Una cuestión de forma ©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso Lo
importante en oratoria es la aplicación eficaz de la
palabra. Oratoria
es el arte de hablar en público, lo cual implica, desde
nuestro
punto de vista, informar, impactar, conmover y entretener.
Averiguar
cuándo dejó de ser tartamudo
Demóstenes, o
cuándo se originó la oratoria, es historia.
Por
ejemplo, muchos abogados estudian cuidadosamente ciertos procedimientos
y bosquejos para armar sus discursos, pero encuentran que la manera de
presentarlos no depende tanto de saber diseñar un esquema
mental
de ideas como de entender cómo valerse de sus diferentes
cualidades físicas humanas.
Es cierto que cada orador tiene su propio estilo, y que se estimula a los estudiantes de oratoria a cultivar un estilo original. Sin embargo, no deben sacrificarse los prinicipios de oratoria para imponer un estilo que podría resultar poco eficiente. El estilo debe sujetarse a los prinicipio, y no al revés. Por ejemplo, alguien podría pensar que gritando lograría mejores resultados. No obstante, a la larga, pierde imagen y respetabilidad. Una persona que siempre habla a gritos pasa por dominante, irrazonable, dogmática, prejuiciosa y hasta carente de buen juicio. Comunicarse a gritos -a no ser que estén en una montaña, separados por un precipicio- no es de culturas civilizadas. Una
interpretación
de las diferentes
formas que adquiere la oratoria Las siguientes formas que adquiere la oratoria aparecen en orden
alfabético. No han sido tomadas de un libro ni de documento alguno producido como
resultado de una conferencia
para el planeamiento de
conferencias. Solo debe
entenderse como un enfoque personal del autor del presente
artículo.
Aburrida.
Llamamos oratoria aburrida a la que cansa o hastía
por
falta de modulación, uso excesivo de pausas o muletillas
o por falta de un tema o enfoque interesante.
Académica. Llamamos oratoria académica a la que se caracteriza por contenidos que armonizan con la enseñanza de una autoridad institucional o docente reconocida por el gobierno u otra autoridad. Arriesgada. Llamamos oratoria arriesgada a la que, por pasar por alto importantes principios de oratoria, y en vez de procurar captar al 100% mediante el uso de frases y enfoques conciliadores, ataca duramente al 50% a fin de solo obtener la aprobación del otro 50%, terminando por los suelos, es decir, perdiendo apoyo, cooperación y auditorio. Astuta. Llamamos oratoria astuta a aquella que, mediante la agudeza de pensamiento y habilidad para engañar o evitar el engaño logra un objetivo definido previamente. No debe confundirse con la oratoria eficaz, cuyo fin es lograr un objetivo mediante un habla fácil de entender. En el caso de la oratoria astuta, se procede con engaño. Y a pesar de que no toda oratoria astuta es malintencionada, no pocas veces tiene un objetivo egoísta. Por ejemplo, con la única finalidad de persuadir, quizás un vendedor, publicista, propagandista, político o extorsionista recurra a estudios de mercado, neurología y otros, o a la simple observación profunda, o a encuestas diseñadas por psicologos o sociólogos, a fin de diseñar frases, mensajes, slogans o anuncios penetrantes, seductores, atrayentes o manipuladores. Si bien es cierto que la Real Academia Española distingue entre una corrección eficaz y una corrección de calidad, siendo la primera la que se deja entender con claridad, y la segunda, la que manifiesta, además, esmero en el uso y aplicación de las sugerencias de la Academia, la astucia puede añadir un componente que no necesariamente tiene en cuenta el uso correcto del idioma ni el beneficio del oyente, sino exclusivamente el beneficio egoísta del propio interesado en engañar. Autosuficiente. Llamamos oratoria autosuficiente a la que se caracteriza por una crasa falta de interés en lo que los oyentes puedan pensar o sentir. Al orador no le preocupa la reacción del auditorio. Simplemente cumple con preparar su tema y presentarlo sin empatía, es decir, sin haber tenido en cuenta las necesidades, intereses o reacciones del oyente. No ve al público como individuos, sino como una masa humana indefinida. No expresa abiertamente sus sentimientos ni mucho menos los intercambia con el auditorio. No parecen conmoverlo ni los aplausos ni las felicitaciones ni las maldiciones. Es pura autocomplacencia. Básica.
Llamamos oratoria básica a la que se caracteriza por la
brevedad
y la aplicación de los principios más notorios de
la
oratoria. Contiene una introducción sencilla y directa, un
desarrollo conciso y ordenado, y una conclusión clara y
motivadora. Generalmente dura entre 30 y 75 segundos. Este es el tipo
de discurso que se usa en los cursos efectivos de oratoria. Los temas
en los famosos cursos de Carnegie duraban un máximo de 75 segundos.
Cuando le preguntaban "¿Por qué tan poco tiempo si un discurso real
suele durar 30 minutos o más?", él respondía con una lógica simple: Si
una persona puede hablar eficazmente en unos cuantos segundos, también
podrá hacerlo en más tiempo. Pero si no usa bien unos cuantos segundos,
tampoco lo hará aunque le den una hora. ¡La oratoria concisa es también
eficaz! Palabreo no es sinónimo
de habla eficaz.
Beligerante.
Llamamos oratoria beligerante a la que se caracteriza por un mensaje
inclinado a la contienda o a la polémica, incluso al ataque o la
represión con intención de refrenar lo que se considera incorrecto o
dañino. Contradice, impugna, agita las pasiones del ánimo. Aunque el
antagonismo es su estilo, no debe confundirse con la oratoria hostil.
(ver HOSTIL)
Castrense.
Llamamos oratoria castrense a la que practican los miembros de las
fuerzas armadas o policiales para dar arengas
a las tropas o para darles
explicaciones acerca de los procedimientos o estrategias
que se
seguirán o se han seguido. La más común es la arenga, discurso pronunciado
con el fin de hacer hervir el ánimo de la tropa. En el
entrenamiento militar es la forma de oratoria por excelencia. Lamentablemente,
en nuestros tiempos, dirigirse al público en general (es
decir, a personal no castrense) usando dicho
estilo pudiera convertise en un arma de doble filo. Recibiría
poca
acogida si el
público
en general difícilmente tolera ser tratado como a una tropa, o
cegaría a las personas si estuvieran muy resentidas. Adolf Hitler no
desaprovechó sus oportunidades de
arengar a su pueblo, pero ¿con qué resultados? La
Historia Universal lo ha documentado ampliamente.
Clásica.
Llamamos oratoria clásica a aquella arraigada en la
tradición culta y que se
contrapone con la oratoria
moderna.
Nació cuando se descubrieron y establecieron los principios
que
dieron lugar a las primeras teorías, técnicas y
modelos
que sentaron las bases para su desarrollo posterior. Se caracteriza por
la declamación
o
gesto afectado y las posturas y ademanes teatrales o
histriónicos,
no
por la naturalidad del habla cotidiana.
