ÍNDICE GENERAL archivo
Para 5 minutos
Para 30 minutos Si
planificas tu discurso para 30 minutos, ten presente que los minutos y
segundos
pasan volando. Aunque te hayas trazado un cuadro aproximado del tiempo
que
tomarás para cada sección del discurso, será muy probable que la
tensión
emocional, el suceso imprevisto y otros factores te obliguen a recortar
y/o
extender un poco algunas secciones individuales. Lo importante es
esforzarte
por respetar los límites previamente trazados. Considera
como una seria falta de respeto al auditorio y a los demás
conferenciantes el
pasarte del tiempo que te conceden para hablar. Todo el que se excede
en el tiempo está usurpando derechos ajenos y genera
dificultades a otras personas,
comenzando por el presidente de la reunión, cuya
responsabilidad, en parte, es
mantener la sesión dentro del tiempo acordado. Por
ejemplo, una introducción de 1 minuto y una conclusión de 1 minuto será
más que
suficiente. Los 28 minutos restantes te servirán para la explicación.
Si tienes
dos ideas primarias o principales, puedes usar como promedio 14 minutos
para
explicar cada una; y si tienes tres ideas primarias o principales,
puedes usar
como promedio 9 minutos para cada una. Veamos un diagrama de un
bosquejo más extenso. La manera como están ordenadas las diferentes
secciones son solo un ejemplo.
Como puedes ver, en
ningún caso te recomiendo explayarte más de
unos cuantos segundos en una idea. Si te extendies más de lo necesario en cualquier
sección,
automáticamente sacrificarás otra. Esa es la
razón
principal por la que muchos bachilleres se pasan de tiempo al presentar
su
discurso de Tesis. Ensayan hablando cinco o diez minutos de cada idea y
al final no saben
por qué les cuesta tanto resumir. En oratoria se habla con
un
cuentagotas.
Tienes que verter esencia pura, directamente al
grano y
sin vacilar. Tienes que presentar depurado cada ejemplo y cada
detalle,
es decir,
bien ensayado. Evita palabrear ("Tomar
una decisión será un proceder que,
según hemos visto a lo largo de esta exposición, y a la luz de todas
las pruebas
que se han presentado, las cuales nadie podría negar..."). Los
discursos
breves han de ir al grano ("¡Toma una decisión!"). Descarta palabras
y frases que solo consumen tiempo. Depende de cuánta
seguridad interior sientas. Decir unas palabras
leyendo, a menos que una norma lo exija, resta imagen a quien lee,
porque los
presentes se sienten justificados a creer que otra persona le preparó
el
discurso, lo cual, en mi opinión, empobrece su imagen. Te sugiero
hacerlo sin
leer, lo cual, por supuesto, te exigirá por lo menos alguna preparación
anticipada. Al ensayar, cambia las
palabras una y otra vez, para asegurarte de
estar grabando 'la idea'. Por ejemplo, si la primera vez dices: "La
participación y el apoyo de todos ustedes", la segunda dirás: "Su
colaboración y amable disposición", y la tercera: "El entusiasmo
mostrado por todos ustedes". Aplica este secreto con todas las partes
del
discurso. Lo importante es grabar la idea y la emoción. Eso te dará
flexibilidad
y facilidad de palabra, lo cual aumentará tu confianza personal. Si piensas redactar todo
el discurso palabra por palabra, te animo
a calcular el tiempo según la cantidad de palabras, cantidad de líneas
y
cantidad de páginas. Ten en cuenta que, hablando a una velocidad normal, unos cinco segundos (Seg) equivalen a aproximadamente una línea (Lín) de texto mecanografiado en formato normal de 12 puntos, lo cual equivale a unas 14 palabras (Pal), y que cada minuto (Min) equivale a más o menos 12 líneas de texto (a un espacio). Eso significa que unas 60 líneas equivalen a aproximadamente una página (Pág) de tamaño A4. Aquí te muestro un cuadro de equivalencia que dará una idea aproximada: Para más información sobre la duración del discurso, haz clic en "Controla tu tiempo", en los archivos compartidos. Para exponer en público, ya sea hablando extemporáneamente a partir de un bosquejo o leyendo todo el discurso en voz alta, te sugiero usar párrafos cortos y numerados. Los párrafos extensos y sin numerar son difíciles de visualizar.
Los ojos tienden a leer o enfocar inmediatamente una frase o palabra cuando está delimitada por un recuadro o relleno. Si no está delimitada, tiende a buscar entre todo el documento hasta dar con ella, lo cual genera estrés y pudiera resultar en una inecesaria pérdida de tiempo.
Hasta donde sea posible,
visita anticipadamente el lugar donde se
llevará a cabo la exposición y ten en cuenta detalles que podrían
favorecer o
desfavorecer tu presentación, para hacer los ajustes necesarios. Ten en cuenta que el
transporte puede incrementar el costo cuanto
más distante sea la exposición. Si este es el caso, como, por ejemplo,
viajar a
zonas alejadas, garantiza tu puntualidad solo si el organizador se
encarga de
la transportación. Prepara tus cosas la noche anterior y justo antes de salir a hablar Es
mejor alistar todo la noche anterior, sobre todo si la
exposición será temprano por la mañana. Recordar un detalle importante
a última
hora será suficiente para que tu tensión suba considerablemente.
