Orador o escritor, ¿qué importa más?
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso


La mayoría nace llorando, gimiendo o balbuceando, no escribiendo. La lectura viene después, y la escritura, aún después. Sin embargo, si te dedicas a dictar conferencias, tu lectura y escritura cobran relevancia. Cuánto más si quisieras convertirte en un maestro de oratoria o participar como juez en un concurso.

Hay grandes escritores que no son oradores ejemplares, y grandes oradores que no son escritores ejemplares. Y no negamos que un orador que no sabe leer ni escribir pudiera parecerle estupendo a un auditorio que tampoco sabe leer ni escribir, porque la habilidad para hablar es para todos los que pueden hacerlo, pero sería lógico que no impresione a quienes conocen la diferencia entre "debes estar cansado" y "debes de estar cansado", o "una pared rosa" y "una pared de color de rosa",  "es consciente" y "está consciente", "pensamos de que todavía es pronto" y "pensamos que todavía es pronto", "Transgiversaron su versión" y "tergiversaron su versión", o "lo dejaron a la interperie" y "lo dejaron a la intemperie".

Es increíble, pero hay web sites de oratoria en Internet que "ofrezen cursos de oratoria y alludan a las personas a venser el miedo de hablar en publico". La idea es buena, se entiende perfectamente, pero la escritura denota un conocimiento rudimentario de ortografía. Alguien que desea aprender a hablar en público esperaría que por lo menos su maestro supiera escribir correctamente las palabras. La corrección en la escritura es muy importante cuando se trata de instruir a otros.

Por eso, aunque para iniciarse en la oratoria no es indispensable la corrección gramatical en el habla o la escritura, porque basta con una corrección eficaz, tarde o temprano, cuanto más experiencia uno gane, crece la necesidad de redactar los discursos, ya sea para conservar un registro de las ideas, preparar un bosquejo para la siguiente presentación, publicar un artículo en el periódico local, en el tablero de anuncios del club o en una revista, o para escribir un libro sobre anécdotas y experiencias personales.

Pero ¿entiende uno la diferencia entre una corrección eficaz y una corrección de calidad? ¿Entiende uno lo que significa "la Norma de la Academia"? ¿Realmente le interesa al auditorio si uno lee bien o mal, o si escribe bien o mal? ¿Conoce uno al menos algunas reglas para acentuar correctamente las palabras o para distinguirlas unas de otras? ¿Sabe qué es un acento diacrítico, o cuál es la diferencia entre la vocalización fricativa y la oclusiva? ¿Por qué la pronunciación de "V" y "B" es similar? ¿Se dice "igual a", "igual que" o "igual como", y en qué casos? ¿Cuándo se escribe "por qué", cuándo "por que" y cuándo "porque"?

Pareciera que la mayoría tiene cierta facilidad y disposición para el arte de la oratoria, pero no para la lectura o la escritura, y la razón básica es que la televisión entretiene tanto que no se dedica mucho tiempo a la lectura, y cuando uno lee, suele no prestar mucha atención a los signos de puntuación ni a la corrección gramatical. Entonces, surgen las dudas: ¿Se escribe "preveer" o "prever", "prover" o "proveer", "recoveto" o "recoveco", "vericuecos" o "vericuetos", "aparcamiento" o "estacionamiento", "respecto a" o "respecto de"? ¿O puede decirse de las dos maneras? ¿Se escribe "a través", "através", "atravez", "atravéz", "al través" o "al travéz" ¿Se escribe "atravesar" o "atravezar", "a travesar" o "a travezar"? Un novato merecería más tolerancia de parte de sus auditorios que un conferenciante experimentado. ¿Nos hemos tomado la molestia de averiguar los orígenes de la palabra "charla" a fin de no imitar a quienes no han tenido el debido cuidado de usarla apropiadamente, es decir, en armonía con el contexto? Si la mayoría la usa, no significa que uno la use en todos los casos.

Por otro lado, muchos que antes no sabían escribir a mano, pasaron directamente al teclado de computadora, poniendo a un lado su caligrafía y ortografía, creyendo que ya no importaba. Pero ¿qué impresión causarán cuando otros lean sus manuscritos o sus correos electrónicos? ¿O cuando escriban a mano palabras o frases en una pizarra? ¿O cuando preparen personalmente sus presentaciones en PowerPoint? ¿Cómo evitarán los horrores gramaticales u ortográficos? Suena duro decirlo, pero su escritura los pondrá en evidencia ("te hamo", "te qiero", "me guztas", "kuando nos bemos", "me llamo migel", "áereo", "fé", "saldos a todos"). 

