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Oratoria
ESTRATEGIA Y PRECAUCIONES
PARTE 1

©Miguel Ángel Ruiz Orbegoso



Aplica procedimientos para prepararte y exponer

Pulir un discurso implica aplicar procedimientos para exponer
teniendo en cuenta un solo objetivo: Beneficiar al auditorio en conjunto.

Estudia procedimientos. Estudia permanentemente los procedimientos que utilizas. Para mejorar tu habilidad de apelar adecuadamente a la nobleza e inteligencia del auditorio. Hablar por hablar, o hacerlo creyendo que todo lo que se necesita es un poco de entusiasmo, ponerse de pie y hablar claro, es a veces nada menos que un disparate. Un procedimiento te permite incrementar las probabilidades de que te oigan, te escuchen y hagan lo que recomiendas.  

Pule tus discursos. Acábalos enteramente, es decir, dales el mayor grado posible de corrección llenando los requisitos básicos para dar en el blanco del propósito que persigues.

Acopia respaldo cultural. Procura mantenerte al día en cultura general. Porque si te piden que hables improvisadamente, es decir, sin haberte preparado, podrás recurrir a tus recuerdos acumulados en el baúl de tu memoria.

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Cómo sembrar las ideas en la mente
Una idea es como una semilla. Produce árboles, frutos y más semillas de ideas.


Imagina que tus ideas son como semillas. ¿Las arrojarías en medio del camino, para que las pisen? ¿Las tirarías sobre un montón de piedras, para que se sequen con el calor del sol? ¡De ninguna manera! Removerías la tierra para airearla, la regarías, la abonarías y la prepararías debidamente para incrementar su poder y fertilidad. Algo similar sucede cuando quieres grabar las ideas en la memoria del auditorio. Para sembrar una idea hay que causar impresiones en la sensibilidad del oyente, para lo cual puedes tomar en cuenta tres detalles:

Sembrar la idea

El primer paso es sembrar la idea con una imagen mental o una pregunta de impacto. Despierta la imaginación del auditorio con expresiones que pueda ver con los ojos del entendimiento. Por ejemplo, en vez decirle: "Los amigos se atraen mutuamente", añade: 'como un imán'. O pregunta retóricamente: "¿Cómo se atraen los amigos? -y da la respuesta- ¡Como un imán!". La expresión 'se atraen' es abstracta, es decir, difícil de imaginar, en cambio, la figura mental del imán es concreta y despierta emociones y sensaciones que contribuyen a entenderla y fijarla: "Los amigos se atraen como un imán". Así es como te recomiendo sembrar la idea en el campo de cultivo de la forma de pensar de tu auditorio, porque las figuras imaginarias, los modelos, las preguntas penetrantes y las lecciones de la vida (que son puntos de vista transformados en energía) son como semillas que tienen el potencial de echar raíces en su interior. Por ejemplo, tal como las substancias electroquímicas salvan las distancias entre las dendritas de las neuronas del cerebro para comunicarse entre sí, las ilustraciones salvan la distancia entre tú y tu auditorio y te comunican eficazmente.

Activa la chispa de la idea. Sembrar una idea con impacto es solo el primer paso. Falta impulsar a acción, porque generalmente tu propósito es obtener cooperación. El ser humano requiere por lo menos tres cosas para responder voluntariamente:

1) Que le despierten un deseo por la idea. Tu auditorio necesita tomar conciencia de sus inclinaciones, dones, tendencias, predilecciones, preferencias, necesidades, apetitos, aspiraciones, solicitudes, ilusiones, ambiciones, intenciones o esperanzas por realizar sus deseos. Si carece de estas cosas, tal vez preste muy poca atención a tu exposición. Por eso, identifica y saca a la superficie algunas de estas cosas, entonces te prestarán atención.

2) Que le despierten una pasión por hacer realidad su deseo. Tu auditorio necesita encender el fuego de su entusiasmo por una idea que sea común a sus miembros y que viva en su interior. Recibirá la chispa de la vida cuando crean en tus promesas o sientan la garantía de que con ella satisfarán sus deseos o necesidades. Entonces su pasión emergerá desde lo más profundo y la idea cobrará sentido propio, moviéndolos a acción. Por otro lado, falta algo más. Diles cómo hacerlo.

3) Que le expliquen cómo llevar a cabo el deseo. La motivación se aprovecha más cuando hay una meta u objetivo. ¿Para qué sirven las conexiones eléctricas de una casa sin lámparas ni electrodomésticos? Igualmente, para realizar sus deseos el auditorio necesita definirlos, trazarse metas y dar pasos para alcanzarlas. Tú puedes ayudar a tus oyentes a pensar en tales cosas. Tienes el "know how", el "cómo se hace". Explícale detalladamente qué pasos dar. 

Arraigarla

Una idea da fruto cuando se piensa mucho en ella. ¿Cómo sabes que el auditorio la captó y acogió? ¡Inculcándola! Eso significa más que simplemente sembrar y regar. El agricultor regresa constantemente al campo y verifica que la semilla esté creciendo saludablemente. Igualmente, aunque hay ideas que podrían crecer tan altas como una secoya, necesitan una lluvia constante. ¿A qué corresponde esta ilustración? A la repetición, la madre de los recuerdos. ¿Cómo aprendiste la tabla de multiplicar? ¡Repitiéndola! ¡Te la inculcaron! Aplica una copiosa lluvia de repetición de la idea clave.