Y no te olvides que antes de salir a hablar debes pasar por un espejo y
observar bien cómo está tu cabello, corbata, cuello, saco, útiles,
maquillaje, zapatos, etc. No te ayudará salir con los pelos parados o
la corbata fuera de lugar. Hay amigos de lo ajeno que ingresan bien
vestidos a los hoteles
y centros de convenciones con el único fin de apoderarse de aquello que
los incautos dejan sin custodia. Si tienes que dejar el lugar, encarga
tu equipo a alguien responsable.
En la medida de lo
posible, lleva tu propio material y equipo. Es
tu mejor garantía de que todo marchará como quieres. Por ejemplo, si
utilizas
los lápices del local, probablemente estén cubiertos con polvo de
tinta. Si
acomodas tu corbata o camisa después de cogerlos, los mancharás. Por la
misma
razón, evita colocar los lapices en la canaleta del tablero o pizarra.
Usualmente tienen polvo de tinta y se mancharán, manchando después tus
manos.
Una advertencia similar aplica al borrador. Toma tus precauciones. Si la exposición se
llevará a cabo al aire libre, el viento será
un factor a tenerse en cuenta. Lleva un portapapeles y varias clases de
sujetadores, tales como ligas, cinta adhesiva, clips o alfileres, y usa
el que
mejor convenga a las circunstancias del momento. Sujeta con uno de
estos
elementos la base del documento para que no ondee ni se vuele con el
viento. Necesitarás prestar toda la atención posible, gozar de sobriedad y concentración (además de buen aliento). Si bebes, déjalo para después de la exposición. Si estás dando una conferencia o estás en medio del auditorio escuchando una conferencia, apaga tu celular o modifica el aviso de llamada de modo que no perturbe a los demás. Si el asunto es realmente más importante que la conferencia, retírate y atiende la llamada en otro lugar. Lamentablemente, las perturbaciones de esta naturaleza no tienden a interpretarse solamente como una molestia, sino como un problema psicológico, el deseo de llamar la atención, o un acto de mala educación, y, dependiendo del prejuicio de los demás, hasta podrían tomarlo como una reacción antisocial. La razón es que todos saben que es educado y considerado apagar el celular para no molestar a los demás. Si no lo apagas, y sobre todo si el equipo comienza a emitir sonidos muy llamativos, atraerás tanto la atención a tu persona que causarás una pésima impresión, como alguien a quien no le importan los demás. El mensaje real es: "Esta llamada es más importante que lo que se está tratando en la reunión", lo cual se interpreta como un menosprecio. Si estás frente a un cliente, nunca lo pospongas por responder una llamada, o deja que el teléfono suene por lo menos tres veces antes de hacerlo, para que lo vea más bien como una solución a una perturbación temporal. Porque si interrumpes la conversación y contestas tan pronto como suena, le envías el mensaje: "Usted no es más importante que esta llamada", lo cual le causará una pésima impresión, algo que un vendedor profesional jamás haría. ¿Y si no contestas en absoluto? Mejor, porque le enviarías el mensaje: "Usted es más importante que cualquier llamada", causándole una impresión excelente. Algunos vendedores astutos hasta piden que un amigo los llamen justo a la hora de la cita, y que insistan varias veces, solo para no contestar, a propósito, para causar una excelente impresión en el cliente. Pero ¿cómo proceder si realmente fue un descuido y no tuviste la intención de molestar con el teléfono? Debes apagarlo inmediatamente y no darle importancia ni levantarte del asiento para atender la llamada. Eso enviará el mensaje no verbal de que realmente fue un descuido, y te exculparán, porque a cualquiera le pasa. Pero si respondes la llamada, pensarán que realmente tienes mala educación y falta de consideración por los demás... aunque en realidad haya sido una casualidad. Lógicamente, si tu hijo está en el hospital, tendrías que responder, pero pedirías disculpas y explicarías que se trata de tu hijo que está en el hospital. Si sientes sequedad en
la boca, tal vez sea mejor un poco de
sequedad, que por beber agua muy fría se te vaya la voz. En este caso,
bastará
un poco de autodominio. Pero si te molesta demasiado, recuerda que no
es
necesario beber varios tragos. Basta con mojar un poco los labios.
Carnegie
recomendaba una pisca de sal en la punta de la lengua para provocar un
chorro
de saliva. Después del discurso bebe todo el agua que quieras. Si
sientes
sequedad en la garganta, y crees que sentirás alivio con un poco de
agua, bebe
un poco. No se ve bien beber desesperadamente. El agua en el vaso es
para mojar
un poco la boca o la garganta, no para aplacar la sed. Por otro lado, puede ser
una buena idea ponerte un poco de colonia
o perfume bajo la nariz, para sentir un olor muy agradable antes y
durante el
discurso, lo cual te ayudará a sentir cierto relejante aire de
tranquilidad y
placer. En verano o primavera,
el vaso con agua sobre el atril causa un
efecto diferente en el auditorio que en invierno. Si el oyente siente
sed, el
que tú bebas agua le generará ansiedad y envidia y distraerá su
atención. Esto
no sucede cuando todos tienen algo de beber a su disposición. Cierto
orador
contaba de cómo en más de 30 años de experiencia como conferenciante
nunca
había recurrido a beber agua. De hecho, pedía que no colocaran un vaso
con agua
sobre su atril. ¿Por qué? Escucha la voz de la experiencia: - Por reflejo
condicionado pudieras colocar torpemente tus
documentos y tirar el vaso A menos que pienses
utilizar el vaso con agua como apoyo visual
para una explicación, sería mejor llevar una pisca de sal y ponértela
en la
punta de la lengua en el momento en que sintieras seca la garganta.