Ahora, con la introducción de la PC, el e-mail y los mensajes de texto grandes y chicos escriben a toda velocidad con el teclado, pero no significa que automáticamente escriban con corrección o que utilicen un método mecanográfico adecuado. Simplemente teclean con los pulgares a toda velocidad y abreviando csi tds ls plbrs, retirando las vocales. Cuando tienen dudas, no buscan un diccionario. Solo le preguntan a un amigo: "¿Cómo te suena?". No notan la diferencia entre "cual es tu nombre" y "¿Cuál es tu nombre?", dejando que el receptor se valga de su mejor interpretación.

Se justifica que la prisa y la dificultad de escribir correctamente se hayan convertido en obstáculos en la comunicación. Por un lado, es práctico abreviar obviando las vocales y usando símbolos, pero por otro, nos habitúa a un sistema que puede perjudicar la escritura correcta cuando tengamos que usarla. Es cuando uno debe tomar conciencia de la necesidad de controlar lo que uno escribe, ya sea que abrevie por conveniencia o escriba las palabras y frases correctamente, a fin de no olvidar cómo escribe una persona culta.


Alguien que quisiera dedicarse a dictar conferencias sobre su especialidad debería poner mucho cuidado en su redacción, ortografía y gramática, sobre todo si deseara dedicarse a enseñar oratoria a otros. Le conviene esforzarse por pasar del nivel de una corrección eficaz a uno de calidad y practicar y practicar y practicar hasta mejorar su habilidad para leer, escribir y redactar. Si antes solía escribir: "Tengo, mucho, guzto... de estár, con ustedes", debería estudiar para saber por qué lo correcto es: "Tengo mucho gusto de estar con ustedes". ¡Hasta los estudiosos de la Real Academia dedican buena parte de su tiempo a actualizar y enmendar muchas de sus propias acepciones! Nadie puede decir que lo sabe todo o que ya no necesite mejorar. Un dicho reza: "Mejor es un muchacho pobre, pero sabio, que un rey viejo, pero necio, que cree que todo lo sabe".

Errores menores son justificables, porque somos imperfectos. Todos cometemos errores por más que nos esforcemos por hacer bien las cosas, incluida nuestra oratoria, lectura y escritura. Por eso, este artículo no tiene el propósito de burlarme de los que no saben escribir ni hacerles sentirse inferiores o incómodos. No soy esa clase de crítico. Pero pregúntate honradamente: "¿Estoy valiéndome de la autocrítica y haciendo todo lo posible por dar a mis escritos una corrección eficaz, y después, una corrección de calidad? ¿O simplemente sigo escribiendo por instinto, sin que me importe la diferencia entre "aún" y "aun", "más" y "mas", "sí" y "si", "impreso" e "imprimido", "frito" y "freído". ¿Sigo basando mi decisión en simples conjeturas ("me suena bien" o "me suena mal")? ¿O consulto los diccionarios y manuales del idioma?*

El punto no es si una palabra o frase nos suena bien o mal, porque uno no es quien establece la norma de lo que es eficaz o ineficaz, sino el grupo social al que pertenece. Además, los diccionarios no existen por gusto. Tienen una función fundamental: Ayudarnos a entender lo mejor posible cómo escribe y habla la mayoría, especialmente, la gente que conoce mejor el idioma, a fin de que la comunicación fluya con la menor cantidad de interferencias. Imagínate si cada uno inventa sus propias palabras, ¿cómo nos entenderían los demás? Estaríamos hablando al aire.

Por ejemplo, tal vez un locutor o relator de noticias se esfuerce sinceramente por pronunciar razonablemente bien la "v", la "b" o la "d". Pero ¿se ha tomado la molestia de averiguar la diferencia entre la articulación de la "d" fricativa y la "d" oclusiva, entre la "b" fricativa y la "b" oclusiva, o cuándo se sugiere oclusiva y cuándo fricativa? ¿Entiende por qué en español la "b" y la "v" se deben pronunciar exactamente igual, tanto la fricativa como la oclusiva? ¿Le da lo mismo decir "trenticinco", "trenta y cinco" y "treinta y cinco"? ¿Para qué razón, o por qué razón? ¿Por qué propósito, o para qué propósito? ¿Cuándo decir "el cual", "lo cual", "la cual", "los cuales", "las cuales"?