Colocarle rótulos inolvidables

Coloca, en sentido figurado, un rótulo o marca que permita al auditorio ubicar la idea después con facilidad en el archivo aparentemente ilimitado de su cerebro, aunque haya pasado mucho tiempo, tal como un agricultor coloca marcas y letreros en el terreno para saber qué clase de planta sembró aquí y allá, para regresar, abonarla, podarla o fumigarla. ¿Crees que es suficiente con sembrar, activar y arraigar superficialmente una idea en el auditorio si después le será difícil o imposible recordarla? Eso se asemejaría a una semilla que se seca.

Por ejemplo, si un publicista contrata a un conocido animador de un programa de televisión (o una figura deportiva, un cantante o actor famoso) para promover un producto o servicio, este se convierte en el rótulo de la idea. A partir de entonces, aunque el animador haya muerto o hayan pasado muchos años, cada vez que recuerdes al animador, también recordarás el producto o servicio y las emociones y sensaciones que el anuncio despertó en ti la primera vez. El producto quedó ligado a su imagen tal como si fuera un barco que ha sido sujetado por un ancla. En este caso, el rótulo inolvidable es el animador que interpretó el comercial.

Sembrar, arraigar, activar y rotular las ideas es un proceso necesario para promover el entendimiento y la cooperación del auditorio. Medita en los detalles que podrías usar como rótulos para los puntos principales. Puede ser una palabra o frase, una actitud, un dibujo o una escena.

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Usualmente, las personas que se dejan llevar por la emoción
tienden a ubicarse mental o emocionalmente en posición de víctimas,
defensoras o atacantes de alguien. ¿Haces tú eso?


El llamado Triángulo de Karpman se entiende con una ilustración sencilla. Estás caminando por una calle oscura y un ladrón te asalta. Te has convertido en su víctima. Entonces aparece un policía que se convierte en tu salvador, inicia la persecución, lo arresta y lleva a la dependencia policial. Sientas una denuncia y ahora te conviertes en su perseguidor y él en tu víctima. Viene su abogado, su salvador, y el delincuente se convierte nuevamente en tu perseguidor, y cada quien continúa intercambiando papeles según como cambian las circunstancias. En sentido emocional, en las relaciones humanas muchas veces ocurre algo parecido.

Por eso, si vas a exponer eficazmente, lo ideal es evitar cualquiera de las mencionadas tres posiciones. Más bien, busca y mantén un terreno neutral, razonable y equilibrado. Evita dejarte arrastrar por la emoción ubicándote mental o emocionalmente en posición de víctima, defensor o atacante de nadie. Ponte a favor de los principios inmutables en vez de girar en torno a individuos o reglas cuestionables. Un terreno neutral te permitirá una perspectiva más segura y amplia.

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Un principio fundamental de botánica es que la semilla crece mejor en buena tierra, una que esté aireada, abonada y preparada. Si la siembras en terreno estéril, se desperdiciará. También se dice que las plantas crecen mejor cuando se las trata bien.

Igualmente sucede con las ideas. Te engañas si crees que un auditorio te prestará atención solo porque le hables. La palabra o instrucción solo arraiga en oídos (y corazones) receptivos. Procura recepción, luego te escucharán. Porque si indispones a la persona y luego esperas que te escuche es como sembrar en el desierto.

Primero
Colócate intelectual y afectivamente en el lugar de la otra persona orientando tus argumentos hacia la modificación de cualquier estado de renuencia, promoviendo la armonía y persuadiendo por etapas como haría un vendedor.

Segundo
Implanta la idea o el punto de vista correcto.

Recuerda, si lo haces al revés, aumentarán tus probabilidades de fracasar en el intento de vender la idea. Primero procura receptividad mediante ponerte en el lugar de la otra persona, buscando un terreno común, y luego implanta el punto de vista correcto.

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Considera que tu relación con el auditorio es como una gema. Tu reputación y experiencia exponiendo resaltará por la eficacia y naturalidad con que abordes cada incidente. Esfuérzate cortésmente por evitar discusiones acaloradas que tengan el potencial de desviar la consideración principal. Sobre todo, si tienes detractores que buscan tribuna. 

Procura reaccionar con calma

Si una persona poco discreta interviene espontáneamente para hacer un comentario o una pregunta impertinente, es decir, sin pedir permiso, o tal vez le hayas concedido la palabra y ella aproveche la ocasión para contradecirte, poniendo nerviosos a todos, puedes optar por dos caminos: Irritarte o mantenerte en calma.

- Si mantienes la calma, tal vez la pongas de tu lado y favorezcas una reacción acertada de parte de los demás (el 100%), porque verán que reaccionaste respetuosamente.

- Si te irritas, es probable que la alejes y, con ella, al resto. Piensa que los demás podrían solidarizarse con ella. Tal vez un sector considerable del auditorio tiene la misma inquietud y, en realidad, esa persona fue la única que se atrevió a preguntártelo.

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Algunas personas difíciles de tratar son: la egoísta (poco generosa); la egotista (que solo promueve sus propios intereses); la ególatra (que se adora a sí misma y a sus ideas, creyendo que es el centro del sistema solar); y la estólida (que aunque obstinada, terca y totalmente desacertada, cree que tiene razón).

