en “dirigir, encaminar y/o doctrinar. || 2. Desarrollar o perfeccionar las facultades morales e intelectuales por medio de preceptos, ejercicios y ejemplos. || 3. Desarrollar la fuerza física por medio del ejercicio para hacerla más apta para cierto fin. || 4. Perfeccionar o afinar los sentidos, como, por ejemplo, educar el gusto para catar el vino. || 5. Enseñar los buenos modales, la urbanidad y la cortesía.”

Ninguna de estas cosas podrían lograrse sin comunicación. Al margen de la forma, canal o medio de que se valga, la comunicación es un instrumento vital de la educación. Un mensaje puede comunicarse hablando, escribiendo, gesticulando, enviando códigos audiovisuales mediante formas, sonidos, luces y colores, o hasta con actitudes y manipulación de las circunstancias. Por ejemplo, si alguien dice: “Si dan las 9 de la noche y me demoro, partan sin mí”, significa que si no llega a tiempo, las circunstancias dirán: “¡Partamos!”. O tal vez un maestro diga a sus alumnos: “Desarrollar el hábito de llegar puntualmente a sus compromisos es una muestra de sentido de responsabilidad”. Todos entenderán que una impuntualidad constante indica una carencia de sentido de responsabilidad.

En otras palabras, sin educación, el virus compuesto del embrutecimiento y la falta de respeto hacia el ser humano podría convertirse en una epidemia y transformarse en una pandemia,  enfermando, en sentido figurado, a toda la especie, causando una devastadora involución moral e intelectual. Por eso, rechazar la educación sana es incubar los huevos de la anarquía; y acogerla, cultivar los sembríos de una fuerza descomunal.

¿Sólo los maestros deberían educar?

Suponemos mal si creemos que solo los maestros están llamados a educar. Todo ser humano tiene algo que compartir con el resto del mundo. ¿Te consideras una excepción? Todos estamos llamados a ejercer la mayéutica e instruir a otros a ejercerla con los demás. Es la mayor de nuestras responsabilidades para con nuestros congéneres porque es un medio clave para fortalecer, desarrollar y perpetuar la civilización. Quien se atreva a expresarse abiertamente para dar de sí con mayéutica, tenderá a lograr su propia supervivencia y la de los demás. La educación eficaz es una de las bases del desarrollo humano sostenible, y en tiempos de emergencia pudiera traducirse en un medio para salvarse.

Por ilustrarlo: Con el tiempo, un notable arquitecto amasa una fortuna gracias al carácter que sus padres le ayudaron a formar y a los conocimientos que adquirió en la escuela y la universidad, pero tanto sus progenitores como los maestros que lo llevaron de la mano por todo el trayecto hasta el éxito solo recibieron, comparativamente, una propina. Si él se percata de que la naturaleza lo llamó a ejercer la mayéutica con los demás, y la ejerce a la par con su carrera, primero con los suyos y después con los extraños, habrá pagado su deuda moral con la humanidad y se sentirá más satisfecho y realizado. De ello son un reflejo los muchos casos de filántropos que llegaron a serlo en la mediana edad, cuando sintieron que el dinero no lo era todo, sino que algo les faltaba para sentirse completos, lo cual en cierto modo lograron al canalizar sus sentimientos de maneras más constructivas.

¿Cómo lograr la mayéutica?

La mayéutica es un arte que brota de las ansias de compartir con otras personas, especialmente con los niños y los jóvenes, los secretos que les producirán el mayor sentimiento de satisfacción interior: Creer que han descubierto por sí mismos el camino, el método, la manera, la clave, la forma, la técnica que les permitirá conseguir todo lo que anhela su corazón. Entonces la mayéutica provoca una explosión de su conocimiento interior ("¡Lo sabía! Pero no me había dado cuenta").

Por lo tanto, la mayéutica contribuye notablemente al desarrollo de la seguridad interior. Porque nada genera tanta seguridad en uno mismo que el descubrimiento interior de las cualidades y los conocimientos que se necesitaban para triunfar en el sentido correcto.