Hará bajar
naturalmente un chorro de saliva y te sacará del apuro sin arriesgarte
tanto. Y
mejor aún, cultiva autodominio y espera al refrigerio. Luego podrás
calmar tu
sed. Pide agua solo en caso de surgir una verdadera necesidad. Por
ejemplo, si
algo te provoca tos y no hay otra manera de ayudarte. Pero recuerda que
no son
necesarios veinte tragos (un vaso lleno), sino solo mojar los labios.
Bastará
con vaso medio lleno. ¿Beber o no del vaso o
taza que te ponen sobre la mesa? El
único problema de beber de un vaso o taza que te ponen sobre la mesa es
que no
sabes si está limpio. Algunos sirvientes, en vez de agarrar el vaso o
la taza por fuera y
parte baja, lo agarran por la parte superior ¡y hasta meten los
dedos para sujetarlo antes de servir el agua! Si sus manos y dedos
estaban sucios, transferirán cualesquier partículas de suciedad con
facilidad. El
agua, té o café ¿están limpios? ¿Tienes estómago de fierro? O, por lo
contrario,
en el caso del agua, ¿eres susceptible a la que sale directamente de la
cañería? ¿Puedes
garantizar que la persona que lo llenó y transportó se ha esmerado por
la limpieza y la calidad, y que ha usado agua tratada? ¿Tuvo la
precaución de cubrirlo hasta el
último momento? Si lo llevó en una bandeja, ¿estuvo hablando con otras
personas, quizá salpicando saliva al hablar, antes de entregarte el
vaso?
¿Hubo polvo en el ambiente? El agua podría estar limpia, pero ¿el vaso?
O tal vez el vaso esté limpio, pero el agua no. Por supuesto, no
creemos
que alguien le haya puesto algo sucio intencionalmente. En
una palabra: Si se trata de una entrevista de negocios, evítate
problemas. Lleva tu propia botellita, tu propio sorbete y tu propio
vaso o taza, tu propio té o café. Y si tienes dudas, mejor abstente de
beber o comer. De otra manera, asume todas las responsabilidades y no
te hagas
más líos. No se trata de ser quisquillosos, sino de ser cautos, sobre
todo si se trata de viajar a lugares donde el cambio de agua podría
generar
problemas digestivos. Si
se trata de sequedad en los labios, en algunos
casos la decisión correcta tal vez sea aguantar y beber después. No
vale la pena correr el riesgo y perder tiempo valioso, dinero y
oportunidades
yendo al médico. Pocas cosas pueden ser tan contraproducentes cuando uno está de viaje como
beber agua directamente del suministro local.
Hay más garantía en
los productos envasados (incluso debes cuidarte del agua envasada, pues
se ha sabido de comerciantes inescrupulosos que rellenaron botellas con
agua corriente), siendo el agua gasificada la de mayor confianza. Es de
esperarse que el agua embotellada expendida en un hotel de prestigio
sea confiable, sea o no gasificada. El proceso de la
digestión puede interferir con la concentración.
Si deseas comer, mídete o hazlo después de la exposición. Ayunar de vez
en
cuando es bueno para el organismo. La razón más fuerte para vigilar tu
alimentación antes de una exposición es la tensión. Podría provocarte
un
desarreglo digestivo bochornoso.
Si tienes el
hábito de lavarte los dientes después de los
alimentos, es una excelente costumbre. Pero si estás usando corbata,
cúbrela con algo o escóndela bajo la
camisa
para evitar que se salpique, sobre todo si no tienes opción de
cambiarla. Si se te hace tarde y tu
organismo te pide ir a los servicios
higiénicos, obedece a tu organismo. Salir a exponer en un estado de
tensión a
causa de una urgencia fisiológica podría causar un desastre. Tus
esfínteres
podrían jugarte una pasada. Cuando estás frente al
auditorio pudiera abochornarte estornudar o
toser, sobre todo si sueles hacerlo estruendosamente. El ruido se debe
a que
solemos inhalar una gran bocanada de aire justo antes de estornudar.
Algunos
pueden evitar el estornudo cubriéndose la nariz para impedir la
inhalación de
aire que produce el ruido, pero no siempre funciona. Si no resulta,
y es posible, prueba
expeliendo el aire de los pulmones justo antes de estornudar o
toser. Sin aire
no habrá estruendo, o sea, el estornudo resultará casi imperceptible,
como una
tos leve.
Otro momento complicado
pudiera sobrevenir si necesitaras sonarte.
En tal caso, ten en cuenta la cantidad de mucosidad que probablemente
pudieras
expeler por la nariz. Nadie se opone a que te suenes discretamente allí
mismo
si se trata de una naríz humeda; pero si se trata de una gran cantidad
de
mucosidad por causa de una fuerte alergia, gripe o resfrío, despertarás
una
sensación de asco en los que te rodean, especialmente si eres mujer,
porque
socialmente siempre se espera discreción de parte de las damas. Si vas
a soplar
y resoplar ruidosamente como un elefante, jalando una gran cantidad de
moco
delante de todos, quemarás tu imagen, porque pensarán que eres una
persona
asquerosa. Los que te rodearan tal vez piensen o susurren: "¡¡Esta
persona
no tiene la mínima educación!!". Por eso, te sugiero retirarte un
momento
del lugar, porque no hay manera de disimular una tremenda sonadera,
sobre todo,
si todos están cenando.
