Ahora
bien, cuando expones los resultados de
esas reflexiones, ya sea ante una o varias personas para proveerles la
información o para que te ayuden a reflexionar aún
más profundamene, decimos que estás
presentando un discurso público o delante de ellas, lo que
significa que los
que te escuchan usan su inteligencia para entender lo que dices. Ese es
el
sentido principal que le damos en Oratorianet.com para diferenciarla
claramente
de la conferencia. Por lo
tanto, un discurso es una línea de
razonamiento que te ayuda a discernir o entender un asunto, así como
para
explicarlo a otros. Cuando lo haces delante de otros se llama discurso
público,
para lo cual le añades un comienzo que despierta el interés en lo que
dirás, y
una conclusión que mueva a actuar. Para
acumular poder político, religioso o
comercial muchos han aprovechado la influencia de los discursos debido
a que,
por lo general, las masas parecen dejarse impresionar fácilmente por
quienes
tienen gran habilidad para interpretar sus necesidades, ya sea mediante
grandes
promesas, aun las que nunca podrían cumplirse, o aparentando ser
ejemplares
ante la sociedad, por ejemplo, tomando la iniciativa para enfocar y
proponer la
solución a ciertos problemas apremiantes o desplegando cualidades
directivas. Lamentablemente,
aunque la historia está
tachonada de discursantes y discursos, algunos que pudieran parecer
notables
desde un punto de vista meramente intelectual, hoy suele comentarse que
la
sociedad en casi todas partes parece haber entrado en crisis. No falta
quien
saque a relucir el asunto del liderazgo eficaz, ya sea promocionándose
y
erigiéndose personalmente en un líder, o llamando atención a la
necesidad de
proponer a alguien, quien a su vez nuevamente se valdrá del discurso
para
captar adeptos. No
obstante, el discurso no debería ser
necesariamente una herramienta asociada con el poder. También la
utilizan los
maestros para impartir instrucción, incluidos los que capacitan al
personal de
las empresas. De hecho, si todos los padres de familia se valieran de
los
principios que rigen el arte de preparar y presentar discursos, lo cual
implica
familiarizarse con ciertos principios de motivación y relaciones
humanas,
seguramente lograrían mejores resultados al comunicar sus enseñanzas a
sus
hijos. También se
valen del discurso los vendedores,
las secretarias, los médicos, abogados, ingenieros, científicos,
periodistas y
demás profesionales y técnicos que sirven a la comunidad de muchas
otras
maneras en toda clase de puestos de responsabilidad, que no
necesariamente van
tras el poder político, religioso o comercial. En otras palabras, el
discurso
bien empleado es en sí mismo una herramienta eficaz de comunicación, y
el que
algunos lo hayan utilizado exclusivamente con el objetivo de manipular,
acumular poder o dominar a otros denota lo peligroso que puede resultar
en
manos de gente inescrupulosa, inmodesta o carente de humildad. ¿Qué te
recomiendo? ¿Dar un discurso o
conferencia? Depende.
Para comenzar, algunos prefieren
presentar un discurso, no una conferencia, porque les resulta más
soportable
dirigirse al auditorio en un solo sentido: Decirles lo que piensan y
punto.
Pero no es el mejor método. Lo mejor es dar una conferencia desde el
principio,
es decir, hablar de manera que ocurra una conversación, ya sea audible
o
retórica. Los que
solo tienen la meta de convencer suelen
hablarle al auditorio, es decir, dirigirse a sus oyentes con una
explicación o
sermón procurando que concuerden con lo que se dijo (que respondan
mentalmente
con un "sí" rotundo); pero aquellos que tienen la meta de persuadir
suelen ir más allá y conversan con el auditorio, dialogan con sus
oyentes
directa o retóricamente con la finalidad de que se sientan movidos a
hacer algo
al respecto. En otras
palabras, los que discursan le hablan al público
y hacen
muy pocas pausas de reflexión. Son metralletas de argumentos, pruebas y
testimonios que hacen que el auditorio piense: "¡Qué gran orador!". Pero los que conferencian
usan un tono más bien pausado y
conversacional, inspiran calor de amistad y suelen hacer silencios de reflexión para que las ideas
bajen
al corazón y muevan a acción. El
discursante le habla al auditorio para
razonar con él, pero el conferenciante conversa con él para moverlo a
actuar.
El discursante convence; el conferenciante persuade. Dependiendo de la
forma
que adopte su explicación, el auditorio permanece pasivo, pensando en
lo que
se dijo, o movido a actuar y hacer algo al respecto. Y
viceversa,
por el efecto en el auditorio se puede calificar una presentación como
discurso
o conferencia. Si los oyentes solo reflexionaron, fue un discurso. Pero si se sintieron motivados a
hacer algo
al respecto, fue una conferencia. Por eso,
discursas cuando te diriges al público
valiéndote de razonamientos, reflexionando y analizando los
antecedentes,
principios, indicios o señales de los diferentes temas de tu interés
con la
finalidad de discernirlos. Es decir, reflexionas mentalmente y en voz alta aplicando tu inteligencia para profundizar el asunto de modo
que
puedas explicarlo hábilmente a los demás. Pero
conferencias
cuando das lugar a una comunicación de doble vía y motivas al público a
hacer
algo. El
discurso es una tarea que realizas en el
interior de tu mente, una línea de razonamiento que, si deseas, puedes
presentar ante un auditorio, en cuyo caso se denomina discurso público. |