Algunos la consideran como oratoria
de espectáculo. Puede resultarles
muy interesante y atrayente a quienes disfrutan del arte de hablar en
público, pero no la sugerimos para el ámbito
laboral. En muchos casos, la demagogia
suele
ser el resultado de malinterpretar o aplicar inadecuadamente lo que el
orador considera como oratoria clásica. (Ver MODERNA)
Conferencia.
Llamamos oratoria de tipo conferencia a la que implica dialogar
de alguna manera con el auditorio, ya sea durante el desarrollo
mismo del discurso o al final, en una sesión de preguntas y
respuestas (Ver DISCURSO). Mal llamada charla, algunos suelen
confundirla con el discurso. Algunos diccionarios no
académicos incluían "Charlar" en su
listado de
palabras con el significado de
"conferencia breve", pero aunque el diccionario de la Academia ahora
indica
que pudiera referirse a una conversación breve, hasta hace poco
indicaba claramente que realmente significaba: 1.
Decir lo que se debería callar. [...] | 3.
Hablar mucho, sin sustancia o
fuera de propósito. En pocas palabras, charlar es una mera
plática como la que se efectuaría en una reunión
social con los amigos, y sobre todo cuando se habla por
gusto o por simple pasatiempo. No olvidemos que de charlar
proviene la palabra charlatán,
persona indiscreta que habla mucho y sin sustancia. Por
tanto, un orador capacitado no debería usar indistintamente los
términos charlar y conferencia, porque no significan lo
mismo. Si su presentación tiene sustancia y un propósito
definido, no es una charla,
sino un discurso o conferencia, dependiendo de la forma. Por otro lado,
tengamos en cuenta que una acepción de la palabra conferencia se refiere a cualquier
reunión en sí, en la que hablarán oradores. Por
ejemplo, los ingleses usan el término meeting para referirse a cualquier reunión en
general, pero en español solemos usar la palabra mitin para referirnos a una
gran convocatoria donde se expondrá un contenido de
índole social y/o político.
Comercial. Llamamos oratoria comercial a la que usan los vendedores y hombres de negocios para vender, comprar y administrar sus recursos. Dependiendo del rubro, puede implicar el uso de ciertos tecnicismos que solo son familiares entre colegas. Convincente. Llamamos oratoria convincente a la que con razones y argumentos se procura obligar a los oyentes a cambiar de parecer o estar de acuerdo con el orador. Constantemente procura que oyente diga mentalmente "sí" a todo. Por ejemplo, antes creía que ciertos alimentos eran saludables, pero después de oír una explicación sobre los ingredientes o aditivos tal vez ahora vea que son perjudiciales. Está de acuerdo, pero existe la probabilidad de que siga comiéndolos. Aunque se convence y queda plenamente de acuerdo con el orador, permanece en su asiento como un espectador pasivo. Aunque pudiera quedar convencido, pudiera no actuar en armonía con su nueva convicción ("La comida chatarra hace daño, pero qué rica es. Me ha provocado ir a comerla ahora mismo"). Convencer no necesariamente persuade, y viceversa. Algunos oradores exagerados se desgañitan procurando prersentar argumentos y ejemplos que convenzan, hasta usando un tono dominante, prepotente, impositivo y tajante sin tener en cuenta una empatía sincera, solo para desilusionarse de haber motivado a pocos. (Ver PERSUASIVA) Crítica.
Llamamos oratoria
crítica al
discurso caracterizado por la crítica, en dos sentidos: 1)
Cuando se habla irresponsablemente sin tener en cuenta los principios
básicos de la crítica constructiva ni el respeto
a la
dignidad ajena, y 2) cuando se manifiestan apreciaciones justificadas
que contribuyen a una discusión adecuada, como por ejemplo,
para
discernir y establecer en qué aspectos de un asunto deben
aplicarse mejoras. En el primer sentido, no la recomendamos, porque
suele causar un efecto social semejante al que, en sentido restringido,
causaríamos al criticar con excesiva dureza a un
niño.
Lejos de animarlo a mejorar, reforzamos la conducta inadecuada
ocasionándole una frustración muy
difícil de
superar. En vez de despertar deseos de superación,
alentaríamos la rebelión y la venganza. En este
sentido,
no creemos que la oratoria crítica sea beneficiosa. En el
segundo sentido, creemos que la oratoria crítica solo puede
tener verdadera utilidad en el marco de un análisis
serio
cuando
la utilizan restringidamente especialistas que tienen tanto la
capacidad para discernir
los cambios como para diseñar la
política respectiva.
Declamatoria.
Llamamos oratoria declamatoria al discurso cargado de
pasión y vehemencia, que suele usarse en el teatro o para
ejercitar la retórica con asuntos y estilos fingidos o
supuestos, no reales. Cuando un orador declama en un marco que no es el
histriónico,
se arriesga a que sus oyentes crean que lo hace para disimular o suplir
su escacez de ideas. Otro peligro de confundir la
declamación
con la oratoria, es que, al excitar las emociones del auditorio, la
mayoría de los oyentes puede prestar más
atención
a la forma y al estilo, minimizando o soslayando los hechos, las
evidencias y las estadísticas, nublando su razonamiento y
aprobando la imagen y el entusiasmo, no el contenido.
Demagógica.
Llamamos oratoria demagógica a la que apela a los
sentimientos
elementales de los oyentes mediante concesiones y halagos con el
único propósito de conseguir o mantener alguna
clase de
control o poder sobre el auditorio. No debe confundirse con la retórica,
estilo cuyo fin es deleitar y agradar.
Lamentablemente,
si no se entienden las diferencias, ya sea por exceso de confianza o
por desconocimiento de técnicas dinámicas de
oratoria, la
presentación de una buena idea puede resultar en un fracaso.
Un
discurso cargado de razonamientos excelentes, pruebas claras,
evidencias contundentes, estadísticas comprobadas, proyectos
importantes y argumentos de peso pudiera pasar por
demagógico si
abundara en poses afectadas y gestos teatrales que le dieran un cariz
de falsedad. El auditorio podría interpretarlo como un
simple
intento de ganar control o poder sobre los oyentes y reaccionar
oponiéndose. En vez de persuadir, el orador es tomado por
demagogo.
La
naturalidad del entusiasmo genuino es vital para convencer. El exceso
de retórica, en cambio, al igual que el exceso de sal en una
comida, que resulta agradable en pequeñas dosis, puede
afectar
el resultado final. Félix Descuret escribió una
vez: "Un
paso más allá del entusiasmo y se cae en el
fanatismo".
Así es. Por falta de autodominio o por desconocer las
técnicas de oratoria, el orador pudiera ir 'un paso
más
allá del entusiasmo' y usar la retórica
excesivamente,
suscitando la ovación del público. Pero tal
ovación pudiera inflarle
el ego
y llevarlo inexorablemente a una segunda etapa:
Dar rienda suelta a lo que solo parece demagogia.