Muchas de estas difícilmente se dejan convencer o persuadir con argumentos lógicos y sencillos, mucho menos si las censuras, exhortas, estimulas, amonestas o reprendes. Tienden a rebelarse y hacer causa común con sus iguales. Su actitud mental, comúnmente autoritaria, fanática y cerrada, es: "¿De qué se trata, para oponerme?". Cuidado. Pueden volverse muy rencorosas y vengativas. Difícilmente perdonan una ofensa. Viven a la defensiva de aquellos a quienes detestan. Tienen la frente dura como el pedernal, como un diamante. Puede que a cada rato metan la cuchara y la nariz en asuntos ajenos para ver cómo promover su causa. Forman grupos de 'autodefensa'. Siembran sospecha y duda entre los oyentes haciendo preguntas aparentemente difíciles de responder, o murmurando, fomentando desorden.  No tienen como mira la conciliación sino el enfrentamiento.

Si te preparaste para exponer, asúmelo como un reto, porque a pesar de que te cueste creerlo, estas personas, lo mismo que el resto del auditorio, merecen una satisfacción de tu parte. Tu responsabilidad es hacer una buena exposición para todos. Solo así tendrás alguna probabilidad de avenirlos en paz... y ¿por qué no tal vez hasta ponerlos de tu lado?

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Procura que al exponer en público tus comentarios sean interpretados como muestra de estimación y altruismo. Cierta joven masticaba un bocado durante un almuerzo familiar al que me invitaron. Su hermano menor le dijo a boca de jarro: "¡Estás hablando con la boca llena!", y yo comencé a reír. Cuando me preguntaron por qué reía, expliqué que el chico también estaba hablando con la boca llena. En otra ocasión, quise mejorar algunas líneas de una exposición y solicité consejo a un amigo. Su respuesta fue seca y tajante: "Me parece muy tajante". ¡En estos dos casos, la persona que expresó la crítica estaba incurriendo, precisamente, en la misma falta! A menudo eso sucede cuando la persona que critica desconoce el efecto de la crítica. Fija la atención en la persona en vez de en la conducta inadecuada.

En otras palabras, muchas veces las personas tendemos a censurar, reprender, exhortar y amonestar sin percatarnos del efecto que causamos. Hasta hay quienes, aunque están conscientes de que primero conviene dar un encomio, se deslizan directamente a la crítica. Olvidan impartir un estímulo. Por eso siempre chocan con los demás.

Lo correcto es escoger la forma: ¿Tendrá mejor efecto una censura? ¿O será mejor una reprensión, una exhortación o una amonestación? Luego, impartir un estímulo, y finalmente, llamar la atención a la conducta inadecuada. Evita que parezca un rechazo hacia la persona.

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Aprende a distinguir entre censurar, reprender, exhortar y amonestar, porque
cada una de estas cosas causa un efecto diferente. Son diferentes aspectos de la crítica.


Percibe las diferencias

Reconoce que una reprensión podría convencer sin persuadir, porque la mayoría de las veces el auditorio recibe las reprensiones con renuencia; y que una censura bien presentada podría resultar más bien persuasiva, pues estimula el razonamiento sano apelando a la nobleza.

Alaba

El encomio es una felicitación oportuna que obra maravillas cuando se ofrece inmediatamente después de cualquier comportamiento eficaz. Por eso, felicita al auditorio. Por ejemplo, di: "¡Excelente! Han hecho un trabajo digno de un premio. Pocas veces se ha visto que un equipo haya logrado el nivel de calidad demostrado por ustedes. ¡Felicitaciones!". Les levantarás la moral y querrán mejorar.

Es mejor felicitarlos cuando hacen algo bien, que reprenderlos cuando hicieron algo mal. Si los felicitas después de haber hecho algo adecuadamente, aceptarán tu consejo cuando les digas cómo pueden mejorar.

Censura

Cuando censures, procura razonar con el auditorio usando preguntas bien pensadas, colocando una base sólida que acepten voluntariamente (una ilustración, una pregunta o una evidencia contundente), y hazles ver su responsabilidad en cuanto a cómo mejorar para alcanzar sus objetivos. Por ejemplo, puedes decir algo así como: "Una herida suturada se abrirá y sangrará profusamente si se le quitan los puntos antes de tiempo, ¿verdad? Igualmente, respecto a este problema, les habíamos advertido que esperaran más tiempo. ¿Ahora se dan cuenta de que hubiera sido mejor tener más paciencia, a pesar de que la situación por el momento parecía desagradable? Si resistimos un poco más, a la larga nos recuperaremos y saldremos ganando en el futuro, a pesar de que por apresurarnos hayamos perdido el paso. ¿Creen que podríamos ser más pacientes la próxima vez?". Fija la atención en lo que pueden hacer adecuadamente, en vez de lo que hicieron inadecuadamente.

La censura inteligente pone el énfasis en el futuro, explicando qué puede hacer la persona criticada para llegar a un acuerdo o resolver un problema, porque despierta o alienta en ella la modificación de la actitud indeseable. Mientras que la crítica vacía tiende a poner el énfasis en el pasado, machacando en el sentimiento de culpa y avivando el fuego de una fría condena.

Tal esta sea una de las maneras más eficaces de distinguir una crítica constructiva de una destructiva: ¿Machaca la persona en lo que sucedió? ¿O en el potencial futuro, en las posibilidades de mejorar el comportamiento y las actitudes?

