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La timidez me consume, ¿qué puedo hacer?

©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso

Algunas de las cualidades principales de los líderes eficaces son las de promover y servir a los demás respetando su dignidad. Al líder eficaz se le reconoce por ser generoso delegando responsabilidades. Actualmente, se consideraría un gran error y una injusticia el que un líder le robe a sus subordinados la facultad de tomar ciertas decisiones.

Así piensa C. William Pollard, experto en liderazgo y presidente de The ServiceMaster Company, empresa de servicios que se mantuvo en el puesto número uno entre las empresas de servicios de las 500 de Fortune durante más de 9 años, explicó en su artículo El Líder Que Es Útil, de la serie Líderes del Management.

Además, mencionó que los líderes que realmente son útiles preparan a sus subordinados para asumir con el tiempo la posición de líderes, y que los líderes solamente deben servir como tales hasta que se detecte al sucesor a quien se ha preparado, y ni un momento más. En otras palabras, se debe capacitar a los subordinados para el futuro, lo cual no debería determinarse por una fecha, plazo o edad.

Y tal vez digas: "¿Qué tiene que ver eso con la pregunta acerca de la timidez?". ¡Mucho! Lee nuevamente el primer párrafo, pero cambiando la palabra "líder" por "padres", "servir" por "criar", y "subordinado" y "los demás" por "hijos" y entenderás mejor. Se leería así: " Algunas de las cualidades principales de los padres eficaces son las de criar a sus hijos respetando su dignidad. Al padre eficaz se le reconoce por ser generoso delegando responsabilidades. Actualmente, se consideraría un gran error y una injusticia el que un padre le robe a sus hijos la facultad de tomar ciertas decisiones".

Porque en realidad es responsabilidad de los padres actuar como líderes en su hogar, en el sentido de criar a sus hijos, disciplinarlos y prepararlos para la vida. En dicho contexto, los hijos son subordinados que observan su ejemplo y obedecen sí o sí. Pero cuando los padres no honran a sus hijos ni respetan su dignidad natural, recordándoles constantemente ideas tales como "eres tímido", "eres débil", "eres un incapaz", o peor, "eres un fracaso", "eres fea", robándoles a cada rato las oportunidades de tomar pequeñas decisiones, rechazando todas sus sugerencias y comentarios, no están ayudándolos a mejorar su discernimiento ni están fortaleciendo su personalidad y carácter, no están preparándolos para el futuro, para cuando deban asumir su papel como líderes de sus propias vidas, de sus propias familias.

La razón para tan grande descuido, muy común en algunas familias, probablemente se debe a que los propios padres (o los abuelos) tampoco los prepararon para el futuro. Simplemente les pasaron un patrón de crianza espontáneo, instintivo, natural, de generación en generación. O sea, tal como los criaron a ellos, ellos criaron a sus hijos. Son pocos los padres que se dan cuenta a tiempo de la vital importancia de fortalecer la confianza de sus hijos por medio de permitirles tomar sus propias pequeñas decisiones, guiándoles, asistiéndoles, asesorándoles y ayudándoles a tomar cada vez mejores decisiones.

Si leemos documentos biográficos notaremos que una gran mayoría de casos de éxito hablan de padres que reforzaron la autoestima de sus hijos o de otra manera los ayudaron a salir adelante por sus propios medios. Por ejemplo, si leemos sobre el famoso cantante Andrea Bocceli, de su derrame cerebral y del accidente que le costó la vista y amenazó con derribar su carrera cuando solo tenía 12 años de edad, notaremos que su madre lo exhortó a no dejarse vencer. Fue así como Andrea continuó con sus estudios de música, y no solo eso, sino que posteriormente siguió la carrera de Derecho en la universidad. Ella no siguió el juego del "pobrecito" ni "es delicado de salud"; tampoco lo poseyó egoístamente, como si fuera de su propiedad, ni se avergonzó de él escondiéndolo en un sótano, sino que fortaleció su autoestima, le dio un empujoncito y dejó que el éxito cayera por su propio peso.

Lamentablemente, la mayoría de padres solo se limita a castigar y recortar privilegios. No prepara a sus hijos para ser padres eficaces. Es muy probable que por ahí haya comenzado todo el problema que mencionas en tu pregunta. Ahora que quieres salir adelante por tu cuenta tomando decisiones importantes, descubres que no tenías desarrollado el músculo de la decisión. Por eso titubeas y prefieres permanecer en la zona cómoda de dejar que otros sigan decidiendo por ti, que sigan sugiriéndote qué hacer, aunque en el fondo te produzca frustración no saber cómo proceder.

