El rey del entretenimiento
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
Nació
en 1906 y vivió 65 años. ¿Cuánto sabes
acerca de su vida y obra? Bueno, pocos son los que lo conocen, y menos,
los que saben acerca de lo que hizo por la humanidad. Este
artículo de ninguna manera tiene el propósito de contarte
su biografía. Dejaré que la investigues por tu cuenta...
si lo deseas.
Solo
quiero usar su experiencia para resaltar el hecho de que a
través de la historia hubo muchos investigadores
científicos, exploradores arriesgados, grandes inventores,
artistas y hasta héroes anónimos que rara vez recibieron
al menos una felicitación por lo que hicieron.
Cuando
alguien se ahoga en el mar y un perfecto extraño se mete y lo
trae a la orilla, lo hace impulsado por la fuerza de su personalidad,
carácter y habilidad física. Y cuando todos se concentran
en la víctima esforzándose por revivirla, se olvidan de
él. Más tarde, cuando se ha retirado, todos recapacitan y
lo buscan para decirle "gracias", especialmente la víctima, y
solo encuentran datos sueltos aportados por un observador casual que
les dice vagamente su estatura, color de piel o cabello.
Personas
como esas abundan entre nosotros todos los días y en todas
partes, y el mundo se olvida de ellas, de decirles "¡Gracias!".
Por eso existe un monumento al soldado desconocido, que aunque de
ninguna manera justifica ni compensa por toda la sangre derramada en
las guerras, sirve de consuelo a los que lo miran.
¿A
quién me refiero? Bueno, él nada tuvo que ver
directamente con rescatar a bañistas a punto de ahogarse, ni
salvar vidas o ganar o perder guerras personalmente. Lo importante es
que hizo algo que seguramente a ti jamás se te hubiera ocurrido,
y el mundo le sacó provecho. Bueno, para ser justo, quiero creer
que existe una probabilidad de que sepas a quién me refiero.
Solo digo que la mayoría ni siquiera lo conoce.
Quiero
que sepas que tu motivación es importante, al margen de que los
demás reconozcan tu obra. Piensa por un momento en cómo
reaccionas cuando alguien olvida tu nombre. ¿Te resientes?
¿Lo sermoneas? ¿Y qué sientes cuando una persona
que es importante en tu vida te menosprecia o te hace a un lado porque
dice que tienes menos presencia que otros, menos imagen, menos plata,
menos experiencia, menos amigos, menos estudios u otro
'déficit'? ¿Te deprimes sin que haya nadie que logre
reanimarte?
¡Pues,
reacciona! Es absurdo que solamente vivas alimentándote del
reconocimiento de los demás. La motivación externa es
necesaria, es cierto, pero hasta cierto punto. También existe
una motivación interna que de ninguna manera te conviene
descuidar.
Si
alguien olvida tu nombre, deja de preocuparte por ello. Si alguien
olvida expresarte agradecimiento por algún favor, deja de
inquietarte por ello. Si olvidan tomarte en cuenta a pesar de que crees
tener mejores calificaciones que otros, deja de angustiarte. Si te
posponen indefinidamente o sientes que te lanzan, como si fuera, por
una ventana, con tu proyecto bajo el brazo, deja de morirte de
ansiedad. Aunque hayas descubierto una solución
fantástica, lo importante es que hiciste todo lo posible por
decirles: "¡Aquí está!". La propusiste, te
esforzaste por implantar el proyecto y nadie tuvo la suficiente
inteligencia como para percibirla. Tú no eres responsable por la
falta de visión de los demás.
Tú
conoces mejor que nadie tu potencial. ¡Eso es lo que cuenta!
¡Sabes de lo que eres capaz! Eso significa 'hacer el bien sin
mirar a quién', es decir, trabajar a conciencia y al margen de
quien supervise tu vida y obra. ¡Álzate sobre el
desaliento y el desprecio! Sigue intentándolo una y otra vez, y
tarde o temprano triunfarás aquí o allá. En vez de
medir tus éxitos y fracasos por las felicitaciones o
reprensiones que te den los demás, o del dinero y prestigio que
puedas acumular, aprende a medirlos por tu potencial y por tus obras.
Mídelo por el ancho, largo, altura y profundidad de tus propios
sentimientos de aprecio por la vida.
Por
ejemplo, una joven 'se quemó las pestañas' estudiando,
estudiando y estudiando día y noche como un ratón de
biblioteca para ingresar a cierto centro de estudios superiores.