Reprende

Al otro extremo están las restricciones, cuando las circunstancias excluyen cualquier otra alternativa. Por ejemplo, estando tú a unos 20 metros de distancia, ves que un niño se acerca inadvertida y peligrosamente al borde de una piscina. Sabes que de ninguna manera lo alcanzarás a tiempo. Se impone señalar con el dedo hacia la piscina e imponerle una reprensión inmediata: "¡Niño! ¡Cuidado con la piscina!" Es la única opción. De seguro hubieras preferido usar otro tono de voz, aunque en tales circunstancias te ves en la obligación de reprenderlo. A pesar de que a partir de entonces te coja ojeriza, te queda la satisfacción de que salvaste su vida.

Las restricciones que suelen acompañar a las reprensiones pueden parecerles muy drásticas a algunas personas. Lamentablemente, esa actitud, mejor que cualquier otro indicio, pudiera demostrar que verdaderamente las merecen, como cuando, por ejemplo, de manera egoísta, voluntariosa y reiterada una persona menosprecia una censura evidentemente justificada.

Algunos delincuentes reconocen sus errores y modifican el rumbo, mereciendo una restricción leve, mientras que otros necesitan una reprensión severa. Puede que la autoridad debidamente constituida coarte, en nombre de la sociedad, algunas de las libertades a que tenía derecho. Tal vez hasta se vea obligada a ponerlo fuera de circulación por un tiempo. Es la última opción. En algunos casos, ciertos tribunales supremos hasta han sentenciado a muerte a algunos.

Bueno, lo anterior solo se ha mencionado para explicar claramente la diferencia entre censurar y reprender. Entre los mencionados extremos, aunque lógicamente a veces tu única alternativa sea la de imponer una restricción apropiada al auditorio o a alguno de sus miembros, esfuérzate por reaccionar recatada y cortésmente, concentrándote en la conducta.

Sugiere vigorosamente que dejen de hacer, pensar o sentir lo que están haciendo, o pensando o sintiendo, para que alcancen sus objetivos. Por ejemplo, si alguien te interrumpe, en vez de responderle: "¡Déjeme terminar, señor!", o decirle: "O habla usted o hablo yo" podrías decir: "Hay otros factores que pueden tomarse en cuenta para llegar a una deducciones diferentes, como, por ejemplo...". Lo frenarás en seco sin pecar de descortés. Solo evita señalar hacia su rostro con el dedo índice.

Exhorta

Comúnmente la exhortación se considera como lo opuesto de la reprensión, porque más a menudo se la usa con la connotación activa de estimular al auditorio a hacer, pensar o sentir algo. ("¡Cómo pudieron hacer eso!"). Solo que es prudente exhortar con amabilidad cuando la gente se muestre floja para obrar en sentido correcto.

Por ejemplo, de ninguna manera producirá un trabajo de calidad excelente vociferar y suspirar diciendo: "¡Son unas bestias, incapaces de usar su cerebro! ¡Cuánto tiempo les tomará darse cuenta de que son unos burros!". Eso estimula el sabotaje. Lo recomendable sería decir, por ejemplo: "¡Tengan paciencia y lograremos superar nuestras desventajas! Esforcémonos por reforzar los puntos débiles y volvamos a intentarlo. Estén seguros de que esta vez lo haremos mejor. Revisemos una vez más el procedimiento y veamos dónde hacer ajustes. ¿Les parece?". Eso promueve un esfuerzo coordinado, productivo, satisfactorio.

Amonesta

Cuando te das cuenta de las malas consecuencias que podrían sobrevenirles por motivo de cierta actitud o intención, dales advertencias firmes al respecto. Por ejemplo, después de encomiarlos por algo que hicieron bien, se pudiera decir: "Después de evaluar la situación, los supervisores hemos investigado a fondo este asunto y hemos llegado a la conclusión unánime de que su proceder puso en grave riesgo los intereses de todos, y ha ocurrido varias veces. Si vuelven a pasar por alto las instrucciones, nos veremos forzados a elevar un informe recomendando su separación del proyecto. De ustedes depende. Les agradeceremos que en adelante consulten con su supervisor antes de tomar decisiones de esta magnitud. Gracias".

Ciertamente, un tono así comunica severidad, aunque adorna con respeto y consideración el recordatorio de que tienen una seria responsabilidad entre manos y que se espera que la próxima vez sigan las instrucciones. De ellos dependerá.

Pueden lograrse excelentes relaciones por medio de combinar la censura, reprensión, exhortación y amonestación de acuerdo a la necesidad de cada situación, y el propósito, las circunstancias y el auditorio envueltos. Lógicamente, en vez de tener que llegar al punto de censurar o reprender por causa de una aplicación inadecuada de los procedimientos, o debido a una supervisión muy espaciada, es mejor estimular oportunamente el rendimiento eficaz.

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Para que tus oyentes te entiendan y apoyen tienen que prestar atención.
Tu primera misión es, por lo tanto, captar su atención y despertar su interés.


Inicia tu presentación con expresiones o actitudes llamativas e interesantes

¡Echa la red! Lanza una pregunta interesante, di una frase célebre, una cita literaria, una declaración directa, o presenta un caso o ilustración, y pesca, como si fuera con una red barredera, los pensamientos dispersos del auditorio que hasta antes de la exposición estaban en otra parte. Siempre ten presente que el propósito del comienzo de tu exposición es enfocar los pensamientos en un solo punto y despertar la curiosidad. Evita usar frases dogmáticas o antagónicas. Oriéntate permanentemente hacia el objetivo.

