¿Hay diferentes clases o expresiones de oratoria?
Esta es una pregunta recurrente. Sin embargo, aunque lo importante en oratoria es la aplicación eficaz de la palabra, algunos maestros insisten en que sus alumnos usen el tiempo buscando términos y gestos clásicos que casi han perdido toda aplicación práctica en nuestro siglo XXI, y les encomiendan realizar investigación acerca de asuntos puramente teóricos que solo consumen su tiempo y tienen poco valor nutritivo para su desempeño en el ya complicado mundo moderno en que les tocará vivir.
Estos jóvenes, preocupados por dichos cometidos, se sumergen en Internet buscando respuestas que agraden al maestro y les reporten una buena calificación 'en oratoria', cuando les sería más provechoso usar el tiempo ensayando un discurso dinámico de aplicación práctica para la vida estudiantil o laboral.
De todos modos, sin menospreciar la obra de los hombres del pasado cuyos nombres quedaron acuñados en la historia, y solo por satisfacer de alguna manera la necesidad de estos jóvenes por hallar un sentido a su desesperada investigación, presentamos el siguiente artículo con el propósito de resaltar nuestra sugerencia vigorosa: Es mejor usar el tiempo para estudiar las técnicas para preparar, ensayar y exponer eficaz y persuasivamente discursos sobre temas de actualidad, que sirvan para el mundo laboral, en vez de andar siguiendo el rastro a Cicerón, Escipión, Leilo, Tiberio Graco o algún otro cuya manera de hablar sin duda fue impresionante para hombres de otras épocas.
Consideramos que aunque investigar la historia de la oratoria clásica puede servir para alimentar la mente de los amantes de la literatura, o para evaluar los conocimientos en un curso académico de "Cultura general", lo cual sería ciertamente loable, es de poco valor práctico para el mundo laboral, y que de ninguna manera debería influir en una calificación o nota para el estudiante de las técnicas de oratoria, porque lo que verdaderamente ha de calificarse es el desempeño, no la acumulación de nociones históricas.
Algunas interpretaciones de las formas que adquiere la oratoria
Llamamos oratoria natural a la que brota del interior del ser humano sin el dominio o conocimiento de los métodos que un experto usaría para preparar, ensayar y presentar discursos. Sin técnica hallamos una habilidad instintiva y espontánea que a veces pudiera dar en el clavo de la persuasión, aunque en realidad no le correspondería llevar el nombre de oratoria, porque 'oratoria' envuelve una aplicación consciente del arte o procedimiento para exponer.
Llamamos oratoria primitiva o rudimentaria a la que se utilizó antes de que se descubrieran las técnicas. Aunque a veces se caracterizó por la impulsividad, el descuido y el desorden, y por lo tanto tampoco le correspondía llevar el nombre de oratoria, porque como hemos dicho, la oratoria implica la aplicación consciente de un procedimiento para exponer, existen registros muy antiguos, debidamente documentados, de discursos verdaderamente ejemplares, llenos de candor, caracterizados por el orden, el vigor y la exhortación eficaz. Si bien es cierto que el ser humano siempre fue un artista nato, tanto por sus dibujos y pinturas como por todos sus escritos, porque la naturaleza constantemente lo movía a buscar, descubrir y aplicar métodos que le permitieran perfeccionar sus obras, entre estas, su manera de exponer ante un auditorio, cada vez que descubría y aplicaba una técnica, su manera de hacer las cosas dejaba de ser primitiva o rudimentaria y se transformaba en arte.
Llamamos oratoria laboral a la que se aplica en el trabajo. Por ejemplo, cuando un capataz o supervisor reúne a su gente para impartir instrucción en cuanto a cómo llevar a cabo cierta tarea. Si lo hiciera desordenadamente, tal vez demoraría su ejecución o hasta promovería confusión y pondría en peligro los objetivos. Por eso aplica técnicas que le permiten dejarse entender con facilidad y contribuir a la eficacia.
Llamamos oratoria castrense a la que practican los miembros de las fuerzas armadas o policiales para explicar los procedimientos o estrategias a sus subordinados, así como para arengar a las tropas.
Llamamos oratoria religiosa a la que usan los líderes de las religiones para hablar a sus feligreses respecto a sus creencias.
Llamamos oratoria comercial a la que usan los vendedores y hombres de negocios para vender, comprar y administrar sus recursos. Dependiendo del rubro, puede que implique el uso de ciertos tecnicismos que son familiares entre colegas.