Desgraciadamente, en cuatro oportunidades el examen fue más
difícil de lo que pensó. Sufrió decepción
tras decepción. Y me encantaría decirte que, como en
todas las biografías deslumbrantes de mujeres famosas,
siguió intentándolo con empeño hasta que
logró ingresar. Pero no fue así. Se convenció a
sí misma de que el suicidio era la mejor opción. A eso la
llevaron los molinos de viento de las preguntas de aquellos
exámenes. Aun antes de terminar la escuela acariciaba el
sueño de ingresar a la universidad y aprender más y
más, tener una carrera y beneficiar a la humanidad. ¡Le
encantaba estudiar! Pero irónicamente, aquel centro de
estudios le hizo suficientes preguntas capciosas como para arrancarle
el corazón. ¿Soné muy duro?
Cualquiera
diría: "Si la joven quiere estudiar, ¡vamos,
déjenla estudiar! ¡Ábranle camino! ¿Por
qué cortar con un hacha su tallo cuando todavía le falta
mucho para convertirse en árbol? ¿Por qué asfixiar
sus esfuerzos y noches sin dormir?", pero seguramente el mundo
respondería: "Lo sentimos mucho, tenemos parámetros; la
joven tiene que saber más para alcanzar el mínimo de
nuestras expectativas. Todos quieren estudiar, pero las vacantes son
limitadas. Solo hay presupuesto para unos cuantos. Tenemos que
quedarnos con los mejores. Hay otros centros de estudios, que lo
intente allá".
Respuestas
enlatadas como esas abundan, y hasta tal vez un día incorporaren
la frase: "¡Consuélese! Lo invitamos a pasar y mirar
alrededor. Somos la primera universidad del mundo que ha levantado un
monumento 'al estudiante desconocido', que honra la memoria de todos
aquellos que intentaron responder sin éxito nuestro tenaz y
cuidadosamente elaborado interrogatorio, diseñado por las mentes
más brillantes que conocemos".
En
mi opinión, y ojo que es el punto de vista de un cualquiera, me
recuerda las pruebas caprichosas que algunos grupos de jóvenes
inmaduros usan para aceptar a otros en un grupo exclusivo: "Tienes que
atrapar y comerte un sapo vivo en cinco minutos sin tocarlo con las
manos ni taparte la nariz". Ejercicio irónico, sin otro sentido
que demostrar que uno tiene que ser excepcional aun antes de comenzar a
aprender a ser excepcional. ¡Por favor! Si la joven quiere
estudiar, ¡déjenla estudiar! ¡Cédanle el
paso! ¡Que comience cuanto antes para que igualmente beneficie a
la humanidad cuanto antes! Ella es quien tiene preguntas, y quiere ir a
la universidad para que le den las respuestas.
"Esa
es tu opinión", tal vez diga alguien. "¿Qué peso
tiene tu opinión? ¿Quién eres tú para
opinar o siquiera tener ideas? ¡A ver, exhibe tu título y
demuéstranos que te hemos dado permiso para criticarnos!
¿Acaso sabes tú quiénes somos? ¿No sabes
que nadie puede oponerse a nosotros y salir incólume? Es
ofensivo e inadmisible seguir leendo esto. Creemos que te has excedido
y expresado con mucha dureza sobre nuestra bienintencionada y abnegada
labor. ¡Exigimos una reparación! ¡Nos has ofendido
en lo más profundo! ¡Has tocado nuestra llaga!
¡Ohhhh! ¡Te destrozaremos!".
Irritante
modestia. Por eso te digo que, aunque la motivación externa, la
que proviene de los demás, es muy importante en tu vida, de
ninguna manera debes permitir que se convierta en el único
factor que determine tu vida o muerte, tu felicidad o infelicidad, tus
éxitos y fracasos. Lo importante es que hagas lo que es correcto
y beneficies a los demás, abrirles campo, proveerles los
instrumentos necesarios para que hagan algo interesante, como inventar
cosas, salvar vidas, idear nuevas fórmulas,
ingeniárselas, y que descubran nuevas maneras de facilitarles
las cosas a los que vienen detrás. Facilitar el acceso al
conocimiento y la sabiduría, a la experiencia y al progreso.