"¿Solo mis padres pudieron fallar?", te preguntarás. ¡No creo! Lee de nuevo pero cambia "líder" por "maestro", "servir" por "educar", y subordinado o los demás por "alumnos" y entenderás aún mejor. Porque también es responsabilidad de los maestros actuar como líderes en la escuela, en el sentido de educar a sus alumnos, enseñarles las materias de valor práctico para la vida y darles un buen ejemplo. En dicho contexto, los alumnos son subordinados que obedecen, estudian y hacen sus tareas. Pero si los maestros menosprecian a los alumnos, les dan un mal ejemplo o de otro modo menoscaban su dignidad natural, robándoles a cada rato la facultad de tomar decisiones, no los están capacitando para el futuro, para asumir su papel como líderes de la comunidad.

Asume tu parte

Pero ¿qué hay de tu propia responsabilidad? Sería absurdo echarle la culpa a otros mientras mantienes una actitud pasiva. No tienes el poder de deshacer el daño, y no tienes el poder de cambiar el pasado, pero sí tienes el poder de permitir que la timidez te consuma. De hecho, tienes el poder sobre todo lo que está en tus manos, y de ti puede depender mucho controlar o detener tu timidez. ¿Qué puedes hacer?

Empieza por desaprender la conducta tímida y fortalécete tomando pequeñas decisiones. No entiendas esto como rebelarte contra tus padres y maestros, o hacer todo lo que te dé la gana. ¡No! Lo que quiero decir es que, si quieres superar la timidez, debes empezar a asumir tu propia responsabilidad por las consecuencias de las decisiones que tomes de hoy en adelante sobre la base de los principios correctos que tus padres y maestros te hayan inculcado.

Para vencer la timidez tienes que agarrar las riendas del caballo de tu orgullo con tus propias manos y conducirlo por donde sea correcto. Va a relinchar un poco, y tal vez se pare en dos patas, pero con mano firme lo dominarás. Solo una palabra de precaución: Es bueno tener un poco de timidez para algunas cosas. Las personas que se aventuran en todo, desafiando las advertencias de las personas maduras, tarde o temprano estrellan sus vidas contra las rocas de las consecuencias.

Y la próxima vez que te fijes en alguien que parezca ejemplar, no te dejes arrastrar por la pasión sin primero analizar detenidamente la trayectoria de su vida en general. El refrán "no todo lo que brilla es oro" también pudiera aplicarse al carisma de las personas. Si tus padres no supieron cultivar en ti las cualidades necesarias para tomar ciertas decisiones importantes, no fue porque no quisieron, sino porque hicieron lo mejor que pudieron según lo que aprendieron de tus abuelos, pero no fue suficiente. Seguramente tus abuelos hicieron algo parecido con ellos. No obstante, ¿qué hay de ti, que en este momento de tu vida te detuviste a pensar en ello? ¿Seguirás cometiendo los mismos errores?

Si piensas que tus padres o maestros no respetaron tu dignidad, o no te capacitaron para asumir las diferentes responsabilidades de la vida, porque ellos siempre estuvieron tomando casi todas las decisiones por ti de modo que ahora no sabes cómo proceder, la pregunta clave es ¿qué harás tú por ti?

Si bien es cierto que buscar al culpable pudiera ser útil en ciertas circunstancias, porque puede conducir a pistas que lleven a la solución del problema, no es siempre un método eficaz para el desarrollo personal. Para modificar un desajuste en la personalidad no es siempre necesario saber quién tuvo la culpa. Usualmente la clave consiste en comenzar a proceder de una manera adecuada.

Una característica común de la timidez es mantenerse uno en la zona cómoda de la inacción. Te limitas a preocuparte y nada más, pero no actúas. Dejas que los demás lo hagan todo por ti, como siempre lo hicieron. Pero ¿nunca notaste que ellos siempre lo han hecho así porque tú lo has permitido? Así es. Resulta más cómodo permitirles hablar por ti, decidir por ti, responder por ti, preguntar por ti y escoger por ti. Pero ¿acaso también comerán por ti, dormirán por ti, soñarán por ti, se casarán por ti y criarán a tus hijos por ti? ¿Qué instrumento musical tocas tú en la orquesta de tu vida?

Definitivamente, la clave está en tu interior. Depende de que comiences a hacer lo que hasta ahora no hiciste: Asumir tu parte, desechar lo incorrecto, adherirte a lo que es correcto, tomar una decisión firme y llevarla a cabo. No tiene nada de malo que otro escoja por ti en cuanto a si prefieres una Pepsi o un jugo de naranja; pero la cosa es muy diferente cuando se trata de cosas que afectarán tu futuro, tu bienestar, tu personalidad y tu tranquilidad.

¿Por qué mejor no comenzar decidiendo si quieres una Pepsi, un jugo de naranja u otra cosa, en vez de dejar que la otra persona decida por ti? ¿O por qué no decirle con firmeza que no te apetece nada? ¿O por qué no decirle que prefieres un sandwich? Es -y siempre será- tu decisión lo que marque la diferencia entre crecer por dentro o quedarte atrás, entre dominar el caballo del orgullo que se manifiesta como timidez o dejar que se desboque y te lleve a cualquier parte.

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