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Cómo comunicarnos con respeto
©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

Una ilusión que abrigan muchos especialistas del idioma, que siempre acabará en desilusión, es que la gente 'hable y escriba bien'. Lamentablemente, a la mayoría le interesa poco perfeccionar su lenguaje, ortografía y caligrafía. Le basta con decir lo que piensa, y hacerlo de modo que se le entienda.

Por ejemplo, si alguien dice: "Inicializó el programa", entendemos que 'inició', 'empezó', 'encendió', 'abrió', 'arrancó' o 'comenzó a funcionar'. Para algunos expertos en lenguaje, lo ideal sería que utilizara palabras publicadas en el diccionario (es decir, compiladas y aceptadas por la Academia), pero la realidad sigue dominando: 1) la gente se interesa poco en averiguar si ya existe una palabra que represente lo que quiere decir, y 2) prefiere usar una expresión más interesante que la ya existente. Por eso, en vez de decir "presión", tal vez digan "presurización", o en vez de "comunicarse con", digan "contactar a" o "contactar con".

A pesar de que hablar de ese modo sea para los especialistas una falta de respeto hacia el idioma, con el tiempo el llamado vulgo vuelve a obligarlos, vez tras vez, a aceptar, es decir, incluir en el diccionario, algunas de sus más interesantes invenciones o deformaciones. ¡El habla es así de cambiante!

Por otro lado, existe una falta de respeto que es más preocupante que la invención o deformación del lenguaje: la falta de respeto hacia las personas mismas. Un antiguo proverbio dice: "Un hermano ofendido resiste más que una fortaleza". Es decir, si dices o haces cosas que ofenden, será más difícil que te escuchen. Comunicar las ideas con respeto es fundamental. Definitivamente, si quieres que tu comunicación fluya hacia la mente de la otra persona sin contratiempos, especialmente si hablas en público o escribes una carta, debes mostrarte cortés. La falta de respeto levanta barreras que después resultan muy difíciles de salvar o derribar. La rudeza es un obstáculo entre la meta y el esfuerzo.

No basta con que una persona diga: "Respetuosamente te digo que, en mi opinión, eres un incapaz", porque aunque sea libre de expresar su opinión, en realidad no estaría mostrando ningún respeto por la dignidad de la otra persona, ni siquiera un mínimo reconocimiento por lo que sí estuviera haciendo bien, lo cual por supuesto tiene cierto valor. El hecho de ser un experto en la lengua, cinturón negro en karate, licenciado en educación, titulado en psicología, geología u otro campo, no justifica el uso palabras que no tienen en cuenta la dignidad ni el desempeño de los demás.

En cierta ocasión, una hombre visitó con su esposa y dos hijos una tienda de automóviles de lujo y pidió ver el último modelo. El vendedor los invitó a subir, arrancó y los llevó a dar una vuelta de exhibición. Les explicó las muchas ventajas del vehículo. Tan pronto como tomó una ruta larga, pisó el acelerador y lo hizo volar hasta 100 en pocos segundos. Luego frenó bruscamente. Después retrocedió a toda velocidad, hizo un giro completo y desapareció por una calle para ilustrar cómo podía evadir cualquier intento de robo. La familia estaba con los pelos de punta, los ojos bien abiertos y el corazón en la garganta. De repente, viró hacia la derecha cerrando bruscamente el paso a un automóvil que venía por el lado opuesto, y la mujer gritó: "¡¡Cuidado!!", a lo que el vendedor respondió con aires de superioridad: "No se preocupe. He sido varias veces campeón de automóvilismo, y sé lo que hago". Entonces, la señora, indignada, le dijo: "Pero eso no le da derecho a poner en peligro nuestra vida ni la de los demás". A lo que el hombre respondió: "No se preocupe señora. Con este automóvil usted no tiene que pedir permiso a nadie, porque, como ve, todos nos ceden el paso. ¡Pura psicología!".