¿Cómo se dice?

¿CANGRENA O GANGRENA?
¿ENGROSAR O ENGRUESAR?
¿FEMINIDAD O FEMINEIDAD?
¿GRAPAR O ENGRAPAR?
¿QUIZÁ O QUIZÁS?
¿BOINA O BOÍNA?
¿AMAZONÍA O AMAZONIA?
¿CÓNYUGUE O CÓNYUGE?
¿HABÍAN DOS COSAS O HABÍA DOS COSAS?
¿MOUNSTRO O MONSTRUO?
¿METEREOLÓGICO O METEOROLÓGICO?
¿BALEAR O ABALEAR?
¿BUZO O BUCEADOR?
¿MANAR O EMANAR?
¿GORGOTEO O BORBOTEO?
¿PLUVIAL O FLUVIAL?
¿CONSISTE DE, O CONSISTE EN?
¿LA MAYORÍA ES FUERTE O LA MAYORÍA SON FUENTES?
¿EL MÁS ELEMENTAL ELEMENTO O LO ELEMENTAL?
¿HUBIERON CINCO MUERTOS O HUBO CINCO MUERTOS?
¿ENSEÑAN FALSAS MENTIRAS O ENSEÑAN MENTIRAS?
¿COMO LE VUELVO A REPETIR O COMO LE REPITO?
¿DEBO CUMPLIR O DEBO DE CUMPLIR?

¿Cómo se escribe?

¿FÉLIX O FELIX?
¿BEIRUT O BEIRÚT?
¿CÁCTUS O CACTUS?
¿VOLÚMEN O VOLUMEN?
¿EXÁMEN O EXAMEN?
¿FE O FÉ?
¿FÁCIL O FACIL?
¿FACSÍMIL O FAXÍMIL?
¿TRENTAIDÓS O TREINTA Y DOS?
¿VENTIDÓS O VEINTIDÓS?
¿FLIRTEAR O FILTREAR?
¿FUÉ O FUE?
¿AÚN O AUN?
¿MÁS O MAS?
¿PERÍODO O PERIODO ?
¿NARÍS O NARIZ?
¿LARINGE O LARINGUE?
¿POR TÍ O POR TI?

Sería ideal que te diéramos todas las respuestas. Pero este artículo tiene precisamente el propósito de llamar tu atención a la necesidad de buscar las respuestas a esas preguntas si quieres llevar tu oratoria al siguiente nivel, y para eso sugerimos que lleves a cabo una investigación personal.  Porque tal como la buena escritura no consiste en escribir por escribir, la oratoria eficaz tampoco consiste en hablar por hablar. El hecho de que alguien tenga un martillo y unos clavos no lo convierte en un buen carpintero, ¿verdad?


Es verdad que hablamos antes de aprender a escribir, pero con el tiempo nuestra habla termina siendo un reflejo de nuestra manera de escribir. Si no aprendemos a escribir correctamente, será difícil llevar nuestra oratoria al siguiente nivel.

También es cierto que todos somos por naturaleza oradores y escritores en potencia, que solo es cuestión de abrir la boca con sinceridad y entusiasmo, o comenzar a escribir lo que a uno le venga a la mente. Pero con ese enfoque no nos labraríamos una muy buena reputación entre la gente que sí entiende la diferencia entre el habla eficaz y el habla correcta, es decir, entre la gente instruida. Está bien que demos paso libre a una lluvia de ideas en la fase inicial de la preparación de un artículo o discurso, pero tengamos presente que un auditorio culto siempre es exigente y espera ideas pulidas y soluciones prácticas.

No tenemos que saberlo TODO, porque de hecho nadie puede saberlo todo. Pero si queremos tomar en serio la oratoria, debemos tomar en serio nuestra lectura y escritura, o solo impresonaremos a los que no saben leer ni escribir (no nos referimos a la discriminación social o distinción de clases, sino a la educación general en sí). Para dirigirnos a gente instruida, tenemos que expresarnos con educación y corrección, o correremos el riesgo de perder puntos. Si "los harapos no recomiendan a nadie", como decía Elbert Hubbard, cuánto menos una mala pronunciación o un uso descuidado del idioma. ¿Por qué tomar todo esto en cuenta? Porque, lamentablemente, mucha gente prejuzga por las apariencias, y, en oratoria, las apariencias son importantes.