Usa un apoyo visual. Excita los ojos de tus oyentes exhibiendo algún objeto eficazmente. Vale decir pizarras, dibujos, láminas, fotografías, diapositivas, objetos a escala, modelos o cualquier otro recurso visible. A falta de objetos, usa eficazmente tu cuerpo, gestos y ademanes.

Sé breve al presentar los detalles

El comienzo es el peor momento para tropezar, toser o trastabillar. Evita los borrones y las muletillas que comúnmente se oyen en boca de alguna personas ("Bueno, esteeee, para empezar, eeee, me gustaríaaaa, me gustaría, decirles queque todo los, esteeee, todos los arreglos, los arreglos quequeque se hicieron parapara llevar a cabo lalala presentación, la presentación dedede, esteee). A esto llamo comienzo de cabra (¡beeeeee!).

El propósito del comienzo es captar la atención y despertar el interés. Cualquier otra cosa se convierte fácilmente un factor de distracción que, además de perjudicar tu discurso, deslustra tu imagen y la de la empresa o institución que representas. Por lo tanto, evita los tropiezos. Simplemente di un saludo breve, dales un anticipo de lo que les hablarás y capta su atención resaltando un detalle interesante que concentre todos los pensamientos y los junte en un solo lugar: el tema.

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Si viniera un huracán, preferiría ser hierba en vez de árbol.

Muéstrate flexible y reconoce que puedes aprender algo nuevo cada día. ¿O crees que aunque todo suena bien en teoría, en la práctica es inaplicable, o que ya sabías todo lo que alguien dijo, o que solo era enseñanza para novatos? ¿Estás al acecho de los descuidos y deslices de quienes te dirigen? Si ese es tu caso, es un síntoma inequívoco de que necesitas cultivar la importante cualidad de la flexibilidad.


Por ejemplo, un roble es firme. Resiste la mayoría de los vientos fuertes y sobrevive a la mayoría de las tormentas con mucha facilidad. Por otro lado, una simple hoja de hierba, aunque es aparentemente débil, en realidad es capaz de sobrevivir a los más feroces vientos gracias a una cualidad muy diferente: la flexibilidad. Se dobla gentilmente ante el menor soplido y recupera su postura inmediatamente. Ante un huracán, ¿preferirías ser un árbol o hierba?

Ser firme cuando tienes que ser flexible, o ser flexible cuando tienes que ser firme, puede exponerte al fracaso. La flexibilidad con relación a la moralidad es tan perjudicial como la intolerancia ante un cambio de circunstancias que sugiere hacer una razonable excepción a la regla. Evita cualquiera de estos extremos. Una idea o frase es como una inyección, puede ser dolorosa o no, dependiendo de cómo la colocas.

Combina equilibradamente firmeza y flexibilidad

Comprende que hay una gran ventaja en revisar lo básico de vez en cuando, para verificar que estés cumpliendo los requisitos elementales de las técnicas para exponer. ¡Hasta las personas de experiencia se descuidan! Choferes, pilotos, maquinistas de tren, médicos, abogados, contadores e ingenieros. A veces oímos de accidentes en la carretera y en la vía ferroviaria, desastres de aviación, desfalcos, edificios que se derrumban... ¿Por qué crees que los futbolistas profesionales practican penales? ¿Por qué crees que los boxeadores profesionales saltan la soga? ¿Por qué crees que los soldados profesionales practican tiro al blanco?

Por eso, si algunas de mis sugerencias te parecen tonterías, recuerda que aunque saltar la soga, practicar penales o tiro al blanco parecen cosa de niños, son requisitos para llegar a ser campeones.

Te resultará provechoso concentrarte en tu exposición para contrarrestar los leves murmullos o desórdenes esporádicos del auditorio que podrían distraerte.

Por sencillas que sean tus ideas, ten presente que puedes compartirlas con el auditorio, ya sea exponiendo o cooperando con la persona que expone cuando solicite comentarios. Evita parecer un convidado de piedra.

Haz tu mejor esfuerzo por que la reunión se lleve a cabo en orden y en paz. Evita ruidos molestos y faltos de tacto, tales como toser o estornudar sin cubrirte, o hablar por teléfono celular. Los niños son intransigentes en este sentido. Siempre quieren hacer lo que les da la gana, aunque perturben a los demás. Los adultos maduros se muestran tanto flexibles como firmes y aceptan sugerencias. Ser flexible te ayudará a disfrutar más de una reunión. Muéstrate flexible y reconoce que puedes aprender algo nuevo cada día.

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"Cuanto más abiertos estemos a nuestras propias emociones,
más hábiles seremos para interpretar los sentimientos."
Dr. Daniel Goleman

Jamás olvides que aunque presentes los mejores argumentos, la carga emocional del oyente individual, o del auditorio, colectivamente, tiene el poder de nublar, torcer, falsear y hasta ocultar la razón. Las personas emocionadas podrían ser llevadas fácilmente por sus propios prejuicios, fobias, obsesiones y temores.

Busca las causas más profundas. Aprende a sintonizar de manera sana y equilibrada con las causas que mueven al individuo o al auditorio (sabores, colores, música, placer, identidad, posición social, seriedad, entusiasmo, deseos de superación, ambiciones, rasgos de inseguridad, temores, alegrías, suspicacia, prejuicios), cualquier cosa que te sirva como punto de referencia, y procura causar reacciones ventajosas dejando en claro que el discurso ayudará a la mayoría a resolver sus problemas.

