![]() ¡Benditos
sean mis nervios!
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso No luches contra los nervios. ¡Úsalos a tu favor! ![]()
Benditos
sean mis nervios, que me ayudaron a triunfar. Cuando un ladrón
me acosó, me hicieron pegarle un grito impresionante y
salí corriendo como el viento, tanto que lo desconcerté y
no pudo alcanzarme.
Benditos
sean mis nervios, que me ayudaron a triunfar. Cuando necesité
asirme de una rama, porque casi había caído a un abismo
del bosque, fue tan fuerte la presión de mis manos que
logré soportar hasta que vinieron al rescate mis amigos.
Benditos
sean mis nervios, que me ayudaron a triunfar. Cuando fui objeto de una
grave injusticia defendí mis derechos con tanto denuedo que nada
ni nadie se atrevió a responder ante mi indignación.
¡Hasta me confundieron con un abogado!
Benditos sean mis nervios, que me
ayudaron a triunfar. Hoy tengo que exponer en público y he comenzado a
temblar. ¿Lucharé
contra ellos para no sentirlos? ¿Los menospreciaré ahora
que más los necesito? ¡Benditos sean mis nervios, que una
vez más, no sé cómo, me ayudarán a triunfar!
Tips
Respecto a tus alimentos.
Toma la última comida dejando un gran espacio de tiempo entre su
ingestión y el momento de la exposición. Por ejemplo, si
la exposición se llevará a cabo por la mañana,
come algo muy ligero por lo menos tres horas antes solo si tienes mucha
hambre. Si será al mediodía, tomar un alimento ligero
temprano por la mañana y deja los alimentos del mediodía
para después de la exposición. Y si será al caer
la tarde o en la noche, seguir el mismo principio: Deja los alimentos
para después.
Respecto a tu organismo.
Vacía lo más posible los intestinos y la vejiga, para que
no distraigan la atención de la mente y las emociones; y si en
algún momento antes de la exposición sientes que te piden
ir a atenderlos, es mejor obedecer a tu organismo que al deseo de
quedar bien con los demás. Si no obedeces a tu organismo, te
podría jugar una mala pasada. Recuerda: Si tus intestinos y
vejiga no tienen carga, no te darán problemas.
Respecto a tu descanso.
Es mejor un buen puñado de sueño que seguir ensayando
hasta morir. La mente profunda, que se encarga de los sistemas
automáticos y condicionados del organismo, se 'desfragmenta'
durante el sueño y después trabaja mejor. Si les das
tiempo para reorganizarse, será una buena inversión.
Respecto a tu puntualidad.
Llega muy temprano al lugar de la exposición y
familiarízate con los detalles del local. Saluda a la mayor
cantidad de personas y, si te sientes muy nervioso, confiésales
que te sientes nervioso, para provocar que digan cosas positivas como:
"No te preocupes, todo va a salir bien". Eso ayuda.
Respecto a tu concentración.
En vez de conversar previamente con los asistentes acerca de cosas
ajenas a la ocasión, o usar el canal de tu mente para pensar
"estoy nervioso", usa el tiempo y la conversación para hablar
del contenido del discurso y nada más que del contenido del
discurso. No hables de otra cosa. Cuéntales cómo vas a
empezar, cómo vas a terminar, qué láminas vas a
usar y en qué orden. ¡No hables de otra cosa! Aprovecha la
conversación para ensayar.
Respecto a tus temblores.
Si durante la exposición sintieras que te tiemblan las manos, te
sugiero hacer ademanes muy cortos. Si te temblaran un poco las piernas,
no te preocupes, los ojos no lo notan desde el auditorio.
Respecto a tu oratoria.
¡Levanta la voz (sin llegar a vociferar)! La potencia de voz se
relaciona estrechamente con otras cualidades importantes, como los
ademanes, la modulación de la voz, la habilidad para persuadir,
la claridad del pensamiento y otras. Si bajas la voz, las otras
cualidades se debilitan; y si la subes, se fortalecen. Una voz
débil produce ademanes débiles, y los ademanes
débiles no convencen. En cambio, una voz fuerte produce ademanes
vigorosos, y los ademanes vigorosos convencen.
Cuando
preguntaron a Pavarotti en una entrevista para la televisión si
se sentía nervioso antes de salir a escena, respondió:
"Como la primera vez". Y luego comentó: No puede hacerse nada
para cambiar ese sentimiento. Luego, con respecto a su carrera,
mencionó que aunque le gustaba correr riesgos, sabía
rechazar una buena oportunidad, aunque le ofrecieran todo el oro del
mundo, cuando discernía que su voz no se prestaría para
ello. Y concluyó diciendo: "Si no aprendes a decir que no cuando
debes decir que no, pagarás por ello".
Por eso, no temas sentir nervios. La nerviosidad que sientes antes de enfrentar cualquier situación que implique prestar mucha atención, pone en alerta todos tus sistemas, lo cual significa una producción automática de poderosas hormonas que sirven para enfrentar con éxito la situación, es decir, para responder a la altura del reto. No luches contra ella. Aprende a usarla a tu favor. Los novatos no entienden esa reacción natural del organismo humano y creen que es señal de debilidad o falta de habilidad, cuando es, precisamente, todo lo contrario. Tu cuerpo simplemente está preparándose para el éxito. Tienes que aprender a sacarle provecho por medio de poner en práctica técnicas específicas relacionadas con dicha habilidad. En el caso de la oratoria, técnicas para exponer en público. De
todos modos, si a pesar de todos tus esfuerzos sientes excepcionalmente
que vas a desmayarte (síncope vasovagal), tal vez debas
recostarte un rato con las piernas en alto contra una pared o silla
para impedir que la sangre se encharque en las piernas restando
oxigenación al cerebro. La ansiedad es el detonante. En tal
caso, te conviene modificar tus puntos de vista acerca del auditorio y
acerca de tu persona, a fin de controlar mejor los detonantes de tu
ansiedad. Lo que piensas es lo que te controla.
A
medida que aprendes técnicas para hablar en público,
ayudas a tu personalidad a mejorar tu autovaloración, y con
ello, el
éxito en cada discurso, reduciendo o hasta eliminando las causas
de la ansiedad. Cuando aprendas a causar una buena impresión en
tus auditorios con tus discursos, te sentirás mejor... pero no
significa que nunca sentirás los nervios. Acuérdate
del gran Pavarotti, que fue humilde para confesar que en cada presentación se ponía nervioso como la primera
vez.
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