Ir
más allá del entusiasmo es un arma de doble filo,
porque
lo que en un principio pudiera parecer un éxito rotundo, es
solo
un espejismo. Tarde o temprano, las promesas carentes de sustento no
podrán cumplirse y la gente acabará
resintiéndose
y volviéndose contra el orador.
Por
otro lado, el que un auditorio poco perspicaz se deje arrastrar por la
demagogia, o embelezar con simple retórica, no justifica su
uso
si además de llegar al corazón (las emociones) el
orador
quiere llegar a la mente (el intelecto). De hecho, por
definición del diccionario, que refleja el pensar tanto
culto
como popular, un discurso se vuelve demagógico cuando se
halagan los
sentimientos mediante
concesiones y promesas sin sustento, para
reforzar u obtener control. Eso nada tiene que ver con una retórica
saludable ni con la oratoria eficaz. En Oratorianet.com no llamamos
eficaz a algo que a la larga perjudica al auditorio.
Las
técnicas que promovemos en Oratorianet.com sirven para que
el
orador a llegue tanto al intelecto como a las emociones del oyente con
base en una información substanciosa, clara y veraz, no en
simples halagos que regalan los oídos. (Ver)
Dialéctica. Llamamos oratoria dialéctica a aquella que sigue un procedimiento de conversación cuya finalidad es descubrir una síntesis mediante contraponer una antítesis a una tesis, síntesis que a su vez se convertirá en el motor de un nuevo análisis, de un nuevo ciclo de argumentación. Vale decir que se caracteriza por un permanente y agotador contraste entre posiciones. De gran utilidad para quienes disfrutan de dar vueltas y vueltas a las ideas, yendo de síntesis en síntesis desde la idea más sencilla hasta la más compleja, desde lo más elemental hasta el todo, desde la causa más primigenia hasta la sinergia más futurista, y desde el análisis de un principio básico hasta sus últimas consecuencias. No solo gira en torno al "qué" y al "cómo", sino sobre todo del "por qué" y "para qué", y del "cuándo", "cuánto", "cuántos", "dónde", "quién", "quiénes" y así sucesivamente. Directa. Llamamos oratoria directa cuando el orador pasa de un punto principal a otro sin detenerse en mayores explicaciones, es decir, en puntos secundarios. Por ejemplo, si vas a la explicación de Las 4 Leyes, notarás que se te ofrecen tres tipos de explicación: Una breve o "directa", es decir, que va al punto principal sin rodeos ni adornos. Es para los que quieren que les digan todo de una bofetada. No está redactado para darle vueltas a la cosa. En cambio, la explicación completa y la explicación extensa abarcan muchos puntos secundarios o intermedios, hasta de tercer y cuarto nivel, a fin de que, si lo deseas, obtengas un panorama muchísimo más abarcador. Por otro lado, desde un punto de vista meramente retórico, llamamos oratoria directa al discurso en que el orador usa el mismo adjetivo o nombre para diferentes casos, géneros o números, o cuando usa el mismo verbo en diferentes modos, tiempos o personas, todo dentro de la misma oración o conjunto de palabras que tienen sentido. Y en el lenguaje técnico de traducción, es decir, desde el punto de vista de un traductor, llamamos oratoria directa cuando el orador prepara su discurso en su propio idioma, digamos, en ruso, pero lo expone (o lo hace un traductor) en el idioma de sus oyentes, por ejemplo, en español. Dinámica.
Llamamos oratoria dinámica a la que mueve a
acción al
auditorio mediante la aplicación de reglas firmes y
directas. De
hecho, puede que implique más que principios de oratoria,
valiéndose de principios de motivación,
lingüística, relaciones humanas,
administración,
publicidad y ventas. Los métodos dinámicos de
Dale
Carnegie influyeron considerablemente desde 1912 en la
mayoría
de las formas de la oratoria actual.
Discursiva. Llamamos oratoria de tipo discurso a la línea de razonamiento que el orador presenta ante el auditorio a manera de monólogo, es decir, de manera tal que casi no hay diálogo con sus oyentes. En ciertas ocasiones, el orador tal vez exija que cualquier pregunta que deseen hacer los oyentes, lo hagan por escrito a fin de seleccionar las más apropiadas y darles preferencia (Ver CONFERENCIA). Docente.
Llamamos oratoria docente a la que usan los maestros y toda persona que
enseña o imparte instrucción con
metodología. Se
espera que todo maestro exponga siempre de manera magistral,
es decir, "con arte de enseñar", y uno de los mejores
métodos que va a la par con esto es el mayéutico,
que
se vale de preguntas eficaces para extraer nociones de las mentes de
los
estudiantes, quienes aunque no habían tomado conciencia de estas,
descubren que allí estaban.
Eficaz.
Llamamos oratoria eficaz o efectiva a aquella que logra un objetivo
definido previamente (no debe confundirse con la oratoria astuta). Para ser eficaz, el orador necesita ante todo
eficiencia. Porque aunque podría darse el caso de que por
casualidad un inexperto presentara un discurso que diera en el clavo,
la verdadera eficacia resulta de la reflexión y la
planificación basada en principios.
Por tanto, es importante recalcar que no consideramos igual el habla
eficaz y el habla de calidad. De hecho, la Real Academia
Española distingue entre una corrección
eficaz
y una corrección
de calidad,
siendo la primera la que se deja entender con claridad, y la segunda,
la que manifiesta, además, esmero en el uso y
aplicación
de las sugerencias de la Academia. (Ver MAGISTRAL)
Entretenida.
Llamamos oratoria entretenida a aquella que lejos de aburrir resulta
muy llevadera, es grata al intelecto, a las emociones y sensaciones. Su
finalidad principal es entretener a los oyentes.
Espiritual.
Llamamos oratoria espiritual a la que usan personas espirituales para
ayudar a sus oyentes a conocer al Creador y darlo a conocer a otros, mejorar su
relación
con Él y dar aplicación correcta a los principios
de la
fe, la esperanza y el amor. Implica la disciplina basada en la moral
inspirada por Dios, que da lugar a la ética. Su
profundidad,
efectividad y poder pasa largamente la prueba del escrutinio cuando se
la evalúa de manera
pragmática, es
decir, mediante la observación del efecto o resultado que produce
en sus apoyadores o promotores. No debe confundirse con la oratoria religiosa.
Espontánea.
Llamamos oratoria espontánea a la que brota por impulso, sin
preparación, voluntariamente y sin una causa aparente.
Pero no debe confundirse con la falta de fundamento. En la oratoria
espontánea el orador ya posee un fondo de conocimientos y
cultura general que le sirve de base para armar rápidamente
un
bosquejo o plano mental y comenzar a hablar con la mayor soltura y
flexibilidad, en sus propias palabras, adaptándose a las
circunstancias. Las ideas fluyen cómodamente y contribuyen a
un
mayor entusiasmo. Sobre todo, permite un mejor contacto visual y
acercamiento emocional, porque no depende de un escrito. Muchos la
consideran como el mejor de los estilos. Es muy persuasiva e impactante.