Por ejemplo, para hacer un contacto superficial trata al auditorio de ustedes ("¿Saben ustedes por qué se suicidan tantos jóvenes en Japón?"), y para hacerlo un poco más profundo, aunque respetuoso, trátalo de usted ("¿Se ha preguntado usted por qué tantos jóvenes se suicidan en Japón?"); y para hacerlo íntimo, trátalo de tú ("¿Te has preguntado alguna vez por qué a veces sientes timidez?")

Los publicistas experimentados rara vez se dirigen a "ustedes". Saben que la persona que recibe o escucha un mensaje siempre es una sola persona: usted o tú. En este aspecto, lo importante son los sentimientos y la percepción sensorial del individuo.

Destaca el provecho. Comprende que todo auditorio quiere sacar un provecho, obtener un resultado, ponerse en ventaja y alcanzar una satisfacción. Individualmente las personas creen que la exposición contribuirá a ese fin. De otro modo, se irían a otra parte.

Procura su aceptación. Aprende a exponer tus ideas con la misma actitud persuasiva con la que un vendedor ofrecería sus productos, es decir, verificando paso a paso la aprobación del auditorio (ü ) con preguntas tales como ¿verdad?, ¿creen lo mismo?, ¿de acuerdo?, ¿les parece? Por ejemplo, a manera de ilustración: si te rompieras un hueso, tal vez te recomendarían que, aunque te doliera, alguien que supiera ponerlo en su sitio jalara o presionara cierta zona para alinearlo. Una presión inadecuada agravaría el problema. Igualmente, ten en cuenta que el auditorio podría presionar o resistirse de manera positiva o negativa.

El propósito de esta influencia es dejar al auditorio gratamente impresionado, tanto para que recuerden la idea principal, la cual va ligada al mensaje que presentas en la conclusión del discurso, como para que todos queden con ganas de volver a escucharte. Porque a menos que los dejes con ganas de volver a escuchar tus discursos, no querrar estar presentes cuando vuelvas a subir a hablar. Querrán retirarse.

Resistencia positiva

Por otro lado, ten en cuenta que un poco de resistencia beneficia la comunicación. En la mayoría de los casos, cierta medida de resistencia pasiva hasta es necesaria, ¡es una buena señal! Por eso, por encima de cualquier resistencia, sondea y busca indicios de aprobación.

Piensa en esto: La nariz opone resistencia a los anteojos; la silla opone resistencia al cuerpo; la cuchara opone resistencia a la sopa; la mesa oponen resistencia al lápiz; el agua opone resistencia al bote. Con lógica similar, si la resistencia del auditorio es positiva y/o pasiva, aunque parezca inconveniente, pudiera entrañar cierta medida de aprobación, por pequeña que fuera (un gesto, una mirada, una actitud, un titubeo, una respuesta interesante). En tal caso, puedes tener éxito y hasta ganarlos como amigos. Esa clase de resistencia produce buenos resultados. Se trata de una resistencia positiva. Es cuando de ninguna manera tiene que ser determinante una negación como respuesta.

El que alguien se resista a un argumento no significa que necesariamente la persona se opone a todo. Hasta los mejores vendedores disfrutan de la resistencia inicial del cliente potencial, porque saben que el beneficio que reciban después de adquirir el producto o servicio los hará felices a ambos, al cliente por beneficiarse, y al vendedor por beneficiarlo. "Si ese vendedor no hubiera insistido, yo no me hubiera beneficiado de adquirir este producto", dicen algunos. Ciertos vendedores hasta llegan a ser muy amigos de sus clientes, y sus clientes no quieren comprarle a ningún otro vendedor. Quieren que el mismo vendedor les venda siempre.

Resistencia negativa

La resistencia negativa es diferente. Es aquella que de ningún modo favorece tu propósito. El auditorio manifiesta una desaprobación absoluta. Aunque sondees y busques señales positivas, solo hallarás oposición y más oposición. En tal caso, si presionas, reaccionarán negativamente.

Ilustrémoslo así: A pesar de que el mar opone resistencia al peso de la tabla, tanto en el trayecto de ida como en el de vuelta el tablista busca la ola perfecta para orientarse en dirección a la playa, se planta sobre sus pies y disfruta de la experiencia. La resistencia del mar cumple su propósito al sostener la tabla, y la del viento al levantar las olas. Entonces va de regreso en la dirección que realmente buscaba: la playa. Nadar por un tiempo en contra de la corriente es solo un objetivo complementario, una resistencia positiva. Él solo quiere gozar corriendo olas.

Por eso, siempre pregúntate:: "¿Me está llevando esta conversación a mi meta de alguna manera?". Ese es tu punto de referencia para saber si se trata de una resistencia positiva o negativa. Discutir por discutir, es decir, nadar contra las olas sin ningún propósito es un gasto de energía absurdo y nada más.

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La mente se cultiva como los huertos y los prados,
y sus frutos son frescos y jugosos.

Aprende a elaborar y transmitir tus ideas asegurándote de que el auditorio capte cada punto con facilidad. En este sentido, lo importante es el enfoque, el razonamiento, las definiciones y las explicaciones.

Destaca las características de la ideas

Resalta con lógica las premisas que te llevan a las conclusiones que vas a presentar. Comprende que el auditorio necesita saber específicamente por qué piensa como piensa.

