ÍNDICE
Sentido de observación
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
Lo que
más nos impresiona cuando vemos un águila no es su vuelo
ni sus garras ni su pico ni su plumaje, sino su mirada. ¿Por
qué? Porque su mirada es penetrante, una clara indicación
de su profundo sentido de observación.
Observar es
examinar algo atentamente. No tenemos que poner cara de águila
ni fruncir el ceño para prestar atención a las cosas,
pero es importante que examinemos cuidadosamente no solo lo que enfocan
nuestros ojos, sino lo que enfoca nuestro entendimiento.
Hay un
mensaje superficial (lo que ves y oyes a simple vista) y un mensaje
profundo (el que pudiera estar camuflado bajo el lenguaje superficial,
pero con una connotación diferente, ya sea para confirmar,
complementar o contradecir el superficial). El primero está
compuesto de palabras y ademanes, pero el segundo de emociones y
sensaciones. El primero es abierto y observable, pero el segundo es
sutil y latente.
Las personas
superficiales prestan atención a las cosas superficiales, y
están acostumbradas a reaccionar superficialmente; pero las
profundas prestan atención a las cosas profundas, y están
acostumbradas a reaccionar profundamente. Las superficiales abundan,
las profundas escasean; las primeras se satisfacen con unos cuantos
datos para convencerse de casi cualquier cosa, pero las profundas
exigen más y son más difíciles de convencer.
Pero hay un
tercer tipo, que es el que tiene ambas capacidades y las sopesa para
equilibrar el concepto que se forma de las cosas, de modo que puede ser
superficial o profunda cuando lo desee, o ambas cosas, a voluntad.
También
es digno de mención que aunque una persona sea superficial, su
lado emocional no deja de percibir las cosas profundas, y reacciona en
conformidad con el estímulo que recibe, aun sin tener conciencia
de ello. Puede ser muy intuitiva sin saber por qué.
Cualquier
puede ser superficial, pero no todos profundizan. De hecho, hay quienes
ni siquiera están conscientes de que existe la opción de
analizar, investigar o profundizar las cosas, y continúan con su
vida sin hacerse problemas. Sin embargo, no analizar, investigar ni
profundizar las cosas puede tener consecuencias trágicas, como
cuando una inundación resulta en la contaminación de las
aguas y uno procede a beberlas y enfermar de gravedad porque no cree
que le pase nada. Ignorar las probables consecuencias pudiera costarle
la vida. Entre estos, los más arriesgados son los que no prestan
atención a las advertencias. Porque no es que ignoren
consecuencias, sino de que optan por ignorar las advertencias.
¿Cómo desarrollar la cualidad de observar?
Ilustrémoslo
así: Uno puede leer los títulos que aparecen en el
índice de un libro o revista, pero tiene que dedicar tiempo a
cada artículo en particular si quiere enterarse de lo que
contiene. No es una pastilla que pueda tragarse, o una
transfusión que pueda autoadministrarse por las venas. Tiene que
detenerse y dedicarle tiempo. No hay otra forma.
Lo mismo
ocurre con el sentido de observación. Puedes ver una nariz o
puedes observarla. Cualquiera puede ver la nariz, pero una persona
observadora le dedicará tiempo y notará los detalles:
Qué forma tiene, cuán larga o ancha es, cuán
gruesa o delgada, cuán suave o áspera parece su piel,
cómo están ubicadas las fosas nasales o cuán
grandes o alargadas son. ¿Está derecha, torcida o
aplastada? ¿Sobresalen los vellos? ¿Se mueve cuando
pronuncia la M? ¿Tiene lunares, pecas u otras
características únicas? ¿Se parece a la nariz de
otra persona? ¿Se parece a algo que te trae algún
recuerdo? ¿Parece estar con gripe o saludable?
¿Tendrá buen olfato? A la persona superficial no le
interesan esas cosas, porque lo considera una pérdida de tiempo.
Pero para un médico forense pudiera servirle para resolver un
crimen. Ser superficial no es una cualidad de las personas que
disciernen y resuelven los problemas más complicados, sino
más bien de los que los causan.
Sin embargo,
ser superficial o profundo es algo que puede y debe mantenerse bajo
control. Por ejemplo, los niños parecen superficiales, pero a
veces asombran a los adultos con sus observaciones, lo que demuestra
que pueden ser más profundos que un adulto de término
medio. Por otro lado, los adultos parecen más observadores que
los niños, pero a veces asombran a los adolescentes con su falta
de discernimiento. Por eso un niño pudiera preguntar a su
tía: “¿Por qué mi mamá fuma si sabe
que le puede dar cáncer?”. Eso lo desconcierta.
Siendo que la
comunicación, la disciplina y la educación requieren
métodos eficaces, un maestro debe ser principalmente un gran
observador, y mantener dicha cualidad bajo control y al servicio de
motivos correctos.
Una persona
prejuiciosa, chismosa, calumniadora, estafadora o extorsionadora suele
ser muy observadora, pero aunque a corto plazo parezca salirse con la
suya, a largo plazo su motivación suele resultar en
consecuencias muy amargas. En otras palabras, no fue capaz de observar
con la suficiente profundidad como para verse a sí misma
fracasando en la vida.
Eso nos lleva
a pensar que la profundidad con que pueden verse las cosas varía
de acuerdo a las personas. Los que ven más lejos en la distancia
y en el tiempo, suelen examinar las consecuencias con más
acuciosidad que los que ven a corta distancia.
Por ejemplo,
cualquiera puede observar una nariz en cuanto a su forma, tamaño
y ubicación, o si está derecha, torcida o aplastada, si
tiene lunares o pecas, o si se parece a la de otra persona. Pero un
médico forense pudiera ver detalles tales como sombras, marcas o
colores que arrojen luz sobre una pista que conduzca a la
solución de un crimen, cosas que para un observador casual tal
vez pasarían desapercibidas.
En cierta
ocasión un águila que se hallaba a cinco
kilómetros de distancia divisó un pez muerto flotando en
un lago. No solo descubrió el pequeño objeto, sino que lo
mantuvo enfocado durante todo el descenso de cinco kilómetros
hasta el preciso instante en que lo capturó con las patas. Este
hecho, publicado en el libro All the Birds of the Bible (Todas las aves
de la Biblia), de Alice Parmelee, nos muestra el agudo sentido de
observación del águila. Por eso para muchos el
águila simboliza la sabiduría.
De modo que
cuánto más profundo es el sentido de observación
de un maestro, más provechoso es… siempre que lo mantenga
bajo control y lo mueva una motivación correcta. Ser observador
le permite conocer mejor a los estudiantes y a sus padres, y les ayuda
a reaccionar más eficazmente a sus necesidades de
comunicación, disciplina y educación.
Por lo tanto,
la próxima vez que veas una nariz, no la veas, obsérvala.
Practica igualmente con orejas, cejas, manos, uñas, venas,
canas, lunares y dientes. Recuerda: Cultivar el sentido de
observación te resultará mucho más provechoso para
enseñar, que ser una persona superficial que no se da cuenta de
nada.
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