Estudiantil.
Llamamos oratoria estudiantil a la de los aprendices del arte de hablar
en público, lo cual practican generalmente bajo la
supervisión de una persona de mayor experiencia en oratoria,
la
cual controla la duración y les imparte consejo y
sugerencias
para el mejoramiento de la aplicación de los principios y la
técnica.
Extemporánea.
Llamamos oratoria extemporánea a la que recurrimos en un
momento
fuera de lugar o menos pensado. Por ejemplo, estamos asistiendo a un
seminario y tenemos pensado hablar dentro de tres días, pero
nos
invitan a tomar la palabra el primer día porque uno de los
oradores no podrá estar presente. O pudiera suceder que solo
estamos allí como observador, pero alguien nos identifica y
nos
pide que expresemos nuestra opinión delante de todos, ya sea
desde nuestro asiento o tomando la palabra desde el atril. No hemos
tenido tiempo para preparar un bosquejo ni estamos dispuestos a hablar,
pero nos sentimos forzados a hacerlo. Lógicamente, lo que
digamos tiene el respaldo de nuestro fondo de conocimientos y
experiencia.
Fácil.
Llamamos oratoria fácil a la que usan los vendedores
ambulantes
y otras personas que presentan discursos breves, enlatados, que
generalmente pronuncian de paporreta y con un fin
específico,
premeditado. De ninguna manera queremos decir que carecen de valor.
Simplemente resaltamos su carácter práctico y
dinámico.
Forense. Llamamos oratoria forense a la que usan los expertos en medicina legal (también llamada medicina forense o judicial) para exponer oralmente o por escrito, con claridad y eficacia, la causa de la muerte de un enfermo o herido al cabo de un exhaustivo examen médico. Reviste especial importancia porque generalmente es una exposición realizada ante una autoridadad judicial. ( Ver PROCESAL) Helénica.
Llamamos oratoria helénica o 'helenista' a la oratoria que
practicaron los griegos de la antigüedad. Lo hacían
en
griego común o koiné, el idioma internacional de
aquella
época, un equivalente internacional de lo que hoy es el
idioma
inglés para el mundo.
Heurística.
Llamamos oratoria heurísitica a la manera
espontánea de
tomar la palabra. Se basa exclusivamente en lo primero que le viene a
uno a la mente, sin
haber estudiado ni conocido los
principios de oratoria.
No
debe confundirse con la oratoria improvisada.
La oratoria heurística es empírica y solo recurre
a la
experiencia personal. Aunque a veces sale bien, por su desconocimiento
de las técnicas el orador suele incurrir en graves desatinos
(por lo general, en la manera de tratar al auditorio) de modo que acaba
estrellándose frontalmente con el público como si
se
tratara de dos ómnibus que vienen en sentido contrario a
toda
velocidad por el mismo sendero. ¡Un desastre! Por ejemplo,
cierto
orador dijo: "A mí me escucha el ignorante, el necesitado,
el
que no tiene instrucción, porque digo lo que tienen que
oír para salir de su ignorancia." ¡Qué
bruto! Sin
pensarlo, ofendió a todos llamándolos ignorantes
y se
erigió a sí mismo como un iluminado. Le hubiera
convenido
decir: "A mí me escucha todo el que quiere debatir,
profundizar
y llegar a entender las cosas". Otro dijo: "Yo voy a reconstruir este
país para que ustedes se sientan ganadores". Indirectamente
dijo
que el país era una ruina, y sus ciudadanos, unos
perdedores".
¡Típicamente heurístico! (Ver ORIGINAL)
Por otro lado, es muy conveniente que el primer discurso del estudiante de oratoria sea heurístico, porque la meta es que disfrute de su espontaneidad y haga contacto con el público lo antes posible, a fin de que el maestro note los puntos débiles en lo que trabajará a lo largo del curso. Por eso, el maestro tal vez diga: "Hoy hablarán de una experiencia de su niñez", y los dejé explayarse a sus anchas, sin una restricción horaria. El contacto heurístico puede ser aprovechado y canalizado hábilmente por un maestro experimentado. El problema de esta forma de oratoria surge cuando se la usa para dirigirse a un auditorio no estudiantil, en una fecha importante para tratar un tema delicado. Pero es muy conveniente en el marco del estudio de las técnicas de oratoria. Todos la conocen como la primera improvisación del novato. Histriónica.
Llamamos oratoria histriónica, teatral o declamatoria
a la que usan los actores cuando interpretan un papel en una obra, uno
que implica desplegar el arte de hablar en público como
parte de
dicho papel. El actor representa a un orador que, en vez de dirigirse
directamente al auditorio, se dirige a oyentes que están
representados en la obra por otros actores. En otras palabras,
actúa el papel de un orador.
Un peligro es que los auditorios modernos responsables ven con ojo muy
crítico al que usa la oratoria histriónica en un
marco
que no sea el teatro para explicaciones que debieran brillar por su
coherencia, equilibrio y persuasión. Pudieran pensar que el
orador solo está actuando para exhibirse, no para comunicar
un
mensaje importante. No se sensibilizarían con el contenido
ni se
sentirían comprometidos a darle más que un
generoso
aplauso por su brillante actuación. Los gritos, poses y
aspavientos que robaban el corazón de las multitudes medio
siglo
atrás pudieran volverse en su contra en el siglo XXI
e
interpretarse como pura demagogia. El teatro al teatro.
Hostil.
Llamamos oratoria hostil a la que se caracteriza por un mensaje
hiriente, cargado de palabras y frases discrepantes, antagonistas,
rencorosas y condenatorias. Usualmente se concentra en los defectos o
carencias de alguna persona o institución, o en el pasado y en
sentimientos que culpan a otro; o en el futuro y en los sentimientos de
preocupación
angustiante. El espíritu que domina esta clase de discurso es la
frustración (que podría tener sus raíces en una y mil motivaciones),
generalmente evocando recuerdos que exacerben
la
sensación de fracaso, odio y renuencia hacia cualquier
intento
de reconciliación. La postura, gestos y ademanes reflejan
una
motivación apasionadamente intolerante, en absoluto
conciliadora. No debe confundirse con la oratoria beligerante, que no necesariamente es hostil. (Ver MOTIVACIÓN ESPIRITUAL, UNIFICADORA, BELIGERANTE)
Improvisada.
Llamamos oratoria improvisada a aquella que brota
espontáneamente del corazón, sin
preparación
alguna, pero teniendo algunas nociones de los principios de oratoria.
Lógicamente, ninguna improvisación surge de la
nada.
Siempre improvisamos sobre la base de alguna idea o sentimiento
personal. Nuestra mente y corazón no están
vacíos.
Por otro lado, no debe confundirse la improvisación con la
oratoria heurística.
Ininteligible.
Llamamos oratoria ininteligible a aquella que nadie entiende, ya sea
por causa de una mala pronunciación o de una
explicación
enredada, difícil de procesar por el oyente. Los
teóricos
suelen usar demasiados términos abstractos. Sus oyentes
necesitarían consultar un glosario a cada rato durante la
conferencia. Hablan en
difícil,
¡y todavía se jactan de ello!