Sondea el impacto

Para mejorar tu habilidad didáctica recoge el reflejo de las palabras y actitudes del auditorio antes, durante y después de la exposición mediante conversación informal o encuestas preparadas cuidadosamente.

Entrevista a tus oyentes

Disfruta recabando y acumulando detalles interesantes en tu base de datos cultural por medio de conversar con personas que hayan asistido a tu conferencia y que sean especialistas en otros campos, profesiones, oficios o pasatiempos.

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Cultivar la habilidad para ganar amigos está en la base del desarrollo de la personalidad.

En vez de estrellarte ásperamente contra el auditorio o estrellar aparatosamente a unos contra otros con frases punzantes sobre dogmas que nadie podría probar, o promoviendo divisiones o debates que a la larga serían infructuosos, ayuda a tus oyentes a iniciar y fomentar cadenas de amistad, vinculándolos, procurando un ambiente afectuoso con expresiones y gestos apropiados. Procura integrar en vez de desintegrar al grupo. Fomenta un clima en el que todos puedan sentirse cómodos para conectarse entre sí (sin mucha intimidad, para evitar dar la apariencia de oportunista). En este aspecto, lo más importante son tus relaciones humanas:

Saluda agradablemente. Una relación agradable comienza con un saludo agradable, y un saludo agradable y dinámico implica configurar tres contactos:

Contacto visual. Evita pestañear excesivamente, esquivar la mirada o evadir la responsabilidad de saludar. Causarás una reacción positiva si miras al centro de las cejas sin pestañear, inclinándote levemente de vez en cuando hacia la persona, expresándole franqueza con la mirada. Esto transmite el mensaje: "Usted es importante para mí".

Contacto emocional. Un rostro inexpresivo y excesivamente relajado ahuyenta a las personas. Si vendes algún producto o servicio conseguirás pocos clientes y tu negocio fracasará aunque le hagas toda la publicidad del mundo. La seriedad excesiva es un claro mensaje de desconfianza, y la base del crédito y los negocios es la confianza mutua. Por eso, sonríe moderadamente expresando placer. Esto transmite el mensaje: "Me da mucho gusto estar con usted". Mejorará el clima de tus relaciones públicas.

Contacto físico (opcional). En este caso, corresponde solo cuando la otra persona tome la iniciativa estirando la mano para estrechar la tuya. Esto transmite el mensaje: "Usted me comunica seguridad". Reacciona inmediatamente con un buen apretón de manos, procurando que la presión de tu mano sea correspondiente, es decir, ni mayor ni menor que la de ella. Por otro lado, si se muestra poco deseosa de hacer contacto físico, evita tocarla. Si lo haces, en tal caso su rechazo por ti aumentará. El mismo principio es aplicable en lo que respecta a dar un abrazo o saludar con un beso. Algunas personas detestan hacer contacto físico con los extraños. Este asunto es delicado. Si sabes que alguien detesta dar y recibir besos, evita hacerlo.

Pregúntale su nombre. Para conocer a alguien pregúntale cortésmente su nombre y apellido y repítelo interiormente vez tras vez, asociándolo con algo que facilite el recuerdo. Por ejemplo, si el nombre es Flor, imagínala en medio de un jardín con una abeja revoloteando alrededor. Y menciónalo en voz alta de vez en cuando en su presencia. Pocas cosas le suenan tan bien a una persona como su propio nombre.

Averigua cuál es su especialidad. La gente quiere saber a qué se dedica la gente. Averígualo discretamente y, si es reomendable, conversa sobre ese tema.

Pregunta si tiene algún pasatiempo. A casi todo el mundo le agrada compartir un pasatiempo (tocar guitarra, cantar, coleccionar cosas, ir de campamento, practicar un deporte, visitar museos, pasear, tomar un café, una copa, bailar o simplemente conversar.). Averígualo discretamente y ve hasta dónde puedes congeniar.

Consigue su edad. Aunque algunos tienen prejuicio respecto a decir su edad o fecha de nacimiento, la mayoría de la gente siente curiosidad. Por eso, ten precaución al averiguarlo. Si crees que la persona se sentirá ofendida, averígualo por otros medios.

¿Cómo ubicarás a la persona en el futuro? A las personas les gusta saber cómo ubicar a sus nuevos amigos. Anota direcciones, teléfonos, correos electrónicos, apartados postales.

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La mayoría de los conferenciantes se esmera solo por razonar y convencer.
Pocos se percatan de la importancia de persuadir,
siendo esta la cualidad que mueve a acción.

Persuadir envuelve más que simplemente razonar y presentar pruebas y evidencias. Implica proponer un incentivo adecuado en la forma de una promesa o ejemplo que sea aceptable al auditorio. Aunque personalmente te parezca suficiente con fundamentar tus propias convicciones en suposiciones y conjeturas para mover a un auditorio sediento de emociones, recuerda que a un auditorio que aborda los asuntos con lógica solo le son aceptables las pruebas palpables y evidentes que resistan el análisis insuperable de la razón. Solo así aceptarán tus incentivos.