Algo
más respecto de la tos: Recuerda que es tu derecho toser para despejar
tu garganta, y que puedes toser tan fuerte como desees, pero que las
personas que están alrededor también tienen derechos. A nadie la
importará que tosas discretamente. Pero si sientes deseos de toser con
fuerza, ¡cubre tu boca! Eso mostrará que respetas su derecho a la
salud. Y quizás lo más importante para tu imagen: Demostrarás que eres
una persona que ha recibido una educación de calidad. Porque toser con
fuerza en medio o cerca de otras personas sin cubrirte es un indicativo
de falta de decencia y educación. Te verán como una persona sucia e
indecente. Lo mismo aplica al estornudo. Otro momento en que
debes escuchar y obedecer a tu organismo es en
caso de sentir el aviso de un síncope vasovagal, ya sea en forma de
mareo,
desmayo de varios segundos o desmayo total. A veces una ansiedad
exagerada
pudiera causar la acumulación de sangre en las piernas y desoxigenar el
cerebro
momentáneamente. No corras al baño. Pudieras perder la conciencia en el
trayecto y causarte mucho daño. Lo mejor es tumbarte en el suelo y
alzar las
piernas contra una silla o pared, para impedir que la sangre se acumule
en las
piernas (lo que quieres es que siga fluyendo al cerebro normalmente).
Si te
ocurriera, lo mejor sería tomar precauciones para la próxima vez.
¿Cómo? Algo
que pudiera ayudar sería estudiar a fondo y practicar las técnicas de
oratoria
para cultivar una mejor imagen interior y mejorar tu autovaloración.
Eso resulta
en una modificación de tu punto de vista acerca del auditorio y acerca
de tu
propia persona. Al mejorar en oratoria te sentirás fuerte, y al
sentirte
fuerte, el auditorio dejará de intimidarte, lo que resultará en que la
experiencia de exponer en público deje de producirte ansiedad. Si el
detonante
del síncope es tu ansiedad, eso ayudará. (Para más información sobre
Síncope
Vasovagal, ve el Glosario). Si
tienes que toser, recuerda que hacerlo brusca y fuertemente podría
inflamarte más que ayudarte. A veces es mejor toser suavemente, como
extrayendo delicadamente la flema hacia fuera, en vez de forzar
ásperamente con un par de soplidos fuertes. Tose con fuerza solamente
como último recurso. En todo otro momento, procura hacerlo de a pocos y
con la mayor delicadeza. Un sorbo de líquido podría ayudar, pero no es
siempre el caso. Algunos oradores llevan consigo un pequeño paquetito
con un poco de sal, para ponerse un poco en la lengua. Será suficiente
para hacer bajar naturalmente un chorrito de saliva que bastará para
humedecer la boca.
Si llegas temprano,
puedes saludar a miembros del auditorio,
tomarles confianza y recoger sus inquietudes, experiencias y anécdotas
para
incluirlas en el discurso. ¡Obsérvalos, sonríeles y estrecha sus manos!
Por
otro lado, impactarás si llegas justo a tiempo para comenzar.
Asegúrate de entregar
personalmente y por escrito tu nombre y todo
lo crees que sería prudente mencionar. Esto evitará que te presenten
como
'doctor' si eres 'ingeniero', o como 'ingeniero' si eres doctor', o que
diga
'Gómez' en vez de 'Robles', o Luis Miguel' en vez de 'José Luis'.
Recuerda que
la persona que hace la presentación o preside la reunión también puede
estar
nerviosa o aturdida. Haz tu propia presentación en caso de que nadie parezca capaz de hacerlo con entusiasmo El presidente o maestro de ceremonias es responsable de generar un ambiente positivo. Su misión es motivar al auditorio y dejarlo deseoso de escuchar. Si inicia la reunión apáticamente o con falta de disposición (evidente por una baja potencia de voz, falta de movimiento de las manos, entonación débil o por equivocar el título o el nombre de la persona que expone), generará desánimo y activará un ciclo vicioso negativo que puede hacer fracasar la reunión. Mejor que ser presentado por un maestro de ceremonias o presidente de reunión falto de entusiasmo es que tomes la iniciativa y comiences sin preámbulos.
Si atacas frontalmente
una creencia sin tener una razón de peso, u
ofendes al auditorio, a uno de sus miembros o a uno de los miembros del
panel,
podrías ponerlos a la defensiva y echártelos encima. Piénsalo dos veces.
La reacción común del
auditorio especialmente al inicio de casi
cualquier exposición es de expectativa o escepticismo. Si les das
órdenes o
solicitas algo sin colocar un fundamento, sería semejante a pedir
dinero
prestado sin ofrecer garantía alguna de devolución. Expresiones
dogmáticas o
antagónicas, o solicitar cosas sin dar explicaciones, favorece el
fracaso de
cualquier solicitud porque, ¿quién hace algo a cambio de nada, sobre
todo si se
trata de dinero? Si vas a tirarte a una piscina, primero asegúrate de
que esté
con agua.