Insípida. Llamamos oratoria insípida a aquella que no tiene gracia ni gusto, no tiene ni cumbres ni abismos. El orador está tan concentrado en las palabras que no mueve ni conmueve a nadie. Entierra los ojos en su bosquejo de principio a fin y no hace contacto visual con nadie, porque parece no importarle la reacción del auditorio. Generalmente se trata de un orador que no ve la hora de que se le acaben las palabras a fin de bajarse cuanto antes. Si lo aplauden, muy probablemente no lo hagan por el discurso, sino por callarse y retirarse. Intelectual.
Llamamos oratoria intelectual a aquella que apela al entendimiento del
auditorio de modo que todos capten el significado de los terminos y las
definiciones, o que acepten ciertas condiciones y limitaciones, o que
comprendan cuáles son sus derechos y responsabilidades, o
que
conozcan el propósito o finalidad de cierto proyecto; o que
razonen basándose en pruebas y evidencias y acepten un
argumento; o que se enteren de cierto objetivo y/o de los
métodos y procedimientos que deben aplicar para alcanzarlo.
El
peligro es que los razonamientos por sí solos no mueven a
acción a nadie ni siempre se traducen en
cooperación
voluntaria. Si el propósito es mover a acción u
obtener
cooperación voluntaria, no basta con un discurso
intelectual. Si
el orador quiere mover a acción, debe preguntarse:
"¿Estoy comunicando un contenido,
o
estoy moviendo a acción?". (Ver MOTIVADORA)
Kerygmática. Llamamos oratoria kerimática o kerística (del griego kē·rýs·sō o kḗ·ryx) a la que se caracteriza por la predicación, divulgación o propaganda de las buenas noticias de Jesucristo. Sin embargo, aunque se dice que el término comenzó a usarse alrededor del año 30 en una sinagoga de Nazaret, el uso de kē·rýs·sō no se refiere a discursos presentados ante grupos reducidos o limitados de discípulos, como en el interior de un recinto religioso, sino específicamente a una presentación pública y abierta. (Más 1 | 2) Laboral.
Llamamos oratoria laboral a la que se aplica en el trabajo. Por
ejemplo, cuando un capataz o supervisor reúne a su gente
para
impartir instrucción en cuanto a cómo llevar a
cabo
cierta tarea. Si lo hiciera desordenadamente, tal vez
demoraría
su ejecución o hasta promovería
confusión y
pondría en peligro los objetivos. Por eso aplica
técnicas
que le permiten dejarse entender con facilidad y contribuir a la
eficacia.
Leída. Llamamos oratoria leída a la que el orador recurre para reconstruir de comienzo a fin, palabra por palabra, sus ideas (o las de otra[s] persona[s]). La manera más común es leyendo de un escrito en papel, de una computadora, teleprompter o dispositivo móvil. Pero tiene la desventaja de que, si el oyente se entera, tenderá a restar peso al mensaje. No se dejará persuadir fácilmente, sino se pondrá a la defensiva, porque tomará conciencia del temor a ser timado. La razón es que se despiertan sus sospechas de que la fuente de la información no es el orador. Y aunque no podemos negar de que realmente pudo haberlo redactado, abre la puerta a las dudas. Y es que otra persona bien pudo haberlo redactado. En todo caso, proyecta la imagen de alguien que solo está repitiendo lo que otros quieren que diga, apagando cualquier fuerza persuasiva que hubiera tenido. Se pierde autenticidad, originalidad y credibilidad. Esto no significa que esté mal en el caso de que el auditorio esté al tanto de que el orador solo es un portavoz o representante de un comité u organismo, no de sí mismo. No es su mensaje, sino el del comité u organismo al que representa. Otro uso apropiado es cuando se vale de este recurso para dar vistazos breves a un bosquejo de ideas, no para leer un escrito palabra por palabra. Otro uso legítimo del bosquejo obedece a que la imperfección y/o el suceso imprevisto podrían meterlo en una laguna mental severa y olvidar un eslabón de su memoria. Rompiendo la cadena, olvidaría el resto del discurso, el estrés se dispararía hasta el cielo y se vería obligado a improvisar. La humildad debería dictarle que siempre conviene tener un bosquejo cerca (sobre el atril o en un bolsillo). (Más) Magistral. Llamamos
oratoria magistral a la que manifiesta arte de enseñar.
Magistral significa "con arte de enseñar". De todo maestro
se
espera que presente discursos magistrales. Si aburre o nadie le
entiende, no es una oratoria magistral. Sin embargo, para merecer la
calificación de magistral, la oratoria no tiene que ser
impresionante. Por otro lado, ningún discurso ni conferencia
se
convierte en magistral automáticamente por el hecho de que
un
orador ostente un currículum impresionante o provenga del
extranjero. La conferencia se convierte en magistral cuando el orador
expone de manera instructiva y eficaz. (Ver DOCENTE)
Mayéutica. Llamamos oratoria mayéutica a la que se caracteriza por plantear preguntas y presentar casos e ilustraciones que hacen reflexionar a los oyentes de manera que lleguen a descubrir las respuestas, nociones, enfoques y conceptos que ya estaban en sus mentes, pero no se habían dado cuenta, por no haber atado los cabos sueltos. El orador hábilmente los estimula con preguntas a llegar a las deducciones correctas hasta que den en el clavo por sí mismos. Es el método por excelencia utilizado por los oradores magistrales. Se dice que Sócrates fue el primero en valerse del concepto de la mayéutica para aplicarlo a la docencia. En realidad, era un término que se usaba para referirse a la asistencia de las parteras al momento de dar a luz. Por lo tanto, mayéutica significaba: "Ayudar a dar a luz", y en este caso, a dar a luz la idea que está gestándose en la mente. Los padres que de la mayéutica al instruir y disciplinar a sus hijos logran mejores resultados en su crianza. Porque no es solo un asunto de lanzar una pregunta y esperar que la persona responda correctamente con base en una preparación previa. Eso puede hacerlo cualquiera. La mayéutica implica ayudar a la persona a llegar por sí misma a la respuesta. El énfasis está en ayudar, no en simplemente presionar exigentemente esperando que la persona encuentre la respuesta por sí misma. Si no hay ayuda, no es mayéutica. Un simple interrogatorio no es mayéutico. Memorizado. Llamamos oratoria memorizada a la que se caracteriza por la memorización del discurso, palabra por palabra. Si uno utiliza un buen sistema mnemotécnico, sin duda podrá reconstruirlo de comienzo a fin siguiendo las cadenas de apoyo que haya ensayado para los efectos. Pero corre el doble riesgo de 1) olvidar un eslabón, y con ello, el resto de la cadena, entrando en una laguna mental insalvable, y/o 2) perder el calor y la naturalidad esenciales para llegar al corazón y mover a acción. Por eso, es recomendable memorizar un bosquejo, no todas las palabras de un escrito. Por otro lado, algunos oradores memorizan las ideas y ensayan su reconstrucción a partir de un bosquejo sencillo. Pero aunque confíen en sí mismos creyendo que no necesitan leer nada, sugerimos que sean lo suficientemente humildes como para reconocer que su imperfección o el suceso imprevisto podría causarles una laguna mental severa, involuntaria. Le conviene tener sus notas a la vista. Moderna.