Imagínate que vives en una enorme casa donde hay una habitación llena de objetos inservibles. Pasan los años y, de repente, se te ocurre limpiarla. A medida que remueves todo, encuentras un libro de tu abuela, titulado, precisamente, "Todo es tuyo". Entonces te olvidas de que estabas limpiando y te dejas caer a un lado para leerlo. Nunca te habían hablado mucho de la abuela, de la cual solo conservabas una fotografía. Pero en el libro encuentras muchas fotografías de cuando tus padres eran pequeños, y comentarios muy interesantes al lado de cada una. Y el libro comienza: "Discúlpame por no haberte podido regalar muchas cosas, pero te he escrito este librito, que contiene algunas ideas que te permitirán regalarte muchas cosas a ti mismo después". Y el primer capítulo comienza diciendo: "La preocupación no sirve para nada", y te despierta la curiosidad: "Puedes interesarte en algo y hacer cosas; pero no sacas nada si solo te acuestas para rumiar una preocupación". Y descubres que la preocupación siempre te había inmovilizado. Descubres que la preocupación nunca habia eliminado tus problemas, sino las fuerzas que precisabas para enfrentarlos. Siempre te había movilizado. ¡Pero ahora descubriste algo nuevo en tu interior, y te inspira a la acción!

Todos estamos llamados a ser mayéuticos

Algunas personas se aferran a lo que es suyo, y no comparten, porque se las ha condicionado a evitar a los extraños y a callar, lo que a veces ha resultado en cegarse a las necesidades de los demás (yo tengo mis ideas, mis gustos, mis caprichos, mi religión, mi felicidad, mi mundo), y en vez de abrirse y hablar de ello, cierran la puerta de su corazón y se aíslan. Entonces, si alguien habla de moral o educación, levantan rápidamente las fronteras del racismo o de las clases sociales, los escalafones y las excusas para evadir el reto de comunicarse. “Están muy ocupadas viendo tonterías en la televisión”.

Después se quejan de que el mundo está muy desunido, sucio y desordenado, y de que nadie hace nada por revertir la situación. Y en vez de apreciar el esfuerzo que otros hacen por entrar en contacto con ellas y abrir su corazón, los despiden raudamente, a quienes precisamente tratan de compartir alguna sugerencia de valor práctico para unir, limpiar u ordenar las cosas. Valoran poco la amistad, porque casi no creen que exista.

Es común que algunos recuerden el apodo de cierto maestro de la escuela: “Le decían Einstein (o Tortuga Veloz, El Justiciero, La Calata, Cornucopio, Latigazo)”, y se rían recordando sus defectos, pero no recuerden su nombre ni expresen aprecio por lo mucho que se esforzó por preparar sus clases y sobrellevar la presión social que le imponían los alumnos.

Definitivamente, descubrir el tesoro de la convivencia pacífica y el progreso sostenible depende de una educación eficaz y llena de propósito. Es un crimen exponer ante un auditorio solo para sacar provecho personal. Si generamos desequilibrios bioquímicos graves al hacer que los discípulos se quemen las pestañas durante las horas que deberían dedicar al sueño, tal vez despertando su deseo de consumir drogas para permanecer despiertos y satisfacer al profesor o al sistema escolar, ya no estamos enseñando eficazmente y el método ha dejado de ser eficaz. Porque si el estudiante tiene que arreglárselas por sí mismo mediante el procedimiento instintivo del tanteo debido a que no entendió lo que explicó el maestro, ¿es eso educar?

¿Es por gusto que la vida nos da la oportunidad de instruir a otros? Las letras y las ciencias solo les sirven a quienes las entienden, a los que perciben el propósito por el cual las estudian. Sin entendimiento ni propósito, ¿qué conocimiento se asimila? Como dijo un médico naturista famoso: “El hombre no se alimenta de lo que come, sino de lo que digiere”. Igualmente ocurre con la educación. Le toca al maestro usar un método eficaz y comunicar eficazmente sus ideas, a fin de que sus discípulos descubran en su interior el modo de aprender a enfrentar la vida y producir ideas innovadoras.

Este artículo te ofrece la oportunidad de reflexionar en la manera como estás usando tu palabra para comunicarte con los demás. Es un aporte a tu prosperidad personal. Llévalo a todas partes, revísalo constantemente y sácale el jugo. Aprovéchalo y persevera en su aplicación práctica. ¡Porque entonces tendrás éxito al enseñar y motivar a otros! ¡Sí! La mayéutica le añadirá muchas satisfacciones a tu vida.

La próxima vez que quieras enseñarle algo a alguien, ¿por qué no pruebas la mayéutica y procuras ayudarle a encontrar en su interior las nociones que ya posee, pero que aún no ha descubierto? Sin embargo, ten en cuenta una salvedad: Enseñar con mayéutica no significa enseñarle a guiarse por el capricho o lo que le da la gana.

Por lo tanto, ejerce la palabra con eficacia y ejerce la educación con ética, pero sobre todo, ejerce la mayéutica con empeño, porque el dominio de la mayéutica es, a mi modo de ver, el pináculo del arte de instruir.. siempre que los métodos que se persigan y los fines que se utilicen sean loables.

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