¿Qué piensas? ¿Te parece que ser vendedor de automóviles de lujo o haber sido campeón de automovilismo justifica lo que hizo en la vía pública? Bueno, en oratoria siempre es mejor ceder el paso y expresarse con respeto, porque si en el auditorio hay 100 personas, tu meta no es llegar a 40 ó 51, sino a la gran mayoría. Un orador que ofende a sus oyentes o se dirige a ellos sin tener en cuenta su dignidad personal ni sus logros, ¿de qué manera puede decir que está progresando en oratoria? ¿Qué es mejor? ¿Conseguir la aprobación del 50% o la del 95%? Si te contentas con la mitad, ¿de qué manera estás logrando el objetivo de la comunicación?

De manera parecida, si alguien te mira con cara de pocos amigos o se dirige a ti con dureza, ¿crees que te queden muchas ganas de procurar su amistad? Difícilmente. Por la misma razón, si quieres que los demás te respeten, tienes que respetar a los demás por medio de dirigirte a ellos con expresiones de aprecio y comprensión de sus limitaciones.

Cierto propietario de un restaurante de capa caída necesitaba el impulso de un profesional, y contrató a un chef experimentado para que analizara dónde estaba faltando una mejora. El famoso chef vino y observó cómo estaban procediendo. Entonces dijo al chef del restaurante, delante de todos: "Lo que cocinaste es una porquería. Úsalo como pegamento para las paredes". Luego se dirigió al ayudante de cocina y también le lanzó una brutal paliza verbal. Luego criticó a todos los demás, uno por uno, y dio sugerencias al dueño para mejorar la decoración. Le dijo: "¿Te pondrias un vestido de tu abuela? ¡Cambia ese ridículo florero, bótalo a la basura ahora mismo!". Luego les enseñó a hacer mejor las cosas, ¡y mejoraron! Y finalmente, les dijo que regresaría dentro de un tiempo para ver cómo les iba.

Regresó después de un tiempo y se encontró con un chef diferente. El restaurante seguía de capa caída. "¿Qué pasó con todos?", preguntó. Y el dueño le contestó: "Después de que te fuiste, todos renunciaron". Interesante resultado. Herir el amor propio y faltar el respeto a la dignidad humana tal vez pueda lograr algún cambio temporal, incluso uno espectacular. Pero en el fondo dejará heridas que quizás solo se curen con un largo y prolongado distanciamiento. Motivar no es cuestión de gritar ni de menospreciar a las personas, sino de comunicar las ideas con amabilidad y respeto. Una persona ofendida no rinde bien, y se podría convertir en un enemigo de la compañía. Contrataron a este señor para mejorar las cosas, pero todos salieron corriendo tan pronto como tuvieron la oportunidad. El restaurante no levantó la frente.


Lógicamente, hay personas quisquillosas que exageran en sus demandas de respeto, que con facilidad se sienten ofendidas cuando alguien se expresa con la naturalidad de un ser humano común y corriente, clasificándolo despectivamente como mediocre, inculto, vulgar o de bajo nivel. Estas personas tornan difíciles las relaciones humanas, y a veces exageran y llevan las pequeñas ofensas al punto de rupturas dramáticas. Creen que respetar significa que el mundo alrededor (sus familiares y amigos, y hasta cualquier desconocido que se cruce en su camino) ha de conformarse al concepto que ellas tienen de lo que sería correcto o incorrecto, respetuoso o irrespetuoso, decente o indecente, tornando difíciles las relaciones humanas.

Estas personas de ninguna manera manifiestan respeto alguno al comunicar sus ideas. Viven como si fuera dentro de un hueco emocional. Algunas hasta manipulan a otras que dependen de ellas (cónyuge, hijos, parientes políticos, nietos) con frases amargas como: "Si no te gusta mi manera de ser, ¡lárgate! ¡Las puertas están bien abiertas!", porque saben que tienen la sartén por el mango. Se engañan con razonamiento falso suponiendo que sus actitudes toscas, arrogantes, dominantes y sin misericordia están justificadas, aceptando solamente su autoridad, su opinión, su palabra, su trabajo, sus éxitos, como la vara de medir, dando y quitando los permisos y autorizaciones, destrozando su vida familiar y acabando sus días como un león flaco y arañado que se pasea por un yermo desolado y deprimente.