Por ejemplo, si uno dice "vivir la vida", ¿cómo pronunciaría la "v"? ¿Con los dientes, como lo haría un estadounidense, o con los labios, como lo haría un maestro de lengua y literatura? La gente culta, que conoce el idioma español, sabe que la "v" se pronuncia con los labios, exactamente igual que la "b". Si uno la pronuncia con los dientes, como en inglés, será evidente que no ha conocido ese detalle del idioma. Es cierto que nunca podremos saberlo todo. No es por gusto que se popularizó el dicho del sabio: "Solo sé que nada sé" (si por acaso, la Academia dice que ya no es necesario acentuar "solo" cuando se refiere al adverbio "solamente").

A ver, ¿cómo se puede construir la siguiente oración? ¿Cuál o cuáles te parecen más claras?

  1   A la oficina central de la compañía todos los documentos por avión han sido enviados.
  2   Por avión a la oficina central de la compañía todos los documentos enviados han sido.
  3   Todos los documentos a la oficina central de la compañía han sido por avión enviados.
  4   Han sido enviados todos los documentos por avión a la oficina central de la compañía.
  5   A la oficina central de la compañía todos los documentos han sido enviados por avión.
  6   Por avión todos los documentos a la oficina central de la compañía han sido enviados.
  7   Han sido enviados a la oficina central de la compañía todos los documentos por avión.
  8   Todos los documentos han sido enviados a la oficina central de la compañía por avión.
  9   A la oficina central de la compañía han sido enviados por avión todos los documentos.
10   Por avión todos los documentos han sido enviados a la oficina central de la compañía.
11   Han sido enviados por avión todos los documentos a la oficina central de la compañía.
12   Todos los documentos han sido enviados por avión a la oficina central de la compañía.

¿No te parece que la 8 y la 12 son las más claras? No es necesario saber gramática. Basta un poco de lógica natural, un poco de armonía y de buen gusto. El punto es que, si uno quiere dedicarse a dictar conferencias, le conviene prestar atención a las diferencias y vigilar su manera de escribir, lo que no será posible si no dedica algún tiempo a la lectura de las diferentes clases de diccionarios disponible (académicos, enciclopédicos, ortográficos y gramaticales). Si quieres ser médico, tienes que estudiar medicina, y si quieres ser un orador competente, tienes que estudiar el idioma, ya que la oratoria es parte de la lingüística.

No es cuestión de que uno siempre se apoye en una secretaria o en un procesador de texto. Porque llegará el día en que uno tenga que escribirlo en una pizarra, y no podrá disimular su falta de corrección. Sería un desastre que escribiera: "!!BIENBIENIDOS A LA CONFERENSIA!!". Cualquiera puede cometer un error, pero los auditorios exigentes esperan que el orador tenga, por lo menos, una buena educación.

Sería inconcebible que un maestro de oratoria o conferenciante experimentado escribiera en la pizarra o en una columna periodística palabras y frases como estas: ocación, cuán evolucionado es la materia, comprención, intrinseco, la oratoria está inmerso en cada ser humano, más por el contrario, búzqueda, tracendente, aprendisaje, opsiones, pintorésco, estirilizar, espectativa, endenantes, satisfació, reelevancia, preveer.

Para cultivar una buena oratoria, el primer nivel exige a uno ponerse de pie y cautivar al auditorio diciendo frases bonitas con gestos y ademanes impactantes. Es suficiente. Su retórica y demagogia pueden incluso alcanzar niveles impresionantes. Pero si quiere llevar su oratoria al siguiente nivel, la manera como construya las frases, oraciones y párrafos reflejará su corrección. Los oyentes cultos toman en serio y respetan a los oradores no solo por la forma y contenido, sino por la manera como emplean el idioma.

No ha sido mi objetivo criticar por criticar, ni hacer sentir mal al lector por no dar la respuesta a ciertas preguntas formuladas antes. Concordemos en que no es justo criticar por criticar. Todos tenemos puntos flacos y necesitamos mejorarlos constantemente para mantenernos a la altura de la modernidad. Pero si alguien me pide consejo o me hace una consulta, entonces mi deber es ayudarle a ver las diferencias entre la eficacia y la calidad, entre lo aceptable y lo inaceptable, entre un buen deseo y lo que se requiere para alcanzarlo, entre la realidad y la fantasía.