Puedes pararte una hora delante de otra persona y palabrearla hasta el hartazgo con todas tus razones y argumentos más convincentes, y no lograrás nada aparte de convencer. Pero si tus palabras conllevan una promesa que suena genuina, y tu comportamiento está respaldado con un buen ejemplo, remecerás su corazón, y tu auditorio no sentirá menos que un intenso deseo de cooperar contigo, de aceptar tu liderazgo, de comprometerse con el proyecto que les propones. No solo te creen, ¡están de tu lado y harán lo que les pidas! De hecho, esa es la base de cualquier éxito que implique trabajo en equipo.

Indica claramente cuál es tu objetivo

El auditorio espera que tu discurso sea como una brújula que señale un rumbo confiable en sentido físico, material, intelectual, emocional o espiritual. Ellos esperan una orientación clara y una motivación adecuada.

Convence

Mueve al auditorio a estar de acuerdo contigo presentando pruebas, evidencias y razones claras que nadie en su sano juicio podría rechazar. Jamás supongas ingenua u orgullosamente que te creerán solo porque tú lo dices, como si fueras Dios. Decir: "¡Aquí tengo las pruebas y las mostraré en su momento!" solo es un argumento que un tonto aceptaría como 'prueba sólida'. A menos que presentes pruebas, evidencias y razones sólidas, un auditorio medianamente inteligente dudará de tu sinceridad, lo cual sería muy inconveniente si quieres convencer, porque se preguntarán por qué retienes algo que se supone tienen derecho a saber. A todas luces perderías crédito.

Desde un mínimo punto de vista legal, mientras ocultes supuestas pruebas, ninguna declaración de tenerlas bastará para convencer. Para ellos tu base seguirá siendo inexistente , y en todo caso, las personas razonables podrían tomarlo como un recurso o intento de manipulación. Estarían justificados a pensar que tramas algo, porque, más que por suposiciones y afirmaciones, la ética exige convencer por pruebas.

'Convencer' es 'reducir a alguien a mudar de parecer o probarle algo de manera que lo acepte', y eso solo se consigue con evidencia clara, razones claras o testimonios confiables (a menos que quieras convencer a unos cuantos tontos). Por ejemplo, mi base predilecta es el razonamiento lógico, el resultado de investigación, las preguntas interesantes, los testimonios de testigos confiables y las ilustraciones que toquen el corazón.

La reacción ideal que te sugiero despertar es: "Mmm, veo claramente que tiene razón". Básate en pruebas más que en sospechas, especulaciones, cuentos, chismes, conjeturas o presunciones. Tus hipótesis han de sonar muy razonables. Tu base ha de ser real para el auditorio que quieres convencer. Recuerda que una 'convicción' sin lógica es de poco valor para personas inteligentes.

Persuade

Más que convencer, esfuérzate por persuadir. Utiliza incentivos relevantes, para que los individuos perciban el provecho que obtendrán si actúan en armonía con la convicción. Más importante que lograr que el auditorio reaccione pensando: "Usted tiene razón", como si hubieras ganado una discusión, es lograr que piense: "¡Haré lo que usted dice!". ¡Eso es persuadir!

Alec Benn, reputado publicista, afirma que nadie ha ideado mejor manera de persuadir que haciendo promesas y mostrando ejemplos. En otras palabras, para presentar un discurso motivador necesitas proponer incentivos que cautiven el corazón y darles modelos que les sirvan de pauta.

Dependiendo del tipo de oyentes, les interesarán los beneficios a corto, mediano o largo plazo, y los beneficios físicos, materiales, intelectuales, emocionales o espirituales. Recuerda la frase de Walpole: "Todo hombre tiene su precio". Sí, todo hombre también tiene su motivación o incentivo.

Mueve a acción

Comprende que aunque casi cualquier discurso puede llamar a la reflexión, solo una exposición eficaz se caracteriza por mover a acción. Si usamos una comparación para entender la diferencia entre convencer y persuadir, podríamos decir que el razonamiento frío se parece más a los grilletes que un policía coloca en los pies y manos de alguien. En cambio, la motivación es como el bocado que un entrenador pone en la boca de un delfín, para que salte sobre él y haga piruetas.

Puedes atiborrar al auditorio con razones, pero no basta. Se necesitan razones cargadas de emoción, porque son las emociones las que finalmente moverán a actuar a tus oyentes. Un orador que solo presenta razones, pero no manifiesta emoción alguna, sino que presenta sus ideas con frialdad, solo puede esperar comunicar ideas, pero no moverá a acción ni obtendrá cooperación. Porque para sentirse movido a hacer algo al respecto, es decir, poner en práctica lo que se le recomienda, el oyente necesita sentirse fuertemente afectado emocionalmente.

Un diccionario define convencer como 'probar una cosa de manera que racionalmente sea imposible negar'. La persona queda prácticamente obligada por el razonamiento a aceptar la idea. En cambio, la motivación, como afirma James O. Whittaker 'es un término amplio utilizado para comprender las condiciones o estados que activan o proveen energía al organismo para que la conducta se dirija a llevar a cabo determinados objetivos'. ¿Por qué obedece un hijo? ¿Por miedo al castigo o por amor al premio? ¿Por qué debería cooperar un empleado? ¿Por miedo al jefe o por el placer de hacer bien su trabajo?

La presión nunca disuadió a mártires y héroes de que se echaran atrás, porque su convicción era más profunda que una simple convicción. ¡Estaban persuadidos! Y, ¿qué diremos de los fanáticos? Cegados a la razón solo piensan en un objetivo fijo, aunque estén equivocados. Tengan la razón o estén equivocados, 'algo los mueve a actuar'.

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