Cuando des una
reprensión, discierne entre usted o eres (y sus
equivalentes). Generalmente es mejor usar nosotros ("Esforcémonos por
ser
más puntuales"). Pero puedes usar usted o eres (y sus equivalentes)
cuando
felicites o encomies ("Usted es la persona más puntual que conozco").
Las reprensiones son más aceptables cuando el que las da se muestra
consecuente
(Hasta el jefe llega tarde de vez en cuando). Reacciona siempre con genuina inclinación de ánimo hacia el auditorio Si respondes o
reaccionas con indiferencia, frialdad o aspereza
ante la intervención sincera y espontánea de un miembro del grupo,
podrías
inhibir la cooperación de todos. La mayoría podría pensar que darás un
trato
similar a todos. Solo los masoquistas soportan con gusto el maltrato.
Precisamente, aunque algunas personas que exponen usan la reacción
firme como
un recurso para repeler un enfrentamiento, por lo general es mejor
reaccionar
con genuina disposición, porque tu misión es beneficiar al auditorio
mediante
una comunicación eficaz. Engañar deliberadamente
al auditorio, ocultarle información que
tenga derecho a saber, manifestar doble personalidad o ser hipócrita
sepultará
tu crédito. Cuando la verdad sale a flote te retiran su apoyo. Es poco
probable
que un timador reconstruya su imagen; y la reputación de mentiroso es
la más
difícil de borrar. Sería como querer oír un CD al que alguien hizo
ralladuras
con un clavo. Por eso, si decides ocultar detalles importantes o
falseas la
información, te arriesgas a sufrir consecuencias que tal vez sean
incontrolables. Cristóbal Colón se arriesgó al llevar dos cuadernos de
bitácora
durante su famoso viaje. Si la tripulación se hubiera enterado, de
seguro lo
hubiese arrojado ipso facto por la borda. Si el auditorio se
muestra apático o escéptico, afectará
adversamente tu desempeño y menoscabará el efecto positivo de la
exposición.
Por eso, lleva una mochila cargada de motivación propia. Manipular
el equipo de
sonido es responsabilidad del encargado
del sonido. Hasta artistas experimentados se han llevado un chasco
cuando
quisieron acomodar un micrófono o pedestal que parecía estar en buen
estado. Si
vas a manipular el equipo, familiarízate con él anticipadamente.
Algunos oradores que no se han familiarizado de antemano con el equipo
de sonido han tratado de impresionar al público exhibiendo una gran
confianza en sí mismos manipulando bruscamente el
micrófono (para arriba, abajo, a la derecha o izquierda) solo para
llevarse una sorpresa, safándolo, cayéndosele,
causando retroalimentación que emite un pito ensordecedor, etc. Si te
parece que el micrófono está un poco desubicado
simplemente habla un poco más fuerte. Si está muy desubicado, deja que
sea otra persona la que se percate de ello y lo acomode por ti. En todo
caso, si piensas manipularlo, habla de antemano con el encargado del
sonido y pídele su opinión.
Apela a la nobleza e inteligencia del auditorio mediante incentivos apropiados y puntos de vista bien organizados en vez de ofenderlo mediante el uso de términos hirientes. Si un oyente te hiere, jamás le devuelvas el esputo. Recuerda que tu meta como discursante es conciciliar, no echártelos encima.
Para ser realistas,
aunque tu oratoria sea muy convincente,
algunos tal vez reciban tu exposición con desagrado por causa de celo
profesional, envidia, resentimiento, amargura, decepción, ignorancia,
prejuicio, desánimo, egoísmo, sospecha infundada, temor, duda o alguna
exigencia poco realista. Es difícil, y a veces imposible, satisfacer a
todo un
auditorio. Lo más probable es que solo llegues a la mayoría, y si así
es,
¡excelente! (Me refiero a una mayoría de 80% o más. No creo que en
oratoria
signifique éxito alcanzar una aceptación de 50 + 1. Si hemos de creer
en el
refrán que dice que "la unión hace la fuerza", eso más bien indicaría
que la mitad de tu auditorio está en contra.)
Evite estribillos o
repeticiones vacías ("Eeee",
"Esteee", "Estooo", "Emmm", "Quiero, quiero
decirles que, que, se trata de un, un, un, un caso muy muy especial)
Por
ejemplo, aunque suena muy bien decir: "A los niños les gusta jugar con
sus
padres, ¿verdad?"; sonaría incompetente decir: "A los niños,
¿verdad?, les gusta jugar, ¿verdad?, con sus padres, ¿verdad?", porque
estarías solicitando una aprobación sobre ideas incompletas.
Pregunta: "¿Verdad?" o
"¿Cierto?" solo al
final de una idea completa cuya respuesta sea inexorablemente "sí"(ü
). Si descubres que adoleces de muletillas, o alguien llama esto a su
atención,
sabe que las muletillas constituyen un hábito inconveniente que
deslustra tu
imagen y que solo pueden superarse tomando conciencia de la manera de
hablar o
pidiendo a un amigo de confianza que te haga una señal discreta cada
vez que
incurras en ellas.
Esta sugerencia indica
que, si tu equilibrio y confianza depende
de juntar las manos o esconderlas constantemente, mejor busca un punto
de apoyo
diferente. Porque si juntas, frotas, aplaudes o escondes las manos a
cada rato,
o mantienes los antebrazos flexionados permanentemente cuando estás de
pie,
parecerás un grillo nervioso. Aunque tal vez sientas seguridad, pasas
por alto
el hecho de que el auditorio podría interpretarlo como un signo de
inestabilidad emocional o hasta de falta de aplomo de tu parte, lo cual
atentará contra tu imagen y debilitará tus probabilidades de persuadir.