De ninguna manera me refiero a respetar a personas así, porque a estas rara vez, si alguna, les satisfacen las muestras de respeto. Su absoluto sentimiento de infelicidad bloquea todos los accesos a su corazón. Sin importar cuánto te esfuerces por complacerlas, siempre hallarán algo de lo cual quejarse. El único consuelo que te queda es pensar en que probablemente un día sufrieron hasta llegar a estar más allá del dolor, y en vez de cultivar la empatía, cultivaron el rencor, y una venganza oculta y eterna anidó y creció en los vericuetos de su mal llamado 'amor'. "Lo digo (o hago) porque te amo", te dicen. Pero el concepto mismo del amor contradice su trato poco respetuoso.

El respeto que se requiere para desarrollar una comunicación fluida implica entretejer expresiones de cortesía en el habla o la escritura, y evitar las frases ofensivas o injuriosas que exacerben el dolor. Puedes expresarte con claridad, y hasta decir cosas fuertes que podrían resultar un poco chocantes, siempre que lo hagas manteniéndote en sujeción al respeto. Por ejemplo:



Naturalmente, no solo con palabras se puede ofender. También hay gestos y actitudes que, sin decir una sola palabra, causan el mismo efecto (la bofetada de la indiferencia, una mirada de culpación, dejar a alguien con la mano extendida, dar la espalda cuando debería dar el frente, no cumplir con la cita, desviarse del camino porque la otra persona viene en sentido contrario, suspiros no disimulados, quitar la mirada, nunca mirar a la persona).

Vale decir que las personas que no son emocionalmente inteligentes tenderán a reaccionar con gran falta de respeto y consideración hacia las muestras de educación e interés por ellas de parte de otros. Por ejemplo, tal vez les digan: "¡Buenos dias!", y, en cambio, espeten: "¿Y qué tienen de buenos?". O si les preguntas: "¿Cómo estás?", te respondan: "Ese no es un tema de conversación" u otra expresión despectiva. Y si expresas interés: "Supe que te accidentaste", en vez de contarte lo ocurrido, te dice: "¿Quién fue el chismoso?", o quizás siga de largo sin darte la menor atención. Son estilos de comunicación que manifiestan un elevado índice de frustración y/o deseos de que la otra persona se sienta culpable por haber sido amable. Ínfulas de superioridad que desfogan como el vapor de una tetera. No saben el cuento del ratoncito.

Si descubres que la otra persona mantiene una postura renuente y conflictiva a pesar de tus buenas intenciones por mostrarte amable y buscar una conciliación, es tu prerrogativa insistir o no, pero en la mayoría de los casos es mejor evitar el conflicto. Porque bastará una chispa para que comience a dar rienda suelta al látigo de su lengua, ya sea para enfrentarte directamente con más muestras de desprecio (suelen tener un arsenal para todos los gustos) o para chismear y calumniarte por la espalda (no sería raro que tuvieran un escorpión como masccota).

A veces, no hay mejor opción que darle tiempo a que mejore su estado de ánimo por medio de cosechar algunas lamentables consecuencias que pongan su cerebro en remojo (lo botan del trabajo por su mal genio, se accidenta por perder el tiempo gritándole a otro conductor en la vía, se resbala por las escaleras justo cuando le echaba una maldición a su vecino, se corta un dedo al maldecir al tomate que quería poner en la ensalada, etc.). Estas personas no tienen espíritu de conciliación, sino de enfrentamiento. ¡Al contrario! Pareciera que no pasaran el día haciendo otra cosa que buscando a quien fastidiarle la paciencia con su frustrado caracter, hasta que por fin le hacen perder la paciencia, solo para decirte: "Contigo no se puede hablar". Y le funden el día.