Llamamos oratoria moderna a la que se contrapone a la oratoria
clásica.
Es de
aplicación relativamente reciente en la historia de la
humanidad. Dale
Carnegie
irrumpió en 1912 con sus entretenidas técnicas de
comprobada
eficacia
y causó una revolución que modificó
profundamente
y para siempre el modo como las personas veían la oratoria
clásica, y echó abajo el tabú que
ensalzaba el
concepto de que solo algunos especialmente dotados gozaban del derecho
a tomar la palabra ante un auditorio. La oratoria moderna se
caracteriza por la naturalidad, la pasión, el entusiasmo y
la
persuasión, pero basada en, y equilibrada por, el
conocimiento y
el autocontrol. Por ejemplo, un militar no usaría oratoria castrense
para dirigirse al
público en general, sino una oratoria moderna.
Al
igual que el liderazgo y otras cualidades personales, está
demostrado que aunque las personas que nacen con una
predisposición genética tienen más
facilidad para
desarrollar y cultivar la oratoria, no significa que los
demás
queden al margen del placer de tomar la palabra. Cualquiera puede,
valiéndose de técnicas
eficaces,
llegar a hacer de la oratoria un rasgo de su desempeño
personal.
La oratoria no está reservada para unos pocos. Dale Carnegie
demostró que está disponible a cualquiera que le
dedique suficiente
interés y tiempo.
Motivadora. Llamamos
oratoria motivadora a la que mueve al auditorio a acción
proveyéndole la energía emocional necesaria
mediante un
incentivo adecuado de carácter intelectual, emocional,
material
y/o espiritual. No es una simple explicación que convence y
se
estanca en las puertas del razonamiento de modo que el oyente solo
piense: "Tiene razón" o "Me ha convencido", sino un
argumento
que baja al corazón y provoca hacer lo que el orador
sugiere. El
oyente individual sintoniza la frecuencia del orador porque siente
excitadas sus emociones internas y decide hacer algo al respecto
("Quiero hacerlo" o "Lo haré ahora mismo"), o evitar el
proceder
que se le indique ("No lo haré de ninguna manera"). El
peligro
es que si el orador solo regala los oídos del
público, o
no provee razones de peso junto con el incentivo, o no ofrece pruebas
ni evidencia bien sustentadas, la motivación se desvanece en
el
tiempo, o tan pronto como el oyente despierta al contacto con la
realidad. Para que una motivación sea sostenible y produzca
resultados a corto, mediano y largo plazo, es decir, que pase la prueba
del tiempo y la adversidad, necesariamente debe combinarse con la
oratoria intelectual y proveer incentivos igualmente sostenibles. (Ver INTELECTUAL)
Natural. Llamamos
oratoria natural a la que brota del interior del ser humano sin el
dominio o conocimiento de los métodos que un experto
usaría para preparar, ensayar y presentar discursos. Sin
técnica, es una habilidad instintiva y espontánea
que a
veces pudiera dar en el clavo de la persuasión, por lo que,
en
nuestra opinión, no le correspondería llevar el
nombre de
oratoria, porque 'oratoria' envuelve una aplicación
consciente
del arte o procedimiento para exponer.
Ontológica. Llamamos oratoria ontológica a la que se caracteriza por la argumentación basada en ideas tácitas, es decir, ideas que el oyente da por sentadas,
ideas que no rechazaría. Por ejemplo, "de noche, el cielo se ve negro",
"los cambios bruscos de temperatura hacen daño". Nadie va a discutir
eso. Es un conocimiento tácito, que se considera obvio o evidente. Diferente
de la argumentación basada en hechos que tuvieron que experimentarse a
fin de ser comprobados. Por ejemplo, "si uno está aquí, no puede estar
allá". Nadie va a discutir eso. El primer estilo se conoce como argumento a priori (antes de) porque es evidente y no necesita experimentación. El segundo se conoce como a posteriori
(después de) porque requirió que lo experimentáramos para creerlo o
aceptarlo. Sin embargo, no ignoremos con esto que ciertos tratamientos
naturistas consiguen la recuperación de la salud mediante cambios
bruscos de temperatura, o que a veces el cielo puede verse negro de día
cuando hay un eclipse. Lo malo de la oratoria ontológica es que se
caracteriza meramente por razonamientos. Es fría y no llega al corazón,
lo cual dificulta la persuasión y la motivación. La oratoria eficaz
tiene en cuanta llegar tanto a la mente como al corazón.
Original. Llamamos
oratoria original a la que no sigue ningún
parámetro ni
estereotipo de preparación, sino que fluye naturalmente
según la inspiración del que habla en pleno uso
de su
libertad de expresión. Lamentablemente, aunque en algunas
ocasiones pudieran resultar discursos muy creativos y agradables, en
otras pudieran resultar en las peores metidas de pata debido a la falta
de guía y limitaciones, es decir, a falta de criterio en
oratoria. (Ver HEURÍSTICA)
Pedagógica. Llamamos oratoria pedagógica a la que tiene por finalidad la regulación mental del estudiante mediante el entrenamiento y la disciplina. Se caracteriza por la enseñanza e instrucción con base en teorías y doctrinas que despiertan su facultad de raciocinio, necesariamente acompañada de ejemplos e ilustraciones fáciles de entender y recordar, además de ejercicios de valor práctico.
Persuasiva. Llamamos
oratoria persuasiva no solo a la que con razones y argumentos se procura
obligar al oyente a mudar de parecer o estar de acuerdo con el
orador de modo que constantemente responda mentalmente "sí"
a
todo, sino a aquella que con motivos e incentivos adecuados
seduce su corazón de modo que transforme
automáticamente
el "sí" en una acción concreta. En pocas
palabras,
obtener su cooperación voluntaria, y de ser posible,
apasionada.
Por ejemplo, un oyente puede estar plenamente de acuerdo con el orador,
pero permanecer en su asiento como simple espectador. En cambio, una
persona persuadida se siente impulsada a hacer algo al respecto,
a colaborar, contribuir o poner el hombro ("La
comida chatarra es barata, pero podría mandarme al hospital
y, a
la larga, resultar más cara de lo que parece, tal vez hasta
poner en peligro mi futuro. Definitivamente no volveré a
comerla").
Eso no se consigue con meras
razones ni argumentos. Por otro lado, no entendamos
que la finalidad de la
oratoria es exclusivamente persuadir, porque también existe
la oratoria
histriónica o cómica, que sirve para entretener y
divertir (Ver CONVINCENTE)
Poética.