Una
pose afectada distrae. Lamentablemente,
algunos profesores de oratoria les dicen a sus estudiantes: "Si te
sientes nervioso, simplemente junta las manos, sóbalas con ganas, y la
tensión se disipará". Y es cierto. Pero al hacerlo, ¿qué comunican al
oyente? ¡Tensión! Este se percata de que el orador
realmente no se siente cómodo con la situación.
Una persona (ya se trate de un actor, orador, locutor o presentador)
que constantemente sobe sus manos al estar frente al público, demuestra
que
se siente incómoda y nerviosa frente a todos. Juntar
mucho las manos te pone
en evidencia de que te falta aplomo, y esa tensión se transmite al
oyente, quien te devuelve la misma vibración con la mirada y actitud,
lo que perpetúa un desagradable ciclo de frustración.
Un orador
capacitado debe ser un modelo de aplomo y seguridad en sí mismo, no de
timidez ni nerviosismo. Oratorianet te enseña a superarte de
modo que no necesites juntar las manos para disipar la tensión, sino a
procurar la soltura y libertad de movimiento mediante ademanes eficaces.
¡Proyecta seguridad y confianza por medio de relajar tus codos, soltándote con naturalidad! Gesticula solo lo necesario. Porque no hay nada de malo en juntar las manos de vez en cuando, según lo ameriten las explicaciones... pero si lo haces a cada rato, reflejarás falta de aplomo. Será evidente que arrastras un problema de confianza y seguridad. Por eso, si quieres inspirar confianza, no andes juntando las manos a cada rato.
Hacer un repaso de algo
que se entendió mal, o a medias, sería tan
improductivo como derramar un vaso de agua en el mar. Una exposición,
por
brillante que sea, tendrá éxito solo si el auditorio también hace su
parte. Ni
siquiera el auditorio más culto del mundo sacará provecho si
manifiestas escasa
habilidad para impartir instrucción. Será del todo derrota para ti si
comienzas
a echar la culpa a tus oyentes por entender mal. Porque si entendieron
mal, fue
porque tú explicaste mal. De modo que, tanto tú como el auditorio hacen
bien al
involucrase en la exposición: Tú, por medio de dejarte entender, y el
auditorio
por concentrarse y sintonizar con la explicación.
¿Es realmente obvio?
Aunque muchas cosas son tan obvias para
alguien, como la necesidad de alimentarse, ¿qué te hace suponer que el
auditorio entenderá todo lo que para ti es evidente? Si piensas que
algo es tan
obvio que lo das por sentado, podrías llevarte más de una sorpresa.
Solo puedes
dar algo por sentado cuando existe seguridad de que todos captaron el
punto o
hicieron lo que era obvio hacer. Si la persona que expone se felicita a
sí
misma, diciendo: "Muy bien, pasemos a otro punto", creyendo que le
entendieron
correctamente, podría estar edificando sobre arena. Por eso, habla
específicamente y con toda claridad al tocar la mayoría de los
diferentes
aspectos de tu exposición. Sondea sobre la marcha el entendimiento del
auditorio con preguntas breves y pertinentes. Por ejemplo: "A ver, ¿qué
han entendido? Ustedes explíquenmelo". Asegúrate de que estén
entendiendo
correctamente. ¿Y si olvidas decir
algo? El manual de Toastmasters, una de las
instituciones más conocidas para la práctica del arte de exponer en
reuniones,
recuerda a sus miembros que muchas veces, cuando vayan de regreso a
casa
después de un discurso, tal vez recuerden que olvidaron decir algo. De
modo que
siempre debes permitir un margen de error. No somos perfectos. Tendemos
a
olvidar algunas cosas. Por eso, en tu bosquejo debes anotar aquellas
cosas que
no debes olvidar decir... y reconocer que aún así podrías olvidarte de
algo.
Así es la vida. Solo haz tu mejor esfuerzo.
Indaga, posteriormente y
a grandes rasgos, cómo reaccionó el
auditorio ante la exposición, para hacer ajustes pertinentes. Toda
repetición
fortalece la memorización de una idea. Por ejemplo, un repaso llevado a
cabo
inmediatamente de la explicación de los puntos principales puede lograr
aproximadamente
entre 80% y 100% de retención en los días siguientes; si el repaso se
lleva a
cabo después de un día, tal vez se recuerde solo el 50% dentro de los
primeros
quince días; y es digno de nota que, si se efectúan unos cinco repasos
antes de
transcurridas unas 8 horas después de la exposición, el promedio de
retención
puede aumentar significativamente. Por otro lado, en lo que respecta al
arte de
instruir a otros, la persona que expone es más responsable que el
auditorio. El
éxito dependerá en gran manera de la claridad de su enseñanza. Si
afirman que
te entienden, pregúntate: "¿Es porque me dejé entender, o a que se
esforzaron genuinamente por atar cabos, relacionar los conceptos y
discernir el
punto de vista correcto?". En algunos casos,
conviene pedir inmediatamente, después de
terminado el discurso, una opinión entre los oyentes respecto a tu
exposición y
desempeño porque arrojará luz sobre tu arte de instruir. Pero ten en
cuenta
solo las respuestas de quienes asistieron puntualmente de comienzo a
fin
(porque son los que tienen una visión completa de toda la exposición).