Una comunicación respetuosa solo germina entre personas respetuosas, y se adquiere en el hogar, en los primeros años de formación. Generalmente la persona caradura o mal educada no ha recibido mucha disciplina en comportamiento respetuoso, o tal vez en el transcurso de su vida fue objeto de abuso o maltrato hasta el punto de rebelarse contra los valores aceptados. Para que pueda haber progreso en este campo en la vida adulta, la persona tiene que desear voluntaria e intensamente desde el corazón un desarrollo personal en este sentido. De lo contrario, seguirá en la misma trayectoria hasta el mismísimo día de su muerte, día en que, para remate, les hará jurar a sus deudos que cumplan con cierto deseo imposible, solo para seguir fastidiando desde la tumba. En otras palabras, si no tiene voluntad de modificar su mala actitud, seguirá así por los siglos de los siglos, amén.

Por ejemplo, es imposible sacar adelante un negocio o proyecto maltratando a los clientes, porque el maltrato genera resentimiento y el resentimiento inspira sentimientos de venganza, la cual suele manifestarse de una o más de las siguientes maneras (todas inconvenientes para el negocio):

    * Jamás vuelven a comprar productos de esa marca o en esa compañía, tienda o restaurante

    * Se quejan ante sus amigos, para que ellos tampoco compren esa marca o en esa compañía o tienda

    * Buscan y encuentran compañías, tiendas o productos alternativos

    * Cuando sus amigos piden una sugerencia, recomiendan al competidor y condenan al mal comerciante

    * Cuando ven un anuncio publicitario de la compañía o tienda, hacen gala de muchos comentarios negativos

Tampoco funciona maltratando a los empleados, ya que, como dijimos antes, el resentimiento despierta venganza, la cual tal vez podría manifestarse de una o más de las siguientes maneras:

    * Dejan de manipular con cuidado los productos de la compañía (especialmente las galletas y los huevos)

    * Dejan de tratar al cliente con respeto y consideración, suspiran en voz alta y le hacen gestos de desprecio

    * Murmuran con sus compañeros de trabajo acerca de la injusticia de que fueron objeto

    * Buscan oportunidades de trabajo en la competencia y se llevan los secretos

    * Cuando el cliente pide una opinión, no recomiendan a la compañía, ni sus productos o servicios

    * Siempre que ven el anuncio publicitario de la compañía, piensan en renunciar en el mejor momento

Es interesante mencionar que al comunicar las ideas con falta de respeto produce, por rebote, el mismo efecto en el ofensor, con la diferencia de que por lo general no se entera del daño que ha ocasionado con su actitud, hasta que es demasiado tarde y la relación o el negocio ya no puede recuperarse.

De modo que, para comunicarte con respeto, entreteje frases de cortesía, que son expresiones que suavizan el impacto emocional.

    * Inicia el contacto con un saludo agradable ("¡Buenos días!", "¡Hola!" u otro)

    * Interésate por la persona preguntando por su bienestar ("¿Cómo está usted?" o "Cómo le va?")

    * Solicita respetuosamente lo que necesitas ("Por favor..." o "¿Sería tan amable de...?")

    * Demuestra comprensión por las limitaciones ("Comprendo que..." o "En su lugar, haría lo mismo...)"

    * Expresa aprecio por la ayuda ("Muchas gracias por..." o "Aprecio mucho lo que hizo...")

    * Comunica generosidad ("¡Si necesita ayuda, cuente conmigo!" o "¡Es un placer!")

¡Eso es comunicar con respeto! Por otro lado, deja de inquietarte demasiado procurando agradar en todo a personas que quisieran que el mundo fuese perfecto, o mejor dicho, como ellas quieren que sea. Usualmente esas personas solo conciben la perfección cuando todo armoniza con su egotista punto de vista... algo que es realmente improbable lograr.

La verdad es que somos imperfectos y vivimos en un mundo imperfecto que, en términos generales, adolece, entre otras cosas, de falta de respeto. Y aunque lo ideal sería que todos usaran un lenguaje respetuoso, en realidad solo puedes hacer la parte que te corresponde. Si quieres cooperar para que este mundo sea un mundo mejor, trata a los demás respetando su dignidad personal. Porque es más importante y económico usar una frase de cortesía que una frase desagradable. El resultado siempre tiende a ser mejor.

Tratar a alguien irrespetuosamente es semejante a una abeja que clava su aguijón. O sea, ¡se suicida!

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