Llamamos oratoria estudiantil a la de los aprendices del arte de hablar en público, lo cual practican generalmente bajo la supervisión de una persona de mayor experiencia en oratoria, la cual controla la duración y les imparte consejo y sugerencias para el mejoramiento de la aplicación de los principios y la técnica.
Llamamos oratoria espiritual a la que usan personas espirituales para ayudar a sus oyentes a conocer al Creador y dar aplicación correcta a los principios de la fe, la esperanza y el amor a Dios y al prójimo. Usualmente, implica la instrucción de la ética y la moral, y su eficacia se evalúa de manera pragmática.
Llamamos oratoria política a la que usan los practicantes del derecho y las ciencias políticas, candidatos a puestos gubernamentales o miembros de los poderes del Estado para discernir, establecer y dilucidar mediante el procedimiento parlamentario lo que ha de hacerse para resolver los problemas de un país o una región.
Llamamos oratoria social a la que usan los que se dirigen a las grandes masas para canalizar sus motivaciones y aspiraciones.
Llamamos oratoria fácil a la que usan los vendedores ambulantes y otras personas que presentan discursos breves, enlatados, que generalmente pronuncian de paporreta y con un fin específico, premeditado. De ninguna manera queremos decir que carecen de valor. Simplemente resaltamos su carácter práctico y dinámico.
Llamamos oratoria clásica a aquella arraigada en la tradición culta. Nació cuando se descubrieron y establecieron los principios, las teorías, las técnicas y los modelos que sentaron las bases para su desarrollo posterior.
Llamamos oratoria helénica o 'helenista' a la oratoria que practicaron los griegos de la antigüedad.
Llamamos oratoria romana a la oratoria que practicaron los romanos de la antigüedad. El latín era el idioma.
Llamamos oratoria moderna a la que se contrapone a la oratoria clásica, en otras palabras, de aplicación más reciente en la historia de la humanidad. Dale Carnegie irrumpió en 1912 con sus técnicas de comprobada eficacia y causó una revolución que cambió profundamente y para siempre el modo como las personas veían la oratoria clásica. Echó abajo el tabú que ensalzaba el concepto de que solo algunos especialmente dotados gozaban del derecho a tomar la palabra ante un auditorio.
Llamamos oratoria dinámica a la que mueve a acción al auditorio mediante la aplicación de reglas firmes y directas. De hecho, puede que implique más que principios de oratoria, valiéndose de principios de motivación, lingüística, relaciones humanas, administración, publicidad y ventas.
Llamamos oratoria eficaz a aquella que logra un objetivo definido previamente. Para ser eficaz, el orador necesita ante todo eficiencia. Porque aunque podría darse el caso de que por casualidad un inexperto presentara un discurso que diera en el clavo, la verdadera eficacia resulta de la reflexión y la planificación basada en principios.
Llamamos oratoria entretenida a aquella que lejos de aburrir resulta muy llevadera, es grata al intelecto, a las emociones y sensaciones. Su finalidad principal es entretener a los oyentes.
Llamamos oratoria histriónica a la que usan los actores cuando interpretan un papel en una obra, uno que implica desplegar el arte de hablar en público como parte de dicho papel. El actor representa a un orador que, en vez de dirigirse directamente al auditorio, se dirige a oyentes que están representados en la obra por otros actores. En otras palabras, actúa el papel de un orador.
Llamamos oratoria ininteligible a aquella que nadie entiende, ya sea por causa de una mala pronunciación o una explicación enredada o difícil de procesar por el oyente.
Llamamos oratoria aburrida a la que cansa o hastía, ya sea por falta de modulación, por el uso excesivo de pausas o muletillas, o por la falta de un tema interesante.
Llamamos oratoria ridícula a aquella manera de hablar extravagante, llena de expresiones rimbombantes y gestos afectados, que algunos inexpertos utilizan creyendo que causarán una buena impresión cuando, en realidad, solo provocan risa o fastidio.
Espontaneidad vs. planificación
Por eso, ¿para qué hacerte problemas? En realidad, la oratoria es una sola: La comunicación verbal manifestada con técnica, cuyo fin es informar, impactar, conmover y/o entretener. Cuando hablamos de 'tipos', 'formas' o 'clases' de oratoria lo hacemos solo para diferenciar el tono y la forma con que esta se presenta ante el auditorio. Podríamos alargar la presente lista hasta el infinito, añadiendo: Espontánea, planificada, fúnebre, festiva, coloquial, extemporánea, improvisada, infantil, juvenil, madura, persuasiva, didáctica, docente, presidencial, fina, barata, en fin...
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