Llamamos oratoria poética a la que se vale de expresiones
hermosas, cargadas de sentimientos, a veces en forma de verso, con los
que el autor (ya sea obedeciendo o no las normas del lenguaje) pretende
agradar o cautivar al auditorio. "En el alba de la vida, la
prístina sensación de libertad de los incautos
deslumbra
sus corazones sumiéndolos en una constante embriaguez de
ensueños y algarabía. Mas en el ocaso, cuando los
grandes
nubarrones cargados de lluvia empañan su otrora
visión
fantasiosa del mundo, contemplan montaña abajo la
escabrosa senda recorrida sin consideración por los
demás, cuando sus pensamientos flotan dispersos en un mar de
preguntas que siguen resonando como un eco entre las
montañas de
su alma: ¿Quién soy y de dónde vengo?
¿Por
qué tanto brincar para terminar yaciendo en este lecho de
lágrimas? No lo sé. Nunca lo supe.
¿Cómo lo
sabré?".
Política.
Llamamos oratoria política a la que usan los practicantes
del
derecho y ciencias políticas, candidatos a puestos
gubernamentales o miembros de los poderes del Estado o de juntas
directivas de clubes y asociaciones, para discernir, establecer y
dilucidar mediante el procedimiento parlamentario lo que ha de hacerse
para resolver los problemas del país, región,
club o
entidad. En términos generales, decimos que una oratoria
adquiere corte
o tinte político cuando
su contenido o forma está muy centrado en crítica
y/o instrucciones o recomendaciones acerca de cómo
las
autoridades
deberían hacer las cosas o qué reglas o leyes
deben
crear, aplicar o derogar a fin de alcanzar los objetivos.
"Deberían", "deben" y "se tiene que" son sus frases
características.
Primitiva. Llamamos
oratoria primitiva o rudimentaria a la que se utilizó antes
de
que se descubrieran las técnicas. Aunque a veces se
caracterizó por la impulsividad, el descuido y el desorden,
y
por lo tanto tampoco le correspondía llevar el nombre de
oratoria, porque como hemos dicho, la oratoria implica la
aplicación consciente de un procedimiento para exponer,
existen
registros muy antiguos, debidamente documentados, de discursos
verdaderamente ejemplares, llenos de candor, caracterizados por el
orden, el vigor y la exhortación eficaz. Si bien es cierto
que
el ser humano siempre fue un artista nato, tanto por sus dibujos y
pinturas como por sus escritos, porque la naturaleza constantemente lo
movía a buscar, descubrir y aplicar métodos que
le
permitieran perfeccionar sus obras, entre estas, su manera de exponer
ante un auditorio, cada vez que descubría y aplicaba una
técnica, su manera de hacer las cosas dejaba de ser
primitiva o
rudimentaria y se transformaba en arte. La oratoria es arte.
Procesal. Llamamos
oratoria procesal a la que usan los abogados o letrados como habilidad
jurídica de negociación, la cual tiene su propio
protocolo, según las leyes de cada país.
Por ejemplo, la oratoria forense.
Lamentablemente,
hemos descubierto que muchos estudiantes de derecho en diferentes
lugares se quejan no solo de recibir poco entrenamiento en oratoria en
sus universidades, sino de encontrar poca información
gratuita
sobre la oratoria procesal en Internet. Oratorianet.com te ofrece los
principios y reglas que rigen la oratoria en general, pero no te guía
específicamente respecto a las formas que adquiere la oratoria
procesal. Puedes investigar en una enciclopedia web o con GOOGLE
Propagandística. Llamamos oratoria propagandística a la que se usa para comunicar o divulgar un mensaje, idea, doctrina o dogma con la única finalidad de atraer adeptos o seguidores. (Ver PUBLICITARIA) Publicitaria. Llamamos oratoria publicitaria a la que se usa para comunicar, divulgar o promover una marca, producto, servicio con la finalidad de lanzarlo al mercado o reforzar su prestigio, lo cual también pudiera resultar, directa o indirectamente, en atraer clientes o retener a los que ya lo son. (Ver PROPAGANDÍSTICA) Quintiliana.
Llamamos oratoria quintiliana a la que versa sobre las doctrinas de
Marcus Fabius Quintilianus, pedagogo de la Roma del primer siglo de
nuestra era, cuyas características fueron publicadas en la
obra
de doce volúmenes Institutio
Oratoria.
Religiosa.
Llamamos oratoria religiosa a la que usan los líderes de las
religiones para hablar a sus feligreses respecto a sus creencias. No
debe confundirse con la oratoria
espiritual. (Ver RELIGIÓN
en el Vocabulario)
Retórica.
Llamamos retórica a la oratoria que agrada o deleita con la
finalidad de reflexionar, conmover o persuadir. Cuando un discurso solo
parece ser un conjunto de expresiones bonitas, la gente suele referirse
a ello despectivamente como retórica ("¡No me
venga con
retórica!"). No debe confundirse con "demagogia", cuya
finalidad es obtener o mantener egoístamente el control del
auditorio. (Ver DEMAGÓGICA)
Ridícula.
Llamamos oratoria ridícula a aquella manera de hablar
extravagante, llena de expresiones rimbombantes que algunos inexpertos
utilizan creyendo que causarán una buena
impresión
cuando, en realidad solo provocan risa o fastidio.
Romana.
Llamamos oratoria romana a la oratoria que practicaron los romanos de
la antigüedad en el idioma latín y que
influyó mucho
en muchas de las diferentes formas de oratoria
clásica.
(Ver CLÁSICA)
Social.
Básicamente, llamamos oratoria social a la que asume dos formas diferentes: 1) la que se usa en
sociedad, es decir, en las reuniones de amigos, parientes, compañeros, socios
o camaradas. Puede ser formal o informal, preparada o
improvisada, dependiendo del carácter de la
reunión. Y
2) la que usan los que se dirigen a
grandes masas para canalizar sus motivaciones y aspiraciones. Esto es
lo que se desprende del significado principal que ofrece el diccionario
de la Lengua Española de la Real Academia
Española, que
define lo “social” como algo “relativo a
la sociedad
o a una compañía, a socios,
compañeros, aliados o
confederados”; y “sociedad” como una
reunión
menor o mayor de personas, familias, pueblos o naciones. Sin embargo,
tal como la oratoria procesal, la oratoria social tiene que ajustarse
a los usos y costumbres del grupo al que se dirige. En el
caso que se da en sociedad, deben respetarse las normas de decencia de
dicha sociedad o hermandad, y en el de control de masas, las
tendencias y costumbres de la mayoría. Cada grupo social tiene
costumbres y tradiciones particulares. Desafiar
o ir contra lo establecido puede tener un costo muy elevado en términos de imagen. Como en
todo riesgo que uno está dispuesto a correr, el orador debe sopesar cuidadosamente todas
las variables implicadas y sus probabilidades de persuadir y convencer.
Técnica.