Sugiero
hacer preguntas breves y específicas como, por ejemplo: ¿Entendió fácilmente la
exposición? (CLARIDAD) Algunas organizaciones prefieren aconsejar a sus ejecutivos respecto a su oratoria tan pronto como termina la conferencia. Tal vez uno o dos miembros prominentes lo llamen aparte y le digan lo bueno y lo malo que hizo, para que refuerce lo bueno y corrija lo malo en su siguiente oportunidad. Esto pudiera ser devastador cuando te has esforzado al máximo por hacerlo bien. Lamentablemente algunos no saben esperar para dar el consejo en un momento más distendido. Sienten la necesidad de declarar los defectos tan pronto como sea posible. No lo recomiendo, porque no tiene a estimular positivamente, sino a herir el amor propio. ¿Acaso ellos no comenten errores también, y acaso no les gustaría que se los mencionaran cortésmente en un momento más distendido? Pero así son las cosas. A veces el mundo no muestra misericordia. Tienes que estar en todas, hasta para recibir el hacha la crítica de tus superiores cuando lo que más necesitabas era el bálsamo de unas cariñosas felicitaciones. "Cuando tengas que tragarte un sapo, no lo mires mucho". Pasa la página y sigue adelante. Esta sirve para examinar la eficacia de tu enseñanza. Te sugiero hacerla después de un día, que es cuando se pone al descubierto el nivel de recordación. Comúnmente las consultas llevadas a cabo inmediatamente después de una exposición solo fijan conceptos a modo de repaso; en cambio, las que se llevan a cabo más tarde en la semana analizan la fuerza y profundidad del impacto. Porque así como los maestros pueden evaluar la eficacia del aprendizaje de sus alumnos, una encuesta entre estos pueden ayudar a observar la eficacia de la enseñanza del maestro. Ambas evaluaciones (inmediatas y posteriores) pueden cotejarse para mejorar, tanto la calidad de tu comunicación como la de quienes te escuchan. Toma precauciones al
viajar Si la exposición se llevará a cabo muy lejos, toma tus precauciones. Analiza cuidadosamente el clima, itinerario, contactos, pasajes, bolsa de viaje y recursos para emergencias. Porque, por ejemplo, si te roban o pierdes los boletos de avión, las pasarás negras.
Lleva bolsa de viaje. Se llama bolsa de viaje al dinero que llevas encima para gastar. A menos que corras con los gastos de viaje, exige por lo menos un adelanto de honorarios. ¿Confías en que te pagarán al llegar? Asegura tu estadía de la misma manera como un bombero aseguraría su escalera antes de subir a apagar un incendio. El adelanto es una exhibición de seriedad y confianza de parte del organizador. Pon en un lugar seguro los boletos de viaje. Decide dónde los colocarás y manténlos en el mismo lugar. Si se te traspapelan, podrías perder el ómnibus, tren, barco o avión. Ten presente que las compañías reembolsan los pasajes solo cuando el descuido es de ellas. Esta advertencia es especialmente importante si visitarás varios lugares, pues se trataría de varios boletos. Y, sobre todo, cultiva la costumbre de adelantarte a la hora de partida. Es mejor perder tiempo en la estación que en cualquier otro lugar fuera de esta. Prepara un itinerario. Es la ruta que seguirás al presentar tus exposiciones. Prepara un horario que incluya períodos razonables de descanso y aseo. La limpieza y el orden reflejan tu sentido de responsabilidad. Si una persona limpia y ordenada se presenta sucia y agotada, puede perder fuerza para motivar, porque siente que proyecta una imagen irresponsable. Cuánto más si se trata de exponer en muchos lugares en poco tiempo. Asegúrate de tener un buen contacto en cada ciudad. ¿Con quién vas a comunicarte al llegar al lugar? Si tienes el dato, te librarás de muchos problemas. Lleva contigo el nombre, teléfono, dirección y horario de atención de la persona. Averigua cómo está el clima. La condición atmosférica (frío, calor, humedad, sequedad) de las diferentes zonas que recorrerás afecta tu desempeño. Lleva contigo estrictamente lo necesario, aunque visites zonas muy diferentes. Si el clima es muy frío, respira por la nariz o cúbrete tan pronto como salgas del avión u ómnibus, porque si respiras por la boca, podrías enronquecer o agriparte. Aclimátate poco a poco pidiendo sugerencias a tu contacto. Ten cuidado con la altitud. Es diferente exponer en zonas de gran altitud y al nivel del mar. Puedes llevarte más de una sorpresa. Respeta las sugerencias de tu contacto en cuanto a cómo, cuánto y dónde descansar; y en cuanto a qué, cuánto y dónde comer; o si sería prudente darte un baño muy frío o muy caliente. Sopesa el consejo y toma una decisión sensata. Probablemente otros oradores sufrieron algún malestar por el cambio de clima. Lleva un traje de baño. Si te agrada el agua, lleva un traje de baño. Mejor es que te sobre a que le falte. Por ejemplo, si hay piscina en el hotel y el clima es ideal, te provoca bañarte y tu horario y salud lo permiten, ¿qué esperas? ¡La piscina la hicieron para ti! Sonríe y date un buen chapuzón (lo mismo que decir de un yacusi), y deja que los tímidos se queden con las ganas. Consulta guías de viaje. Para viajar, siempre es conveniente consultar páginas que guían al viajero, como por ejemplo: www. airguideonline.com ¿Te convendría firmar un contrato? Depende. Recuerda que
las partes que intervienen en un contrato, cualquiera
que sea, solo pueden exigirse mutuamente aquello que está
explícitamente
redactado y firmado. Si faltan firmas o detalles, ¿tendrías derecho de
quejarte
por algún revés? ¿Tendría derecho de quejarse tu contratante? Toma tus
precauciones respecto a cualquier acuerdo formal. En caso de que
resulte en una
estafa o malentendido, ¿te consolará llorar? A los jueces no les
interesa que
les digas: "Yo no sabía". Simplemente te dirán: "El
desconocimiento de
No sería ético que estacionaras tu automóvil en la puerta, presentaras diapositivas no aprobadas por la institución, que ordenaras apagar las luces, que dialogaras con el auditorio y te pasaras de tiempo. Porque aunque tu discurso resultara impactante desde el punto de vista de la oratoria, te daría imagen de incompetente como conferenciante a los ojos del organizador, por haber pisoteado todos los arreglos. Tu reputación y la de la organización que representas son más importantes que cualquier impulso personal por sobresalir. Por eso, te sugiero controlar tu actitud y atenerte a los arreglos o pedir autorización antes de hacer excepciones.