Citando
a Elbert Hubbard, "diríase que me he expresado con dureza", y es
cierto, pero el mundo en general se aferra a tradiciones que a veces
causan más daño que bien, a corto, mediano y largo plazo,
costumbres que roban la motivación y hacen que algunos supongan
que el éxito y la felicidad dependen de "llegar a ser algo
en la vida" (como si nada hubiesen sido hasta ese momento),
presión que genera mucha frustración y resentimiento. En
mi opinión, decir que uno tiene que "llegar a ser alguien en la
vida" es uno de los engaños más perniciosos que conozco,
porque implica el supuesto de que uno es nada o nadie hasta ese
momento. Eso despersonaliza a las personas.
Durante
una conversación intrascendente, el gerente de una gran empresa
preguntó a mi hija, que a la sazón era su asistente,
cómo metería una jirafa en un refrigerador. Ella, sin
perder su equilibrio y estabilidad le contestó con profundo
respeto y gran confianza: "¿Me permite preguntar algo?". Le
dijo: "Sí". Y añadió: "Tengo una curiosidad.
¿Usted ha averiguado la respuesta a esa pregunta por sí
mismo, o alguien se la dio?". Primero el hombre se cuarteó
porque la respuesta le hizo gracia, y finalmente reconoció
suspirando con honradez: "Me la dieron".
Cuando
me relató lo sucedido, le dije: "Le hubieras dicho: 'Le contesto
si usted primero me dice quién fue Philo Farnsworth; o
cómo puede un pingüino caminar por el hielo sin que se le
congelen las patas; o cómo hace el pájaro carpintero para
dar millones de martillazos con el pico sin terminar con dolor de
cabeza; o cómo puede un colibrí mantenerse inmóvil
en el aire sin que se le quemen los hombros por la tremenda
fricción que produce el calor al mover sus alas a razón
de unas 350 veces por segundo'". Y concluí: "En realidad,
hiciste bien al evitar una confrontación. Si le hubieras
preguntado esas cosas, de seguro te hubiera lanzado al tacho,
confundiéndote con una mocosa irrespetuosa, inmanejable,
autosuficiente e incapaz de contestar una pregunta simple,
aunque las respuestas a tus preguntas hubiesen sido más
interesantes y beneficiosas que decir cómo meter una jirafa en
un refrigerador."
Si
tu situación a veces se parece a la de la joven que pensó
que quitarse la vida era la única opción que le quedaba,
permíteme decirte que nadie puede agradar a todo el mundo,
especialmente si todo el mundo tiene un parámetro, una
tradición, una costumbre, una política intolerante o
preguntas capiosas. Lo más hermoso es cuando sientes la
satisfacción de haber contribuido de alguna manera al
éxito de los demás. Es una ilusión esperar que te
feliciten o ir al mismo nivel que otras personas. Me parece semejante a
cazar mariposas: puede que agarres una, como puede ser que se te
escapen todas.
¿Buscas
un monumento, un título de grado o que pongan tu nombre a una
avenida? ¡Deja de buscar! Mejor que tener una conciencia
tranquila es tenerla limpia, y aun mejor que exigir una disculpa es
perdonar y reconocer que somos imperfectos; o como dicen Peters y
Waterman, reconocer que 'el ser humano es el símbolo
máximo de la paradoja'. Tú eres alguien ahora mismo, y
punto.
Por
eso mencioné a Philo Farnsworth, porque aunque deberíamos
tenerlo más presente por todo lo que hizo por el mundo, ni
siquiera lo mencionamos. Te animo a recordarlo siempre y a dedicarle,
por lo menos alguna vez, un pensamiento de agradecimiento por lo que
hizo. Sí, hazlo la próxima vez que te desanimes y te
eches a descansar un rato a ver televisión... Philo Farnsworth
la inventó.
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http://www.videouniversity.com/farnhal.htm
CAPCIOSO, SA (Del latín captisus).
Comentando
el significado de la Real Academia Española, es un adjetivo que
se aplica a una palabra, doctrina o proposición falaz, embustera
o falsa. || 2.
adj. En el caso de una pregunta, argumento o sugerencia, se refiere a
alguien cuya intención es arrancar una respuesta que pueda
comprometer a su contrincante o interlocutor, o favorecer los
propósitos de quien la propone.
Lo
correcto es decir "leyendo", no "leendo", aunque "leendo" y "leyendo"
comuniquen la misma idea. Pero decir "leendo" despierta emociones
negativas en quienes son demasiado exigentes.
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