Llamamos oratoria técnica a la que se caracteriza por la
explicación de los métodos, procedimientos o
procesos que
se siguen para realizar una o más tareas. Un
médico
cirujano pudiera ser un experto exponiendo la técnica que
debe
seguirse para efectuar una laparoscopía, pero sentirse
completamente inútil e incapaz de decir unas palabras ante
un
grupo de amigos o colegas en una reunión de
camaradería.
La razón se esconde tras sus sentimientos. Una conferencia
técnica no necesariamente implica las emociones del
médico; en cambio, un discurso de camaradería es
principalmente un momento para hablar de sentimientos, emociones y
sensaciones, algo muy personal o íntimo. Algunos
profesionales y
técnicos, poco acostumbrados a confesar sus sentimientos, se
sienten abrumados y se bloquean como
niños
a quienes se pesca in fraganti. A los tales les
convendría cultivar una técnica
que
les ayude a hablar con el corazón en la mano.
Tímida.
Llamamos oratoria tímida a la que por falta de entrenamiento
o
conocimiento de oratoria se presenta de manera débil,
temblorosa
o carente de entusiasmo y ganas. Usualmente el orador tropieza, vacila
y titubea durante toda su presentación, tragando saliva con
dificultad debido a la sequedad y manteniendo su mirada fija en la
pared o enterrada en sus papeles. Evade el contacto visual con sus
oyentes, especialmente con los de las primeras filas y no presta
atención a la reacción emocional del auditorio.
El
peligro es que muchos de sus oyentes suelen interpretarlo como
desinterés, lo cual a su vez los estimula a distraerse o
retirarse física o mentalmente a otro lugar, dispersando sus
pensamientos en asuntos ajenos al discurso. El que a estos les parezca
que el orador solo cumple con salir, hablar y retirarse lo antes
posible, estimula su renuencia y no se sienten involucrados en el tema,
no les importa lo que dice, y el propósito del discurso
fracasa.
Unificadora.
Llamamos oratoria unificadora a la que se contrapone a la oratoria hostil.
Se caracteriza por un mensaje refrescante, cargado de palabras y frases
moderadas. Usualmente se concentra en lo que puede hacerse en el
presente y en el natural sentimiento de preocupación por el
futuro. No se concentra en los sentimientos de culpa ni machaca en
ellos, sino en las lecciones constructivas que pudieran
entrañar. El espíritu dominante del discurso es
el deseo
de lograr satisfacción para todos, generalmente evocando
recuerdos de placer que exacerben la sensación de
éxito,
aprecio y anuencia hacia los intentos de reconciliación. La
postura, gestos y ademanes reflejan una evidente motivación
tolerante y conciliadora.
Vana. Llamamos oratoria vana a la que abunda en explicaciones muy interesantes pero discutibles. El orador suele hacer grandes afirmaciones, pero no presenta ninguna prueba, base ni razonamiento sólido para sustentar ninguna de las cosas acerca de las cuales habla. Generalmente usa palabras, frases, citas, cronologías e historias muy antiguas o rebuscadas ("hace miles o hasta cientos de miles de años"), para que sus oyentes se queden pasmados dando por sentado que goza de una gran sabiduría e iluminación. En realidad, da rienda suelta a una supuesta erudición con la esperanza de que uno o más incautos deseen seguir escuchándolo. ¡Rara vez termina voluntariamente! Parece ser que la única manera de detenerlo es que un pariente, amigo o conocido de carácter firme le ponga un tapón, es decir, que lo silencie con una buena excusa. Entonces proviene una sensación de alivio y paz muy agradables. Es vana porque termina en nada. Es vacía porque no produce beneficios prácticos. El oyente quizás piense: "¿Y eso qué logra?" o "¿A mí qué me importa?". Solo deja a uno con la sensación de que haber perdido el tiempo. Vivencial.
Llamamos oratoria vivencial a la que se caracteriza principalmente por
las biografías, experiencias personales, historias de la
vida
real, anécdotas, ejercicios y dinámicas de grupo.
La
participación constante de los oyentes les hace sentirse
parte
del discurso y no solo espectadores. Se los invita a involucrarse en
la experiencia, es decir, en el discurso.
¿Espontaneidad vs. planificación? Por
eso, ¿para qué hacerte problemas? En realidad, la
oratoria es solo una. Es una comunicación verbal manifestada
con
técnica, es decir, con arte, ante un auditorio, para
informar,
impactar, conmover y/o
entretener. La única verdadera diferencia en su naturaleza o
forma es cuando es espontánea o planificada. No es
sinónimo de persuasión, porque la oratoria no es
siempre
para persuadir. Puede servir para comunicar mensajes en general, como
lo que hacen los supervisores en una compañía
cuando
transmiten ciertas órdenes de la gerencia o actualizan
ciertos
procedimientos al inicio de la semana; o para entretener, como hacen
algunos maestros de ceremonia o actores.
Recuerda:
Hay tantas clases de oratoria como personas hay en el mundo o adjetivos
en un diccionario. Porque cuando hablamos de tipos, formas o clases de
oratoria lo hacemos solo para diferenciar el tono y la forma con que se
presenta el discurso. Podríamos alargar la lista anterior
hasta
el infinito añadiendo: Espontánea, planificada,
forense,
jurídica, fúnebre, festiva, coloquial, narrativa,
pausada, sarcástica, extemporánea, infantil,
juvenil,
madura, persuasiva, didáctica, docente, presidencial,
diplomática, fina, barata, breve, larga, en fin... Nunca
acabaríamos de definirlas todas. El arte de hablar es como
el
arte de escribir, dibujar, pintar, esculpir, componer música
o
diseñar programas de computadora, es decir, inagotable y
eterno.
No se lo puede meter en un saco y constreñirlo a unos
cuantos
estilos.
Lógicamente, ten en cuenta que las diferentes ramas o campos del saber tienen sus propias expresiones y tecnicismos. La palabra "latente" significa "oculto, no manifiesto", pero en una conferencia sobre química adquiere un significado muy diferente. ¿Cómo saber qué expresiones utilizar? Puedes recurrir a un Glosario pertinente, que es una lista de las palabras más utilizadas según la connotación que se le da expecíficamente en ese ámbito. Por ejemplo, hay glosarios médicos, legales, cosmológicos, biológicos, veterinarios, de gestión presupuestaria, administración pública, medioambientales, y de toda clase. Solo tienes que buscarlos como "glosario [especialidad, rama o campo]" (Ver ejemplo | otro ejemplo). De modo que ante tantas variantes de la oratoria actual, en vez de promover un espíritu competitivo de estilos, como si uno fuera mejor que otro, lo mejor es superarse intelectualmente y guiarse por el siguiente principio de la música clásica que también podría aplicarse por extensión a la oratoria y a cualquier otra forma de arte que el ser humano decidiera cultivar: No tiene por qué surgir
una
contradicción entre los diferentes estilos
mientras la espontaneidad se mantenga conectada eficazmente a una estructura, ya sea desde el método mejor diseñado hasta la forma más improvisada.
|