Aunque los acuerdos de palabra pudieran parecer muy confiables, según sea el prestigio y las referencias del organizador, así como las recomendaciones de la persona que expone, usualmente implican un riesgo para ambas partes, porque llegado el momento una de las partes podría olvidar un detalle importante y no querer cumplirlo. Por otro lado, si poner por escrito y firmar un acuerdo es una muestra de confianza, rehusarse rotundamente a firmar podría indicar lo contrario. Fácilmente podrían quedar muchas cosas en el aire y a la interpretación de las partes, o darse por sentado asuntos que después se olvidaran por completo. Pudiera surgir un desacuerdo, una diferencia de opinión o cierta exigencia de última hora, y el resultado podría quebrantar la paz y la amistad. Ya sea firmar un contrato o confiar en una promesa verbal, es una decisión que ambas partes toman y asumen individualmente. Solo debes tener en cuenta que una simple promesa no es un contrato, porque un contrato es un acuerdo cuyo cumplimiento puede obligarse por la vía legal. No obstante, aunque reconozcamos sinceramente que existen promesas que a veces resultan más confiables que un contrato, siempre es mejor ponerlo por escrito. Sea como sea, de todos modos es de entera responsabilidad de ambos confiar o desconfiar, firmar o no firmar, prometer o no prometer, cumplir o no cumplir, demandarse mutuamente u olvidarlo todo. Aunque las leyes varían según cada país, ten presente que, aparte de la fecha, el lugar, las generales de ley (nombre completo, documento de identidad y domicilio exacto) y las firmas de ambas partes, para que un contrato tenga validez, sus cláusulas por lo común deben contener y/o explicar detalladamente tres elementos básicos: 1) Una de las partes ofrece algo a la otra. 2) Ambas partes lo aceptan y están plenamente de acuerdo con cada detalle. 3) Y ambas partes deben aportar algo, como, por ejemplo, dinero o una promesa de hacer o dejar de hacer algo en particular. Por su puesto, no debería faltar una cláusula que indique qué harán en caso de cambiar de opinión o de ocurrir una controversia respecto a su celebración, interpretación y/o cumplimiento. Dependiendo de la importancia y seriedad
de los acuerdos, en algunos casos conviene pedir una opinión a
un abogado experimentado, de preferencia alguien ajeno a la otra
parte, o que al consultarle no sepa de quién se trata. De
esta manera, su comentario resultará imparcial.
Cartas, propuestas, solicitudes o papeles firmados y fechados constituyen documentos legales que pueden ser utilizados en un juicio.
Parafraseando a sir
Robert Walpole, del siglo XVIII: 'Toda persona
tiene su precio', podríamos decir que unos trabajan para sí mismos,
organizando
exposiciones por su cuenta, y otros, para alguna empresa. Los
honorarios de las
personas que exponen varían enormemente. Hay quienes lo hacen por
trabajo
(algunos cobran miles por actuación), mientras que otros lo hacen ad
honorem u
otras razones. Aún otros cobran por persona, por horas o por contrato a
plazo
forzoso (antes de firmar un contrato te convendría consultar con un
amigo
abogado). Por otro lado, ten en cuenta que aunque pueda sonar ridículo
cobrar
$2.00 por persona, no lo es si se trata de un estadio repleto. Además,
podrías vender tus artículos. Ten presente que aunque
expongas esporádicamente, tienes la
obligación moral y legal de firmar un recibo contra la entrega de
cualquier
monto de dinero por tus servicios. Y si decides dedicarte a exponer,
consulta
en el registro de contribuyentes o con un amigo contador acerca de tu
nueva ocupación
y tu responsabilidad ante el fisco.
Recuerda que de todas
las reglas y advertencias que te pueda dar,
esta es la más importante: ¡Prepárate! Es decir, hasta donde te sea
posible,
calcula tus probabilidades, ventajas y desventajas en todo sentido,
compromisos, márgenes de error, riesgos y todo cuanto pueda afectar el
éxito de
la exposición. ARRIBA |