Se dice que uno habla porque tiene boca. Hay oradores que hablan muy bien, pero escriben muy mal. Claro, nadie tiene derecho a exigir perfección. Pero por lo menos no debería merecer una nota muy baja en el conocimiento de su idioma materno. Un orador capacitado debe siempre procurar una escritura competente. No debería tomar a la ligera la diferencia entre "deber" y "deber de" ni utilizar indistintamente "no se puede" y "no se debe", como si fueran lo mismo, ¡porque no significan lo mismo! Otra expresión común en la que conviene reflexionar es "en lo más mínimo". O es "máximo" o es "mínimo", pero no "más mínimo", tal como sería igualmente absurdo decir "en lo menos máximo". No hablamos de perfección sino de un esfuerzo por mejorar. Es todo.

Oratorianet no pretende ser la panacea universal. Solo es un libro web de autoayuda. Nuestras redacciones seguramente contienen errores que personas más entendidas que nosotros pudieran detectar y criticar con severidad. Pero poco a poco los corregimos si fuese necesario. Porque no buscamos la perfección. Pero ten en cuenta que una corrección eficaz es un nivel elemental del que todos debemos continuar ascendiendo con perseverancia hasta lograr el autodominio en la escritura. La corrección eficaz corresponde a una oratoria del nivel básico, en cambio la corrección de calidad es el siguiente nivel que uno debe procurar para sus discursos. De hecho, los concursos de oratoria son cada vez más exigentes en este sentido. Si quieres hablar bien, tienes que redactar cada vez mejor.

Tony Buzan escribió lo siguiente en su libro El Poder de la Inteligencia Verbal: "Uno de los mayores miedos humanos es aburrir a las personas con quienes conversamos y que nos consideren oradores insulsos. Y por otra parte, uno de nuestros mayores anhelos es justamente lo contrario: Ser conversadores ingeniosos, cautivadores y persuasivos".

Por eso, cualquiera que quiera dedicarse a dictar conferencias o cursos, debe esforzarse continuamente por cuidar su corrección gramatical y ortografía, igualmente su caligrafía. Que se ponga de pie y diga lo que deba decir, pero interesándose en el idioma, para que pueda disfrutar cada vez más de la libertad y el control que le concede el mantenerse al tanto de las diferencias. 

Dicho sea de paso, hay autores prolíficos que parecen fábricas de libros, y se presentan a sí mismos como escritores, cuando en realidad nunca escribieron sus libros. Grabaron su voz en un magnetófono y le dieron el material a una o más secretarias para que lo pusieran por escrito sin errores ortográficos ni gramaticales. Luego lo revisaron, dieron su aprobación y lo publicaron. Eso tiene mucho mérito. Pero ¿es eso ser escritor? No. En tal caso, uno es AUTOR del libro, pero no su ESCRITOR. Por definición, "escritor" es la persona que "escribe". Escribir es ponerlo por escrito. Si lo escribes y se lo das a tu secretaria para que lo corrija, eres el escritor. Ella solo te ayudó. Pero si le das una grabación y lo escribe ella, tećnicamente no lo escribiste.  Lo hablaste.

Grabar y dárselo a otro para que lo escriba es la manera moderna de hacer libros rápidamente, y no te confundas: No estamos diciendo que esté mal, ni criticamos a quienes lo hacen. Al contrario, ¡nos parece fantástico! Cada quien es autor de lo que hace. Pero si uno quiere practicar una oratoria de calidad y decir las cosas cada vez mejor, sería una muy buena costumbre que practicara la construcción adecuada de las oraciones y el uso correcto de las palabras, lo cual significaría tomarse la molestia de ponerlo por escrito personalmente y acostumbrarse a corregirse a sí mismo a la luz de su estudio del idioma.

Por tanto, no necesitamos ninguna capacitación para ejercer nuestro derecho a la libre expresión. Cualquiera tiene el derecho de hablar y escribir, dar discursos y publicar libros. Pero si queremos continuar mejorando nuestra oratoria, es imprescindible cultivar constantemente el interés por contar con el respaldo de la habilidad para escribir personalmente con corrección, para que la palabra no solo refleje un habla eficaz, sino de calidad. Si uno sabe escribirlo bien, sabrá decirlo mejor.

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*Para investigar la mayoría de las respuestas a las preguntas mostradas en este artículo, recomendamos el Diccionario de la lengua española y el Diccionario panhispánico de dudas, publicados por la Real Academia Española (www.rae.es).